Nuestro presidente fundador de Naciones Unidas de las Letras, mi amigo, el gran escritor del mundo Joseph Berolo Ramos, me honró pidiéndome personalmente alguna reflexión relativa al mundo actual. Quiero mencionar que si bien la pluma es mi pasión, mi profesión es la de abogado. He sido enaltecido por la providencia divina en ser parte de este universo literario. También por el delicado toque de alguna musa y de grandes amigos que me enseñaron a volar. Creo que el tema central que nos aflige a los que somos protagonista de esta historia es ¿que será del mundo actual? Estamos inmersos en la incertidumbre como en una película de ciencia ficción en donde un microbio diminuto e insurrecto ha sido capaz de cerrar las fronteras de la humanidad, destruir nuestros planes y alterar nuestras rutinas. Ante un pequeño virus, un microorganismo al que no podemos ni ver pero sabemos que es una bestia invisible…¡nos deberíamos hacer la siguiente reflexión¡. La humanidad toda se halla en situación de confinamiento obligatorio. Nos atraviesa el miedo, la angustia ante una enfermedad desconocida, imprevisible, a la que se recurre con los medios disponibles. El planeta, las grandes ciudades amanecen y se duermen desiertas.El coronavirus nos arroja al gran ruedo. La pandemia pone de manifiesto el alcance de las desigualdades sociales y la enorme tendencia a la concentración de la riqueza que existe en el planeta. Esa soberbia con que los seres humanos escondemos nuestra debilidad.Pareciera que la naturaleza necesitaba reconciliarse y reconstruir con ella y con nosotros mismos un vínculo de vida y no de destrucción. A pesar de todo, el ecosistema, indiferente sigue su curso. Nada la detiene. En la mitad del mundo estallará a pleno la primavera. En otros los árboles se vestirán de los colores que pinta el otoño y en alguna parte el invierno se vestirá de blanco. Pero la naturaleza ha vuelto a florecer con seres humanos escondidos y temerosos.¿Mi pregunta?aprenderemos a sobrevivir juntos. Aprenderemos a distinguir qué nos une y qué nos separa. Aprenderemos a transmutar la conciencia colectiva. La vida es corta y los seres humanos somos frágiles. Los seres humanos seguimos tratando de marcar diferencias económicas, sociales o culturales, pero el bichito malicioso y terco nos recuerda que todos podemos enfermarnos y que todos estamos interconectados y nos necesitamos unos a otros. No importa en qué país anidemos, qué edad tengamos o a qué nos dediquemos,todos somos importantes y necesarios en este mundo. Solamente se puede detener la propagación del virus con la colaboración fraterna de todos. Cada vida es transcendental. Todos los seres humanos somos creados a la imagen y semejanza de Dios. Dios siempre será refugio en medio de las tormentas. Es necesario mantener nuestra “sana distancia” con los demás pero en el contacto y no con el corazón. Las iglesias, sinagogas y mezquitas permanecen cerradas por primera vez, incluso en relevantes fechas religiosas. El mundo se ha detenido. Existe un silencio. Lo vivimos durante el triduo pascual. Pero “la debilidad, nos hace más humanos y ésta nos acerca más Dios. Como cristiano, laico y creyente creo que la iglesia tiene en estos momentos aciagos una oportunidad única de iluminar a la humanidad.La boda era “perfecta… pero se terminó el vino.Los sirvientes tenían trabajo, el maestro de ceremonias tenía todo bajo control, los protagonistas disfrutaban del evento sin mesura, la alegría embriagaba a todos, sin saber lo que podría estar ocurriendo entre cocinas. Pero de repente el vino se terminó. Aunque seguía habiendo luz, sus ánimos se llenaron de oscuridad. Los fines de semana eran diferentes, sus días eran monótonos, la libertad era distinta. Los planes inmediatos se desvanecían…el ritmo de la fiesta se apagaba de repente y apareció LA MUJER…Haced todo lo que Él os dijo…Llenar el vacío de sus tinajas con algo que posibilite el milagro en sus vidas. Así lo hicieron. Y así ocurrió. Construir contenidos desde la tinaja, supone no sólo emitir mensajes, celebraciones, oraciones a través de un nuevo canal online. Sino atrevernos a construir dejando la puerta abierta a la trascendencia. Al comienzo de este inusual periodo de cuaresma, muchos pensamos que la epidemia causaría una suerte de corto apagón, un paréntesis en la marcha habitual de la sociedad, algo que sortearíamos de alguna manera y que pronto las cosas volverían a su cotidianeidad. No ha sido así.Después de este flagelo global, el mundo ya no será como ante, y probablemente tampoco debería serlo. Es natural que cuando suceden grandes calamidades, nos ocupemos primero de las necesidades materiales para sobrevivir. Pero “no sólo de pan vive el hombre”.La iglesia no debe quedar al margen, en una soberbia aislación del mundo, sino liberarse de sus fronteras y hacer penitencia.Las iglesias vacías son una señal y un desafío.Años atrás, antes de la pascua, se incendió la Catedral De Notre Dame en París. Este año, en cuaresma, no hay servicios religiosos en cientos de miles de iglesias en varios continentes, ni en sinagogas o mezquitas. Esas iglesias cerradas son un signo y un desafío de Dios. Dios es amor con humildad y discreción. Pero Dios también nos está hablando y el mensaje del altísimo es inalterable. Que ninguno se engañe con palabras vacías. El mundo está enfermo ante la codicia, la lujuria y el desenfreno.No se trata de intentar el retorno a un mundo que ya no existe, sino de plantear un cambio hacia el corazón del evangelio, “un viaje hacia las profundidades”.Tal vez debamos probar la verdad en las palabras de Jesús:“donde dos o tres se reúnan en mi nombre, allí estoy yo con ellos”. El Galileo ha resucitado sabe que el vino nuevo debe ser guardado en pellejos nuevos.El Señor ha llamado a la puerta desde adentro y salió, y es nuestra tarea buscarlo y seguirlo.Por supuesto que podemos aceptar esta cuaresma de iglesias vacías y silenciosas simplemente como un breve paréntesis que pronto se olvidará.Pero también sería un momento propicio para “ir a aguas más profundas” y buscar una nueva identidad del cristianismo en un mundo que se está transformando radicalmente ante nuestros ojos.Por último estuve leyendo mucho y escribiendo en estos tiempos especiales sobre el Milagro de Garabandal porque estoy convencido que esta pequeña Aldea de España el Altísimo sorprenderá a universo con un aviso y milagro que será un faro de luz para para la eternidad.
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Nuestro presidente fundador de Naciones Unidas de las Letras, mi amigo, el gran escritor del mundo Joseph Berolo Ramos, me honró pidiéndome personalmente alguna reflexión relativa al mundo actual. Quiero mencionar que si bien la pluma es mi pasión, mi profesión es la de abogado. He sido enaltecido por la providencia divina en ser parte de este universo literario. También por el delicado toque de alguna musa y de grandes amigos que me enseñaron a volar. Creo que el tema central que nos aflige a los que somos protagonista de esta historia es ¿que será del mundo actual? Estamos inmersos en la incertidumbre como en una película de ciencia ficción en donde un microbio diminuto e insurrecto ha sido capaz de cerrar las fronteras de la humanidad, destruir nuestros planes y alterar nuestras rutinas. Ante un pequeño virus, un microorganismo al que no podemos ni ver pero sabemos que es una bestia invisible…¡nos deberíamos hacer la siguiente reflexión¡. La humanidad toda se halla en situación de confinamiento obligatorio. Nos atraviesa el miedo, la angustia ante una enfermedad desconocida, imprevisible, a la que se recurre con los medios disponibles. El planeta, las grandes ciudades amanecen y se duermen desiertas. El coronavirus nos arroja al gran ruedo. La pandemia pone de manifiesto el alcance de las desigualdades sociales y la enorme tendencia a la concentración de la riqueza que existe en el planeta. Esa soberbia con que los seres humanos escondemos nuestra debilidad. Pareciera que la naturaleza necesitaba reconciliarse y reconstruir con ella y con nosotros mismos un vínculo de vida y no de destrucción. A pesar de todo, el ecosistema, indiferente sigue su curso. Nada la detiene. En la mitad del mundo estallará a pleno la primavera. En otros los árboles se vestirán de los colores que pinta el otoño y en alguna parte el invierno se vestirá de blanco. Pero la naturaleza ha vuelto a florecer con seres humanos escondidos y temerosos. ¿Mi pregunta? aprenderemos a sobrevivir juntos. Aprenderemos a distinguir qué nos une y qué nos separa. Aprenderemos a transmutar la conciencia colectiva. La vida es corta y los seres humanos somos frágiles. Los seres humanos seguimos tratando de marcar diferencias económicas, sociales o culturales, pero el bichito malicioso y terco nos recuerda que todos podemos enfermarnos y que todos estamos interconectados y nos necesitamos unos a otros. No importa en qué país anidemos, qué edad tengamos o a qué nos dediquemos, todos somos importantes y necesarios en este mundo. Solamente se puede detener la propagación del virus con la colaboración fraterna de todos. Cada vida es transcendental. Todos los seres humanos somos creados a la imagen y semejanza de Dios. Dios siempre será refugio en medio de las tormentas. Es necesario mantener nuestra “sana distancia” con los demás pero en el contacto y no con el corazón. Las iglesias, sinagogas y mezquitas permanecen cerradas por primera vez, incluso en relevantes fechas religiosas. El mundo se ha detenido. Existe un silencio. Lo vivimos durante el triduo pascual. Pero “la debilidad, nos hace más humanos y ésta nos acerca más Dios. Como cristiano, laico y creyente creo que la iglesia tiene en estos momentos aciagos una oportunidad única de iluminar a la humanidad. La boda era “perfecta… pero se terminó el vino. Los sirvientes tenían trabajo, el maestro de ceremonias tenía todo bajo control, los protagonistas disfrutaban del evento sin mesura, la alegría embriagaba a todos, sin saber lo que podría estar ocurriendo entre cocinas. Pero de repente el vino se terminó. Aunque seguía habiendo luz, sus ánimos se llenaron de oscuridad. Los fines de semana eran diferentes, sus días eran monótonos, la libertad era distinta. Los planes inmediatos se desvanecían…el ritmo de la fiesta se apagaba de repente y apareció LA MUJER…Haced todo lo que Él os dijo… Llenar el vacío de sus tinajas con algo que posibilite el milagro en sus vidas. Así lo hicieron. Y así ocurrió. Construir contenidos desde la tinaja, supone no sólo emitir mensajes, celebraciones, oraciones a través de un nuevo canal online. Sino atrevernos a construir dejando la puerta abierta a la trascendencia. Al comienzo de este inusual periodo de cuaresma, muchos pensamos que la epidemia causaría una suerte de corto apagón, un paréntesis en la marcha habitual de la sociedad, algo que sortearíamos de alguna manera y que pronto las cosas volverían a su cotidianeidad. No ha sido así. Después de este flagelo global, el mundo ya no será como ante, y probablemente tampoco debería serlo. Es natural que cuando suceden grandes calamidades, nos ocupemos primero de las necesidades materiales para sobrevivir. Pero “no sólo de pan vive el hombre”. La iglesia no debe quedar al margen, en una soberbia aislación del mundo, sino liberarse de sus fronteras y hacer penitencia. Las iglesias vacías son una señal y un desafío. Años atrás, antes de la pascua, se incendió la Catedral De Notre Dame en París. Este año, en cuaresma, no hay servicios religiosos en cientos de miles de iglesias en varios continentes, ni en sinagogas o mezquitas. Esas iglesias cerradas son un signo y un desafío de Dios. Dios es amor con humildad y discreción. Pero Dios también nos está hablando y el mensaje del altísimo es inalterable. Que ninguno se engañe con palabras vacías. El mundo está enfermo ante la codicia, la lujuria y el desenfreno. No se trata de intentar el retorno a un mundo que ya no existe, sino de plantear un cambio hacia el corazón del evangelio, “un viaje hacia las profundidades”. Tal vez debamos probar la verdad en las palabras de Jesús: “donde dos o tres se reúnan en mi nombre, allí estoy yo con ellos”. El Galileo ha resucitado sabe que el vino nuevo debe ser guardado en pellejos nuevos. El Señor ha llamado a la puerta desde adentro y salió, y es nuestra tarea buscarlo y seguirlo. Por supuesto que podemos aceptar esta cuaresma de iglesias vacías y silenciosas simplemente como un breve paréntesis que pronto se olvidará. Pero también sería un momento propicio para “ir a aguas más profundas” y buscar una nueva identidad del cristianismo en un mundo que se está transformando radicalmente ante nuestros ojos. Por último estuve leyendo mucho y escribiendo en estos tiempos especiales sobre el Milagro de Garabandal porque estoy convencido que esta pequeña Aldea de España el Altísimo sorprenderá a universo con un aviso y milagro que será un faro de luz para para la eternidad.
Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón
jorgeloboaragon@gmail.com
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 27, 2020
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