UN PODER JUDICIAL, CIEGO, SORDO Y MUDO…CUANDO LE CONVIENE.
El día 15 del corriente mes el emblemático prisionero MIGUEL ETCHECOLATZ, de 92 años de edad, imputado por los bien o mal llamados delitos de lesa humanidad, debía ser sometido a una serie de estudios autorizados por el poder judicial federal, en el Hospital público POSADAS, ubicado en la localidad de El Palomar. Esto fue impedido ya que ese mismo día a partir de las 7 de la mañana se hicieron presente en el lugar miembros de diferentes organizaciones radicalizadas de derechos humanos, llevando a cabo un repudio-escrache. Fácil es de suponer de donde salió la información que los alertara con suficiente anticipación como para convocar y armar una prolija cartelería acorde con el evento.
ALDANA RIOS, integrante de la Agrupación Hijos, en la radio AM 750 cargó contra los defensores de ETCHECOLATZ, que verazmente, sostenían que se le impedía el derecho a la salud, manifestando: “Estos genocidas tienen lugares adonde tranquilamente se pueden atender, no se tienen que cruzar en los hospitales públicos donde se defiende la vida y vienen los familiares de los desaparecidos”. Así, este tipo de delitos en “plena democracia” estarían justificando excesos en tiempos de guerra y dictadura y poniendo en evidencia que los tan pregonados “derechos humanos”, son para unos sí y para otros no. Además, dejan a la vista que los miembros del poder judicial ante actos ilegales que se cometan contra nosotros, adultos mayores, se transforman en cómplices de los mismos al volverse ciegos, sordos, y mudos. También hay otro aspecto muy desagradable que queda a la vista, y es la mezquindad de las fuerzas armadas que a través de sus gigantescos hospitales solo brindan salud a su gente. La policía Federal tiene su propio nosocomio, y afuera quedan los presos pertenecientes a las instituciones provinciales. En el particular caso de la Policía de la provincia de Buenos Aires, tenemos un pésimo servicio de salud a través del I.O.M.A., que se encuentra semi devastado por hechos de corrupción. Este no es reconocido por el Servicio Penitenciario Federal y en consecuencia como en el caso de ETCHECOLATZ, nosotros rodamos por los hospitales públicos, los cuales aparte de significar un peligro a la integridad física, brindan un servicio precario por la condición crítica de los mismos. En los años de plomo las fuerzas armadas se sirvieron de las instituciones de seguridad, policiales y penitenciarias, que fueron los que más sangre de su gente dieron (más de 3 efectivos asesinados por cada víctima militar).
Es evidente que todo ese pasado fue olvidado, imponiéndose solo la mezquindad y la desigualdad, entre los miembros de las instituciones de uniformados a la hora de pagar consecuencias. Es de destacar que siendo Jefe de nuestra Policía el Coronel RAMÓN CAMPS (1977-1979) se comenzó a reunir dinero para la construcción del hospital policial.
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Incluso AMALIA LACROZE DE FORTABAT, había donado una cifra millonaria en dólares. Como tantos fracasos en este territorio llamado Argentina, luego pasó el tiempo y nada se concretó. Durante años el personal herido en servicio fue atendido en el Hospital Churruca, de la Policía Federal, a quien se pagaba por el servicio, tanto de traslado como médico. Actualmente gracias al desinterés de las autoridades provinciales, y de los mismos integrantes de la repartición, todo eso también se perdió. En consecuencia, el efectivo herido en servicio queda regalado-internado en los hospitales públicos. Entonces su supervivencia, pese a la verborrea de ministros de seguridad como SERGIO BERNI y todos sus antecesores, queda en manos del destino y el azar.
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Por Claudio Kussman.
UN PODER JUDICIAL, CIEGO, SORDO Y MUDO…CUANDO LE CONVIENE.
El día 15 del corriente mes el emblemático prisionero MIGUEL ETCHECOLATZ, de 92 años de edad, imputado por los bien o mal llamados delitos de lesa humanidad, debía ser sometido a una serie de estudios autorizados por el poder judicial federal, en el Hospital público POSADAS, ubicado en la localidad de El Palomar. Esto fue impedido ya que ese mismo día a partir de las 7 de la mañana se hicieron presente en el lugar miembros de diferentes organizaciones radicalizadas de derechos humanos, llevando a cabo un repudio-escrache. Fácil es de suponer de donde salió la información que los alertara con suficiente anticipación como para convocar y armar una prolija cartelería acorde con el evento.
[ezcol_1half] [/ezcol_1half] [ezcol_1half_end] [/ezcol_1half_end]ALDANA RIOS, integrante de la Agrupación Hijos, en la radio AM 750 cargó contra los defensores de ETCHECOLATZ, que verazmente, sostenían que se le impedía el derecho a la salud, manifestando: “Estos genocidas tienen lugares adonde tranquilamente se pueden atender, no se tienen que cruzar en los hospitales públicos donde se defiende la vida y vienen los familiares de los desaparecidos”. Así, este tipo de delitos en “plena democracia” estarían justificando excesos en tiempos de guerra y dictadura y poniendo en evidencia que los tan pregonados “derechos humanos”, son para unos sí y para otros no. Además, dejan a la vista que los miembros del poder judicial ante actos ilegales que se cometan contra nosotros, adultos mayores, se transforman en cómplices de los mismos al volverse ciegos, sordos, y mudos. También hay otro aspecto muy desagradable que queda a la vista, y es la mezquindad de las fuerzas armadas que a través de sus gigantescos hospitales solo brindan salud a su gente. La policía Federal tiene su propio nosocomio, y afuera quedan los presos pertenecientes a las instituciones provinciales. En el particular caso de la Policía de la provincia de Buenos Aires, tenemos un pésimo servicio de salud a través del I.O.M.A., que se encuentra semi devastado por hechos de corrupción. Este no es reconocido por el Servicio Penitenciario Federal y en consecuencia como en el caso de ETCHECOLATZ, nosotros rodamos por los hospitales públicos, los cuales aparte de significar un peligro a la integridad física, brindan un servicio precario por la condición crítica de los mismos. En los años de plomo las fuerzas armadas se sirvieron de las instituciones de seguridad, policiales y penitenciarias, que fueron los que más sangre de su gente dieron (más de 3 efectivos asesinados por cada víctima militar).
[ezcol_1half] [/ezcol_1half] [ezcol_1half_end] [/ezcol_1half_end]Es evidente que todo ese pasado fue olvidado, imponiéndose solo la mezquindad y la desigualdad, entre los miembros de las instituciones de uniformados a la hora de pagar consecuencias. Es de destacar que siendo Jefe de nuestra Policía el Coronel RAMÓN CAMPS (1977-1979) se comenzó a reunir dinero para la construcción del hospital policial.
[ezcol_2fifth]Incluso AMALIA LACROZE DE FORTABAT, había donado una cifra millonaria en dólares. Como tantos fracasos en este territorio llamado Argentina, luego pasó el tiempo y nada se concretó. Durante años el personal herido en servicio fue atendido en el Hospital Churruca, de la Policía Federal, a quien se pagaba por el servicio, tanto de traslado como médico. Actualmente gracias al desinterés de las autoridades provinciales, y de los mismos integrantes de la repartición, todo eso también se perdió. En consecuencia, el efectivo herido en servicio queda regalado-internado en los hospitales públicos. Entonces su supervivencia, pese a la verborrea de ministros de seguridad como SERGIO BERNI y todos sus antecesores, queda en manos del destino y el azar.
[/ezcol_2fifth] [ezcol_3fifth_end] [/ezcol_3fifth_end]Claudio Kussman
Comisario Mayor (R)
Policía Pcia. Buenos Aires
claudio@PrisioneroEnArgentina.com
www.PrisioneroEnArgentina.com
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 22, 2021