Cultura grecorromana en la civilización occidental

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  Por Wilson Gonzalez.

Los efectos culturales del dominio romano sobre las regiones de habla griega es un tema fascinante que ha atraído un gran interés científico, especialmente en los últimos años. El impacto de la interacción entre dos culturas varió en el tiempo y el espacio y fue definitivamente más prominente en los lugares donde habían surgido comunidades romanas. Estas comunidades sirvieron como los llamados vectores de influencia, y su larga residencia junto a los griegos resultó en la transmisión de elementos romanos a la vida pública.

Uno de esos elementos fueron los nombres romanos, cuya difusión puede explicarse por la existencia de redes de intercambio y el sentido de identidad de los portadores de nombres. La introducción de los griegos al sistema romano de denominación con su posterior adaptación a sus normas y la adopción de nombres romanos por parte de los peregrinos griegos son dos fenómenos diferentes. Sin embargo, ambos son ejemplos del proceso de interacción entre las dos tradiciones, que gradualmente condujo a la aparición de una cultura onomástica común. Esta forma de aculturación, acrecentada en el siglo II d. C., mostró una amplia variabilidad regional, y su recepción fue diferente en las distintas ciudades y clases sociales.

Estas transferencias culturales fueron en su mayoría mediadas por élites cívicas, ya que su propósito era transmitir su influencia por su nombre, tanto en un contexto regional como más ampliamente, a nivel de sistema. Tria nomina, en particular, y su uso en el período imperial especialmente fue una fuente de orgullo, poder y prestigio. Debido a esto, algunos nombres se popularizaron como expresiones de la cultura compartida y fueron aceptados y adoptados, aunque en pequeña escala, también por las clases bajas, habiendo perdido su significado original.

Sin embargo, el dominio de los nombres romanos como signos distintivos de los ciudadanos libres del Imperio se produjo durante un corto período de tiempo. A fines del siglo III d. C., apareció una nueva forma de expresión de identidad: un sistema de nombres único que usaba nombres griegos y romanos separados. Al principio se utilizó con moderación, pero después del reinado de Constantino, y especialmente durante el período de la antigüedad tardía, comenzó a emplearse en casi todas las provincias romanas. Este cambio, impulsado por el progreso del cristianismo y el declive del Imperio Romano, podría considerarse como un regreso a la tradición griega de nombres.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Abril 3, 2023


 

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