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 Por Vida Bolt.

No tengo pruebas y no voy a demandar a mi esposo, Oscar… todavía. Seguramente todos hemos visto esas fotos rescatadas del baúl del pasado donde la familia entera se encuentra en una pose ridículo y veinte años después pretendemos, más viejos, más cansados, recrearla para nuestra diversión. Bien, Oscar encontró una foto en donde me abraza demasiado pegajosamente y besando mi rostro con un ojo morado y mis labios ensangrentados, con la intención de recrearla.

Antes de que Oscar sea denunciado por maltrato, pasaré a describir los hechos. Mientras éramos novios, Oscar rentaba un pequeño departamento en Fernandina Beach. El lugar no era mucho más grande que un tráiler para transportar a un caballo. Solo tenía una cocina escondida en un armario y una cama de media plaza que había que saltar para aproximarse a la ventana. ¿Decoración? Un poster de Farrah Fawcett que aún conserva.

Recuerdo que la heladera era del tamaño de un convencional horno a microondas y el baño una caja de zapatos con una ducha que caía como una catarata sobre el inodoro.

Oscar puso en una cacerola dos porciones de TV diners (Comida congelada) y la dejó sobre la única hornalla para que se derritiera, cocinara y quemar, todo en un solo movimiento.

Mientras la cena comenzaba a derretirse, nos acostamos con la idea de mirar algún programa en la televsión, pero Oscar tuvo sensaciones perversas y se volvió sobre mi para comenzar a besarme. No opuse mucha resistencia, pero la naturaleza de las cosas, sí.

Estaba encima mío en el momento en que la cama se estrelló contra el suelo y me dio un cabezazo en ese instante rompiéndome la nariz, dándome un ojo negro y una herida cortante en mi labio superior. Sería incómodo tratar de explicárselo a mi familia, aunque Oscar bromeaba mientras limpiaba mi sangre con un pañuelo (Siempre ruego -ya que no podía ver, que no hubiera sido sus calzoncillos).

Luego de eso, tomó la “simpática” fotografía. Esta fue hallada y despertó risas -en su caso- y enojos -en el mio-.

Ahora bien, efectos especiales mediante, me propuso recrear la misma. Me apliqué a regañadientes un delineador de ojos simulando una hematoma, rouge en las fosas nasales y en mis labios simulando sangre. Oscar tomó su teléfono y mientas me daba un beso en la mejilla, logró la artística foto.

Pocos segundos más tarde, mi piel comenzó a arder. El delineador de ojos penetró en mi ojo y el rouge provocó una reacción en mi piel. Nos dirigimos al hospital donde recibí un rápido tratamiento mientras una enfermera, que poco interesada en la historia estaba, recibió mis explicaciones. Me dirigió una mirada muy especial. Quiero pensar que no pensó: “Gente adulta y tan idiota!”

Esta aventura nis dio varias lecciones. Primero, es horrible verse en una situación de “Antes” y “Veinte años después”. Segundo, no dejes tu teléfono celular en la sala de espera del hospital, no toda la gente es honesta. Y finalmente, no utilices una foto instantánea de hace dos décadas como posa tazas de té. Un circulo de calor cubrió mi cara destruyendo la escasa evidencia.

 

 


PrisioneroEnArgentina.com

Enero 25, 2023


 

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