A LA HORA DE HACER UN ASADO,  EL FUEGO RESULTA SER UN ELEMENTO NATURAL Y MODELADOR.

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  Por Claudio Valerio.

El descubrimiento del fuego es uno de los grandes momentos de la humanidad. El fuego no solo hace sabrosa a la carne al asarla, sino que también más tierna y, además, elimina bacterias y parásitos, reduciendo con ello el riesgo de enfermedades.

Al cocinar los alimentos para su posterior consumo, se producen cambios en su textura, color, sabor y olor…

El asado argentino comenzó en esos tiempos en que las vacas, aún corrían libres por las praderas y los gauchos, con el fin de aprovechar su cuero, las cazaban y asaban.

En Argentina, el preparar y hacer un asado es casi una religión; su preparación es todo un ritual y tiene gran importancia.

Es un ritual que les permite a los que lo realizan, generar vínculos de amistad, hermandad y de familia; es un momento en que pueden conectarse íntimamente.

Para en el ritual del asado, la preparación del fuego es un tema de suma importancia. Es que hacer un buen fuego resulta trascendental para un buen asado con la familia o los amigos; es parte de nuestra cultura. Por lo que resulta importante saber cómo hacer el fuego perfecto para lograr la brasa necesaria. Si bien a algunos, a la hora de empezar la fiesta alrededor de la parrilla, se les complica, se tiene que comenzar preparando un pequeño brasero que, dependiendo de cuántas sean las personas que participarán de la ceremonia, irá tomando más importancia. Alrededor del fuego, acompañando al maestro de ceremonias, el asador, a una distancia respetable para que no se quemen, se irán ubicando los convidados, que platicarán con el primero, disponiéndose en forma de círculo alrededor de las llamas y el humo… Es increíble que través del fuego, nos liberemos de todo sufrimiento y negatividad, que nos sintamos protegidos, y que nuestras vidas ja se vean iluminadas con la fuerza protectora de la luz proveniente de las brasas.  En ese momento mágico, se protegen todas las relaciones entre los que participan; se fortalecen todas las relaciones.

El ritual del fuego lo encontramos asociado a los orígenes Celtas. El “Alban Hermin”, que sería la celebración que se realizaba, por medio del encendido de hogueras, para agradecer el máximo esplendor del sol (durante el solsticio de verano) y, a los fines de atraer su bendición, para compartir su fuerza con hogueras sobre las personas, animales y las cosechas del campo. Ellos encendían grandes hogueras con troncos que duraban toda la noche porque, de esa forma, pretendían extender la luz del Sol.

Con el fuego celebraban el poder y la fuerza del Astro Rey y, de esa manera, vencer a la oscuridad a través de su luz y protección.

En la tradición romana, la celebración del fuego sagrado se hacía a través de Vesta, guardiana del hogar, heredera de la Gran Diosa Madre. Era la protectora del fuego y dentro de su templo sagrado resplandecía una llama vigilada en todo momento por sacerdotisas. Las sacerdotisas eran (son) mujeres sanadoras innatas y que se sienten llamadas a prestar ayuda y, antiguamente, ellas requerían pertenecer a un templo. En el caso de Vesta, que es la versión romana de la diosa la religión griega antigua, Hestia, (griego: Ἑστία , ‘hogar’ o ‘junto al fuego’), era la Hija mayor de las tres de Cronos y Rea, por lo que también una de las diosas olímpicas. Literalmente, su nombre significa “hogar”, personificando el fuego del hogar. A ella se la representa en actitud solemne y sosegada, vestida con un velo que le cubre desde la cabeza a la espalda y con una llama en la mano derecha símbolo del fuego del hogar. Hestia, sería el orden correcto de la domesticidad, es la diosa virgen del hogar.

Esta ceremonia se fue extendiendo a otros pueblos del Norte de Europa y, con el tiempo, las grandes hogueras se fueron transformando en pequeños fuegos, en una forma más simple y práctica, como pequeños rituales con brasas, o bien antorchas. Sea la forma que sea, el elemento principal es el fuego; que, sea cual sea sus formas y maneras, es lo único que no puede faltar en el rito de asar carne.

Como indicara la poetisa victoriana Emily Dickinson: “El hogar es algo sagrado; nada de duda ni de desconfianza puede cruzar su bendito portal”. Esto es, cuidar del fuego sagrado de nuestro hogar puede y debe ser un ritual que nos llene de serenidad y agradecimiento.

Para aquellos que amamos hacer asados invocamos habitualmente la presencia benéfica de esas fuerzas superiores en nuestras vidas. Según sea la manera de encender el fuego, con el que haremos un asador, puede darnos ese toque exquisito a esos cortes de carne que tanto nos encanta. Cada vez que en nuestras casas encendemos la llama del fuego sagrado, activamos una magia que nos permitirá lograr el fuego ideal para nuestro asado; haciendo de este gesto, uno que sea tan cotidiano como placentero y que lo hace especial.

La carne cocida proporciona más energía que la carne cruda; por lo que el cocer la carne hizo evolucionar a los humanos. 

 



PrisioneroEnArgentina.com

Setiembre 6, 2022



 

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