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   Por Dr. Jorge B. Lobo Aragón.

Estaba perdida en medio del desierto, con los pies llagados, quemados de soles. Enceguecidos sus ojos por la intensa luz de  rayos que se espejaban en los miles y miles de pequeños espejos de mica sobre los médanos. Partidos sus labios por el seco viento que golpeaba su rostro, la sed le secaba alma y cuerpo. De pronto, lo vio, estaba  allí, sujeto de pies y manos, sin muecas de quejoso dolor. La miró- Calma mi sed- le pidió en un lamento. También yo estoy agonizando – le contestó -, lo siento,  ni una gota de agua queda en mi cantimplora. Encuentra una, sólo una gota o moriré en medio de esta soledad. Moriremos juntos- dijo-, tú sometido en la madera, yo perdida en medio de la vida, sin saber por qué. En ese momento sintió que algo cayó en la palma de su mano y otro algo mojaba sus labios. Eran gotas de agua, pero no llovía, y  siguieron cayendo. Cuando ya tenía charquitos en sus palmas,  se trepó con las pocas fuerzas que le quedaban y  las colocó en los labios de su circunstancial compañero. Gracias, le contestó, después de beber gota por gota y agregó, cada vez que el destino te quiera matar de sed de vida, llora, llora, que tus lágrimas si son sinceras, como las de hoy, te salvarán a ti y a los que amas, como lo hiciste conmigo. Sorprendida lo vio acercarse lentamente, luego, tomó su mano y le dijo: Vamos, ya no más soledad, desde ahora me tienes a mí y yo a ti. Despertó con esa bella imagen. Estaba de rodillas sobre la cama y un rosario blanco, venido del misterio, pendía de sus manos. Comprendió que una vez más, desde la cruz, el dueño de la vida, le estaba regalando una esperanza. No se dejó vencer por la adversidad. La adversidad no tiene formas, ni tamaños, no mira raza, ni religión. Desde la Cruz, fuente profunda de nuestra esperanza, en medio de la oscuridad, del yermo y el silencio, siempre brotara algo nuevo. Recuerdo a un árbol maravilloso levantarse en lo alto. Sus colores resplandecían como alas de mariposas con  indescriptible pureza. Escuche decir “La luz es todo y sin luz es nada, la Paz es todo y sin Paz es nada”. Mire hacia arriba. Era “El”, adornado con vestiduras y cubierto de oro. Era el Árbol de la victoria y de la Paz convertido en crucifijo que giraba gozosamente. Era el Árbol de la Cruz y de la Paz  que mudaba de colores. Su corteza humedecida con sangre y a su vez ornada de tesoros. No era la cruz del malvado. Era la cruz de la paz  y del amor, reflejado en  la reliquia beatifica  que volvía a iluminar  el planeta. Es tiempo de unión y solidaridad. En poco tiempo  va a blanquear la escarcha de la salvación sobre los pastos de todo el orbe. Aún en la soledad  de este retiro,  despleguemos las ventanas  y dejemos entrar al futuro. Busquemos la luz, de la cruz de cristo, sin temer la adversidad. Elévate  lector en estos tiempos aciagos. Feliz fin de Año

Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón

jorgeloboaragon@gmail.com


PrisioneroEnArgentina.com

Diciembre 31, 2022


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