Los crímenes de la calle Morgue

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 Por Edgar Allan Poe


La canción que cantaban las sirenas, o el nombre que adoptó Aquiles cuando se escondió entre las mujeres, son cuestiones enigmáticas, pero que no se hallan más allá de toda conjetura.
Sir Thomas Browne

 

Las características de la inteligencia que suelen calificarse de analíticas son en sí mismas poco susceptibles de análisis. Sólo las apreciamos a través de sus resultados. Entre otras cosas sabemos que, para aquel que las posee en alto grado, son fuente del más vivo goce. Así como el hombre robusto se complace en su destreza física y se deleita con aquellos ejercicios que reclaman la acción de sus músculos, así el analista halla su placer en esa actividad del espíritu consistente en desenredar. Goza incluso con las ocupaciones más triviales, siempre que pongan en juego su talento. Le encantan los enigmas, los acertijos, los jeroglíficos, y al solucionarlos muestra un grado de perspicacia que, para la mente ordinaria, parece sobrenatural. Sus resultados, frutos del método en su forma más esencial y profunda, tienen todo el aire de una intuición. La facultad de resolución se ve posiblemente muy vigorizada por el estudio de las matemáticas, y en especial por su rama más alta, que, injustamente y tan sólo a causa de sus operaciones retrógradas, se denomina análisis, como si se tratara del análisis par excellence. Calcular, sin embargo, no es en sí mismo analizar. Un jugador de ajedrez, por ejemplo, efectúa lo primero sin esforzarse en lo segundo. De ahí se sigue que el ajedrez, por lo que concierne a sus efectos sobre la naturaleza de la inteligencia, es apreciado erróneamente. No he de escribir aquí un tratado, sino que me limito a prologar un relato un tanto singular, con algunas observaciones pasajeras; aprovecharé por eso la oportunidad para afirmar que el máximo grado de la reflexión se ve puesto a prueba por el modesto juego de damas en forma más intensa y beneficiosa que por toda la estudiada frivolidad del ajedrez. En este último, donde las piezas tienen movimientos diferentes y singulares, con varios y variables valores, lo que sólo resulta complejo es equivocadamente confundido (error nada insólito) con lo profundo. Aquí se trata, sobre todo, de la atención. Si ésta cede un solo instante, se comete un descuido que da por resultado una pérdida o la derrota. Como los movimientos posibles no sólo son múltiples sino intrincados, las posibilidades de descuido se multiplican y, en nueve casos de cada diez, triunfa el jugador concentrado y no el más penetrante. En las damas, por el contrario, donde hay un solo movimiento y las variaciones son mínimas, las probabilidades de inadvertencia disminuyen, lo cual deja un tanto de lado a la atención, y las ventajas obtenidas por cada uno de los adversarios provienen de una perspicacia superior.

Edgar Allan Poe fue un escritor, poeta, editor y crítico literario estadounidense. Poe es mejor conocido por su poesía y cuentos, particularmente sus cuentos de misterio y lo macabro.
Poe nació el 19 de enero de 1809, Boston y falleció el 7 de octubre de 1849, Church Home & Hospital, Baltimore.

Para hablar menos abstractamente, supongamos una partida de damas en la que las piezas se reducen a cuatro y donde, como es natural, no cabe esperar el menor descuido. Obvio resulta que (si los jugadores tienen fuerza pareja) sólo puede decidir la victoria algún movimiento sutil, resultado de un penetrante esfuerzo intelectual. Desprovisto de los recursos ordinarios, el analista penetra en el espíritu de su oponente, se identifica con él y con frecuencia alcanza a ver de una sola ojeada el único método (a veces absurdamente sencillo) por el cual puede provocar un error o precipitar a un falso cálculo.

Hace mucho que se ha reparado en el whist por su influencia sobre lo que da en llamarse la facultad del cálculo, y hombres del más excelso intelecto se han complacido en él de manera indescriptible, dejando de lado, por frívolo, al ajedrez. Sin duda alguna, nada existe en ese orden que ponga de tal modo a prueba la facultad analítica. El mejor ajedrecista de la cristiandad no puede ser otra cosa que el mejor ajedrecista, pero la eficiencia en el whist implica la capacidad para triunfar en todas aquellas empresas más importantes donde la mente se enfrenta con la mente. Cuando digo eficiencia, aludo a esa perfección en el juego que incluye la aprehensión de todas las posibilidades mediante las cuales se puede obtener legítima ventaja. Estas últimas no sólo son múltiples sino multiformes, y con frecuencia yacen en capas tan profundas del pensar que el entendimiento ordinario es incapaz de alcanzarlas. Observar con atención equivale a recordar con claridad; en ese sentido, el ajedrecista concentrado jugará bien al whist, en tanto que las reglas de Hoyle (basadas en el mero mecanismo del juego) son comprensibles de manera general y satisfactoria. Por tanto, el hecho de tener una memoria retentiva y guiarse por «el libro» son las condiciones que por regla general se consideran como la suma del buen jugar. Pero la habilidad del analista se manifiesta en cuestiones que exceden los límites de las meras reglas. Silencioso, procede a acumular cantidad de observaciones y deducciones. Quizá sus compañeros hacen lo mismo, y la mayor o menor proporción de informaciones así obtenidas no reside tanto en la validez de la deducción como en la calidad de la observación. Lo necesario consiste en saber qué se debe observar. Nuestro jugador no se encierra en sí mismo; ni tampoco, dado que su objetivo es el juego, rechaza deducciones procedentes de elementos externos a éste. Examina el semblante de su compañero, comparándolo cuidadosamente con el de cada uno de sus oponentes. Considera el modo con que cada uno ordena las cartas en su mano; a menudo cuenta las cartas ganadoras y las adicionales por la manera con que sus tenedores las contemplan. Advierte cada variación de fisonomía a medida que avanza el juego, reuniendo un capital de ideas nacidas de las diferencias de expresión correspondientes a la seguridad, la sorpresa, el triunfo o la contrariedad. Por la manera de levantar una baza juzga si la persona que la recoge será capaz de repetirla en el mismo palo. Reconoce la jugada fingida por la manera con que se arrojan las cartas sobre el tapete. Una palabra casual o descuidada, la caída o vuelta accidental de una carta, con la consiguiente ansiedad o negligencia en el acto de ocultarla, la cuenta de las bazas, con el orden de su disposición, el embarazo, la vacilación, el apuro o el temor… todo ello proporciona a su percepción, aparentemente intuitiva, indicaciones sobre la realidad del juego. Jugadas dos o tres manos, conoce perfectamente las cartas de cada uno, y desde ese momento utiliza las propias con tanta precisión como si los otros jugadores hubieran dado vuelta a las suyas.

El poder analítico no debe confundirse con el mero ingenio, ya que si el analista es por necesidad ingenioso, con frecuencia el hombre ingenioso se muestra notablemente incapaz de analizar. La facultad constructiva o combinatoria por la cual se manifiesta habitualmente el ingenio, y a la que los frenólogos (erróneamente, a mi juicio) han asignado un órgano aparte, considerándola una facultad primordial, ha sido observada con tanta frecuencia en personas cuyo intelecto lindaba con la idiotez, que ha provocado las observaciones de los estudiosos del carácter. Entre el ingenio y la aptitud analítica existe una diferencia mucho mayor que entre la fantasía y la imaginación, pero de naturaleza estrictamente análoga. En efecto, cabe observar que los ingeniosos poseen siempre mucha fantasía mientras que el hombre verdaderamente imaginativo es siempre un analista.

El relato siguiente representará para el lector algo así como un comentario de las afirmaciones que anteceden.

Mientras residía en París, durante la primavera y parte del verano de 18…, me relacioné con un cierto C. Auguste Dupin. Este joven caballero procedía de una familia excelente -y hasta ilustre-, pero una serie de desdichadas circunstancias lo habían reducido a tal pobreza que la energía de su carácter sucumbió ante la desgracia, llevándolo a alejarse del mundo y a no preocuparse por recuperar su fortuna. Gracias a la cortesía de sus acreedores le quedó una pequeña parte del patrimonio, y la renta que le producía bastaba, mediante una rigurosa economía, para subvenir a sus necesidades, sin preocuparse de lo superfluo. Los libros constituían su solo lujo, y en París es fácil procurárselos.

Nuestro primer encuentro tuvo lugar en una oscura librería de la rue Montmartre, donde la casualidad de que ambos anduviéramos en busca de un mismo libro -tan raro como notable- sirvió para aproximarnos. Volvimos a encontrarnos una y otra vez. Me sentí profundamente interesado por la menuda historia de familia que Dupin me contaba detalladamente, con todo ese candor a que se abandona un francés cuando se trata de su propia persona. Me quedé asombrado, al mismo tiempo, por la extraordinaria amplitud de su cultura; pero, sobre todo, sentí encenderse mi alma ante el exaltado fervor y la vívida frescura de su imaginación. Dado lo que yo buscaba en ese entonces en París, sentí que la compañía de un hombre semejante me resultaría un tesoro inestimable, y no vacilé en decírselo. Quedó por fin decidido que viviríamos juntos durante mi permanencia en la ciudad, y, como mi situación financiera era algo menos comprometida que la suya, logré que quedara a mi cargo alquilar y amueblar -en un estilo que armonizaba con la melancolía un tanto fantástica de nuestro carácter- una decrépita y grotesca mansión abandonada a causa de supersticiones sobre las cuales no inquirimos, y que se acercaba a su ruina en una parte aislada y solitaria del Faubourg Saint-Germain.

Si nuestra manera de vivir en esa casa hubiera llegado al conocimiento del mundo, éste nos hubiera considerado como locos -aunque probablemente como locos inofensivos-. Nuestro aislamiento era perfecto. No admitíamos visitantes. El lugar de nuestro retiro era un secreto celosamente guardado para mis antiguos amigos; en cuanto a Dupin, hacía muchos años que había dejado de ver gentes o de ser conocido en París. Sólo vivíamos para nosotros.

Una rareza de mi amigo (¿qué otro nombre darle?) consistía en amar la noche por la noche misma; a esta bizarrerie, como a todas las otras, me abandoné a mi vez sin esfuerzo, entregándome a sus extraños caprichos con perfecto abandono. La negra divinidad no podía permanecer siempre con nosotros, pero nos era dado imitarla. A las primeras luces del alba, cerrábamos las pesadas persianas de nuestra vieja casa y encendíamos un par de bujías que, fuertemente perfumadas, sólo lanzaban débiles y mortecinos rayos. Con ayuda de ellas ocupábamos nuestros espíritus en soñar, leyendo, escribiendo o conversando, hasta que el reloj nos advertía la llegada de la verdadera oscuridad. Salíamos entonces a la calle tomados del brazo, continuando la conversación del día o vagando al azar hasta muy tarde, mientras buscábamos entre las luces y las sombras de la populosa ciudad esa infinidad de excitantes espirituales que puede proporcionar la observación silenciosa.

En esas oportunidades, no dejaba yo de reparar y admirar (aunque dada su profunda idealidad cabía esperarlo) una peculiar aptitud analítica de Dupin. Parecía complacerse especialmente en ejercitarla -ya que no en exhibirla- y no vacilaba en confesar el placer que le producía. Se jactaba, con una risita discreta, de que frente a él la mayoría de los hombres tenían como una ventana por la cual podía verse su corazón y estaba pronto a demostrar sus afirmaciones con pruebas tan directas como sorprendentes del íntimo conocimiento que de mí tenía. En aquellos momentos su actitud era fría y abstraída; sus ojos miraban como sin ver, mientras su voz, habitualmente de un rico registro de tenor, subía a un falsete que hubiera parecido petulante de no mediar lo deliberado y lo preciso de sus palabras. Al observarlo en esos casos, me ocurría muchas veces pensar en la antigua filosofía del alma doble, y me divertía con la idea de un doble Dupin: el creador y el analista.

No se suponga, por lo que llevo dicho, que estoy circunstanciando algún misterio o escribiendo una novela. Lo que he referido de mi amigo francés era tan sólo el producto de una inteligencia excitada o quizá enferma. Pero el carácter de sus observaciones en el curso de esos períodos se apreciará con más claridad mediante un ejemplo.

Errábamos una noche por una larga y sucia calle, en la vecindad del Palais Royal. Sumergidos en nuestras meditaciones, no habíamos pronunciado una sola sílaba durante un cuarto de hora por lo menos. Bruscamente, Dupin pronunció estas palabras:

-Sí, es un hombrecillo muy pequeño, y estaría mejor en el Théâtre des Variétés.

-No cabe duda -repuse inconscientemente, sin advertir (pues tan absorto había estado en mis reflexiones) la extraordinaria forma en que Dupin coincidía con mis pensamientos. Pero, un instante después, me di cuenta y me sentí profundamente asombrado.

-Dupin -dije gravemente-, esto va más allá de mi comprensión. Le confieso sin rodeos que estoy atónito y que apenas puedo dar crédito a mis sentidos. ¿Cómo es posible que haya sabido que yo estaba pensando en…?

Aquí me detuve, para asegurarme sin lugar a dudas de si realmente sabía en quién estaba yo pensando.

-En Chantilly -dijo Dupin-. ¿Por qué se interrumpe? Estaba usted diciéndose que su pequeña estatura le veda los papeles trágicos.

Tal era, exactamente, el tema de mis reflexiones. Chantilly era un ex remendón de la rue Saint-Denis que, apasionado por el teatro, había encarnado el papel de Jerjes en la tragedia homónima de Crébillon, logrando tan sólo que la gente se burlara de él.

-En nombre del cielo -exclamé-, dígame cuál es el método… si es que hay un método… que le ha permitido leer en lo más profundo de mí.

En realidad, me sentía aún más asombrado de lo que estaba dispuesto a reconocer.

-El frutero -replicó mi amigo- fue quien lo llevó a la conclusión de que el remendón de suelas no tenía estatura suficiente para Jerjes et id genus omne.

-¡El frutero! ¡Me asombra usted! No conozco ningún frutero.

-El hombre que tropezó con usted cuando entrábamos en esta calle… hará un cuarto de hora.

Recordé entonces que un frutero, que llevaba sobre la cabeza una gran cesta de manzanas, había estado a punto de derribarme accidentalmente cuando pasábamos de la rue C… a la que recorríamos ahora. Pero me era imposible comprender qué tenía eso que ver con Chantilly.

-Se lo explicaré -me dijo Dupin, en quien no había la menor partícula de charlatanerie- y, para que pueda comprender claramente, remontaremos primero el curso de sus reflexiones desde el momento en que le hablé hasta el de su choque con el frutero en cuestión. Los eslabones principales de la cadena son los siguientes: Chantilly, Orión, el doctor Nichols, Epicuro, la estereotomía, el pavimento, el frutero.

Pocas personas hay que, en algún momento de su vida, no se hayan entretenido en remontar el curso de las ideas mediante las cuales han llegado a alguna conclusión. Con frecuencia, esta tarea está llena de interés, y aquel que la emprende se queda asombrado por la distancia aparentemente ilimitada e inconexa entre el punto de partida y el de llegada.

¡Cuál habrá sido entonces mi asombro al oír las palabras que acababa de pronunciar Dupin y reconocer que correspondían a la verdad!

-Si no me equivoco -continuó él-, habíamos estado hablando de caballos justamente al abandonar la rue C… Éste fue nuestro último tema de conversación. Cuando cruzábamos hacia esta calle, un frutero que traía una gran canasta en la cabeza pasó rápidamente a nuestro lado y le empaló a usted contra una pila de adoquines correspondiente a un pedazo de la calle en reparación. Usted pisó una de las piedras sueltas, resbaló, torciéndose ligeramente el tobillo; mostró enojo o malhumor, murmuró algunas palabras, se volvió para mirar la pila de adoquines y siguió andando en silencio. Yo no estaba especialmente atento a sus actos, pero en los últimos tiempos la observación se ha convertido para mí en una necesidad.

»Mantuvo usted los ojos clavados en el suelo, observando con aire quisquilloso los agujeros y los surcos del pavimento (por lo cual comprendí que seguía pensando en las piedras), hasta que llegamos al pequeño pasaje llamado Lamartine, que con fines experimentales ha sido pavimentado con bloques ensamblados y remachados. Aquí su rostro se animó y, al notar que sus labios se movían, no tuve dudas de que murmuraba la palabra “estereotomía”, término que se ha aplicado pretenciosamente a esta clase de pavimento. Sabía que para usted sería imposible decir “estereotomía” sin verse llevado a pensar en átomos y pasar de ahí a las teorías de Epicuro; ahora bien, cuando discutimos no hace mucho este tema, recuerdo haberle hecho notar de qué curiosa manera -por lo demás desconocida- las vagas conjeturas de aquel noble griego se han visto confirmadas en la reciente cosmogonía de las nebulosas; comprendí, por tanto, que usted no dejaría de alzar los ojos hacia la gran nebulosa de Orión, y estaba seguro de que lo haría. Efectivamente, miró usted hacia lo alto y me sentí seguro de haber seguido correctamente sus pasos hasta ese momento. Pero en la amarga crítica a Chantilly que apareció en el Musée de ayer, el escritor satírico hace algunas penosas alusiones al cambio de nombre del remendón antes de calzar los coturnos, y cita un verso latino sobre el cual hemos hablado muchas veces. Me refiero al verso:

Perdidit antiquum litera prima sonum.

»Le dije a usted que se refería a Orión, que en un tiempo se escribió Urión; y dada cierta acritud que se mezcló en aquella discusión, estaba seguro de que usted no la había olvidado. Era claro, pues, que no dejaría de combinar las dos ideas de Orión y Chantilly. Que así lo hizo, lo supe por la sonrisa que pasó por sus labios. Pensaba usted en la inmolación del pobre zapatero. Hasta ese momento había caminado algo encorvado, pero de pronto le vi erguirse en toda su estatura. Me sentí seguro de que estaba pensando en la diminuta figura de Chantilly. Y en este punto interrumpí sus meditaciones para hacerle notar que, en efecto, el tal Chantilly era muy pequeño y que estaría mejor en el Théâtre des Variétés.

Poco tiempo después de este episodio, leíamos una edición nocturna de la Gazette des Tribunaux cuando los siguientes párrafos atrajeron nuestra atención:

«EXTRAÑOS ASESINATOS.-Esta mañana, hacia las tres, los habitantes del quartier Saint-Roch fueron arrancados de su sueño por los espantosos alaridos procedentes del cuarto piso de una casa situada en la rue Morgue, ocupada por madame L’Espanaye y su hija, mademoiselle Camille L’Espanaye. Como fuera imposible lograr el acceso a la casa, después de perder algún tiempo, se forzó finalmente la puerta con una ganzúa y ocho o diez vecinos penetraron en compañía de dos gendarmes. Por ese entonces los gritos habían cesado, pero cuando el grupo remontaba el primer tramo de la escalera se oyeron dos o más voces que discutían violentamente y que parecían proceder de la parte superior de la casa. Al llegar al segundo piso, las voces callaron a su vez, reinando una profunda calma. Los vecinos se separaron y empezaron a recorrer las habitaciones una por una. Al llegar a una gran cámara situada en la parte posterior del cuarto piso (cuya puerta, cerrada por dentro con llave, debió ser forzada), se vieron en presencia de un espectáculo que les produjo tanto horror como estupefacción.

»EL aposento se hallaba en el mayor desorden: los muebles, rotos, habían sido lanzados en todas direcciones. El colchón del único lecho aparecía tirado en mitad del piso. Sobre una silla había una navaja manchada de sangre. Sobre la chimenea aparecían dos o tres largos y espesos mechones de cabello humano igualmente empapados en sangre y que daban la impresión de haber sido arrancados de raíz. Se encontraron en el piso cuatro napoleones, un aro de topacio, tres cucharas grandes de plata, tres más pequeñas de métal d’Alger, y dos sacos que contenían casi cuatro mil francos en oro. Los cajones de una cómoda situada en un ángulo habían sido abiertos y aparentemente saqueados, aunque quedaban en ellos numerosas prendas. Descubrióse una pequeña caja fuerte de hierro debajo de la cama (y no del colchón). Estaba abierta y con la llave en la cerradura. No contenía nada, aparte de unas viejas cartas y papeles igualmente sin importancia.

»No se veía huella alguna de madame L’Espanaye, pero al notarse la presencia de una insólita cantidad de hollín al pie de la chimenea se procedió a registrarla, encontrándose (¡cosa horrible de describir!) el cadáver de su hija, cabeza abajo, el cual había sido metido a la fuerza en la estrecha abertura y considerablemente empujado hacia arriba. El cuerpo estaba aún caliente. Al examinarlo se advirtieron en él numerosas excoriaciones, producidas, sin duda, por la violencia con que fuera introducido y por la que requirió arrancarlo de allí. Veíanse profundos arañazos en el rostro, y en la garganta aparecían contusiones negruzcas y profundas huellas de uñas, como si la víctima hubiera sido estrangulada.

»Luego de una cuidadosa búsqueda en cada porción de la casa, sin que apareciera nada nuevo, los vecinos se introdujeron en un pequeño patio pavimentado de la parte posterior del edificio y encontraron el cadáver de la anciana señora, la cual había sido degollada tan salvajemente que, al tratar de levantar el cuerpo, la cabeza se desprendió del tronco. Horribles mutilaciones aparecían en la cabeza y en el cuerpo, y este último apenas presentaba forma humana.

»Hasta el momento no se ha encontrado la menor clave que permita solucionar tan horrible misterio.»

La edición del día siguiente contenía los siguientes detalles adicionales:

«La tragedia de la rue Morgue.-Diversas personas han sido interrogadas con relación a este terrible y extraordinario suceso, pero nada ha trascendido que pueda arrojar alguna luz sobre él. Damos a continuación las declaraciones obtenidas:

»Pauline Dubourg, lavandera, manifiesta que conocía desde hacía tres años a las dos víctimas, de cuya ropa se ocupaba. La anciana y su hija parecían hallarse en buenos términos y se mostraban sumamente cariñosas entre sí. Pagaban muy bien. No sabía nada sobre su modo de vida y sus medios de subsistencia. Creía que madame L. decía la buenaventura. Pasaba por tener dinero guardado. Nunca encontró a otras personas en la casa cuando iba a buscar la ropa o la devolvía. Estaba segura de que no tenían ningún criado o criada. Opinaba que en la casa no había ningún mueble, salvo en el cuarto piso.

»Pierre Moreau, vendedor de tabaco, declara que desde hace cuatro años vendía regularmente pequeñas cantidades de tabaco y de rapé a madame L’Espanaye. Nació en la vecindad y ha residido siempre en ella. La extinta y su hija ocupaban desde hacía más de seis años la casa donde se encontraron los cadáveres. Anteriormente vivía en ella un joyero, que alquilaba las habitaciones superiores a diversas personas. La casa era de propiedad de madame L., quien se sintió disgustada por los abusos que cometía su inquilino y ocupó personalmente la casa, negándose a alquilar parte alguna. La anciana señora daba señales de senilidad. El testigo vio a su hija unas cinco o seis veces durante esos seis años. Ambas llevaban una vida muy retirada y pasaban por tener dinero. Había oído decir a los vecinos que madame L. decía la buenaventura, pero no lo creía. Nunca vio entrar a nadie, salvo a la anciana y su hija, a un mozo de servicio que estuvo allí una o dos veces, y a un médico que hizo ocho o diez visitas.

»Muchos otros vecinos han proporcionado testimonios coincidentes. No se ha hablado de nadie que frecuentara la casa. Se ignora si madame L. y su hija tenían parientes vivos. Pocas veces se abrían las persianas de las ventanas delanteras. Las de la parte posterior estaban siempre cerradas, salvo las de la gran habitación en la parte trasera del cuarto piso. La casa se hallaba en excelente estado y no era muy antigua.

»Isidore Muset, gendarme, declara que fue llamado hacia las tres de la mañana y que, al llegar a la casa, encontró a unas veinte o treinta personas reunidas que se esforzaban por entrar. Violentó finalmente la entrada (con una bayoneta y no con una ganzúa). No le costó mucho abrirla, pues se trataba de una puerta de dos batientes que no tenía pasadores ni arriba ni abajo. Los alaridos continuaron hasta que se abrió la puerta, cesando luego de golpe. Parecían gritos de persona (o personas) que sufrieran los más agudos dolores; eran gritos agudos y prolongados, no breves y precipitados. El testigo trepó el primero las escaleras. Al llegar al primer descanso oyó dos voces que discutían con fuerza y agriamente; una de ellas era ruda y la otra mucho más aguda y muy extraña. Pudo entender algunas palabras provenientes de la primera voz, que correspondía a un francés. Estaba seguro de que no se trataba de una voz de mujer. Pudo distinguir las palabras sacré y diable. La voz más aguda era de un extranjero. No podría asegurar si se trataba de un hombre o una mujer. No entendió lo que decía, pero tenía la impresión de que hablaba en español. El estado de la habitación y de los cadáveres fue descrito por el testigo en la misma forma que lo hicimos ayer.

»Henri Duval, vecino, de profesión platero, declara que formaba parte del primer grupo que entró en la casa. Corrobora en general la declaración de Muset. Tan pronto forzaron la puerta, volvieron a cerrarla para mantener alejada a la muchedumbre, que, pese a lo avanzado de la hora, se estaba reuniendo rápidamente. El testigo piensa que la voz más aguda pertenecía a un italiano. Está seguro de que no se trataba de un francés. No puede asegurar que se tratara de una voz masculina. Pudo ser la de una mujer. No está familiarizado con la lengua italiana. No alcanzó a distinguir las palabras, pero por la entonación está convencido de que quien hablaba era italiano. Conocía a madame L. y a su hija. Había conversado frecuentemente con ellas. Estaba seguro de que la voz aguda no pertenecía a ninguna de las difuntas.

»Odenheimer, restaurateur. Este testigo se ofreció voluntariamente a declarar. Como no habla francés, testimonió mediante un intérprete. Es originario de Amsterdam. Pasaba frente a la casa cuando se oyeron los gritos. Duraron varios minutos, probablemente diez. Eran prolongados y agudos, tan horribles como penosos de oír. El testigo fue uno de los que entraron en el edificio. Corroboró las declaraciones anteriores en todos sus detalles, salvo uno. Estaba seguro de que la voz más aguda pertenecía a un hombre y que se trataba de un francés. No pudo distinguir las palabras pronunciadas. Eran fuertes y precipitadas, desiguales y pronunciadas aparentemente con tanto miedo como cólera. La voz era áspera; no tanto aguda como áspera. El testigo no la calificaría de aguda. La voz más gruesa dijo varias veces: sacré, diable, y una vez Mon Dieu!

»Jules Mignaud, banquero, de la firma Mignaud e hijos, en la calle Deloraine. Es el mayor de los Mignaud. Madame L’Espanaye poseía algunos bienes. Había abierto una cuenta en su banco durante la primavera del año 18… (ocho años antes). Hacía frecuentes depósitos de pequeñas sumas. No había retirado nada hasta tres días antes de su muerte, en que personalmente extrajo la suma de 4.000 francos. La suma le fue pagada en oro y un empleado la llevó a su domicilio.

»Adolphe Lebon, empleado de Mignaud e hijos, declara que el día en cuestión acompañó hasta su residencia a madame L’Espanaye, llevando los 4.000 francos en dos sacos. Una vez abierta la puerta, mademoiselle L. vino a tomar uno de los sacos, mientras la anciana señora se encargaba del otro. Por su parte, el testigo saludó y se retiró. No vio a persona alguna en la calle en ese momento. Se trata de una calle poco importante, muy solitaria.

»William Bird, sastre, declara que formaba parte del grupo que entró en la casa. Es de nacionalidad inglesa. Lleva dos años de residencia en París. Fue uno de los primeros en subir las escaleras. Oyó voces que disputaban. La más ruda era la de un francés. Pudo distinguir varias palabras, pero ya no las recuerda todas. Oyó claramente: sacré y mon Dieu. En ese momento se oía un ruido como si varias personas estuvieran luchando, era un sonido de forcejeo, como si algo fuese arrastrado. La voz aguda era muy fuerte, mucho más que la voz ruda. Está seguro de que no se trataba de la voz de un inglés. Parecía la de un alemán. Podía ser una voz de mujer. El testigo no comprende el alemán.

»Cuatro de los testigos nombrados más arriba fueron nuevamente interrogados, declarando que la puerta del aposento donde se encontró el cadáver de mademoiselle L. estaba cerrada por dentro cuando llegaron hasta ella. Reinaba un profundo silencio; no se escuchaban quejidos ni rumores de ninguna especie. No se vio a nadie en el momento de forzar la puerta. Las ventanas, tanto de la habitación del frente como de la trasera, estaban cerradas y firmemente aseguradas por dentro. Entre ambas habitaciones había una puerta cerrada, pero la llave no estaba echada. La puerta que comunicaba la habitación del frente con el corredor había sido cerrada con llave por dentro. Un cuarto pequeño situado en el frente del cuarto piso, al comienzo del corredor, apareció abierto, con la puerta entornada. La habitación estaba llena de camas viejas, cajones y objetos por el estilo. Se procedió a revisarlos uno por uno, no se dejó sin examinar una sola pulgada de la casa. Se enviaron deshollinadores para que exploraran las chimeneas. La casa tiene cuatro pisos, con mansardes. Una trampa que da al techo estaba firmemente asegurada con clavos y no parece haber sido abierta durante años. Los testigos no están de acuerdo sobre el tiempo transcurrido entre el momento en que escucharon las voces que disputaban y la apertura de la puerta de la habitación. Algunos sostienen que transcurrieron tres minutos; otros calculan cinco. Costó mucho violentar la puerta.

»Alfonso Garcio, empresario de pompas fúnebres, habita en la rue Morgue. Es de nacionalidad española. Formaba parte del grupo que entró en la casa. No subió las escaleras. Tiene los nervios delicados y teme las consecuencias de toda agitación. Oyó las voces que disputaban. La más ruda pertenecía a un francés. No pudo comprender lo que decía. La voz aguda era la de un inglés; está seguro de esto. No comprende el inglés, pero juzga basándose en la entonación.

»Alberto Montani, confitero, declara que fue de los primeros en subir las escaleras. Oyó las voces en cuestión. la voz ruda era la de un francés. Pudo distinguir varias palabras. El que hablaba parecía reprochar alguna cosa. No pudo comprender las palabras dichas por la voz más aguda, que hablaba rápida y desigualmente. Piensa que se trata de un ruso. Corrobora los testimonios restantes. Es de nacionalidad italiana. Nunca habló con un nativo de Rusia.

»Nuevamente interrogados, varios testigos certificaron que las chimeneas de todas las habitaciones eran demasiado angostas para admitir el paso de un ser humano. Se pasaron “deshollinadores” -cepillos cilíndricos como los que usan los que limpian chimeneas- por todos los tubos existentes en la casa. No existe ningún pasaje en los fondos por el cual alguien hubiera podido descender mientras el grupo subía las escaleras. El cuerpo de mademoiselle L’Espanaye estaba tan firmemente encajado en la chimenea, que no pudo ser extraído hasta que cuatro o cinco personas unieron sus esfuerzos.

»Paul Dumas, médico, declara que fue llamado al amanecer para examinar los cadáveres de las víctimas. Los mismos habían sido colocados sobre el colchón del lecho correspondiente a la habitación donde se encontró a mademoiselle L. El cuerpo de la joven aparecía lleno de contusiones y excoriaciones. El hecho de que hubiese sido metido en la chimenea bastaba para explicar tales marcas. La garganta estaba enormemente excoriada. Varios profundos arañazos aparecían debajo del mentón, conjuntamente con una serie de manchas lívidas resultantes, con toda evidencia, de la presión de unos dedos. El rostro estaba horriblemente pálido y los ojos se salían de las órbitas. La lengua aparecía a medias cortada. En la región del estómago se descubrió una gran contusión, producida, aparentemente, por la presión de una rodilla. Según opinión del doctor Dumas, mademoiselle L’Espanaye había sido estrangulada por una o varias personas.

»El cuerpo de la madre estaba horriblemente mutilado. Todos los huesos de la pierna y el brazo derechos se hallaban fracturados en mayor o menor grado. La tibia izquierda había quedado reducida a astillas, así como todas las costillas del lado izquierdo. El cuerpo aparecía cubierto de contusiones y estaba descolorido. Resultaba imposible precisar el arma con que se habían inferido tales heridas. Un pesado garrote de mano, o una ancha barra de hierro, quizá una silla, cualquier arma grande, pesada y contundente, en manos de un hombre sumamente robusto, podía haber producido esos resultados. Imposible que una mujer pudiera infligir tales heridas con cualquier arma que fuese. La cabeza de la difunta aparecía separada del cuerpo y, al igual que el resto, terriblemente contusa. Era evidente que la garganta había sido seccionada con un instrumento muy afilado, probablemente una navaja.

»Alexandre Etienne, cirujano, fue llamado al mismo tiempo que el doctor Dumas para examinar los cuerpos. Confirmó el testimonio y las opiniones de este último.

»No se ha obtenido ningún otro dato de importancia, a pesar de haberse interrogado a varias otras personas. Jamás se ha cometido en París un asesinato tan misterioso y tan enigmático en sus detalles… si es que en realidad se trata de un asesinato. La policía está perpleja, lo cual no es frecuente en asuntos de esta naturaleza. Pero resulta imposible hallar la más pequeña clave del misterio.»

La edición vespertina del diario declaraba que en el quartier Saint-Roch reinaba una intensa excitación, que se había practicado un nuevo y minucioso examen del lugar del hecho, mientras se interrogaba a nuevos testigos, pero que no se sabía nada nuevo. Un párrafo final agregaba, sin embargo, que un tal Adolphe Lebon acababa de ser arrestado y encarcelado, aunque nada parecía acusarlo, a juzgar por los hechos detallados.

Dupin se mostraba singularmente interesado en el desarrollo del asunto; o por lo menos así me pareció por sus maneras, pues no hizo el menor comentario. Tan sólo después de haberse anunciado el arresto de Lebon me pidió mi parecer acerca de los asesinatos.

No pude sino sumarme al de todo París y declarar que los consideraba un misterio insoluble. No veía modo alguno de seguir el rastro al asesino.

-No debemos pensar en los modos posibles que surgen de una investigación tan rudimentaria -dijo Dupin-. La policía parisiense, tan alabada por su penetración, es muy astuta pero nada más. No procede con método, salvo el del momento. Toma muchas disposiciones ostentosas, pero con frecuencia éstas se hallan tan mal adaptadas a su objetivo que recuerdan a Monsieur Jourdain, que pedía sa robe de chambre… pour mieux entendre la musique. Los resultados obtenidos son con frecuencia sorprendentes, pero en su mayoría se logran por simple diligencia y actividad. Cuando éstas son insuficientes, todos sus planes fracasan. Vidocq, por ejemplo, era hombre de excelentes conjeturas y perseverante. Pero como su pensamiento carecía de suficiente educación, erraba continuamente por el excesivo ardor de sus investigaciones. Dañaba su visión por mirar el objeto desde demasiado cerca. Quizá alcanzaba a ver uno o dos puntos con singular acuidad, pero procediendo así perdía el conjunto de la cuestión. En el fondo se trataba de un exceso de profundidad, y la verdad no siempre está dentro de un pozo. Por el contrario, creo que, en lo que se refiere al conocimiento más importante, es invariablemente superficial. La profundidad corresponde a los valles, donde la buscamos, y no a las cimas montañosas, donde se la encuentra. Las formas y fuentes de este tipo de error se ejemplifican muy bien en la contemplación de los cuerpos celestes. Si se observa una estrella de una ojeada, oblicuamente, volviendo hacia ella la porción exterior de la retina (mucho más sensible a las impresiones luminosas débiles que la parte interior), se verá la estrella con claridad y se apreciará plenamente su brillo, el cual se empaña apenas la contemplamos de lleno. Es verdad que en este último caso llegan a nuestros ojos mayor cantidad de rayos, pero la porción exterior posee una capacidad de recepción mucho más refinada. Por causa de una indebida profundidad confundimos y debilitamos el pensamiento, y Venus misma puede llegar a borrarse del firmamento si la escrutamos de manera demasiado sostenida, demasiado concentrada o directa.

»En cuanto a esos asesinatos, procedamos personalmente a un examen antes de formarnos una opinión. La encuesta nos servirá de entretenimiento (me pareció que el término era extraño, aplicado al caso, pero no dije nada). Además, Lebon me prestó cierta vez un servicio por el cual le estoy agradecido. Iremos a estudiar el terreno con nuestros propios ojos. Conozco a G…, el prefecto de policía, y no habrá dificultad en obtener el permiso necesario.

La autorización fue acordada, y nos encaminamos inmediatamente a la rue Morgue. Se trata de uno de esos míseros pasajes que corren entre la rue Richelieu y la rue Saint-Roch. Atardecía cuando llegamos, pues el barrio estaba considerablemente distanciado del de nuestra residencia. Encontramos fácilmente la casa, ya que aún había varias personas mirando las persianas cerradas desde la acera opuesta. Era una típica casa parisiense, con una puerta de entrada y una casilla de cristales con ventana corrediza, correspondiente a la loge du concierge. Antes de entrar recorrimos la calle, doblamos por un pasaje y, volviendo a doblar, pasamos por la parte trasera del edificio, mientras Dupin examinaba la entera vecindad, así como la casa, con una atención minuciosa cuyo objeto me resultaba imposible de adivinar.

Volviendo sobre nuestros pasos retornamos a la parte delantera y, luego de llamar y mostrar nuestras credenciales, fuimos admitidos por los agentes de guardia. Subimos las escaleras, hasta llegar a la habitación donde se había encontrado el cuerpo de mademoiselle L’Espanaye y donde aún yacían ambas víctimas. Como es natural, el desorden del aposento había sido respetado. No vi nada que no estuviese detallado en la Gazette des Tribunaux. Dupin lo inspeccionaba todo, sin exceptuar los cuerpos de las víctimas. Pasamos luego a las otras habitaciones y al patio; un gendarme nos acompañaba a todas partes. El examen nos tuvo ocupados hasta que oscureció, y era de noche cuando salimos. En el camino de vuelta, mi amigo se detuvo algunos minutos en las oficinas de uno de los diarios parisienses.

He dicho ya que sus caprichos eran muchos y variados, y que je les ménageais (pues no hay traducción posible de la frase). En esta oportunidad Dupin rehusó toda conversación vinculada con los asesinatos, hasta el día siguiente a mediodía. Entonces, súbitamente, me preguntó si había observado alguna cosa peculiar en el escenario de aquellas atrocidades.

Algo había en su manera de acentuar la palabra, que me hizo estremecer sin que pudiera decir por qué.

-No, nada peculiar -dije-. Por lo menos, nada que no hayamos encontrado ya referido en el diario.

-Me temo -repuso Dupin- que la Gazette no haya penetrado en el insólito horror de este asunto. Pero dejemos de lado las vanas opiniones de ese diario. Tengo la impresión de que se considera insoluble este misterio por las mismísimas razones que deberían inducir a considerarlo fácilmente solucionable; me refiero a lo excesivo, a lo outré de sus características. La policía se muestra confundida por la aparente falta de móvil, y no por el asesinato en sí, sino por su atrocidad. Está asimismo perpleja por la aparente imposibilidad de conciliar las voces que se oyeron disputando, con el hecho de que en lo alto sólo se encontró a la difunta mademoiselle L’Espanaye, aparte de que era imposible escapar de la casa sin que el grupo que ascendía la escalera lo notara. El salvaje desorden del aposento; el cadáver metido, cabeza abajo, en la chimenea; la espantosa mutilación del cuerpo de la anciana, son elementos que, junto con los ya mencionados y otros que no necesito mencionar, han bastado para paralizar la acción de los investigadores policiales y confundir por completo su tan alabada perspicacia. Han caído en el grueso pero común error de confundir lo insólito con lo abstruso. Pero, justamente a través de esas desviaciones del plano ordinario de las cosas, la razón se abrirá paso, si ello es posible, en la búsqueda de la verdad. En investigaciones como la que ahora efectuamos no debería preguntarse tanto «qué ha ocurrido», como «qué hay en lo ocurrido que no se parezca a nada ocurrido anteriormente». En una palabra, la facilidad con la cual llegaré o he llegado a la solución de este misterio se halla en razón directa de su aparente insolubilidad a ojos de la policía.

Me quedé mirando a mi amigo con silenciosa estupefacción.

-Estoy esperando ahora -continuó Dupin, mirando hacia la puerta de nuestra habitación- a alguien que, si bien no es el perpetrador de esas carnicerías, debe de haberse visto envuelto de alguna manera en su ejecución. Es probable que sea inocente de la parte más horrible de los crímenes. Confío en que mi suposición sea acertada, pues en ella se apoya toda mi esperanza de descifrar completamente el enigma. Espero la llegada de ese hombre en cualquier momento… y en esta habitación. Cierto que puede no venir, pero lo más probable es que llegue. Si así fuera, habrá que retenerlo. He ahí unas pistolas; los dos sabemos lo que se puede hacer con ellas cuando la ocasión se presenta.

Tomé las pistolas, sabiendo apenas lo que hacía y, sin poder creer lo que estaba oyendo, mientras Dupin, como si monologara, continuaba sus reflexiones. Ya he mencionado su actitud abstraída en esos momentos. Sus palabras se dirigían a mí, pero su voz, aunque no era forzada, tenía esa entonación que se emplea habitualmente para dirigirse a alguien que se halla muy lejos. Sus ojos, privados de expresión, sólo miraban la pared.

-Las voces que disputaban y fueron oídas por el grupo que trepaba la escalera       -dijo- no eran las de las dos mujeres, como ha sido bien probado por los testigos. Con esto queda eliminada toda posibilidad de que la anciana señora haya matado a su hija, suicidándose posteriormente. Menciono esto por razones metódicas, ya que la fuerza de madame de L’Espanaye hubiera sido por completo insuficiente para introducir el cuerpo de su hija en la chimenea, tal como fue encontrado, amén de que la naturaleza de las heridas observadas en su cadáver excluye toda idea de suicidio. El asesinato, pues, fue cometido por terceros, y a éstos pertenecían las voces que se escucharon mientras disputaban. Permítame ahora llamarle la atención, no sobre las declaraciones referentes a dichas voces, sino a algo peculiar en esas declaraciones. ¿No lo advirtió usted?

Hice notar que, mientras todos los testigos coincidían en que la voz más ruda debía ser la de un francés, existían grandes desacuerdos sobre la voz más aguda o -como la calificó uno de ellos- la voz áspera.

-Tal es el testimonio en sí -dijo Dupin-, pero no su peculiaridad. Usted no ha observado nada característico. Y, sin embargo, había algo que observar. Como bien ha dicho, los testigos coinciden sobre la voz ruda. Pero, con respecto a la voz aguda, la peculiaridad no consiste en que estén en desacuerdo, sino en que un italiano, un inglés, un español, un holandés y un francés han tratado de describirla, y cada uno de ellos se ha referido a una voz extranjera. Cada uno de ellos está seguro de que no se trata de la voz de un compatriota. Cada uno la vincula, no a la voz de una persona perteneciente a una nación cuyo idioma conoce, sino a la inversa. El francés supone que es la voz de un español, y agrega que “podría haber distinguido algunas palabras sí hubiera sabido español”. El holandés sostiene que se trata de un francés, pero nos enteramos de que como no habla francés, testimonió mediante un intérprete. El inglés piensa que se trata de la voz de un alemán, pero el testigo no comprende el alemán. El español “está seguro” de que se trata de un inglés, pero “juzga basándose en la entonación”, ya que no comprende el inglés. El italiano cree que es la voz de un ruso, pero nunca habló con un nativo de Rusia. Un segundo testigo francés difiere del primero y está seguro de que se trata de la voz de un italiano. No está familiarizado con la lengua italiana, pero al igual que el español, “está convencido por la entonación”. Ahora bien: ¡cuan extrañamente insólita tiene que haber sido esa voz para que pudieran reunirse semejantes testimonios! ¡Una voz en cuyos tonos los ciudadanos de las cinco grandes divisiones de Europa no pudieran reconocer nada familiar! Me dirá usted que podía tratarse de la voz de un asiático o un africano. Ni unos ni otros abundan en París, pero, sin negar esa posibilidad, me limitaré a llamarle la atención sobre tres puntos. Un testigo califica la voz de “áspera, más que aguda”. Otros dos señalan que era «precipitada y desigual». Ninguno de los testigos se refirió a palabras reconocibles, a sonidos que parecieran palabras.

»No sé -continuó Dupin- la impresión que pudo haber causado hasta ahora en su entendimiento, pero no vacilo en decir que cabe extraer deducciones legítimas de esta parte del testimonio -la que se refiere a las voces ruda y aguda-, suficientes para crear una sospecha que debe de orientar todos los pasos futuros de la investigación del misterio. Digo «deducciones legítimas», sin expresar plenamente lo que pienso. Quiero dar a entender que las deducciones son las únicas que corresponden, y que la sospecha surge inevitablemente como resultado de las mismas. No le diré todavía cuál es esta sospecha. Pero tenga presente que, por lo que a mí se refiere, bastó para dar forma definida y tendencia determinada a mis investigaciones en el lugar del hecho.

«Transportémonos ahora con la fantasía a esa habitación. ¿Qué buscaremos en primer lugar? Los medios de evasión empleados por los asesinos. Supongo que bien puedo decir que ninguno de los dos cree en acontecimientos sobrenaturales. Madame y mademoiselle L’Espanaye no fueron asesinadas por espíritus. Los autores del hecho eran de carne y hueso, y escaparon por medios materiales. ¿Cómo, pues? Afortunadamente, sólo hay una manera de razonar sobre este punto, y esa manera debe conducirnos a una conclusión definida. Examinemos uno por uno los posibles medios de escape. Resulta evidente que los asesinos se hallaban en el cuarto donde se encontró a mademoiselle L’Espanaye, o por lo menos en la pieza contigua, en momentos en que el grupo subía las escaleras. Vale decir que debemos buscar las salidas en esos dos aposentos. La policía ha levantado los pisos, los techos y la mampostería de las paredes en todas direcciones. Ninguna salida secreta pudo escapar a sus observaciones. Pero como no me fío de sus ojos, miré el lugar con los míos. Efectivamente, no había salidas secretas. Las dos puertas que comunican las habitaciones con el corredor estaban bien cerradas, con las llaves por dentro. Veamos ahora las chimeneas. Aunque de diámetro ordinario en los primeros ocho o diez pies por encima de los hogares, los tubos no permitirían más arriba el paso del cuerpo de un gato grande. Quedando así establecida la total imposibilidad de escape por las vías mencionadas nos vemos reducidos a las ventanas. Nadie podría haber huido por la del cuarto delantero, ya que la muchedumbre reunida lo hubiese visto. Los asesinos tienen que haber pasado, pues, por las de la pieza trasera. Llevados a esta conclusión de manera tan inequívoca, no nos corresponde, en nuestra calidad de razonadores, rechazarla por su aparente imposibilidad. Lo único que cabe hacer es probar que esas aparentes “imposibilidades” no son tales en realidad.

»Hay dos ventanas en el aposento. Contra una de ellas no hay ningún mueble que la obstruya, y es claramente visible. La porción inferior de la otra queda oculta por la cabecera del pesado lecho, que ha sido arrimado a ella. La primera ventana apareció firmemente asegurada desde dentro. Resistió los más violentos esfuerzos de quienes trataron de levantarla. En el marco, a la izquierda, había una gran perforación de barreno, y en ella un solidísimo clavo hundido casi hasta la cabeza. Al examinar la otra ventana se vio que había un clavo colocado en forma similar; todos los esfuerzos por levantarla fueron igualmente inútiles. La policía, pues, se sintió plenamente segura de que la huida no se había producido por ese lado. Y, por tanto, consideró superfluo extraer los clavos y abrir las ventanas.

»Mi examen fue algo más detallado, y eso por la razón que acabo de darle: allí era el caso de probar que todas las aparentes imposibilidades no eran tales en realidad.

«Seguí razonando en la siguiente forma… a posteriori. Los asesinos escaparon desde una de esas ventanas. Por tanto, no pudieron asegurar nuevamente los marcos desde el interior, tal como fueron encontrados (consideración que, dado lo obvio de su carácter, interrumpió la búsqueda de la policía en ese terreno). Los marcos estaban asegurados. Es necesario, pues, que tengan una manera de asegurarse por sí mismos. La conclusión no admitía escapatoria. Me acerqué a la ventana que tenía libre acceso, extraje con alguna dificultad el clavo y traté de levantar el marco. Tal como lo había anticipado, resistió a todos mis esfuerzos. Comprendí entonces que debía de haber algún resorte oculto, y la corroboración de esta idea me convenció de que por lo menos mis premisas eran correctas, aunque el detalle referente a los clavos continuara siendo misterioso. Un examen detallado no tardó en revelarme el resorte secreto. Lo oprimí y, satisfecho de mi descubrimiento, me abstuve de levantar el marco.

»Volví a poner el clavo en su sitio y lo observé atentamente. Una persona que escapa por la ventana podía haberla cerrado nuevamente, y el resorte habría asegurado el marco. Pero, ¿cómo reponer el clavo? La conclusión era evidente y estrechaba una vez más el campo de mis investigaciones. Los asesinos tenían que haber escapado por la otra ventana. Suponiendo, pues, que los resortes fueran idénticos en las dos ventanas, como parecía probable, necesariamente tenía que haber una diferencia entre los clavos, o por lo menos en su manera de estar colocados. Trepando al armazón de la cama, miré minuciosamente el marco de sostén de la segunda ventana. Pasé la mano por la parte posterior, descubriendo en seguida el resorte que, tal como había supuesto, era idéntico a su vecino. Miré luego el clavo. Era tan sólido como el otro y aparentemente estaba fijo de la misma manera y hundido casi hasta la cabeza.

»Pensará usted que me sentí perplejo, pero si así fuera no ha comprendido la naturaleza de mis inducciones. Para usar una frase deportiva, hasta entonces no había cometido falta. No había perdido la pista un solo instante. Los eslabones de la cadena no tenían ninguna falla. Había perseguido el secreto hasta su última conclusión: y esa conclusión era el clavo. Ya he dicho que tenía todas las apariencias de su vecino de la otra ventana; pero el hecho, por más concluyente que pareciera, resultaba de una absoluta nulidad comparado con la consideración de que allí, en ese punto, se acababa el hilo conductor. “Tiene que haber algo defectuoso en el clavo”, pensé. Al tocarlo, su cabeza quedó entre mis dedos juntamente con un cuarto de pulgada de la espiga. El resto de la espiga se hallaba dentro del agujero, donde se había roto. La fractura era muy antigua, pues los bordes aparecían herrumbrados, y parecía haber sido hecho de un martillazo, que había hundido parcialmente la cabeza del clavo en el marco inferior de la ventana. Volví a colocar cuidadosamente la parte de la cabeza en el lugar de donde la había sacado, y vi que el clavo daba la exacta impresión de estar entero; la fisura resultaba invisible. Apretando el resorte, levanté ligeramente el marco; la cabeza del clavo subió con él, sin moverse de su lecho. Cerré la ventana, y el clavo dio otra vez la impresión de estar dentro.

»Hasta ahora, el enigma quedaba explicado. El asesino había huido por la ventana que daba a la cabecera del lecho. Cerrándose por sí misma (o quizá ex profeso) la ventana había quedado asegurada por su resorte. Y la resistencia ofrecida por éste había inducido a la policía a suponer que se trataba del clavo, dejando así de lado toda investigación suplementaria.

»La segunda cuestión consiste en el modo del descenso. Mi paseo con usted por la parte trasera de la casa me satisfizo al respecto. A unos cinco pies y medio de la ventana en cuestión corre una varilla de pararrayos. Desde esa varilla hubiera resultado imposible alcanzar la ventana, y mucho menos introducirse por ella. Observé, sin embargo, que las persianas del cuarto piso pertenecen a esa curiosa especie que los carpinteros parisienses denominan ferrades; es un tipo rara vez empleado en la actualidad, pero que se ve con frecuencia en casas muy viejas de Lyon y Bordeaux. Se las fabrica como una puerta ordinaria (de una sola hoja, y no de doble batiente), con la diferencia de que la parte inferior tiene celosías o tablillas que ofrecen excelente asidero para las manos. En este caso las persianas alcanzan un ancho de tres pies y medio. Cuando las vimos desde la parte posterior de la casa, ambas estaban entornadas, es decir, en ángulo recto con relación a la pared. Es probable que también los policías hayan examinado los fondos del edificio; pero, si así lo hicieron, miraron las ferrades en el ángulo indicado, sin darse cuenta de su gran anchura; por lo menos no la tomaron en cuenta. Sin duda, seguros de que por esa parte era imposible toda fuga, se limitaron a un examen muy sumario. Para mí, sin embargo, era claro que si se abría del todo la persiana correspondiente a la ventana situada sobre el lecho, su borde quedaría a unos dos pies de la varilla del pararrayos. También era evidente que, desplegando tanta agilidad como coraje, se podía llegar hasta la ventana trepando por la varilla. Estirándose hasta una distancia de dos pies y medio (ya que suponemos la persiana enteramente abierta), un ladrón habría podido sujetarse firmemente de las tablillas de la celosía. Abandonando entonces su sostén en la varilla, afirmando los pies en la pared y lanzándose vigorosamente hacia adelante habría podido hacer girar la persiana hasta que se cerrara; si suponemos que la ventana estaba abierta en este momento, habría logrado entrar así en la habitación.

»Le pido que tenga especialmente en cuenta que me refiero a un insólito grado de vigor, capaz de llevar a cabo una hazaña tan azarosa y difícil. Mi intención consiste en demostrarle, primeramente, que el hecho pudo ser llevado a cabo; pero, en segundo lugar, y muy especialmente, insisto en llamar su atención sobre el carácter extraordinario, casi sobrenatural, de ese vigor capaz de cosa semejante.

»Usando términos judiciales, usted me dirá sin duda que para «redondear mi caso» debería subestimar y no poner de tal modo en evidencia la agilidad que se requiere para dicha proeza. Pero la práctica de los tribunales no es la de la razón. Mi objetivo final es tan sólo la verdad. Y mi propósito inmediato consiste en inducirlo a que yuxtaponga la insólita agilidad que he mencionado a esa voz tan extrañamente aguda (o áspera) y desigual sobre cuya nacionalidad no pudieron ponerse de acuerdo los testigos y en cuyos acentos no se logró distinguir ningún vocablo articulado.

Al oír estas palabras pasó por mi mente una vaga e informe concepción de lo que quería significar Dupin. Me pareció estar a punto de entender, pero sin llegar a la comprensión, así como a veces nos hallamos a punto de recordar algo que finalmente no se concreta. Pero mi amigo seguía hablando.

-Habrá notado usted -dijo- que he pasado de la cuestión de la salida de la casa a la del modo de entrar en ella. Era mi intención mostrar que ambas cosas se cumplieron en la misma forma y en el mismo lugar. Volvamos ahora al interior del cuarto y examinemos lo que allí aparece. Se ha dicho que los cajones de la cómoda habían sido saqueados, aunque quedaron en ellos numerosas prendas. Esta conclusión es absurda. No pasa de una simple conjetura, bastante tonta por lo demás. ¿Cómo podemos asegurar que las ropas halladas en los cajones no eran las que éstos contenían habitualmente? Madame L’Espanaye y su hija llevaban una vida muy retirada, no veían a nadie, salían raras veces, y pocas ocasiones se les presentaban de cambiar de tocado. Lo que se encontró en los cajones era de tan buena calidad como cualquiera de los efectos que poseían las damas. Si un ladrón se llevó una parte, ¿por qué no tomó lo mejor… por qué no se llevó todo? En una palabra: ¿por qué abandonó cuatro mil francos en oro, para cargarse con un hato de ropa? El oro fue abandonado. La suma mencionada por monsieur Mignaud, el banquero, apareció en su casi totalidad en los sacos tirados por el suelo. Le pido, por tanto, que descarte de sus pensamientos la desatinada idea de un móvil, nacida en el cerebro de los policías por esa parte del testimonio que se refiere al dinero entregado en la puerta de la casa. Coincidencias diez veces más notables que ésta (la entrega del dinero y el asesinato de sus poseedores tres días más tarde) ocurren a cada hora de nuestras vidas sin que nos preocupemos por ellas. En general, las coincidencias son grandes obstáculos en el camino de esos pensadores que todo lo ignoran de la teoría de las probabilidades, esa teoría a la cual los objetivos más eminentes de la investigación humana deben los más altos ejemplos. En esta instancia, si el oro hubiese sido robado, el hecho de que la suma hubiese sido entregada tres días antes habría constituido algo más que una coincidencia. Antes bien, hubiera corroborado la noción de un móvil. Pero, dadas las verdaderas circunstancias del caso, si hemos de suponer que el oro era el móvil del crimen, tenemos entonces que admitir que su perpetrador era lo bastante indeciso y lo bastante estúpido como para olvidar el oro y el móvil al mismo tiempo.

»Teniendo, pues, presentes los puntos sobre los cuales he llamado su atención -la voz singular, la insólita agilidad y la sorprendente falta de móvil en un asesinato tan atroz como éste-, echemos una ojeada a la carnicería en sí. Estamos ante una mujer estrangulada por la presión de unas manos e introducida en el cañón de la chimenea con la cabeza hacia abajo. Los asesinos ordinarios no emplean semejantes métodos. Y mucho menos esconden al asesinado en esa forma. En el hecho de introducir el cadáver en la chimenea admitirá usted que hay algo excesivamente inmoderado, algo por completo inconciliable con nuestras nociones sobre los actos humanos, incluso si suponemos que su autor es el más depravado de los hombres. Piense, asimismo, en la fuerza prodigiosa que hizo falta para introducir el cuerpo hacia arriba, cuando para hacerlo descender fue necesario el concurso de varias personas.

»Volvámonos ahora a las restantes señales que pudo dejar ese maravilloso vigor. En el hogar de la chimenea se hallaron espesos (muy espesos) mechones de cabello humano canoso. Habían sido arrancados de raíz. Bien sabe usted la fuerza que se requiere para arrancar en esa forma veinte o treinta cabellos. Y además vio los mechones en cuestión tan bien como yo. Sus raíces (cosa horrible) mostraban pedazos del cuero cabelludo, prueba evidente de la prodigiosa fuerza ejercida para arrancar quizá medio millón de cabellos de un tirón. La garganta de la anciana señora no solamente estaba cortada, sino que la cabeza había quedado completamente separada del cuerpo; el instrumento era una simple navaja. Lo invito a considerar la brutal ferocidad de estas acciones. No diré nada de las contusiones que presentaba el cuerpo de Madame L’Espanaye. Monsieur Dumas y su valioso ayudante, monsieur Etienne, han decidido que fueron producidas por un instrumento contundente, y hasta ahí la opinión de dichos caballeros es muy correcta. El instrumento contundente fue evidentemente el pavimento de piedra del patio, sobre el cual cayó la víctima desde la ventana que da sobre la cama. Por simple que sea, esto escapó a la policía por la misma razón que se les escapó el ancho de las persianas: frente a la presencia de clavos se quedaron ciegos ante la posibilidad de que las ventanas hubieran sido abiertas alguna vez.

»Si ahora, en adición a estas cosas, ha reflexionado usted adecuadamente sobre el extraño desorden del aposento, hemos llegado al punto de poder combinar las nociones de una asombrosa agilidad, una fuerza sobrehumana, una ferocidad brutal, una carnicería sin motivo, una grotesquerie en el horror por completo ajeno a lo humano, y una voz de tono extranjero para los oídos de hombres de distintas nacionalidades y privada de todo silabeo inteligible. ¿Qué resultado obtenemos? ¿Qué impresión he producido en su imaginación?

Al escuchar las preguntas de Dupin sentí que un estremecimiento recorría mi cuerpo.

-Un maníaco es el autor del crimen -dije-. Un loco furioso escapado de alguna maison de santé de la vecindad.

-En cierto sentido -dijo Dupin-, su idea no es inaplicable. Pero, aun en sus más salvajes paroxismos, las voces de los locos jamás coinciden con esa extraña voz escuchada en lo alto. Los locos pertenecen a alguna nación, y, por más incoherentes que sean sus palabras, tienen, sin embargo, la coherencia del silabeo. Además, el cabello de un loco no es como el que ahora tengo en la mano. Arranqué este pequeño mechón de entre los dedos rígidamente apretados de madame L’Espanaye. ¿Puede decirme qué piensa de ellos?

-¡Dupin… este cabello es absolutamente extraordinario…! ¡No es cabello humano!   -grité, trastornado por completo.

-No he dicho que lo fuera -repuso mi amigo-. Pero antes de que resolvamos este punto, le ruego que mire el bosquejo que he trazado en este papel. Es un facsímil de lo que en una parte de las declaraciones de los testigos se describió como «contusiones negruzcas, y profundas huellas de uñas» en la garganta de mademoiselle L’Espanaye, y en otra (declaración de los señores Dumas y Etienne) como «una serie de manchas lívidas que, evidentemente, resultaban de la presión de unos dedos».

«Notará usted -continuó mi amigo, mientras desplegaba el papel- que este diseño indica una presión firme y fija. No hay señal alguna de deslizamiento. Cada dedo mantuvo (probablemente hasta la muerte de la víctima) su terrible presión en el sitio donde se hundió primero. Le ruego ahora que trate de colocar todos sus dedos a la vez en las respectivas impresiones, tal como aparecen en el dibujo.

Lo intenté sin el menor resultado.

-Quizá no estemos procediendo debidamente -dijo Dupin-. El papel es una superficie plana, mientras que la garganta humana es cilíndrica. He aquí un rodillo de madera, cuya circunferencia es aproximadamente la de una garganta. Envuélvala con el dibujo y repita el experimento.

Así lo hice, pero las dificultades eran aún mayores.

-Esta marca -dije- no es la de una mano humana.

-Lea ahora -replicó Dupin- este pasaje de Cuvier.

Era una minuciosa descripción anatómica y descriptiva del gran orangután leonado de las islas de la India oriental. La gigantesca estatura, la prodigiosa fuerza y agilidad, la terrible ferocidad y las tendencias imitativas de estos mamíferos son bien conocidas. Instantáneamente comprendí todo el horror del asesinato.

-La descripción de los dedos -dije al terminar la lectura-concuerda exactamente con este dibujo. Sólo un orangután, entre todos los animales existentes, es capaz de producir las marcas que aparecen en su diseño. Y el mechón de pelo coincide en un todo con el pelaje de la bestia descrita por Cuvier. De todas maneras, no alcanzo a comprender los detalles de este aterrador misterio. Además, se escucharon dos voces que disputaban y una de ellas era, sin duda, la de un francés.

-Cierto, Y recordará usted que, casi unánimemente, los testigos declararon haber oído decir a esa voz las palabras: Mon Dieu! Dadas las circunstancias, uno de los testigos (Montani, el confitero) acertó al sostener que la exclamación tenía un tono de reproche o reconvención. Sobre esas dos palabras, pues, he apoyado todas mis esperanzas de una solución total del enigma. Un francés estuvo al tanto del asesinato. Es posible -e incluso muy probable- que fuera inocente de toda participación en el sangriento episodio. El orangután pudo habérsele escapado. Quizá siguió sus huellas hasta la habitación; pero, dadas las terribles circunstancias que se sucedieron, le fue imposible capturarlo otra vez. El animal anda todavía suelto. No continuaré con estas conjeturas (pues no tengo derecho a darles otro nombre), ya que las sombras de reflexión que les sirven de base poseen apenas suficiente profundidad para ser alcanzadas por mi intelecto, y no pretenderé mostrarlas con claridad a la inteligencia de otra persona. Las llamaremos conjeturas, pues, y nos referiremos a ellas como tales. Si el francés en cuestión es, como lo supongo, inocente de tal atrocidad, este aviso que deje anoche cuando volvíamos a casa en las oficinas de Le Monde (un diario consagrado a cuestiones marítimas y muy leído por los navegantes) lo hará acudir a nuestra casa.

Me alcanzó un papel, donde leí:

Capturado.-En el Bois de Boulogne, en la mañana del… (la mañana del asesinato), se ha capturado un gran orangután leonado de la especie de Borneo. Su dueño (de quien se sabe que es un marinero perteneciente a un barco maltés) puede reclamarlo, previa identificación satisfactoria y pago de los gastos resultantes de su captura y cuidado. Presentarse al número… calle… Faubourg Saint-Germain… tercer piso.

-Pero, ¿cómo es posible -pregunté- que sepa usted que el hombre es un marinero y que pertenece a un barco maltes?

-No lo sé -dijo Dupin- y no estoy seguro de ello. Pero he aquí un trocito de cinta que, a juzgar por su forma y su grasienta condición, debió de ser usado para atar el pelo en una de esas largas queues de que tan orgullosos se muestran los marineros. Además, el nudo pertenece a esa clase que pocas personas son capaces de hacer, salvo los marinos, y es característico de los malteses. Encontré esta cinta al pie de la varilla del pararrayos. Imposible que perteneciera a una de las víctimas. De todos modos, si me equivoco al deducir de la cinta que el francés era un marinero perteneciente a un barco maltes, no he causado ningún daño al estamparlo en el aviso. Si me equivoco, el hombre pensará que me he confundido por alguna razón que no se tomará el trabajo de averiguar. Pero si estoy en lo cierto, hay mucho de ganado. Conocedor, aunque inocente de los asesinatos, el francés vacilará, como es natural, antes de responder al aviso y reclamar el orangután. He aquí cómo razonará: «Soy inocente y pobre; mi orangután es muy valioso y para un hombre como yo representa una verdadera fortuna. ¿Por qué perderlo a causa de una tonta aprensión? Está ahí, a mi alcance. Lo han encontrado en el Bois de Boulogne, a mucha distancia de la escena del crimen. ¿Cómo podría sospechar alguien que ese animal es el culpable? La policía está desorientada y no ha podido encontrar la más pequeña huella. Si llegaran a seguir la pista del mono, les será imposible probar que supe algo de los crímenes o echarme alguna culpa como testigo de ellos. Además, soy conocido. El redactor del aviso me designa como dueño del animal. Ignoro hasta dónde llega su conocimiento. Si renuncio a reclamar algo de tanto valor, que se sabe de mi pertenencia, las sospechas recaerán, por lo menos, sobre el animal. Contestaré al aviso, recobraré el orangután y lo tendré encerrado hasta que no se hable más del asunto.»

En ese momento oímos pasos en la escalera.

-Prepare las pistolas -dijo Dupin-, pero no las use ni las exhiba hasta que le haga una seña.

La puerta de entrada de la casa había quedado abierta y el visitante había entrado sin llamar, subiendo algunos peldaños de la escalera. Pero, de pronto, pareció vacilar y lo oímos bajar. Dupin corría ya a la puerta cuando advertimos que volvía a subir. Esta vez no vaciló, sino que, luego de trepar decididamente la escalera, golpeó en nuestra puerta.

-¡Adelante! -dijo Dupin con voz cordial y alegre.

El hombre que entró era, con toda evidencia, un marino, alto, robusto y musculoso, con un semblante en el que cierta expresión audaz no resultaba desagradable. Su rostro, muy atezado, aparecía en gran parte oculto por las patillas y los bigotes. Traía consigo un grueso bastón de roble, pero al parecer ésa era su única arma. Inclinóse torpemente, dándonos las buenas noches en francés; a pesar de un cierto acento suizo de Neufchatel, se veía que era de origen parisiense.

-Siéntese usted, amigo mío -dijo Dupin-. Supongo que viene en busca del orangután. Palabra, se lo envidio un poco; es un magnífico animal, que presumo debe de tener gran valor. ¿Qué edad le calcula usted?

El marinero respiró profundamente, con el aire de quien se siente aliviado de un peso intolerable, y contestó con tono reposado:

-No podría decirlo, pero no tiene más de cuatro o cinco años. ¿Lo guarda usted aquí?

-¡Oh, no! Carecemos de lugar adecuado. Está en una caballeriza de la rue Dubourg, cerca de aquí. Podría usted llevárselo mañana por la mañana. Supongo que estará en condiciones de probar su derecho de propiedad.

-Por supuesto que sí, señor.

-Lamentaré separarme de él -dijo Dupin.

-No quisiera que usted se hubiese molestado por nada -declaró el marinero-. Estoy dispuesto a pagar una recompensa por el hallazgo del animal. Una suma razonable, se entiende.

-Pues bien -repuso mi amigo-, eso me parece muy justo. Déjeme pensar: ¿qué le pediré? ¡Ah, ya sé! He aquí cuál será mi recompensa: me contará usted todo lo que sabe sobre esos crímenes en la rue Morgue.

Dupin pronunció las últimas palabras en voz muy baja y con gran tranquilidad. Después, con igual calma, fue hacia la puerta, la cerró y guardó la llave en el bolsillo. Sacando luego una pistola, la puso sin la menor prisa sobre la mesa.

El rostro del marinero enrojeció como si un acceso de sofocación se hubiera apoderado de él. Levantándose, aferró su bastón, pero un segundo después se dejó caer de nuevo en el asiento, temblando violentamente y pálido como la muerte. No dijo una palabra. Lo compadecí desde lo más profundo de mi corazón.

-Amigo mío, se está usted alarmando sin necesidad -dijo cordialmente Dupin-. Le aseguro que no tenemos intención de causarle el menor daño. Lejos de nosotros querer perjudicarlo: le doy mi palabra de caballero y de francés. Estoy perfectamente enterado de que es usted inocente de las atrocidades de la rue Morgue. Pero sería inútil negar que, en cierto modo, se halla implicado en ellas. Fundándose en lo que le he dicho, supondrá que poseo medios de información sobre este asunto, medios que le sería imposible imaginar. El caso se plantea de la siguiente manera: usted no ha cometido nada que no debiera haber cometido, nada que lo haga culpable. Ni siquiera se le puede acusar de robo, cosa que pudo llevar a cabo impunemente. No tiene nada que ocultar ni razón para hacerlo. Por otra parte, el honor más elemental lo obliga a confesar todo lo que sabe. Hay un hombre inocente en la cárcel, acusado de un crimen cuyo perpetrador puede usted denunciar.

Mientras Dupin pronunciaba estas palabras, el marinero había recobrado en buena parte su compostura, aunque su aire decidido del comienzo habíase desvanecido por completo.

-¡Dios venga en mi ayuda! -dijo, después de una pausa-. Sí, le diré todo lo que sé sobre este asunto, aunque no espero que crea ni la mitad de lo que voy a contarle… ¡Estaría loco si pensara que van a creerme! Y, sin embargo, soy inocente, y lo confesaré todo aunque me cueste la vida.

En sustancia, lo que nos dijo fue lo siguiente: Poco tiempo atrás, había hecho un viaje al archipiélago índico. Un grupo del que formaba parte desembarcó en Borneo y penetró en el interior a fin de hacer una excursión placentera. Entre él y un compañero capturaron al orangután. Como su compañero falleciera, quedó dueño único del animal. Después de considerables dificultades, ocasionadas por la indomable ferocidad de su cautivo durante el viaje de vuelta, logró finalmente encerrarlo en su casa de París, donde, para aislarlo de la incómoda curiosidad de sus vecinos, lo mantenía cuidadosamente recluido, mientras el animal curaba de una herida en la pata que se había hecho con una astilla a bordo del buque. Una vez curado, el marinero estaba dispuesto a venderlo.

Una noche, o más bien una madrugada, en que volvía de una pequeña juerga de marineros, nuestro hombre se encontró con que el orangután había penetrado en su dormitorio, luego de escaparse de la habitación contigua donde su captor había creído tenerlo sólidamente encerrado. Navaja en mano y embadurnado de jabón, habíase sentado frente a un espejo y trataba de afeitarse, tal como, sin duda, había visto hacer a su amo espiándolo por el ojo de la cerradura. Aterrado al ver arma tan peligrosa en manos de un animal que, en su ferocidad, era harto capaz de utilizarla, el marinero se quedó un instante sin saber qué hacer. Por lo regular, lograba contener al animal, aun en sus arrebatos más terribles, con ayuda de un látigo, y pensó acudir otra vez a ese recurso. Pero al verlo, el orangután se lanzó de un salto a la puerta, bajó las escaleras y, desde ellas, saltando por una ventana que desgraciadamente estaba abierta, se dejó caer a la calle.

Desesperado, el francés se precipitó en su seguimiento. Navaja en mano, el mono se detenía para mirar y hacer muecas a su perseguidor, dejándolo acercarse casi hasta su lado. Entonces echaba a correr otra vez. Siguió así la caza durante largo tiempo. Las calles estaban profundamente tranquilas, pues eran casi las tres de la madrugada. Al atravesar el pasaje de los fondos de la rue Morgue, la atención del fugitivo se vio atraída por la luz que salía de la ventana abierta del aposento de madame L’Espanaye, en el cuarto piso de su casa. Precipitándose hacia el edificio, descubrió la varilla del pararrayos, trepó por ella con inconcebible agilidad, aferró la persiana que se hallaba completamente abierta y pegada a la pared, y en esta forma se lanzó hacia adelante hasta caer sobre la cabecera de la cama. Todo esto había ocurrido en menos de un minuto. Al saltar en la habitación, las patas del orangután rechazaron nuevamente la persiana, la cual quedó abierta.

El marinero, a todo esto, se sentía tranquilo y preocupado al mismo tiempo. Renacían sus esperanzas de volver a capturar a la bestia, ya que le sería difícil escapar de la trampa en que acababa de meterse, salvo que bajara otra vez por el pararrayos, ocasión en que sería posible atraparlo. Por otra parte, se sentía ansioso al pensar en lo que podría estar haciendo en la casa. Esta última reflexión indujo al hombre a seguir al fugitivo. Para un marinero no hay dificultad en trepar por una varilla de pararrayos; pero, cuando hubo llegado a la altura de la ventana, que quedaba muy alejada a su izquierda, no pudo seguir adelante; lo más que alcanzó fue a echarse a un lado para observar el interior del aposento. Apenas hubo mirado, estuvo a punto de caer a causa del horror que lo sobrecogió. Fue en ese momento cuando empezaron los espantosos alaridos que arrancaron de su sueño a los vecinos de la rue Morgue. Madame L’Espanaye y su hija, vestidas con sus camisones de dormir, habían estado aparentemente ocupadas en arreglar algunos papeles en la caja fuerte ya mencionada, la cual había sido corrida al centro del cuarto. Hallábase abierta, y a su lado, en el suelo, los papeles que contenía. Las víctimas debían de haber estado sentadas dando la espalda a la ventana, y, a juzgar por el tiempo transcurrido entre la entrada de la bestia y los gritos, parecía probable que en un primer momento no hubieran advertido su presencia. El golpear de la persiana pudo ser atribuido por ellas al viento.

En el momento en que el marinero miró hacia el interior del cuarto, el gigantesco animal había aferrado a madame L’Espanaye por el cabello (que la dama tenía suelto, como si se hubiera estado peinando) y agitaba la navaja cerca de su cara imitando los movimientos de un barbero. La hija yacía postrada e inmóvil, víctima de un desmayo. Los gritos y los esfuerzos de la anciana señora, durante los cuales le fueron arrancados los mechones de la cabeza, tuvieron por efecto convertir los propósitos probablemente pacíficos del orangután en otros llenos de furor. Con un solo golpe de su musculoso brazo separó casi completamente la cabeza del cuerpo de la víctima. La vista de la sangre transformó su cólera en frenesí. Rechinando los dientes y echando fuego por los ojos, saltó sobre el cuerpo de la joven y, hundiéndole las terribles garras en la garganta, las mantuvo así hasta que hubo expirado. Las furiosas miradas de la bestia cayeron entonces sobre la cabecera del lecho, sobre el cual el rostro de su amo, paralizado por el horror, alcanzaba apenas a divisarse. La furia del orangután, que, sin duda, no olvidaba el temido látigo, se cambió instantáneamente en miedo. Seguro de haber merecido un castigo, pareció deseoso de ocultar sus sangrientas acciones, y se lanzó por el cuarto lleno de nerviosa agitación, echando abajo y rompiendo los muebles a cada salto y arrancando el lecho de su bastidor. Finalmente se apoderó del cadáver de mademoiselle L’Espanaye y lo metió en el cañón de la chimenea, tal como fue encontrado luego, tomó luego el de la anciana y lo tiró de cabeza por la ventana.

En momentos en que el mono se acercaba a la ventana con su mutilada carga, el marinero se echó aterrorizado hacia atrás y, deslizándose sin precaución alguna hasta el suelo, corrió inmediatamente a su casa, temeroso de las consecuencias de semejante atrocidad y olvidando en su terror toda preocupación por la suerte del orangután. Las palabras que los testigos oyeron en la escalera fueron las exclamaciones de espanto del francés, mezcladas con los diabólicos sonidos que profería la bestia.

Poco me queda por agregar. El orangután debió de escapar por la varilla del pararrayos un segundo antes de que la puerta fuera forzada. Sin duda, cerró la ventana a su paso. Más tarde fue capturado por su mismo dueño, quien lo vendió al Jardin des Plantes en una elevada suma.

Lebon fue puesto en libertad inmediatamente después que hubimos narrado todas las circunstancias del caso -con algunos comentarios por parte de Dupin- en el bureau del prefecto de policía. Este funcionario, aunque muy bien dispuesto hacia mi amigo, no pudo ocultar del todo el fastidio que le producía el giro que había tomado el asunto, y deslizó uno o dos sarcasmos sobre la conveniencia de que cada uno se ocupara de sus propios asuntos.

-Déjelo usted hablar -me dijo Dupin, que no se había molestado en replicarle-. Deje que se desahogue; eso aliviará su conciencia. Me doy por satisfecho con haberlo derrotado en su propio terreno. De todos modos, el hecho de que haya fracasado en la solución del misterio no es ninguna razón para asombrarse; en verdad, nuestro amigo el prefecto es demasiado astuto para ser profundo. No hay fibra en su ciencia: mucha cabeza y nada de cuerpo, como las imágenes de la diosa Laverna, o, a lo sumo, mucha cabeza y lomos, como un bacalao. Pero después de todo es un buen hombre. Lo estimo especialmente por cierta forma maestra de gazmoñería, a la cual debe su reputación. Me refiero a la manera que tiene de nier ce qui est, et d’ expliquer ce qui n’est pas.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Mayo 7, 2020


 

LO MÁS VISTO ☻ Mayo 6, 2020

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Las noticias más leídas en PrisioneroEnArgentina.com. Las más comentadas, las más polémicas. De que está la gente hablando…

REINICIO Mayo 4, 2020 00.00 HORAS –
HORA DE CONTROL Mayo 6, 2020 23.23 HORAS

 

 


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Mayo 6, 2020


 

La OMS, Donald Trump y el origen del COVID-19

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La Organización Mundial de la Salud contradice a Donald Trump sobre el supuesto origen del coronavirus en un laboratorio de la ciudad china de Wuhan. Según la OMS, las afirmaciones del presidente estadounidense son meramente “especulativas”, a falta de ser corroboradas por algún tipo de prueba.

Ryan
Parton
Trump
Pompeo

“No hemos recibido ningún dato o evidencia específica del gobierno de los Estados Unidos en relación al supuesto origen del virus, así que desde nuestra perspectiva esto sigue siendo especulativo -afirmó Michael Ryan, director de emergencias de la OMS-. Como cualquier organización basada en la evidencia, estaríamos muy dispuestos a recibir cualquier información sobre el origen del virus porque es una pieza fundamental para el futuro control de la pandemia”.

Charlie Parton, exdiplomático de la Unión Europea en China, ha dicho que en estos precisos momentos se impone llevar a cabo una investigación honesta y minuciosa en el país asiático.

“Lo más importante es que los chinos lleven a cabo una investigación adecuada y con transparencia, para que podamos saber lo que realmente ocurrió, cómo se desarrolló el virus y, de esa manera, tomar medidas contra él ahora y de cara al futuro”.

La administración Trump afirma que la pandemia de covid-19 tuvo su origen en una fuga del Instituto de Virología de alta seguidad de Wuhan. El secretario de Estado, Mike Pompeo, aseguró incluso que “no es la primera vez” que los laboratorios chinos ponen en peligro al mundo.

 


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Mayo 6, 2020


 

Un Mundo de Ciegos

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 Por MARÍA FERREYRA KUSSMAN

 

“Ojo por ojo y el mundo acabará ciego”

Mohandas K. Gandhi

 

No había tierras en el pueblo, por ello es por lo que decidieron caminar los veinte kilómetros hasta el viejo cementerio de los vagabundos. La joven viuda, a quién quisieron disfrazar de negro, apenas soportaba el dolor al acarrear la vieja y pesada calculadora. Mientras tipeaba los números, agradecía lo que en otros tiempos maldijo. La avaricia de su esposo ahora estaba de su lado, siempre y cuando se pudiera deshacer de Primo, el segundo hijo de un matrimonio anterior del finado, quién sin dudas lucharía por la herencia. Estaba segura de que Segundo, el primer hijo, no iba a presentar problemas. El se arreglaba con un poco de afecto. Y ella tenía mucho para dar, siempre y cuando no fuera algo que no quería.

La joven viuda volvió su rostro en busca de la procesión. Sumergida en su futuro, les había dejado cien metros atrás. Sin despegar la vista de la pantalla de signos verde dólar, retiró la anilla de la lata de cerveza que había atesorado entre sus ropas y la vació de un solo trago.

Quienes cargaban el sarcófago, debieron dejarlo en el polvoriento camino para abrir las puertas de la casa final. Pasó la viuda y los mismos jóvenes, una vez más depositando cajón mortuorio en el piso, cerraron los portones. Ellos mismos tuvieron que cavar la tumba y ellos mismos lo situaron allí.

-Estamos aquí para unir en santo…

El cura se interrumpió. Miró a su alrededor y, ya que nadie prestaba atención, decidió continuar:

-Para despedir y celebrar la vida de… de… de… ¿Cómo se llamaba el malogrado?

Todos bajaron la vista tratando de ser excusados. Primo siempre le había llamado viejo rata. Segundo, simplemente Papá. Y su mejor amigo, el señor de la esquina, nunca había sido presentado formalmente. La joven viuda pareció congelarse ante la mirada penetrante de los concurrentes. Ella metió la mano en la cartera y al encender un cigarrillo vio un resumen de cuenta del banco. Luego de posar sus ojos en el balance financiero una y otra vez, dio a conocer el nombre del occiso.

-Único Primo -dijo la mujer

Mientras el sacerdote celebraba la vida y la muerte de Único Primo, Primo, el segundo hijo, maldecía por llamarse Primo Primo y Segundo, el hijo mayor, descubría que su apellido era Primo. En silencio, mientras arrojaba las cenizas de su cigarrillo en la fosa, la joven viuda soñaba despierta con los lugares que conocería y de los lujos de disfrutaría en su nueva vida sin pareja. Tal distracción le privó de alejarse del cura, quién apenas culminó con su servicio, se aproximó a la afligida dama.

– ¿Y qué va a hacer con semejante fortuna, hija…? Es una gran responsabilidad. No se olvide que el difunto era un gran cristiano…

La mujer aspiró la última bocanada de humo y apagó el cigarrillo en la calderilla de agua bendita del cura, a quién tomó por los hombros dirigiéndose a la entrada sin que aún el sarcófago fuera cubierto de tierra.  Destapó ahora una botella de cerveza y apretó los hombros del religioso.

-No se preocupe, padre. A fin de mes, cuando cese tanto dolor, lo voy a visitar a la parroquia para una donación…

Aliviado, el cura intentó sin éxito abrir los portones. Apoyó su humanidad sobre una puerta, tratando de abrir la otra con ambas manos. La joven viuda lo apartó, pero fracasó en su aspiración. Los jóvenes, asustados por la aproximación de la noche, tiraron las palas y corrieron a la entrada. Todos fallaron. Primo y Segundo, con más aplomo, agitaron las puertas hacia atrás, adelante, arriba y abajo una y otra vez, para ceder ante el cansancio.

La novel enlutada abrió una helada lata de cerveza y la vació a través de su garganta. Con un cigarrillo en la comisura de sus labios, agitó levemente -aunque molesta- los hierros del portón. Se rindió y pensó que, si su extinto marido no hubiera sido tan amarrete, su teléfono no estaría desconectado, para así pedir ayuda.

Desencantada, decidió encuestar a los presentes, encontrándose que nadie portaba un teléfono. ¿Es que todos vivían del bolsillo de su marido?

-Pero el Padrecito tiene -delató uno de los portadores del féretro, ante la mirada desesperada del clérigo.

La viuda extendió su mano y el canónigo no tuvo más que acceder.

-Sea breve, mi niña -sollozó el párroco -no lo paga Dios…

Durante los instantes en que la mujer hacia el llamado, los hombres hermanaron fuerzas, pero las puertas no se movieron.

– ¿Vendrá alguien a rescatarnos? -preguntó Primo Primo.

La mujer devolvió el teléfono sin agradecer.

– ¿Rescatarnos? Yo solo me pedí unas cervezas con el delivery…

-No importa -dijo el prelado pese al malestar -le pedimos al muchacho del delivery que vaya a buscar al bombero o a alguien…

La mujer hurgó entre sus ropas por la última botella de cerveza, la destapó con los dientes y entre eructo y eructo, sació su sed. Ya envuelta en una leve borrachera, hasta el fraile parecía atractivo. Lo que era cierto, de tanto sacar mercadería de entre sus ropas, su vestido se había ajustado revelando una inquietante figura. Si los jóvenes del cajón no hubieran estado tan asustados, tal vez tratarían de avanzar sobre la viuda. Los hermanos Primo estaban ocupados tratando de limar la cerradura de la puerta con un peine. El monje se debatía entre dejar los hábitos o dejar los hábitos sobre unos arbustos.

Rendidos, los hermanos Primo se dejaron caer en el piso. La noche los abrazó. Mañana sería otro día.

La joven viuda no lucía tan bien. Por suerte para ella, encontró una última botella de cerveza en un lugar que ya había olvidado. Mientras bebía, cruzó miradas con Primo. Sabía que su vida corría peligro. Primo quería quedarse con todo. Las propiedades, el dinero y hasta -quizás- el último sorbo de cerveza. Apuró el trago hasta finalizar el contenido sin detenerse a pensar que le alivianaba el camino. Ahora, los inmuebles y la cuenta bancaria eran los objetivos. La viuda debía decidir y debía hacerlo rápidamente. Aliarse con alguien y correr el riesgo de perder toda su fortuna o pelear sola contra las garras de Primo. El juego final estaba cerca. La cerveza se había acabado. Y el muchacho del delivery no llegaba. Con la lápida de Dolores Marone (O Morrone), nacida en 1909 y fallecida en 1944, improvisó una mesa con la ayuda de cuatro fémures que por allí había encontrado y dos tumbas de mármol que oficiaron como asientos.

-Como te sentirías si tuvieras que cometer un asesinato? -dijo la viuda sin preámbulos.

-Asesinato? ¿Como matar a alguien? -preguntó uno de los transportadores, quien perdió su lugar por hacer las preguntas equivocadas.

– ¿Y usted? ¿Usted que dice?

El amigo del finado se quitó las gotas de sudor de su frente con un ramo de claveles marchitos. Arqueó las cejas y se apartó de ella negando con la cabeza. La idea era prometedora, pero el esfuerzo para llevarla a cabo era desesperanzador.

-Caín y Abel -dijo la joven.

Segundo asintió sonriendo. La viuda encontró su primer candidato.

Quién si se preparó para la entrevista fue el eclesiástico. No solo cubrió su calvicie con los tres largos pelos que se desprendían de sus patillas, sino que robo un par de gladiolos para decorar sus ojales.

-Asesinato no, hija, Eso es pecado. Pero bien Primo podría sufrir un accidente. Esas cosas pasan.

Sin que Segundo supiera del vicario, y sin que el abate supiera del primero de los Primo, la joven viuda apuró los planes. Los improvisados sicarios operarían por su cuenta, en la clandestinidad. Lo único que ella debía hacer era esperar el envío de cerveza y mantenerse alejada de Primo. El diácono y Segundo eran sus hombres. Sin saberlo, los otros jóvenes fueron descartados.

De allí en más se sucedieron una serie de extraños eventos. Una cruz de hierro cayó cerca de Primo. Una serpiente casi muerde a la viuda mientras dormía la siesta. Agua bendita cayó sobre la humanidad de menor de los Primo, pero fue solo refrescante.

-Padre -reclamó la mujer -usted no tiene ni idea…

Mientras los jóvenes trataban de destrozar la puerta de entrada con ángeles de yeso, Primo y su madrastra intercambiaban fuegos sin acertar al enemigo. Debido al esfuerzo, el ungido creyó haber sufrido un par de ataques cardíacos y desistió. No hay suficiente dinero en el mundo para compensar el trabajar tanto. Segundo resolvió tomarse una pausa prolongada. Su hermano, acostumbrado a la vida fácil, concluyó que la lucha no era para él. Con los cabellos embrollados, su investidura rasgada pero el animo invicto de saberse la gran vencedora, la joven viuda solo tenía un gran inconveniente. El cementerio la mantenía esclava. Nunca podría salir de allí, aún siendo poseedora de una inmensa riqueza. Los días se perderían y las noches, la nada. Ya desesperada, comenzó a golpear los hierros de la puerta hasta hacer sangrar sus puños. La abertura no cedió.

La piel comenzaba a ponerse dura y los cabellos grises, Las hojas verdes se desprendieron de los arboles formando un colchón dorado que cubrió pasillos y canteros. La joven viuda lo vio todo y sospecho más.

Minutos más tarde, el muchacho del delivery hizo derrapar su bicicleta junto a la entrada del camposanto. Extrajo las cervezas de una heladera de telgopor y las apoyó sobre la pared de menos de un metro que rodeaba la necrópolis. Extendió su mano aguardando la propina.  

 


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Mayo 6, 2020


 

Yuan y Renminbi vs Dólar

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Algunas malas ideas simplemente se esfuerzan por no morir. Las personas escuchan los más torpes rumores y tienden a repetirlos sin tomarse unos minutos para investigar las fuentes y conocer otras opiniones. Parece que no importa que muchos sean tontos más allá de la lógica. Cuando se trata de asuntos de dinero, uno grande se destaca como ridículo. Ese es el mito recurrente de que China de alguna manera expulsará de manera inminente al dólar estadounidense de su papel como la moneda más importante del mundo. El problema es que el murmullo no refleja la realidad del mundo en que vivimos. Es casi parte de una larga lista de las teorias de conspiraciones. Si China esperaba reemplazar el dólar como un término comercial para fijar el precio de productos globales como el petróleo de Arabia Saudita, o para pagar el envío de soja brasileña, entonces esas esperanzas se han desvanecido.

El dólar es el patrón. Si el euro no puede adelantarlo, el renminbi chino (RMB) seguramente no lo hará. Agregue al hecho de que muchas de las economías centrales están enojadas con China por la falta de transparencia con respecto al nuevo coronavirus del SARS y los productos defectuosos que pusieron a la venta. Es aún menos probable que sus socios comerciales clave establezcan el comercio y depositen confianza en el yuan postpandémico.

Según el Rastreador de RMB mensual de SWIFT, el proveedor global de servicios de mensajería financiera para transacciones entre países, la moneda de China representó el 1.85% de las transacciones globales.

En términos de pagos internacionales, excluidos los pagos dentro de las naciones de la eurozona, el RMB ocupó el octavo lugar con una participación del 1,23% de las liquidaciones en marzo y abril del año 2020.

La moneda china apenas ha subido las listas en términos de demanda de transacciones transfronterizas. En marzo del 2018, representó el 1.6% de todas las transacciones, sin oscilación en marzo de este año. En comparación, el dólar estadounidense pasó del 39,4% de todas las transacciones en marzo de 2018 al 44% en marzo de 2020.

La participación más alta para el RMB fue del 2,2% en agosto de 2019, según SWIFT. 

Las expectativas eran que el renminbi de China se convertiría más en un jugador global luego de ingresar a la canasta de divisas del Fondo Monetario Internacional, conocido como un Derecho Especial de Giro. Eso ocurrió a fines de 2015.

El mercado de bonos de China se ha abierto cada vez más a los extranjeros, pero los principales tenedores siguen siendo las instituciones financieras chinas, así como las empresas financieras y las personas de alto patrimonio neto en Hong Kong.

Durante años, el sur global ha especulado que un día una moneda competitiva derribaría al dólar. Esa moneda siempre se consideró el RMB.

Se suponía que los bancos centrales mundiales en los mercados emergentes, es decir, aquellos que tienen altas reservas de divisas como Brasil, aumentarían sus tenencias de bonos RMB para diversificarse.

Sin embargo, el RMB de China ha subido en la cadena alimentaria cuando se trata de financiamiento comercial.

En marzo de 2018, era la cuarta moneda más utilizada y representaba $ 1.5%, mientras que el dólar estadounidense representaba 84.6%. El mes pasado, subió un peldaño al tercer lugar, o el 2.4% de los acuerdos de financiamiento comercial. Estados Unidos también subió, con un 85,3%.

Una de las conclusiones más interesantes de SWIFT Tracker es que el Reino Unido fue el principal país extranjero que trabajó como intermediario de liquidación comercial. Alrededor del 37.5% de las transacciones en el mercado spot en la moneda china tuvieron lugar en Londres, lo que sugiere que su reciente movimiento para invitar a Huawei a su red de telecomunicaciones 5G se debió al menos en parte al deseo de mantener intactos los lazos financieros.

China amenazó con cerrar la interconectividad de la bolsa de valores de Londres a Shanghai cuando se corrió la voz de que los británicos estaban escuchando a los estadounidenses hablar sobre Huawei, entre otros asuntos provocados por la guerra comercial.

Si el Reino Unido cambia de rumbo y decide no permitir que Huawei participe en la infraestructura 5G del país, la moneda y los valores que se conectan con China se verían amenazados.

Estados Unidos está muy por detrás del Reino Unido en términos de comercio spot de RMB en 13.7%.

El Reino Unido ocupa el segundo lugar después de Hong Kong como las principales economías de RMB en alta mar basadas en transacciones entrantes y salientes. Hong Kong representa más del 75% y el Reino Unido, en un distante segundo lugar, representa el 6,7%, seguido de Singapur con un 3,5% y luego EE. UU. Con un 2,8%. El hecho de que Estados Unidos esté tan bajo en el tótem, a pesar de ser el socio comercial más importante de China, sugiere que el RMB está totalmente superado. Necesitarían que los europeos opten por más acuerdos comerciales en renminbi que en dólares para que China intente y aspire hacer un poco de mella en el dólar en el corto plazo.

Una vez, China trató de conseguir que algunos productores de petróleo del Medio Oriente valoraran su petróleo en RMB creando un mercado de futuros para él en su moneda. Esa idea fue rechazada no solo por razones políticas, ya que se planteó por primera vez con corredores de Dubai, sino también porque los comerciantes sentían que no podían confiar en el valor de la moneda china.

China es la única moneda en la canasta del FMI que no flota libremente.

Dentro de esa canasta, el RMB de China representa el 8% ahora. El dólar sigue siendo el rey en 41.7%, seguido por el euro en 30.93%.

 

Fuetes: Financial Times . Berkshire Hattaway Report .

 


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Mayo 6, 2020


 

MURROW

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Edward Murrow nació en Polecat Creek, condado de Guildford, en Carolina del Norte, el 25 de abril de 1908. Murrow asistió a la escuela secundaria Edison antes de estudiar en el Washington State College. En 1932 fue nombrado subdirector del Instituto de Educación Internacional.

Murrow
Chamberlain
Hitler

Murrow se unió al Columbia Broadcasting System (CBS) en 1935 como director de conversaciones. Sus nombramientos incluyeron a William L. Shirer en Alemania. Dos años después fue enviado a Londres para organizar conciertos para la red de radio. También hizo transmisiones sobre política y en septiembre de 1938 informó sobre el Acuerdo de Munich firmado por Neville Chamberlain y Adolf Hitler: “Miles de personas están de pie en Whitehall y alineando en Downing Street, esperando saludar al Primer Ministro a su regreso de Munich. Los periódicos de la tarde especulan sobre la posibilidad de que el Primer Ministro reciba un título de caballero mientras está en el cargo, algo que ha sucedido solo dos veces en la historia británica. Otros dicen que debería ser el próximo ganador del Premio Nobel de la Paz “.

Edward Roscoe Murrow era un periodista estadounidense y corresponsal de guerra. Primero ganó prominencia durante la Segunda Guerra Mundial con una serie de transmisiones de radio en vivo desde Europa para la división de noticias de CBS.
Nacido: 25 de abril de 1908, Condado de Guilford, Carolina del Norte
Murió: 27 de abril de 1965, Pawling, NY

Murrow fue un crítico del apaciguamiento y el 2 de septiembre de 1939 argumentó: “Algunas personas me han dicho esta noche que creen que se está preparando un gran problema que hará que Munich y la traición de Checoslovaquia se vean como una agradable fiesta de té”. me resulta difícil aceptar esta tesis. No sé qué piensa el gobierno, pero sí sé que para los británicos su palabra prometida es importante, y me sorprendería mucho ver que algún gobierno que traicionó esa promesa permanezca mucho tiempo en el cargo. Y sería igualmente sorprendente ver que cualquier acuerdo logrado a través de la mediación de Mussolini produzca algo más que una relajación temporal de la tensión “.

Mussolini
Churchill

Murrow permaneció en Londres después del estallido de la Segunda Guerra Mundial y sus informes de testigos oculares sobre el Blitz lo convirtieron en una figura nacional en los Estados Unidos. El 10 de septiembre de 1940 informó: “Pudimos ver pequeños hombres arrojando esas bombas incendiarias al río. Uno se quemó durante unos minutos como un faro justo en el medio de un puente. Finalmente, esas llamas blancas se apagaron. Nadie se molesta la luz blanca, es solo cuando se vuelve amarillo que un incendio real ha comenzado. Debo haber visto más de un centenar de bombas incendiarias y solo se iniciaron tres incendios pequeños. Los incendiarios no son tan malos si hay alguien allí para lidiar con ellos, pero esas bombas de petróleo presentan más dificultades. Mientras veía que esos fuegos blancos se encendían y apagaban, veía que las llamas amarillas se apagaban y desaparecían, pensé, ¡qué pequeño esfuerzo es este para quemar una gran ciudad! “

En mayo de 1940, Winston Churchill se convirtió en primer ministro: “Winston Churchill, que ha ocupado más cargos políticos que cualquier hombre vivo, ahora es primer ministro. Es un hombre sin partido. Durante los últimos siete años se ha sentado en la Cámara de los Comunes , una figura bastante solitaria y a menudo belicosa, que expresa advertencias desatendidas de la creciente ola de la fuerza militar alemana. Ahora, a la edad de sesenta y cinco años, Winston Churchill, gordo, calvo, con enormes hombros redondos, es por primera vez en su historia. variada carrera del periodista, historiador y político el Primer Ministro de Gran Bretaña. Churchill ahora toma la dirección suprema del esfuerzo de guerra de Gran Bretaña en un momento en que la guerra se está moviendo rápidamente hacia la puerta de Gran Bretaña. Los críticos del Sr. Churchill han dicho que él es tiende a ser impulsivo y, a veces, vengativo. Pero en la tradición de la política británica se le dará su oportunidad. Probablemente se arriesgará. Pero si trae la victoria, su lugar en la historia está asegurado “.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Murrow voló en más de cuarenta incursiones en Europa. Informó el 3 de diciembre de 1943: “Berlín era una especie de infierno orquestado, una terrible sinfonía de luz y llamas. No es un tipo de guerra agradable: los hombres que lo hacen hablan de eso como un trabajo. Ayer por la tarde, cuando Las cintas se extendieron en el gran mapa hasta Berlín y de regreso, un joven piloto con viejos ojos me dijo: “Veo que estamos trabajando de nuevo esta noche”. Ese es el estado de ánimo en el que se está trabajando. El trabajo no es agradable; es terriblemente agotador. Los hombres mueren en el cielo mientras que otros son asados vivos en sus sótanos. Anoche Berlín no fue un espectáculo agradable. En aproximadamente treinta y cinco minutos fue golpeado con aproximadamente tres veces la cantidad de cosas que alguna vez cayeron en Londres en un bombardeo nocturno: esta es una campaña de destrucción calculada e implacable.

En noviembre de 1944, Murrow informó sobre la nueva arma alemana, las bombas voladoras V-2: “Trataré de decir algo sobre V-2, los cohetes alemanes que han caído en varios puntos muy dispersos en Inglaterra. Los alemanes, como siempre, hizo el primer anuncio y lo usó para cubrir el hecho de que Hitler no pudo hacer su aparición anual en la bodega de cerveza de Munich. El anuncio alemán fue exagerado e inexacto en algunos detalles, pero no en todos. Durante algunas semanas aquellos de nosotros que habíamos conocido lo que estaba sucediendo se refería a estas explosiones, claramente audibles a lo largo de una distancia de quince millas, como “esas tuberías de gas explosivas”. Es imposible darle un informe confiable sobre la precisión de esta arma porque no sabemos qué Los alemanes han estado disparando. Han logrado algunos golpes afortunados y trágicos, pero como el Sr. Churchill le dijo a la Cámara de los Comunes, la escala y los efectos del ataque hasta ahora no han sido significativos. Eso, por supuesto, no es garantía de que no será solo ome. Esta arma lleva una carga explosiva de aproximadamente una tonelada. Llega sin previo aviso de ningún tipo. El sonido de la explosión no es como el crujido de la bomba pasada de moda, o el chasquido de la bomba voladora; el sonido es quizás más pesado y amenazante porque viene sin previo aviso. La mayoría de las personas que han experimentado la guerra se han salvado repetidamente al ver o escuchar; ninguno de los sentidos proporciona advertencia o protección contra esta nueva arma”.

No debemos confundir la disidencia con la deslealtad. Cuando la oposición leal muere, creo que el alma de América muere con ella”.
Edward R. Murrow

En 1945 Murrow se mudó a Europa continental, primero informando sobre la guerra desde Francia y luego en Alemania. También estaba con las tropas aliadas cuando entraron en los campos de exterminio en Buchenwald. “Cuando caminé hacia el final de los barracones, hubo un aplauso de los hombres demasiado débiles para salir de la cama. Sonaba como el aplauso de los bebés; estaban muy débiles. Cuando salimos al patio, un hombre cayeron muertos. Otros dos, debieron tener más de sesenta años, se arrastraban hacia la letrina. Lo vi pero no lo describiré “.

Un prisionero comentó: “¿Escribirás algo sobre esto, tal vez?” Para escribir sobre esto debes haber estado aquí por al menos dos años, y después de eso, no quieres escribir más “. Murrow continuó buscando en el campamento : “Nos dirigimos al pequeño patio. El muro tenía unos ocho pies de alto; contiguo a lo que había sido un establo o garaje. Entramos Estaba pavimentado con hormigón. Había dos hileras de cuerpos apilados como leña. Eran delgados y muy blancos … Parecía que la mayoría de los hombres y niños habían muerto de hambre; No habían sido ejecutados. Pero la forma de la muerte no parecía importante. El asesinato había sido hecho en Buchenwald. Solo Dios sabe cuántos hombres y niños han muerto allí durante los últimos doce años. El jueves me dijeron que había más de veinte mil en el campamento. Había habido hasta sesenta mil. ¿Dónde están ahora? “Murrow terminó su informe de Buchenwald con las palabras:” Te ruego que creas lo que he dicho sobre Buchenwald. He informado lo que vi y escuché, pero solo una parte. Para la mayor parte no tengo palabras. Si te he ofendido por este relato bastante leve de Buchenwald, no lo siento en lo más mínimo “.

A fines de la década de 1940, Murrow apoyó la persecución de miembros del Partido Comunista Americano, lo cual podría considerarse raro para un hombre de centro-izquierda, pero Murrow tenía un sentido anti-soviético y el Comunismo era simplemente otra forma de cortar las libertades civiles tan apreciadas por América. Este acoso incluyó el arresto de sus líderes, Eugene Dennis, William Z. Foster, Benjamin Davis, John Gates, Robert G. Thompson, Gus Hall, Benjamin Davis, Henry M. Winston y Gil Green bajo la Ley de Registro de Extranjeros. hombres a cinco años de prisión y una multa de $ 10,000 (Thompson, debido a su historial de guerra, recibió solo tres años). Murrow argumentó el 14 de octubre de 1949: “Un resultado del veredicto puede ser convencer a varias personas de que los comunistas no son simplemente otro partido político. En vista de la gran cantidad de evidencia producida en el tribunal del juez Medina, será bastante difícil en el futuro para cualquiera de mantener que se unió y trabajó para el Partido Comunista sin saber realmente que abogaba por una revolución violenta. Ha habido muchas propuestas serias para controlar, contener o prohibir al Partido Comunista en este país, esfuerzos para acapararlos sin estrangular nuestras libertades con el extremo suelto de la cuerda. Es un asunto delicado y peligroso. No podemos legislar la lealtad. Pero, sin embargo, la cuestión del control de la subversión es una de las más importantes que enfrenta este país “.

Murrow se preocupó por las actividades de Joseph McCarthy y sugirió que su amigo, Raymond Gram Swing, debatiera con Ted C. Kirkpatrick, coautor de Red Channels, en el Radio Executives Club el 19 de octubre de 1950. Swing argumentó: ” Seré breve en dar las razones por las cuales creo que el enfoque de Red Channels es completamente antiamericano. Es un libro compilado por personas privadas para ser vendido con fines de lucro, que enumera los nombres de las personas sin otra razón que sugerirlos. por tener conexiones comunistas de suficiente peso para hacerlos inaceptables para la radio estadounidense. La lista ha sido elaborada a partir de informes, declaraciones de periódicos y membretes, sin verificar y sin verificar las pruebas, y sin dar una audiencia a nadie cuyo nombre esté en la lista. No se intenta evaluar la naturaleza de las conexiones comunistas. Se cita a varias organizaciones como aquellas con las cuales la persona está afiliada, pero sin una declaración sobre la naturaleza de la asociación “.

McCarthy

En respuesta a este discurso, la revista de Kirkpatrick, Counterattack, publicó un artículo sobre Swing donde se afirmaba que: “El Consejo Nacional de la Amistad Soviética Americana fue citado como subversivo en 1947; a fines de 1948 todavía figuraba como uno de sus patrocinadores. En sus transmisiones, Swing a menudo siguió una línea de apaciguamiento y defendió la política rusa “. La revista continuó atacando un artículo que había escrito para el Atlantic Monthly donde había argumentado que el pueblo de los Estados Unidos “puede elegir si trabajar con la Unión Soviética como socio o rendirse a los recuerdos y los temores”. Como resultado de estos ataques, Swing se vio obligado a renunciar a la Voz de América (VOA).

En 1951 inauguró el periodismo televisivo en profundidad con su semanal See It Now de 30 minutos. También presentó Persona a Persona, donde entrevistó a figuras públicas muy conocidas. Murrow, como muchos otros periodistas liberales, se preocupó cada vez más por el impacto que la campaña anticomunista de Joe McCarthy estaba teniendo en Estados Unidos. Estaba particularmente molesto por los ataques contra George Marshall, un hombre que Murrow consideraba “el mejor estadounidense vivo”. Un amigo de Murrow, Larry Duggan, Director del Instituto de Educación Internacional (CII), también fue acusado de ser miembro del Partido Comunista Americano y se le ordenó comparecer ante el Comité de Actividades de la Cámara de las Naciones Unidas. No dispuesto a nombrar radicales con los que se había asociado en su juventud, Duggan se suicidó saltando de su oficina del piso dieciséis.

“Para ser persuasivos debemos ser creíbles; para ser creíbles debemos ser verosímiles; para ser verosímiles debemos ser sinceros”.
Edward R. Murrow

Murrow ahora decidió hablar y se quejó del trato de McCarthy con Henry Dexter White, a quien Joe McCarthy había acusado recientemente de ser un espía comunista. Murrow ahora fue acusado de ser parte de la “conspiración de Moscú” y se sugirió que “un anticomunista era tan peligroso como un comunista”.

A principios de 1954, Murrow y su productor, Fred Friendly, decidieron dedicar una edición de See It Now to McCarthyismo. CBS no estaba contento con la idea y había sido una de esas compañías de televisión que había formado parte de la lista negra para evitar que las personas nombradas por Joe McCarthy fueran empleadas en la industria. La CBS introdujo su propio contrato de “juramento de lealtad” y despidió a algunos trabajadores porque anteriormente habían sido miembros del Partido Comunista. CBS y el patrocinador del programa se negaron a publicitar el programa McCarthy propuesto y, como resultado, Murrow y Friendly decidieron usar $ 1,500 de su propio dinero para pagar los anuncios en los periódicos.

Marshall

El 9 de marzo de 1954, el programa See It Now de Murrow trató sobre el macartismo. Durante la transmisión, Murrow comentó: “La línea entre investigar y perseguir es muy delgada y el senador junior de Wisconsin lo ha superado repetidamente. No nos dejará llevar por el miedo a una era irracional, si profundizamos en lo nuestro la historia y nuestra doctrina y recuerde que no somos descendientes de hombres temerosos, no hombres que temían escribir, hablar, asociarse y defender causas que eran del momento impopular. Este no es el momento para los hombres que se oponen a los métodos del senador McCarthty guardar silencio. Podemos negar nuestra herencia y nuestra historia, pero no podemos escapar de la responsabilidad por el resultado “.

El día después de que el programa CBS anunciara que 12,348 personas llamaron por comentarios sobre el programa, y ​​las opiniones fueron quince a uno a favor de Murrow. Los patrocinadores también informaron haber recibido más de 4,000 cartas, y la gran mayoría apoya la postura de Murrow. El New York Herald Tribune, un periódico republicano, dijo que Murrow había presentado “una evaluación sobria y realista del macartismo y el clima en el que florece”. Jack Gould, crítico de televisión de The New York Times, calificó la transmisión como “periodismo cruzado de alta responsabilidad y coraje genuino”, una “autopsia visual incisiva del registro del senador”. Sin embargo, Jack O’Brian, columnista de radio y televisión por el derecho de Hearst -Wwing New York Journal-American, calificó la transmisión como una “mancha”.

Cuando se le preguntó a Joe McCarthy qué pensaba del programa, respondió: “Nunca escucho los elementos del corazón de radio y televisión de extrema izquierda y sangrantes”. Varias veces en los siguientes días atacó a Murrow. Afirmó que Murrow había “patrocinado una escuela comunista en Moscú” y “había actuado para la organización de espionaje y propaganda rusa conocida como VOKS, un trabajo que normalmente realizaría la policía secreta rusa”. Afirmó que la amistad de Murrow con Harold Laski, una figura destacada del Partido Laborista británico, fue un ejemplo de sus simpatías procomunistas.

Hollenbeck

La persecución de los que se oponen al macartismo continuó. Cuando el programa See It Now terminó el 9 de marzo, Don Hollenbeck, salió al aire con las noticias regulares de las 11.00 p.m. y dijo: “Quiero asociarme con cada palabra que acaba de decir Ed Murrow”. Hollenbeck fue denunciado en la prensa pro McCarthy como comunista. Después de tres meses de frotis, Hollenbeck, incapaz de soportar la tensión, se suicidó.

La caída de McCarthy se produjo como resultado de las investigaciones del Senado televisadas en el Ejército de los Estados Unidos. Un periódico, el Louisville Courier-Journal, informó que: “En esta larga y degradante parodia del proceso democrático, McCarthy ha demostrado ser malvado e inigualable en la malicia”. Los principales políticos de ambos partidos se habían avergonzado por el desempeño de McCarthy y el 2 de diciembre de 1954, una moción de censura condenó su conducta por 67 votos contra 22.

A fines de la década de 1950, Murrow se desilusionó con la transmisión televisiva. No estaba de acuerdo con el énfasis puesto en producir programas basados ​​en entretenimiento. Murrow dejó la transmisión en 1961 y se unió a la Agencia de Información de los Estados Unidos (USIA). Sin embargo, sufriendo de cáncer de pulmón, lo obligaron a renunciar en 1964. El cáncer se extendió al cerebro y Edward Murrow murió en Glen Arden, el 27 de abril de 1965.

 


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Mayo 6, 2020


 

Europa y los Paraísos Fiscales

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Con las negociaciones sobre cómo fraguar el plan de recuperación de la crisis del coronavirus, ha vuelto a surgir el debate sobre los paraísos fiscales

Algunos países de la Unión Europea son víctimas de la competencia fiscal agresiva de otros miembros del club. De entre los 27 miembros, Holanda obtuvo la puntuación más alta en el último Índice de Paraísos Fiscales Corporativos, seguida de Luxemburgo e Irlanda.

En 2017 la baja carga impositiva de Holanda comportó pérdidas de ingresos considerables a Francia; Italia, Alemania y España. Lo denunció el mes pasado la Tax Justice Network, una organización defiende que ahora es un buen momento para implementar un sistema de tributación común a nivel europeo

Su director Ejecutivo, Alex Cobham, ha comentado que “Holanda y otros países sienten mucha más presión que hace un año, quieren ser percibidos como contribuyentes a la solidaridad y no perjudicar a otros Estados miembros. Es mucho más difícil que se opongan a ello. Otros países como Alemania, especialmente Alemania, ejercen presión sobre las multinacionales para que se vuelvan más transparentes y demuestren que están pagando los impuestos en casa.”

Petridis
Cobham

Los activistas por la transparencia fiscal creen que se debería considerar un “impuesto a los beneficios excesivos” como en los períodos de guerra. Cobham asegura: “Mientras que algunas empresas sufren, hay una serie de industrias -sobre todo las que se dedican al comercio en línea como Amazon, Google y algunas otras que realmente obtienen beneficios muy altos. En estos momentos difíciles, un impuesto de beneficios excesivos les permitiría quedarse con el 5 por ciento del beneficio pero el estado recibiría el resto, entre el 50 y el 75 por ciento”

Con la crisis que se avecina, hay quien considera que es el momento de obtener nuevas fuentes de ingresos para el próximo Presupuesto de la Unión. La anterior Comisión Europea sugirió crear tres impuestos nuevos: uno sobre las grandes empresas, otro sobre las emisiones de CO2 y otro más sobre el plástico no reciclado. Los tres juntos reportarían alrededor de 20 mil millones de euros.

Esta es una idea que agrada al gobierno de Chipre. El país, considerado promotor de la evasión fiscal, dice estar abierto a nuevas formas de solidaridad.

Konstantinos Petridis, Ministro de Finanzas de Chipre, ha dicho: “Somos un país con impuestos bajos y queremos seguir siéndolo. Pero queremos asumir la carga de la imposición fiscal sobre el trabajo y quizás considerar una tasa verde. Creo que ésta es también una propuesta europea que nosotros compartimos”.

Por ahora ningún estado miembro forma parte de la lista negra de paraísos fiscales de la Unión Europea.

Para demostrar que están preparados para ser un ejemplo, algunos países como Francia, Dinamarca y Polonia ya han prometido que las empresas que operan en paraísos fiscales no van a recibir ayudas públicas.

 


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Mayo 6, 2020


 

El Hindenburg

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“¡Es fuego y se estrella! . . . ¡Esta es la peor de las peores catástrofes del mundo! Oh, se está cayendo. . . oh, cuatro o quinientos pies en el cielo, y es un tremendo choque, damas y caballeros. Hay humo, y ahora hay llamas, y el marco se estrella contra el suelo, no del todo al mástil de amarre. ¡Oh, la humanidad y todos los pasajeros que gritan por aquí!

. . . No puedo hablar, damas y caballeros. Honestamente, solo está acostado allí, una masa de restos humeantes, y todo el mundo apenas puede respirar y hablar. . . Honestamente, apenas puedo respirar. Voy a entrar donde no puedo verlo. . . . ”

Herb Morrison, periodista

 

El 6 de mayo de 1937, el zeppelin alemán Hindenburg explotó, llenando el cielo sobre Lakehurst, Nueva Jersey, con humo y fuego. La cola de la enorme aeronave cayó al suelo, mientras que su nariz, de cientos de pies de largo, se elevó en el aire como una ballena que se abre paso. Se convirtió en cenizas en menos de un minuto. Algunos pasajeros y miembros de la tripulación saltaron decenas de pies a un lugar seguro mientras que otros se quemaron. De 97 personas a bordo, 62 sobrevivieron.

En ese momento, se suponía que el Hindenburg estaba marcando el comienzo de una nueva era de viajes en aeronaves. Pero el choque, en cambio, puso fin a esa época, abriendo paso a la era de los aviones de pasajeros. El accidente fue el primer desastre tecnológico masivo captado en una película, y la escena quedó incrustada en la conciencia del público.

 

El conde Ferdinand von Zeppelin, un oficial militar alemán, desarrolló las primeras aeronaves de marco rígido a fines del siglo XIX. Había observado globos de aire caliente en los Estados Unidos durante la Guerra Civil. Construyó su primera aeronave, LZ-1, en 1899. Con el tiempo, su nombre se convirtió en sinónimo de todas las aeronaves rígidas.

El Hindenburg, designado oficialmente LZ-129 Hindenburg, fue la aeronave comercial más grande jamás construida y, en ese momento, la más avanzada tecnológicamente. Tenía 245 metros (803.8 pies) de largo y 41.2 m (135.1 pies) de diámetro. Era más de tres veces más grande que un Boeing 747 y cuatro veces más grande que el Goodyear Blimp. Podría alcanzar velocidades de crucero de 122 km / h (76 mph) y una velocidad máxima de 135 km / h (84 mph).

El Hindenburg presentaba 72 camas para pasajeros en cabinas con calefacción, un comedor tapizado de seda, un salón, una sala de escritura, un bar, una sala de fumadores y paseos con ventanas que se podían abrir durante el vuelo. Los muebles fueron diseñados con aluminio ligero. De acuerdo con el American Enterprise Institute, se tomaron precauciones especiales para garantizar que la sala de fumadores fuera segura, incluida una esclusa de aire de doble puerta para evitar la entrada de hidrógeno.

von Zeppelin

El Hindenburg fue nombrado por el ex presidente de la República Alemana de Weimar, Paul von Hindenburg (1847-1934). Realizó su primer vuelo en marzo de 1936 y voló 63 veces, principalmente de Alemania a América del Norte y del Sur.

Dirigibles, zepelines y globos aerostáticos son todo tipo de aeronaves más ligeras que el aire. Se mantienen en el aire a través de un gas de elevación, como helio, hidrógeno o aire caliente. Los zepelines, incluido el Hindenburg, tienen marcos rígidos construidos con anillos y vigas longitudinales. Las celdas de gas les permiten mantener su forma sin desinflarse, a diferencia de los globos aerostáticos y los dirigibles.

El marco fue construido deuna aleación de aluminio. El Hindenburg era más ancho que otras aeronaves, lo que lo hacía más estable. Cuatro motores lo accionaban.

Dieciséis celdas de gas hechas de algodón gelatinizado mantuvieron el Hindenburg en alto. Estas células fueron diseñadas para llenarse con helio, que era más seguro que el hidrógeno porque no es inflamable. Sin embargo, los alemanes no pudieron obtener helio. Era muy costoso, requería más operadores y reducía la carga útil. Lo que es más importante, solo Estados Unidos y la Unión Soviética tenían helio en ese momento.

Nadie estaba haciendo negocios con los soviéticos y debido a que el helio era difícil de extraer, Estados Unidos tenía una ley que prohibía la exportación de helio. Un mito es que Hindenburg no tenía helio porque Estados Unidos no lo vendería a los nazis. Eso no es cierto; la prohibición se aprobó seis años antes de que los nazis tomaran el poder. En 1936, Estados Unidos estaba produciendo más helio, y es posible que lo hubieran vendido a los alemanes, pero estos últimos nunca lo pidieron.

von Hindenburg

El orgullo nazi, la depresión económica en curso en Alemania y las dificultades de obtener ganancias con una aeronave levantada con helio impidieron que los alemanes intentaran usar helio para el Hindenburg.

El accidente
En su último y fatídico viaje, el Hindenburg despegó de Frankfurt, Alemania, el 3 de mayo de 1937. El viaje fue tranquilo, aunque los vientos en contra retrasaron el cruce del Atlantico y el tiempo estimado de aterrizaje en 12 horas. El mal tiempo aguardaba en Nueva Jersey, donde las tormentas eléctricas habían azotado todo el día. El Capitán Max Pruss y otros oficiales superiores a bordo del Hindenburg solicitaron retrasar aún más el aterrizaje hasta que las condiciones climáticas mejoraran un poco.

El Hindenburg se acercó a Lakehurst justo después de las 7 pm del 6 de mayo. Preocupados por el deterioro de las condiciones climáticas y ante los cambios en los patrones del viento, los oficiales decidieron ejecutar un giro en S para aterrizar en una mejor dirección por las ráfagas existentes. Después del giro, se dejaron caer las líneas de aterrizaje. Los manipuladores en el suelo usaron estas cuerdas para ayudar a guiar el aterrizaje. El Hindenburg estaba a unos 180 pies en el aire.

Pocos minutos después de que se bajaran las líneas de aterrizaje, los miembros de la tripulación de tierra vieron lo que describieron como “aleteo ondulatorio” debajo de la cubierta de tela de la nave, posiblemente causado por el hidrógeno que había escapado de su celda.

A las 7:25 p.m., aparecieron llamas en la cola del Hindenburg. En cuestión de segundos, el fuego cubrió toda la cola. Esta se hundió en el suelo y la nariz se elevó hacia el cielo durante varios segundos antes de estrellarse, envuelta en llamas. La cubierta de tela desapareció, dejando el esqueleto de duraluminio de pie por un momento antes de que se doblara y colapsase.

Tomó solo 34 segundos para quemar. La gente siempre se sorprende por eso. Solo 34 segundos.

Debido a la velocidad de la destrucción, la supervivencia dependía principalmente de dónde estaban los pasajeros y la tripulación en el momento en que comenzó el incendio. La mayoría de las personas en la periferia del barco pudieron saltar a un lugar seguro. La mayoría de los pasajeros en sus cabañas murieron. Más miembros de la tripulación que pasajeros perecieron porque estaban dispersos por todo el Hindenburg, mientras que la mayoría de los pasajeros se habían reunido en las ventanas para observar el aterrizaje.

El accidente fue filmado por cuatro compañías de noticieros, aunque ninguna captó los primeros momentos del incendio. Siempre tenían reporteros y equipos de filmación cuando aterrizaba porque las celebridades volaban sobre él. Era lo que había que hacer en ese momento. Miles de personas vendrían a ver los aterrizajes.

Los medios más famosos del accidente de Hindenburg es la cuenta de radio de testigo presencial de Herbert Morrison, que fue transmitida por WLS Chicago al día siguiente. En él, describe la escena con vívidos detalles y exclama su famosa frase: “¡Oh, la humanidad!”

¿Qué causó el accidente?
Hay varias teorías sobre la razón del accidente.  Cuando se trata de lo básico de lo que sucedió, no hay controversia entre todos los académicos respetables en el campo. Se establece que hubo una fuga en las celdas de combustible, el hidrógeno escapó y se mezcló con oxígeno, creando una mezcla altamente inflamable, que luego se encendió y causó un desastre masivo.

Pruss

No hay evidencia que respalde las teorías de que una bomba o flecha golpeó el Hindenburg en un acto de sabotaje o que una sustancia química o material distinto al hidrógeno causó el incendio. La teoría más conocida es que la tela era extremadamente inflamable. No lo fue. No hay evidencia de que lo fuera. Las aeronaves en general y el Hindenburg en particular habían sido alcanzadas por un rayo. Las aeronaves de hidrógeno habían sido alcanzadas por un rayo con la frecuencia suficiente como para perforar la cubierta, pero nunca causaron un incendio porque el hidrógeno no estaba goteando “.

Lo que sigue siendo incierto es por qué el hidrógeno tenía fugas y exactamente cómo se encendió. Hay muchas especulaciones sobre por qué ocurrió la filtración. Una teoría común es que el giro en S agudo provocó que un cable se rompiera y cortara en una celda de gas, pero eso ha sido bastante refutado, dado que toda la evidencia se quemó.

Los expertos tienen una buena idea de lo que causó la ignición. Hay dos teorías principales: descarga electrostática y fuego de San Elmo. En ambas teorías, la alta carga eléctrica en el día, causada por las tormentas eléctricas, juega un papel importante.

Lo cierto es que si el Hindenburg no se hubiera incendiado, los avances tecnólogicos lo hubieran depositado en un cementerio de aviones. 

 


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Mayo 6, 2020


 

¿HACEMOS O SIMPLEMENTE HABLAMOS?

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 Por CLAUDIO VALERIO

Cierto día, el padre, enseñaba a su hijo pequeño sobre la forma de vivir de una buena persona y cuáles deberían ser sus actitudes. Al terminar la lección, el padre oyó del hijo una pregunta a cual jamás pudo olvidar: “¿Padre, yo ya vi a una buena persona?” ¿Será qué ya pasamos por la misma vejación? Ya oímos, alguna vez, de un amigo: “¿Es una buena persona?  Estoy sorprendido… ¡confieso que no me di cuenta!” Y si un amigo se muestra perplejo al saber que somos buenas personas,  ¿que podríamos decir de nuestro Dios?
Muchas veces citamos, con facilidad, todo lo que una buena persona debe hacer. También no es difícil, para nosotros, decorar una gran cantidad de actitudes o bien justificarlas. Podemos, desde luego, vestirnos con ropas que nos hacen parecer bondadosos, rectos… Pero, ¿es eso suficiente? Son varias las personas que dominan toda la Biblia, citando versículos sin dificultades; sin embargo, ¿de qué vale  todo eso si no son  compasivos, virtuosos, honestos, bonachones; o sea, desconocen el Dios de la Biblia? ¿De qué le sirve a ellos conocer el texto si no experimentan de una relación y comunicación con el Señor? No adelanta saber dónde está el buen camino si no está la iniciativa de andar por él. Si nos definimos como “buena gente”, debemos andar como corresponde andar, dispuestos a dar, de hablar con sensibilidad, debemos demostrar amor y ternura, debemos buscar vivir en  caridad  con el necesitado de contención; ser gratos. Ser buena persona no es ir a la misa   confesar los pecados al sacerdote, ni ir a un culto y allí cantar los himnos entonados, ni acompañar en oración junto a la TV o una radio. Ser buena persona es abrir el corazón al necesitado de afecto y de nuestra benevolencia; como también abrirlo para Jesús. Y así, con estas cosas, seríamos sal en una tierra sin sabor, seríamos luz en un mundo tomado por densas tinieblas… Ser buena persona es dejar que Jesús Cristo brille en todas nuestras actitudes. Y me pregunto: ¿Hablamos de lo que debe ser una buena persona, o lo demostramos a través de nuestro diario vivir?

Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires, Argentina), recibe
un cálido abrazo, junto a mi deseo de que dios te Bendiga y prospere
en todo lo que emprendas, y derrame sobre ti Salud, Paz, Amor,
y mucha prosperidad.

Claudio Valerio (Valerius)

 


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Mayo 6, 2020


 

LO MÁS VISTO ♣ Mayo 5, 2020

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Las noticias más leídas en PrisioneroEnArgentina.com. Las más comentadas, las más polémicas. De que está la gente hablando…

REINICIO Mayo 4, 2020 00.00 HORAS –
HORA DE CONTROL Mayo 5, 2020 23.23 HORAS

 

 


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Mayo 5, 2020


 

CIBERPATRULLAJE A LOS POLICIAS

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SAN MARTÍN-BUENOS AIRES (ANDigital) Un uniformado de la Policía Bonaerense fue sumariado este viernes por haber publicado un estado de WhatsApp, en una decisión tomada por la Auditoría General de Asuntos Internos (AGAI) del Ministerio de Seguridad bonaerense, que encabeza Sergio Berni. Se trata del oficial subinspector Pablo Daniel Ricci, numerario de la Superintendencia de Institutos de Formación Policial, aunque en estos momentos designado a cumplir las funciones de oficial de servicio día por medio en la Sociedad Alemana de Gimnasia de Villa Ballester, en el distrito de San Martín. De acuerdo al parte policial, a las 20.50 horas de este jueves 30 de abril Ricci publicó en uno de sus estados de la mencionada red social una placa de color verde con una leyenda en letra imprenta mayúscula que rezaba “CAMPAÑA NACIONAL Y PROVINCIAL ADOPTA UN PRESO, NO SEAS ORTIVA!”, y que en el pie tenía los logotipos que llevan todas publicaciones oficiales de la Municipalidad de Merlo.

 

LOS JÓVENES DE AZUL Y LOS BURÓCRATAS

 Por CLAUDIO KUSSMAN

La “humorada” que en tiempos de ciberpatrullaje no salió bien.

De confirmarse esta noticia, el joven Oficial Subinspector de la Policía de la Provincia de Buenos Aires PABLO DANIEL RICCI, numerario de la Superintendencia de Institutos de Formación Policial, aprenderá que en esta época y en este territorio vestir un uniforme azul, no es para nada fácil ni salubre. Normalmente le permitiría tener autoridad y realizar una de las mejores tareas del mundo, como es servir y proteger a gente que no se conoce. Pero Argentina es un país dividido, en permanente convulsiones y rencores, con muchos falsos revolucionarios en donde crueles terroristas asesinos del pasado, hoy son homenajeados por las autoridades gubernamentales, de TODOS los colores políticos como “idealistas” que luchaban por la democracia. Estos jóvenes como RICCI no han tenido en cuenta la trágica experiencia de quienes hoy somos adultos mayores imputados por los bien o mal llamados delitos de lesa humanidad a como dé lugar, pero que, en otros momentos difíciles del país, también fuimos jóvenes. La edad hacia que siempre estuviéramos alegres, predispuestos a la sonrisa fácil y por qué no, a burlarnos muchas veces de eventos dramáticos porque ese era nuestro mundo, tratar con eventos dramáticos del ser humano.

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Acto de egreso de jóvenes oficiales en la Escuela de Policía “Juan Vucetich” y el inicio de una nueva vida con no pocos desafíos.
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Sabrina Frederic Ministra de Seguridad de la nación, Axel Kicillof, gobernador bonaerense y Sergio Berni, Teniente Coronel del Ejército Argentino, Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires. El tiempo y sus acciones determinarán la huella que dejen en su transitorio paso por el cargo que ocupan.
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La gran ventaja nuestra era que no existía la tecnología de hoy y nosotros éramos autoridad, dirigidos por POLICIAS CON AUTORIDAD, que nos entendían porque casi éramos sus hijos y ellos eran nuestros segundos padres. Cuando “los viejos” nos reprendían sabíamos que nos estaban enseñando y ayudando a crecer. Luego en un abrir y cerrar de ojos, nosotros ocupamos el lugar de esos ceñudos jefes y ayudamos a crecer y sobrevivir a nuevas generaciones “de pibes” de azul.   Hoy no es así, el sumario que se le iniciara a RICCI por “evento pasible de actuación administrativa o sumario” perjudicará su carrera y lo desalentará en la misma ya que quienes dirigen son nada más que burócratas que no sienten y rechazan el uniforme. Más allá de toda maniobra política que haya detrás de este evento, como podría ser intentar hacer callar a la gente, ¿SABE UNA COSA, DON BERNI? (1) Sé que a usted y a muchos como usted no le interesa, pero cuando pasen los años, ninguno de ustedes será recordados con el afecto y la nostalgia que sentimos nosotros por nuestros queridos viejos de azul. Esos que sin tanto papeleo nos enseñaron y ayudaron a ser mejores personas, crecer y sobrevivir al tiempo que procurábamos cumplir con la difícil misión de SERVIR Y PROTEGER.

Claudio Kussman

Comisario Mayor (R) 

Policía Pcia. Buenos Aires

Mayo 05, 2020

claudio@PrisioneroEnArgentina.com

www.PrisioneroEnArgentina.com

 

 “Los únicos filósofos auténticos que hoy quedan son los policías”

J.G. Ballard (1930-2009)

 

1) Sergio Berni, Teniente Coronel del Ejército Argentino, designado por el actual gobierno como Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires. Tiene a su cargo la Policía Bonaerense que cuenta con casi 100.000 efectivos, y la jurisdicción más difícil y conflictiva del país. 

 

Colaboración: MIGUEL FRANCISCO PRESTOFELIPPO

 


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Mayo 5, 2020


 

5 de Mayo

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El 5 de mayo se conmemora el triunfo del Ejército mexicano sobre el invasor francés tras la Batalla de Puebla. Una fecha que se celebra más en Estados Unidos que en México donde muchos creen que se festeja la independencia mexicana. 

La mañana del 5 de mayo de 1862 comenzó en Puebla (centro de México) una batalla en la que el ejército mexicano (unos 2.000 soldados y unos 2.700 civiles armados) se enfrentó a las fuerzas armadas francesas, unas de las más experimentadas del planeta en ese momento histórico, pero con estrategias no adaptadas al terreno. El Ejército galo había avanzado en los últimos cuatro meses desde las costas de Veracruz con la intención de invadir México, tras el incumplimiento del pago de 80 millones de dólares en deuda. La batalla de Puebla duró todo el día y los mexicanos resultaron vencedores, por primera vez desde que los franceses habían entrado al territorio. “Las armas nacionales se han cubierto de gloria. Las tropas francesas se portaron con valor en el combate y su jefe con soberbia, necedad y torpeza”, escribió el hombre al frente de las tropas mexicanas: el general Ignacio Zaragoza.

Latrille
Díaz
Zaragoza

La batalla de Puebla representa la antesala de la invasión a la Ciudad de México. La importancia del enfrentamiento entre ambos ejércitos fue por la cercanía de Puebla con la capital del país (150 kilómetros). El Ejército de México se apostó en los Fuertes de Loreto y Guadalupe, una construcción militar enclavada en un cerro al norte de la ciudad. Desde allí podían observar el avance de las tropas francesas —unos 6.000 soldados— mientras que los mexicanos apenas llegaban a los 5.000 efectivos. Ganaron los mexicanos, pero el Ejército francés volvió un año más tarde, derrotó al ejército nacional y tomó Ciudad de México el 10 de junio de 1863. Allí se quedaron hasta 1866.

El líder de la batalla entre las fuerzas mexicanas fue el general Ignacio Zaragoza, quien tuvo a su lado a Porfirio Díaz, que después sería presidente de México, para diseñar la estrategia de ataque contra los franceses. Zaragoza y Díaz eran destacados militares con brillantes carreras en las fuerzas armadas. El Ejército galo estaba bajo el mando de Charles Ferdinand Letrille, conde de Lorencez, que había informado a Napoleón III de que se haría pronto con la Ciudad de México porque su ejército era “superior de raza, de organización, de disciplina, moralidad y elevación de sentimientos”.

Cada 5 de mayo se conmemora la Batalla de Puebla con un desfile militar y civil en la Ciudad de Puebla. El presidente mexicano participa y pasa revista a las Fuerzas Armadas que acuden para conmemorar la fecha. El Ejército mexicano también hace una representación de la batalla en el Campo Militar de esa ciudad. La celebración se ha extendido a Estados Unidos, donde algunos colectivos de Puebla aprovechan para hacer desfiles y conciertos en los que festejan su origen mexicano con comida típica y mariachis.

Las piñatas, tan populares en México, se han adaptado a los tiempos y a esta fecha. En las redes sociales, las imágenes de botes de mahonesa (o mayonesa), sobre todo de Hellmann´s, y de tacos sirven para saludar y celebrar el día. Todo un error léxico o un juego de palabras: cinco de mayo en español suena en los oídos anglosajones (y lo leen y pronuncian en Estados Unidos) como sink of de mayo algo así como “se hunde la mayonesa”, una salsa, por otro lado, muy apreciada por los mexicanos. Y la broma se completa con la historia de que el Titanic se hundió con 12.000 tarros de mayonesa Hellmann’s en su interior que hubieran sido despachadas a Veracruz si el trasatlántico de lujo hubiera llegado a su destino en Nueva York en 1912.

 


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Mayo 5, 2020


 

CONVOCATORIA

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Buenos Aires 05 de Mayo del año 2020 – 1677

CONVOCATORIA

Por COSME BECCAR VARELA

Es necesario reaccionar ahora, antes de que sea demasiado tarde. Si prorrogan la cuarentena por cuarta vez habremos pasado dos meses en prisión domiciliaria y el país habrá estado inmovilizado por igual tiempo, con las previsibles consecuencias, o sea, quiebra de las pequeñas y medianas empresas, desocupación, miseria y hambre. Y en lo personal, falta de recursos, depresión grave, con grandes posibilidades de conflictos hogareños y hasta de suicidios.  

Como lo he explicado en los arts. 1669 al 1676 de este periódico, desde el 11/3/2020, así empezó a gestarse la tiranía chavista en Venezuela y todo el mundo sabe lo que eso ha significado para el pueblo de ese país hermano: opresión, hambre, sometimiento al comunismo castrista y muerte, más el exilio de 5.000.000 de venezolanos.

Gines González García

No es posible que nos dejemos atropellar por el tirano en ejercicio, el asesino abortista Ginés Gonzalez García, apoyado por el títere kirchnerista que funge de Presidente. Aquel homicida de niños por nacer es de un cinismo y de una insolencia intolerables. ¿Cómo es posible que la decisión de seguir con la cuarentena se base en datos que provienen de ese individuo que si es capaz de matar a niños nonatos con mucho más desenfado puede mentir, si eso le sirve para sus fines políticos? Aún así, aún con sus mentiras, la cantidad de “infectados” que revela hoy es de 4783 personas y 246 muertos (todos complicados con otras enfermedades o ancianos casi centenarios, como una señora que murió ayer de 99 años) (“La Nación” 4/5/2020, pag. 13) lo cual, en una población de 44.000.000 de habitantes y en un tiempo de dos meses no es suficiente como para tomar medidas “defensivas” que arruinan el país y destruyen las libertades constitucionales. En rigor, en ningún caso es lícito abolirlas pero menos aún en circunstancias tan dudosas.

En la tapa de “La Nación” de hoy 4/5/2020 se publica una foto de una gran cantidad de neoyorquinos tomando sol en grupos (sin dos metros de separación), sin barbijo, en el Central Park. Sin embargo, sólo en esa ciudad ha habido 5.489 muertos por el virus, siendo que la ciudad tiene 8.399.000 habitantes (o sea menos que la argentina). Es decir, las autoridades de la ciudad a pesar de estar en peor situación que la nuestra, no coartan la libertad de los habitantes sabiendo que estos sabrán cómo deben cuidarse porque nadie es tan idiota como para exponerse innecesariamente a enfermarse y morir.

Sin embargo, el asesino abortista que ocupa el ministerio de salud de la Nación, dijo ayer que la cuarentena seguirá pues está observando “el comportamiento de los argentinos”…(y) …”no se puede permitir que haya un comportamiento social que sobrepase la indicación general” (“La Nación”, 4/5/2020, pag. 4). Este inicuo personaje se erige así en tutor de todos los argentinos e imparte órdenes que deben cumplirse so pena de no salir nunca más de la prisión domiciliaria. La desvuergüenza de este asesino de niños por nacer no tiene límites.

Rodríguez Larreta

Por otra parte, ya han liberado varias provincias del encarcelamiento pero desde ya la tiranía advierte que la Ciudad de Buenos Aires no será liberada porque es un “aglomeramento” insalubre. Para colmo, aquí tenemos nuestro propio tirano, el monstruoso Intendente Rodriguez L. que como una muestra de su tendencia al latrocinio acaba de imponer una multa de $79.180 a quien salga a la calle sin un barbijo. ¡Semejante multa es lisa y llanamente un robo y él sabe bien que los simples peatones no pueden pagarla (los millonarios no corren riesgo alguno porque son amigos de la tiranía y deben tener todos los permisos habidos por haber para hacer lo que quieran, además, muy pocos de ellos son peatones)!

En vista de todo esto y lo que sería largo decir, ME ADHIERO A LA CONVOCATORIA PARA SALIR A LA CALLE EL 10 DE MAYO COMO DEMOSTRACIÓN DE PROTESTA Y RECLAMO DE LIBERTAD. No dice la hora, pero como será de cada uno en su barrio, supongo que fijar las 20 hs está bien.  La convocatoria que recibí, en primer párrafo, decía así:

“Señor presidente y equipo de especialistas:

Alberto Fernández

“Les comunicamos que por razones de fuerza mayor y a partir del día 10 de mayo, los ciudadanos Argentinos retomaremos nuestros trabajos y actividades con los cuidados sanitarios correspondientes, ya que necesitamos comer y alimentar nuestras familias. Vienen gestionando muy mal esta crisis. No queremos escuchar más infectólogos.”

¡¡SALGAMOS A LA CALLE TODOS LOS BARRIOS DE BUENOS AIRES El 10 DE MAYO A LAS 20 HS. CADA UNO EN SU BARRIO CLAMANDO: “BASTA DE CUARENTENA, LIBERTAD, LIBERTAD, LIBERTAD”!

Si no lo hacemos y seguimos sumisos a la tiranía, cuando nos hayan convertido en otra Venezuela, será tarde para salir a la calle sin correr el riesgo de ser ametrallados por los represores entrenados en Cuba. Y, sobre todo, será imposible liberarse de la tiranía.

Cosme Beccar Varela

Notas de referencia

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1669 La Botella al Mar

EL MAYOR EXPERIMENTO HISTÓRICO DE LOCURA MUNDIAL: EL “CORONAVIRUS”
La Botella al Mar

El mundo entero parece haber enloquecido. La causa aparente es el “coronavirus”.  En mi larga vida he visto algunos fenómenos similares, como cuando apareció el SIDA, causado o propagado especialmente por los homosexuales y su degradante “vida sexual” contra natura, aunque esto nadie lo decía por temor a ser denunciado como un discriminador digno de la horca. Pero lo que está pasando ahora supera con creces el caso del SIDA y todo otro que recuerde.  

Todos los gobiernos del mundo se han rendido ante las exigencias de un poder anónimo que cabalga sobre una opinión pública universal y dictan órdenes tiránicas con la excusa de impedir la propagación del execrando virus. Y sin embargo, fuera de la ola gigantesca creada de insinuaciones informativas claramente exageradas y, por ende, de consecuencias sobredimensionadas,  la realidad no autoriza semejante despliegue de cauterización social: las misas se suspenden en toda Italia, el Congreso Mariano Nacional que se iba a realizar en Catamarca, fue cancelado  el gobierno de ese país estudia decretar una cuarentena nacional, los vuelos entre ciertos países se ha suspendido, los eventos deportivos se realizan sin público, se estudia la cancelación de los transportes públicos y, para colmo, el “gobierno” argentino ha “recomendado” el “aislamiento” de todos los mayores de 65 años, o sea, su prisión domiciliaria. En Italia ya rige esa prisión en todo el país y quien la viole puede ser multado y hasta encarcelado (“La Nación”, 11/3/2020, pags. 1 y 4). Sin relación clara entre causa y efecto, las Bolsas de valores de todo el mundo caen y amenaza una recesión económica mundial.

Todo esto empezó por una supuesta epidemia ocurrida en una región remota y desconocida de la China, Wuhan, y basándose en la “palabra” del gobierno comunista chino que miente por definición ideológica y por sistema político permanente. Lo cierto es que en el resto del planeta hasta ahora no ha causado más que algunos pocos miles de contagios en un mundo de siete mil millones de habitantes y de esos, la mayoría se ha curado y han muerto sólo algunos cientos, varios de ellos complicados por otras enfermedades.  

O sea, en concreto no hay hechos suficientes que justifiquen esta “pandemia” de locura ni estas medidas que ni la KGB ni la Gestapo se atrevieron a adoptar. Pero nadie parece sospechar que hay algo “podrido” detrás de esta demencia colectiva. Por eso me veo obligado a escribir estas líneas para alertar a los lectores que es casi cierto que estamos siendo manipulados por una poderosa fuerza mundial (la misma que ha impuesto la “agenda” de la revolución moral feminista, homosexualista, abortista y de amor libre) y que dejarse embaucar por ella es una manera que mostrar que la humanidad está al borde de caer en la credulidad culpable que será el clima psicológico y moral en el que el anticristo será aceptado sin admitir réplica. Previendo la credulidad culpable de los hombres en el anticristo, dijo Nuestro Señor. “Yo vine en nombre de mi Padre y no me recibís; si otro viniere de su propia autoridad, a aquel le recibiréis” (S.Juan 5, 43).

Por lo tanto, estimado lector, manténgase al margen de esta idiotización colectiva y cuide su alma, conserve la libertad de su inteligencia y de su voluntad y espere que este “globo” se desinfle, como esperemos que ocurrirá porque no creo que hayan llegado ya los tiempos del anticristo, aunque estamos más cerca que antes.

Cosme Beccar Varela  


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1676 La Botella al Mar

ALGUIEN QUE SE DA CUENTA DE LA PELIGROSA FARSA POLÍTICA EN QUE VIVIMOS
La Botella al Mar

Una inteligente señora escribió una carta que fue publicada  (milagrosamente) en la Sección de los Lectores de “la Nación” el 30/4/2020, pag. 26 y en ella resume con claridad la situación dramática en que ha sido puesto el país por obra del gobierno kirchnerista de Fernandez. Vale la pena copiarla, publicarla y comentarla en “La botella al mar” porque confirma lo que denuncié en seis artículos sucesivos, empezando el 11 de Marzo (nro. 1669 hasta el 24/4/2020 Nro. 1674).

Reproduzco el texto de la carta de la Sra. Margarita Reynolds, comentándola párrrafo por párrafo.

1. “Los gobernantes en su afán de tener el poder y el control apelan a nuestro miedo más básico, el miedo a morir,”

COMENTARIO: Brillante observación. En efecto, lo más grave de lo que estamos sufriendo no es un peligro de salud pública, aunque éste exista en alguna medida: es el despliegue de una política cuidadosamente planeada para adueñarse de la suma del poder público, en abierta violación del art. 29 de la Constitución Nacional, es decir, la implantación de una tiranía cuyo signo ideológico de izquierda es evidente. La principal integrante del gobierno, CFK, viajó 10 veces a Cuba en el 2019 y los primeros meses del 2020. La excusa de visitar a su hija es inverosímil porque no había razón alguna para que ésta estuviera agasajada por el castrismo durante más de un año no en un hospital sino en un hotel de lujo. Es imposible no sospechar que esos viajes fueron realizados para planificar la invasión castrista de la argentina cuyo gobierno ya había caído en manos del kirchnerismo por obra del “kerensky” Macri.

El terror mundial del virus originado en la China comunista fue más que oportuno para que el inexistente Fernandez, un vivillo sin categoría, dócil a la “maffia” kirchnerista, pudiera pasar a ser una especie de “salvador de la Patria” y adquirir un poder que jamás soñó que pudiera tener.

Las palabras de la Sra. Reynolds nos recuerdan que todos vamos a morir algún día por este virus o cualquier otro o cualquier otra enfermedad o accidente. Por lo tanto, no podemos permitir que el miedo a lo inevitable nos haga perder el uso de razón hasta el punto de renunciar a nuestras libertades legítimas y convertirnos en serviles aceptantes de cualquier cosa que imponga el gobierno, por absurda que sea, como lo es la prisión domiciliaria que padecen los 44.000.000 de habitantes del país desde hace un mes y medio.

2. “Están perdiendo el sentido común, haciéndonos cumplir restricciones como si no pudiéramos pensar. Subestimar a la población y a su capacidad de cuidado individual se les va a venir en contra como un bumerán”.  

COMENTARIO: Aquí debo disentir con la lucida escritora. No nos subestiman, por el contrario han estimado correctamente que somos un pueblo que ha perdido su dignidad y está listo para aceptar una tiranía al estilo venezolano. Y la mejor prueba de que no se equivocaron es que la maniobra artera les está saliendo bien porque está comprobado que son un minoría ínfima las personas inteligentes y honorables como la Sra. Reynolds. La casi totalidad del país acató la absurda “cuarentena”, la paralización de la economía, la pérdida de trabajo y el empobrecimiento con una resignación inaudita y al igual que en Venezuela, la “oposición” no es más que un conjunto de cómplices subrepticios de la tiranía en ciernes.

Y no se les vendrá “en contra como un bumerán” si consiguen sus objetivos políticos antes de que surja una resistencia activa y bien conducida por dirigentes capaces, honestos y patriotas que, desde luego, no son los amigos de Macri. Y esto es muy poco probable.

3. “Todo es decreto e imposición. La pandemia vino para quedarse y debemos iniciar una etapa en la que las personas sean las que empiezan a pensar y a actuar con cuidados individuales. No somos giles. Nadie quiere enfermarse ni morir, sabemos cuidarnos.””

COMENTARIO:  Es verdad, todo es “decreto e imposición”  contra lo cual no hay posibilidad de defenderse porque los otros dos poderes del Estado han sido suprimidos: el Poder Judicial se ha ausentado y el Legislativo  hacer rato que no existe y ahora, para colmo de males, está presidido por dos partícipes de la tiranía: CFK y Massa.

En cuanto a la “pandemia” “vino para quedarse” y está hace rato. Vea el informe del científico Pablo Goldsmith que publiqué en el Nro.1674, al pie,        de este periódico. Este es sólo uno de los muchos virus que pueden matarnos y que están en el mundo desde hace siglos, como una de las tantas causas de la inexorable muerte que nos espera a todos. El asunto es no ser tan cobardes que por el temor a morir perdamos todo lo que hace deseable la vida. Los antiguos decían: “Por amor a la vida no hay que perder las razones para vivir”. Es necesario rechazar la maniobra política del neo-comunismo con coraje y elegir la vida según la Justicia y el Derecho antes que la vida a costa de la libertad y la miseria. Todos sabemos cómo cuidarnos para no morir por descuido y falta de advertencia. No necesitamos un gobierno convertido en falso “niñero” pero en realidad para someternos a la esclavitud neo-comunista venezolana.

4. “La mayoría de las asociaciones que nuclean actividades han elaborado protocolos de atención para bajar el riesgo de contagio y que empiece la actividad, ¡usémoslos! ¿O será que vamos a seguir secuestrados, el país quebrado y luego el Estado confiscando empresas en quiebra? La pobreza va a matar muchos más que el coronavirus.”

COMENTARIO: ¡Ese es el plan, el mismo de Venezuela! Ese país era uno de los más ricos de América por su petróleo. El chavismo hace 15 años empezó a destruir esa riqueza, luego siguió con las empresas industriales y agropecuarias. Después vino el desabastecimiento y el hambre. El pueblo reaccionó, hubo manifestaciones de millones de personas. Pero el régimen las disolvió mediante los “colectivos”, motocicletas con dos hombres entrenados por Cuba, uno de ellos disparaba una ametralladora contra los indefensos manifestantes. Hubo miles muertos. Hubo elecciones. Ganaron los enemigos de Chaves pero mediante el fraude electrónico dieron vuelta el resultado. La oposición aceptó mansamente el falso resultado.  Y a causa de eso, Venezuela ahora está atrapada por la tiranía castro-comunista de la cual no saldrá sino por la fuerza armada de algún país amigo, que no hay.

En cuanto a la última frase de la Sra Reynolds es verdad: el país saldrá de esta cuarentena (si es que sale) empobrecida hasta el hambre del que morirán muchos. Y contra eso no hay cuarentena que valga.

Esto es lo que se está preparando aquí. Pero las “clases cultas”, especialmente las más altas que podrían resistir, no lo quieren ver. Adios argentina.

Cosme Beccar Varela

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Mayo 5, 2020


 

La hechicera de Times Square

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Por Ellery Queen


Si el año pasado le hubieran ustedes preguntado al padre Bowen de la parroquia de Todas las Almas, de Times Square, si aprobaba la doctrina deuteronómica de ojo por ojo diente por diente, les habría reprendido, y habría citado alguna máxima evangélica, probablemente la de volver la otra mejilla, Mateo 38-39. Pero si se hacen la pregunta ahora, lo más probable es que el padre Bowen invoque a una autoridad profana llamada Ellery Queen.

Ellery Queen es un seudónimo de ficción criminal creado en 1929 por Frederic Dannay y Manfred Bennington Lee, y luego utilizado por otros autores bajo la supervisión de Dannay y Lee. Su principal personaje ficticio, a quien también llamaron Ellery Queen, es un escritor de misterio en la ciudad de Nueva York que ayuda a su padre, el inspector de policía, a resolver asesinatos desconcertantes. Dannay y Lee escribieron la mayoría de las más de treinta novelas y varias colecciones de cuentos en los que apareció Ellery Queen como personaje.

El rebaño del padre Bowen, al pacer por los West Forties, está plagado de ovejas negras. Hasta el pasado año, una de sus máximas preocupaciones la constituyó una alegre dama conocida por los soplones, vendedores de periódicos, cantineros, juerguistas, guardias y demás asiduos de Broadway, como la Hechicera: una mujer de pelo entre gris y rubio, mejillas tersas y vivos ojos azules, que llevaba faldas largas y un vistoso chal. La Hechicera vivía sola en un sótano de la Décima Avenida, y se dedicaba por las noches a vender violetas, corpiños de gardenias y billetes de lotería bajo las marquesinas y luces de neón. Al amanecer -era de sangre inglesa; y se llamaba Wichingame-, se le podía encontrar normalmente en algún bar de los que no cerraban en toda la noche, con una hilera de vasos vacíos de ginebra con tónica delante, y cantando con voz ronca y alegre ¡El melar y más alegre cántico de la mañana! Su récord de asistencias a Todas las Almas no era meritorio, pero en cambio a veces se le podía ver en el confesionario donde entraba en entusiastas detalles.

Lee y Dannay

Su pastor se esforzaba duramente con aquella exasperaste oveja, pero no pudo regocijarse hasta una semana de invierno en que la Hechicera se durmió sobre la nieve de la acera, y se despertó en el Hospital Bellevue con una pulmonía doble. Estaba muy enferma, y en determinado momento de su camino por este valle de lágrimas, vio la luz. Envió entonces a llamar al padre Bowen, y desde que volvió a su casa en una jubilosa ambulancia, se convirtió en una permanente pecadora arrepentida.

-Entonces, ¿cuál es el problema, padre Bowen? -preguntó Ellery, intentando darse la vuelta en la cama.

Hacía diez días que estaba postrado a causa de un doloroso ataque de ciática.

-La raíz del problema, señor Queen -dijo el padre Bowen, colocando su brazo huesudo bajo el de Ellery, e incorporándole con destreza-, estriba en el amor al dinero. Vea Timoteo 1, 10. Parece ser que, según dicen en mi parroquia, la señorita Wichingame es rica. Posee varias propiedades muy valiosas, y una cantidad considerable de valores y de dinero en efectivo. La pobrecilla hasta ahora ha sido mezquina, pero de pronto, a causa de su regeneración espiritual, insiste en desprenderse de todo.

-¿Para dárselo a algún cantinero necesitado?

-Casi desearía que fuese eso -contestó el anciano clérigo con un suspiro-. Conozco al menos tres cuyas necesidades son grandes. Pero no… ha de ir a parar a su único heredero viviente.

Y le contó a Ellery la curiosa historia del sobrino de la Hechicera.

La señorita Wichingame había tenido una hermana gemela, y mientras que en todos los aspectos físicoseran idénticas, en gustos diferían profundamente. La señorita Wichingame, por ejemplo, había mostradoya desde muy joven preferencia por la ginebra y por las juergas; en cambio, su hermana gemelaconsideraba que las bebidas eran los lubricantes del diablo, y poseía una moral muy rígida.Esta disparidad, por desgracia para la  señorita Wichingame, se extendía también a sus gustos de hombres. La señorita Wichingame se enamoró de un hombre moreno, menudo y guapo… un español; pero su hermana, en cambio, entregó su corazón a “un puro nórdico”, según dijo la señorita Wichingame al padre Bowen… a un tal Erik Gaard, de Fergus Falls, Minnessota; un vikingo alto y serio, que pertenecía a la iglesia anglicana y que se hizo misionero.

El español de la señorita Wichingame la abandonó sin casarse con ella, dejándola llena de recuerdos agradables aunque no muy respetables. El Reverendo Gaard, en cambio, propuso santo matrimonio y fue aceptado triunfalmente.

A los Gaard les nació un hijo, y cuando cumplió ocho años sus padres zarparon con él a Oriente. Durante un tiempo, la esposa del misionero se fue escribiendo con su hermana; pero como la señorita Wichingame cambiaba tanto de dirección y las cartas de la misión de Corea tardaban en encontrarla, la correspondencia cesó.

-Así que -dijo Ellery, moviendo cautelosamente la pierna izquierda-, cuando su feligresa se arrepintió de sus pecados, le pidió que localizara a su hermana.

-Realicé pesquisas a través de nuestra sección de misiones -asintió el padre Bowen-, y averigüé que el padre Gaard y su esposa fueron asesinados hace años. Los japoneses pusieron muchas dificultades a las misiones cristianas en Corea, y su misión fue arrasada. Se cree que su hijo John escapó a China. Mi feligresa -continuó el padre Bowen agitándose-, reveló en este punto una inesperada firmeza de carácter. Insistió en que su sobrino estaba vivo, y en que debería ser encontrado y traído a los Estados Unidos, para que ella pudiera abrazarle antes de morir y darle todo su dinero. Quizá recuerde la publicidad de los periódicos, señor Queen. No abusaré de su paciencia contándole los detalles de nuestra búsqueda; fue cara y desesperada. Desesperada para una persona de tan poca fe como yo. Debo aclarar que la señorita Wichingame estaba plenamente segura del éxito.

-Y el sobrino John fue encontrado.

-Sí, señor Queen. Dos.

-¿Cómo?

-Aparecieron dos en mi rectoría; cada uno procedente de Corea, y cada uno insistiendo en que era John Gaard, hijo de Erik y Clementine Gaard, y que el otro era un impostor. Un lío tremendo. Francamente, no sé qué hacer.

-Me imagino que se deben parecer.

-En absoluto. A pesar de que los dos son rubios y de unos treinta y cinco años -la edad correcta- no guardan entre sí ningún parecido, ni se parecen tampoco a los Gaard, de los que conservamos una vieja foto. Pero como no existe ninguna fotografía de John Gaard, es imposible basarnos en el aspecto físico.

-Pero ¿no ha examinado usted los visados, pasaportes, carnets de identidad, antecedentes…?

-Olvida usted, señor Queen-dijo el padre Bowen con cierta dureza-, que en estos últimos años Corea no ha sido exactamente un paraíso de tranquilidad. Por lo visto, los dos jóvenes habían sido amigos íntimos; ambos trabajaron en la misma compañía de aceites en China. Cuando allí se implantó el comunismo, huyeron a Corea. Y al producirse la invasión norcoreana, se escaparon con una masa de refugiados después de que los ejércitos comunistas tomaran Seúl. Hubo en aquellos días mucha confusión en los medios oficiales. Ambos jóvenes poseen documentos a nombre de John Gaard, y salieron por distintos aeropuertos.

-¿Cómo explican ellos la identidad de sus documentos?

-Cada uno dice que el otro robó sus credenciales y que las hizo duplicar… a excepción, claro está, de las fotografías del pasaporte. Cada uno dice que le explicó al otro que tenía una tía en Estados Unidos. En Corea no puede realizarse ninguna investigación, y por desgracia los archivos de la compañía china de aceites no están accesibles. Todas nuestras peticiones a las autoridades comunistas chinas, realizadas a través de intermediarios diplomáticos, han sido ignoradas. Créame, señor Queen, no hay modo de comprobar sus identidades.

Ellery se sorprendió de encontrarse sentado en la cama, posición que no había podido adoptar durante una semana.

-¿Y la Hechicera?

-Está aturdida, señor Queen. La última vez que vio a su sobrino fue cuando él tenía siete años, justo antes de que sus padres se fueran al lejano Oriente. Pasó una divertida semana en Nueva York con ella, de cuya semana escribió un diario. Todavía lo tiene…

-Pues ya está -exclamo Ellery-. Lo único que tiene que hacer es interrogar a cada hombre respecto a esa semana. El auténtico sobrino recordará sin duda algo de tan grande aventura infantil.

-Ya lo he hecho -replicó tristemente el padre Bowen-. Cada uno se acuerda de algo. Cada uno asegura con amargura que el otro puede contestar esas preguntas porque él se lo explicó todo. Y la pobre mujer se ha agotado intentando escoger a uno de los dos. Está ya dispuesta a dividir su dinero entre ambos… ¡Y no lo toleraré! -dijo firmemente el anciano pastor.

Ellery hizo todas las preguntas que se le ocurrieron, y fueron muchas.

-Bueno, padre -dijo por fin, moviendo la cabeza-, no veo cómo…

Y de pronto dejó de mover la cabeza.

-¿Qué? -gritó el clérigo.

-¡O tal vez sí! Una manera de averiguar la verdad… sí… ¿Dónde están ahora los dos Johns, padre?

-En mi rectoría.

-¿Podría traerlos aquí, digamos dentro de una hora?

-Oh, sí -contestó el padre Bowen-. Desde luego.

Una hora después, el anciano clérigo hizo entrar en la habitación de Ellery a dos jóvenes de aspecto airado, y cerró la puerta de golpe.

-Me ha costado mucho evitar que se peguen, señor Queen. Este, caballeros, es Ellery Queen -dijo fríamente el padre Bowen-. ¡Y pronto terminará con esta majadería!

-No me importa quién es ni lo que diga -grulló el primer joven-. Yo soy John Gaard.

-Tú eres un embustero! -rugió el segundo joven.

-¿Te han machacado la cabeza alguna vez?

-Inténtalo y..

-Quieren hacer el favor de colocarse de lado, mirando a esa ventana? -dijo Ellery.

Se fueron calmando. Ellery les examinó agudamente. El primer joven era rubio y alto, de hombros anchos, ojos castaños, nariz chata, pies enormes, y manos gastadas. El segundo era bajo, de pelo claro, ojos azules, nariz curva, pies pequeños y manos intelectuales. Se parecían tan poco como un huevo y una castaña; pero ambos estaban furiosos, y era imposible decir quién parecía más honestamente ultrajado: si el sobrino de la Hechicera o su impostor.

-¿Lo ve? -dijo con desesperación el padre Bowen.

-Claro que lo veo, padre -dijo Ellery sonriendo-, y me alegraré mucho de poder identificar a John Gaard.

Los dos jóvenes se agitaron, como si se retaran el uno al otro.

-Vamos, vamos, caballeros -dijo Ellery-, en la habitación de al lado hay un sargento-detective, que podría romperles la espalda sin tirar la ceniza de su cigarrillo. ¿Se ha preguntado usted que cómo lo sé, padre Bowen?

-Pues sí, señor Queen -respondió el clérigo confundido-. No les ha hecho a estos jóvenes ni una sola pregunta.

-Le importa alcanzarme de aquel estante, padre, ese libro tan grande encuadernado en tela? – -dijo Ellery con otra sonrisa-. Gracias… Este volumen, caballeros,  se titula Medicina y biologíalegal y fue escrito por dos de las más famosas autoridades en la materia:Mendelius y Claggett. Veamos… tiene que estar por la página quinientos y algo… Bueno, padre, usted me ha dicho que la hermana gemela de señorita Wichingame era idéntica a ella físicamente, ¿no es así? En este caso, como la señorita Wichingame tiene los ojos azules, la señora Gaard debió también de tenerlos. Y ha descrito usted al reverendo Gaard como “un puro nórdico”, lo cual, etnológicamente, coloca al padre de John Gaard entre las personas de ojos azules… ¡Ah!, aquí está. Déjenme que les lea el segundo párrafo de la página 563 de esta competente obra. “Dos personas de ojos azules” -dijo Ellery, clavando los ojos en la página abierta del libro- “engendrarán sólo hijos de ojos azules. No podrán engendrarlos de ojos castaños”.

-¡Que se va! -chilló el padre Bowen.

¡Velie! -rugió Ellery-. ¡Cójalo!

Y el sargento Velie, apareciendo como por arte de magia, obedeció con su énfasis acostumbrado.

Mientras el sargento se llevaba al alto y fuerte impostor de ojos castaños, el menudo y auténtico John Gaard, de ojos azules, intentó expresar su agradecimiento a Ellery en una excitada mezcla de inglés, chino y coreano. El padre Bowen cogió el libro que Ellery había cerrado y lo abrió por la página 563. Una expresión perpleja se dibujó en su cara, y dando la vuelta al libro, miró la cubierta.

-Pero, señor Queen -exclamó el padre Bowen-, este libro no se titula Medicina y biología legal. ¡Es una vieja edición deQuién es quién!

-¿Sí? -replicó Ellery con aires de culpabilidad-. Habría jurado…

-No -dijo el padre Bowen en tono severo-. La realidad es que Mendelius y Ciaggett no existen. Es usted quien se ha inventado esa teoría de los ojos azules y castaños, ¿no es cierto?

-Hubo una época en que los libros decían que era así -contestó tristemente Ellery-. Pero probablemente ya no lo dicen… demasiados padres de ojos azules y conducta irreprochable estaban produciendo hijos de ojos castaños. Sin embargo, nuestro joven de ojos castaños no lo sabía, padre. Y ahora -Ellery se dirigió al otro joven-, le diré cuáles son mis honorarios: ¡Vuélvame a meter en esta maldita cama!

 


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Mayo 4, 2020


 

Bolsonaro, el confundido sexual

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El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, atacó este jueves a la Organización Mundial de la Salud (OMS) al acusar que promueve la homosexualidad y masturbación en los niños. Fue a través de su cuenta de Facebook en donde lanzó ataques contra la OMS, pero más tarde lo borró.

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“Esta es la OMS que muchos dicen que debo seguir en el caso del coronavirus”, comenzó el texto del primer mandatario de Brasil  Jair Messias Bolsonaro que luego de algunos minutos decidió borrar.

En el posteo colocó una serie de recomendaciones para menores que atribuyó a la OMS.

“¿Entonces deberíamos seguirla también en sus directrices para las políticas educativas?”, se preguntó el mandatario.  

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Además, Bolsonaro agregó que, para los niños de 0 a 4 años, la entidad “recomienda satisfacción y placer al tocar el propio cuerpo (masturbación)” y que “jueguen a los médicos” para expresar sus deseos y necesidades.

Según el mandatario brasileño, entre los 4 y los 6 años, la OMS recomienda masturbación en la primera infancia y relaciones entre personas del mismo sexo y, un poco más adelante, para los niños de 9 a 12 años, la primera experiencia sexual.

El manual al que se refería el mandatario y publicó que no se trata de una guía para niños, sino de un manual para asesorar a padres sobre educación sexual, que fue publicado en 2010 por el Centro Federal de Educación para la Salud de Alemania junto a la oficina de la OMS en Europa.

 

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Mayo 5, 2020


 

¿PODRÍA EL GOBIERNO DEL PRESIDENTE FERNÁNDEZ COMETER DELITOS DE LESA HUMANIDAD?

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Por Dr. FRANCISCO BENARD

Es bien cierto que por el estado actual de las cárceles en Argentina- no es un problema de exclusiva responsabilidad del actual gobierno- estas no son limpias como dice deberían ser según  las leyes. Son un verdadero peligro para la vida de quienes están allí viviendo por decisión propia ya que por haber delinquido están purgando una pena.  Como no se han construido cárceles durante años en consonancia con el incremento de los delincuencia hay superpoblación y esto es una amenaza por la expansión del coronavirus en ellas. Un 89 por ciento de la población rechaza la liberación de los presos y el otorgamiento de  domiciliarias por la inseguridad que ello le plantea, como así también la falta de controles. No hay suficientes pulseras electrónicas.  El otorgamiento de la domiciliaria en caso de delitos graves como homicidio, violaciones, secuestros extorsivos es realmente una barbaridad y un despropósito jurídico. En el caso de los delitos leves, en los casos que falte muy poco tiempo para cumplir la condena no sería objetable una prisión domiciliaria con los debidos controles de seguridad: La pulsera electrónica, pero jamás sería aceptable una liberación masiva, esta medida se vincularía a la “seguridad pública” y a “la peligrosidad” del delincuente. Surge aquí la oposición de la sociedad en Argentina y el mundo entero. En los casos de los delitos de corrupción entran a  mi entender en el  marco de lo que podríamos  considerar delitos de lesa humanidad y por lo tanto imprescriptibles, los culpables no deberían acceder a la prisión domiciliaria, ellos eligieron cual  iba a ser su domicilio personal: la cárcel con la que se paga la comisión de este delito de tanta gravedad para una sociedad, cuestión que esta lejos de ser aceptada por los políticos que se candidatean para diputados y senadores sin ningún problema. En el caso de los mal llamados delitos de “lesa humanidad” reina una gran confusión por una cuestión que es puramente ideológica. La gran mayoría de los detenidos acusados por la comisión de graves delitos a la vida de ciudadanos están con prisiones preventivas totalmente vencidas, algunos de varios años y otros hasta mueren siendo inocentes. ¿Qué pasaría si alguno de estos muere por coronavirus? Es acá donde yo creo que antes de que esto ocurra deberían otorgarle la prisión domiciliaria antes de que se contagien con el coronavirus, antes que mueran en las cárceles contagiando a otros. Este es un caso en el que el Gobierno actual podría ser acusado de cometer delitos de lesa humanidad ante los Organismos Internacionales. Tenemos que tener presente que en la mayoría de los casos son a esta altura de la vida pobres “viejos indefensos” y con derecho a morir dignamente. No todos los presos son genocidas solo mientras haya una condena, mientras  tanto son inocentes. No representan ningún peligro para la sociedad.

 

Francisco Benard

Abogado

 


PrisioneroEnArgentina.com

Mayo 5, 2020


 

VACUNA ITALIANA CREA ANTICUERPOS QUE NEUTRALIZAN AL COVID-19

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Esta vacuna, probada en ratones, se mostró eficaz por lo que las pruebas en humanos comenzarán después del verano.

Esta vacuna potencial fue llevada a cabo por un equipo de investigadores del Instituto de Virología Spallanzani, ubicado en Roma.

Aurisicchio

Luigi Auriscicchio, CEO del laboratorio Takis, una compañía de biotecnología dedicado a las vacunas genéticas, dirigidas a pacientes con cáncer, aseguró que los resultados obtenidos hasta ahora son esperanzadores.

“Los resultados obtenidos hasta la fecha son alentadores y superan con creces las expectativas: después de una sola vacuna, los ratones desarrollaron anticuerpos que pueden bloquear la infección del virus Sars-CoV-2 en las células humanas”, mencionó.

Fue en el Instituto Spallanzani, el centro de virología más importante de Italia, que tras aislar el virus, se estableció un método para verificar la eficacia de las vacunas y de las moléculas sobre el virus.

“Gracias a las competencias del Instituto Spallanzani, hasta donde sabemos, somos los primeros en el mundo en haber demostrado la neutralización del coronavirus a través de una vacuna. Esperamos que esto suceda también en humanos”, informó Auriscicchio.

Tras el desarrollo de cinco vacunas candidatas contra el Covid-19 y las consiguientes pruebas en ratones se localizaron dos que dan una mejor respuesta.

“No es tanto la cantidad de anticuerpos, sino la calidad lo que puede neutralizar bien la región clave de la proteína Spike”, menciona Auriscicchio.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Mayo 6, 2020


 

HASTA AQUÍ, ¿CÓMO PUEDO MIRAR TODA MI VIDA?.

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Por CLAUDIO VALERIO

Muchas veces pasamos por la vida y no vivimos. Corremos con voracidad tras sueños y nunca los realizamos. Buscamos descubrir dónde estamos y comprobamos que no llegamos a lugar alguno. Nos esforzamos en buscar la felicidad y jamás la encontramos. ¿Y por qué eso acontece?  ¿Cuál es la verdadera causa de nuestras frustraciones ? ¿Por qué acumulamos decepciones y más decepciones? ¿Dónde está nuestro error, nuestras fallas?
La respuesta es pequeña y simple: pasamos la vida lejos de Jesús. Solo Él nos conduce por esos caminos de alegría; solo Él nos hace perseverar aún mismo cuando todo da errado; solo Él puede alumbrar los ambientes obscuros por los cuales pasamos; solo Él nos estimula a tener fe, cuando  todos  nos dicen que “no adelanta más”; solo Él nos dice que somos “más que vencedores” aún mismo cuando nos deparamos con una gran derrota. ¡Jesús nos vino a traer vida  abundante!  Cuando aceptamos la vida abundante y verdadera que Él  nos  ofrece, vivimos cada día nuestro con amor, con esperanza, con determinación, con la certeza de que todo va bien. Con Jesús Cristo vivimos un mes en cada mes, un año en cada año. Todos los días, sean buenos o malos, serán de edificación para nuestra vida espiritual. Queremos vivir todos los días, todas las situaciones,  todos los momentos de conquistas y todos los momentos de luchas y dificultades. Queremos andar de manos dadas con el Señor, confiar plenamente en Él, descansar bajo Su protección.  Y, si algún día tenemos que mirar para atrás, para saber lo que consideramos, realmente vivir; y queremos  decir con gran regocijo: “¡Viví todos los días! Y en cada uno de ellos  experimenté la felicidad.”

Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires, Argentina), recibe
un cálido abrazo, junto a mi deseo de que dios te Bendiga y
prospere en todo lo que emprendas, y derrame sobre ti Salud,
Paz, Amor, y mucha prosperidad.

Claudio Valerio (Valerius)

 


PrisioneroEnArgentina.com

Mayo 5, 2020


 

2050

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En el pasado ha habido grandes predicciones hechas por científicos o autores de libros de ciencia ficción que parecían una locura en su época, pero que con el tiempo terminaron haciéndose realidad.
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Por ejemplo Jules Verne, quien en el año de 1865, escribió una historia titulada “De la Tierra a la Luna” en donde describía con detalle el primer viaje del hombre a la luna. Verne pudo predecir el lugar del lanzamiento del cohete, el nombre de la nave espacial, el número de astronautas a bordo y la sensación de ingravidez que sentirían los astronautas en la Luna.
Otro ejemplo es el de Nikola Tesla, quien predijo en 1926 la llegada de los dispositivos personales inalámbricos que hoy llamamos “smartphones”.
En la actualidad, una de las personas que ha tenido renombre por haber realizado predicciones sobre el futuro de la tecnología es el Dr. Ian Pearson, un matemático de Gran Bretaña que ha realizado estudios sobre el futuro de la tecnología desde hace 25 años y que lleva un 85% de predicciones acertadas. Por ejemplo, en 1991, mucho antes de que la gente oyera el término de “Correo electrónico”, Pearson predijo la llegada de los mensajes de texto y también la llegada de los lentes inteligentes en los que Google ha estado trabajando en los últimos años.
En una entrevista hecha al Dr. Peterson por parte del equipo de tecnología Business Insider, él menciona que para el año 2050 podríamos ver grandes avances en campos como la robótica, industria aeroespacial, inteligencia artificial y entre otras cosas.
A continuación, algunos de los avances tecnológicos que podemos esperar en los próximos años.
Inteligencia Artificial
Las máquinas podrían empezar a pensar como humanos para el año 2025 y quien se encargaría de realizar este alcance sería Google DeepMind.
Google DeepMind es una compañía de inteligencia artificial que se encuentra trabajando en algoritmos que sean capaces de aprender por si mismos sin necesidad de tener experiencia o información previa.
Es posible que con el tiempo, la compañía pueda crear una computadora que sea una especie de máquina artificial con conciencia propia, capaz de realizar cualquier tipo de tarea que una persona pueda realizar.
Prótesis avanzadas.
Las prótesis podrían ser tan avanzadas en los próximos 10 años que podrían dar a las personas sin extremidades la capacidad de realizar actividades que nunca antes habrían podido hacer.
Un ejemplo de una prótesis avanzada en la actualidad es la de James Young, un joven biólogo de Londres, quien tiene una prótesis de brazo completo que cuenta con un dron personal con linterna incorporada. La prótesis fue realizada por Alternative Limb Project, quienes se encargan de desarrollar prótesis que sean únicas y avanzadas sin perder la estética.
Con el tiempo, las prótesis continuarán haciéndose cada vez más avanzadas hasta el punto donde la gente se sienta realmente conforme con la tecnología mezclándose con sus cuerpos.
Exoesqueletos
En los próximos años podremos ver trajes exoesqueletos que le darían a la gente habilidades sobrehumanas.
Esta idea sobre el uso de trajes de avanzada se ha vuelto muy popular en el mundo de las películas de ciencia ficción (Por ejemplo en Matrix o Edge of Tomorrow) y en los videojuegos (Call of Duty: Advanced Warfare y Black Ops 3), donde los personajes, además de tener una gran fuerza sobrehumana, también pueden correr y saltar grandes distancias con mucha facilidad. Una idea que no podría estar muy lejos de hacerse realidad en un futuro cercano.
Recientemente la empresa Hyundai ha creado un traje exoesqueleto que permite a una persona a levantar objetos de gran peso y que pueda llevarlas de un lado a otro fácilmente.
Realidad Virtual
La realidad virtual ha tenido un gran crecimiento en los últimos años, múltiples compañías se han encargado de desarrollar sus propios lentes de realidad virtual, ya sea desde un Oculus Rift hasta los Google VR.
Una de las áreas que más se ha explotado con los lentes de realidad virtual es la del entretenimiento, en especial en los videojuegos. Pero ese enfoque podría cambiar en los próximos años por algo que debería ser más importante, el estudio.
La aplicación Expeditions de Google, tiene como propósito ofrecer a los estudiantes el realizar viajes o tours de realidad virtual a lugares como el Chichén Itzá o Teotihuacán, o a lugares mucho más lejanos como la Antártida o el Palacio de Buckingham. Google ha lanzado la beta de esta aplicación el pasado mes de septiembre, y se espera que con el tiempo, pueda llegar a las escuelas de todo el mundo.
Las desarrolladoras como Google, podrían crear entornos o eventos importantes que ocurrieron en el pasado y mostrárselos a los estudiantes, como ver alguna famosa batalla en el pasado o ver el mundo en la época donde gobernaban dinosaurios. Las escuelas podrían explicar la historia mucho más fácil si los estudiantes vieran cómo ocurrió algo, en lugar de buscar en un libro de texto.
Realidad aumentada
El Dr. Pearson dice que para el 2025 los smartphones se volverán obsoletos gracias a los avances de la realidad aumentada, pero, ¿Por qué?
Gracias a los avances en el campo de la Realidad Aumentada, será posible desplegar pantallas de RA por medio de pequeños brazaletes o piezas de joyería dentro de los siguientes 10 años, por lo que se podría remplazar un smartphone (que parece que cada vez son más grandes) con algo más práctico. 
La compañía que podría lograr esto, es Magic Leap, quienes están trabajando en un dispositivo que permitiría a las personas ver cualquier tipo de objetos virtuales a su alrededor, por ejemplo, podrías ver un reloj, una calculadora o un teléfono justo frente a ti.
Vehículos con piloto automático
Cada vez son más las compañías trabajando en coches auto-conducción por lo que parece más probable que este tipo de coches se conviertan en la siguiente generación de autos y sean de lo más común en los próximos años.
Impresiones 3D
Arquitectos en todo el mundo han estado compitiendo para construir la primera casa en el mundo hecha con una impresora 3D.
Actualmente en China, una compañía llamada Winsun dijo que ha construido 10 casas con impresión 3D en un sólo día, cada una costando unos $5 000 dólares. Por otro lado, un profesor de la Universidad del Sur de California, está trabajando en una impresora 3D gigante que sería capaz de construir una casa entera, con instalación eléctrica y de plomería.
Debido a que las ciudades se vuelven cada vez más pobladas, la capacidad de imprimir casas en 3D más baratas y de una manera mucho más rápida, sería el método más común y atractivo para la construcción de hogares.
Robots en el hogar
Vivimos en un mundo donde mucha gente vive sola y necesita de cuidados especiales, y en el futuro eso no cambiará. Entre los avances de la inteligencia artificial y la robótica, la creación de asistentes personales inteligentes sería uno de los objetivos principales para los robots del futuro.
Una de las empresas que empezará a trabajar en robots de asistencia personal es Toyota, quien ya ha anunciado sus planes de construir robots enfocados a ayudar a las personas en el hogar.
Vivir en la Matrix
Dr. Pearson dice que por los años 2045-2050, los avances en nanotecnología harían posible conectar nuestros cerebros en computadoras y vivir en un mundo simulado. Esta afirmación se basa en el concepto de la nanotecnología que los científicos han estado trabajando llamado “Encaje Neuronal” (o Neural lace), el cual es esencialmente, un pequeño sensor de malla electrónica que es lo suficientemente pequeña y flexible para ser inyectada en nuestro cerebro y que puede integrarse completamente con las células, creando una interfaz inalámbrica ‘cerebro-ordenador’ que haría posible la conexión de un cerebro con una computadora.
Cyborgs
Si es posible conectar el cerebro de las personas con las computadoras para el año 2045, entonces, se podría usar una tecnología similar para convertir a las personas en mitad máquina o mitad humano.
Lo único que podría prevenir a las personas de convertirse en “Terminators”, son las regulaciones del gobierno que prevendrían a las personas de usar esta tecnología.
Casas inteligentes
Ya hemos empezado a ver productos como Amazon Echo, el cual permite a los usuarios controlar las luces de sus casas  y  acceder a información de internet por medio de comandos de voz.
Para el 2040, la inteligencia artificial será integrada en la construcción de edificios, permitiendo a las personas ordenar ajustes a la temperatura o la luz. La inteligencia artificial se convertiría en el gran sirviente del hogar.
Mini ciudades
Debido al crecimiento acelerado de la población mundial, se empezarían a buscar nuevas alternativas de construcción de viviendas.
Dentro de los siguientes 25 años las ciudades optarían por grandes rascacielos con pisos dedicados a gimnasios, espacios residenciales y oficinas de trabajo para acomodar la afluencia de personas que se mudaran a las grandes ciudades durante las siguientes dos décadas.
Energía renovable
Uno de los grandes cambios que se avecinan es el de prescindir de combustibles fósiles para dar energía a las cosas como casas o automóviles, esto sucedería a más tardar el año 2050, pero aún sería necesario para alimentar a los aviones.
Los avances en los cableados submarinos permitirán a los países usar energía solar proveniente de lugares como el desierto de Sahara para alimentar a todo un país.
Turismo espacial
Compañías de la industria aeroespacial como Blue Origin, Virgin Galactic o SpaceX impulsarán el desarrollo de los viajes espaciales lo suficiente para que el turismo espacial sea posible para el año 2050.
La mala noticia para algunos, es que no será algo barato, sólo las personas que les sobren grandes cantidades de dinero (unos 100 millones de dólares), podrán darse el lujo de tomar un viaje espacial.
El Hyperloop
Ya es bien sabido por algunos que el Hyperloop, el sistema de propulsión de alta velocidad, está cada vez más cerca de hacerse realidad. Se espera que el Hyperloop pueda transportar personas de una ciudad a otra dentro de los siguientes cinco a seis años
Una predicción tecnológica como las mencionadas anteriormente, está basada en los avances tecnológicos realizados actualmente, por lo que las probabilidades de cumplirse más de una son bastantes altas. 
Por ahora sólo queda esperar y seguir el trabajo de empresas como Google DeepMind, Hyperloop One o SpaceX para conocer el rumbo exacto que la tecnología está tomando y también esperar no despertar un día y descubrir un mundo que ha sido conquistado por la inteligencia artificial.
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PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 4, 2020

LO MÁS LEÍDO ♠ Mayo 4, 2020

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Las noticias más leídas en PrisioneroEnArgentina.com. Las más comentadas, las más polémicas. De que está la gente hablando…

REINICIO Mayo 4, 2020 00.00 HORAS –
HORA DE CONTROL Mayo 4, 2020 23.23 HORAS

 

 


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Mayo 4, 2020


 

ALENTANDO EL ODIO A LA POLICÍA

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 Por CLAUDIO KUSSMAN

ALENTANDO EL AFECTO A LAS FUERZAS ARMADAS

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En este distópico territorio llamado Argentina a raíz de la pandemia que asola el planeta, los hechos y las  escenas que se suceden a diario, benignamente podemos decir que son trágicas e irreales. Por un lado peligrosos y violentos delincuentes que en las cárceles, se amotinan, lesionan y destruyen,  luego son liberados al igual que algunos de los que económicamente depredaron el país desde la función pública.  En simultaneo efectivos del Ejército Argentino ayudando con comida y salud gratuita a gente carenciada con lógicas muestras de simpatía y agradecimiento, llevan adelante una convivencia idílica. En este caso solo falta poner una marcha militar o una emotiva música de fondo.  Por último están las imágenes  más siniestras, en las que uniformados de azul cuya misión es “servir y proteger”, confrontan con quienes quebrantan la cuarentena decretada por el gobierno. Los hechos dramáticos son numerosos pero destaquemos que una mujer días pasados en la provincia de San Luis se suicida luego de ser detenida por la policía (1) y en  las últimas horas pudimos ver un video denominado  “Detenido por la policía de la Ciudad por querer trabajar”. De ser este totalmente veraz y hasta ahora no hay autoridad que lo desmienta, queda a la vista que la misión asignada a las fuerzas de seguridad son dignas de la peor cara del nazismo del siglo pasado, en contraposición a la simultanea agradable función  de las fuerzas militares. Muchos se preguntan ¿por qué actúa así el personal policial y no “flexibiliza” las órdenes impartidas? Muy simple, porque ESTÁN SIENDO MONITOREADOS POR CÁMARAS DE SEGURIDAD   y debe elegir entre confrontar o perder el sustento a su familia, en cuyo caso ABSOLUTAMENTE NADIE, movería un dedo por él. Detrás de escena quienes manejan los hilos de esta tragedia para el personal policial está SABRINA FREDERIC, Ministra de Seguridad de la Nación (apadrinada por NILDA GARRÉ, reconocida terrorista de los años de plomo). Pero también AGUSTÍN ROSSI el célebre Ministro de Defensa que, en su anterior gestión del año 2013, por la fuga de 2 prisioneros imputados por los bien o mal llamados delitos de lesa humanidad del Hospital Militar Central,  dejara cesante a toda la cúpula del nosocomio y arbitrariamente prohibiera el acceso a dicho lugar a quienes tenían la misma imputación. Por último, el Teniente Coronel SERGIO BERNI, Ministro de Seguridad que comanda la fuerza policial más grande del país.  En este caso el GRAN GANADOR es el personal de las fuerzas armadas y una vez más los GRANDES PERDEDORES son los miembros de las fuerzas de seguridad, cuyos obsecuentes  jefes se prestan  a que el personal que está en la calle hagan la más vil de las represiones.   

1)DIALOGANDO CON EL DOCTOR COSME BECCAR VARELA

DIALOGANDO CON EL DOCTOR COSME BECCAR VARELA

Marzo 20, 2020. El Teniente coronel Sergio Berni , mal entrazado Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, en un acto oficial de la fuerza policial a su cargo.
“El odio es la cólera de los débiles”

Alphonse Daudet (1840-1897)

 

Claudio Kussman

Comisario Mayor (R) 

Policía Pcia. Buenos Aires

Mayo 04, 2020

claudio@PrisioneroEnArgentina.com

www.PrisioneroEnArgentina.com

 

 

Colaboración: DRA ANDREA PALOMAS ALARCÓN

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La gente se presenta voluntariamente ante el personal militar para ser chequeado. Si alguno muestra síntomas será aislado y atendido en el hospital militar montado en la zona

Agustín Rossi, Ministro de Defensa, mientras pasa la bandera frente al palco oficial. ¿Acaso siente desprecio por las Fuerzas Armadas?
Sabrina Frederic, tomando mate y departiendo con un obsecuente (por lo del mate) oficial superior de la Gendarmería Nacional.
“Detenido por la policía de la Ciudad por querer trabajar”, en una estación del subte metropolitano. La misión policial que produce odio y rechazo generalizado hacia los hombres de azul.
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Mayo 4, 2020


 

CAMPANA: CIUDAD DE DESTACADOS COMPOSITORES Y ARTISTAS DE TANGO

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 Por CLAUDIO VALERIO

Gardel
Piazzola
Cadicamo
Castillo

El tango argentino nació en los corrales viejos y allá por la década de 1880; hijo de la milonga y el arrabal. Es la música más genuinamente argentina, resultado de una mezcla de ritmos andaluces, árabes, africanos y antillanos. Los primeros tangos fueron sin letras y con estilo ya constituido.  Nadie lo cantaba y las mujeres no lo bailaban, las parejas de hombres se ponían a bailarlo. Y es así que, sin tener fecha cierta del final de la conocida “guardia vieja” del tango, se inicia un período de categorización de composición musical, destacándose como época de oro la década del ‘20 que se inicia por un proceso de cambio en la musicalización, saliendo de los formatos típicos en la forma de componer.

Firpo
Di Sarli
Discepolo

Se destaca en este proceso de evolución la figura de Roberto Firpo, director, pianista y compositor argentino. Otro autor destacado fue Enrique Santos Discépolo y el más grande intérprete del tango de la historia fue Carlos Gardel.  Después de Gardel, fueron muchos los  cantores conocidos. Entre los compositores y directores de orquestas se pueden mencionar, entre tantos notables, Enrique Cadicamo, Cátulo Castillo, Carlos Di Sarli. Pero también la ciudad de Campana, donde se cortara por primera vez el “asado de tira”, por instalarse allí el primer frigorífico de Sudamérica, el “The River Plate Fresh Meat & Co.”, y ser “Cuna del Primer  Automóvil Argentino”, también merece ser referida  por tener dentro de sus ciudadanos, destacados compositores y artistas de tango.

CRISTÓBAL HERREROS.

Si bien Don Cristóbal Herreros Nació en Cataluña, España, el 14 de septiembre de 1909, de muy pequeño vino a vivir a la Argentina, radicándose en la ciudad de Campana, tomándola como “su” ciudad. Con temprana edad, comenzaría a tocar el bandoneón, primero a nivel local, para luego hacerlo en la ciudad de Buenos Aires, donde se desarrolla su carrera artística. Llegó a formar una orquesta con la que alcanzó notoriedad en el café  El Nacional, de la avenida Corrientes (importante escenario de esos tiempos).  La grandeza de su música fue tal que, formando parte de la Orquesta de Roberto Firpo, viajaría a Japón para hacer conocer al tango. Cristóbal Herreros, junto con otro talentoso, Homero Manzi, compusieron el tango “Ramayón” (apellido de un bailarín, que fuera asesinado, en 1898, con temprana edad.

ENRIQUE FRANCINI.

Nacido el 14 de enero de 1916 en la ciudad de San Fernando, Enrique Mario Francini se crio en la ciudad de Campana, de la que siempre se sentiría identificado. Fue un destacado violinista, pero también director y compositor. Fue un estudioso del violín cosa que, entre otras, le permitió ser integrante de la orquesta estable del Teatro Colón. Su gran experiencia musical se realizaría  a partir de formar parte de orquestas notables, como por ejemplo la de Miguel Caló. Formó parte del Octeto Buenos Aires, un conjunto de maestros y solistas, del que también formaría parte Astor Piazzolla.  Como compositor, a Enrique Francini le podemos destacar tangos como “Tema Otoñal” y “sensiblero”.

HÉCTOR STAMPONI.

Héctor Luciano Stamponi nació en la ciudad de Campana el 24 de diciembre de 1916. Fue muy amigo de Enrique Francini. Ambos, como otros músicos y poetas de Zarate y Campana, partirían hacia la gran ciudad (Buenos Aires), para conquistarla.  “Chupita” Stamponi fue un exquisito pianista, como también un arreglador de gran originalidad. Su primera etapa triunfadora se desarrollaría junto a su amigo del alma Enrique Francini; ambos integrarían la orquesta de Miguel Caló. Sea por su modestia y desinterés personal, como también por sus arreglos y la manera de tocar, Héctor Stamponi resultó ser una figura reconocida y respetada en el ambiente artístico.  Como temas musicales se podrían mencionar, entre otros, los tangos “Romance y tango”, “Aquí nomás”, “Pueblito de provincia”, “Es mejor olvidar”; etc., etc.

HOMERO EXPÓSITO.

Si bien Homero Expósito nació en la ciudad de Campana el 5 de diciembre de 1918, toda su infancia se desarrolló en la ciudad de Zárate (“Soy un zarateño nacido en Campana”). Llegó a componer tangos con famosos músicos de la talla de Aníbal Troilo,  Armando Pontier,  Atilio Stampone, Domingo Federico,  Argentino Galván,  Enrique Francini y  Héctor Stamponi. Además lo hizo con su hermano, Virgilio, con quien realizaría “Naranjo en Flor”.  Junto con su hermano Virgilio, Homero escribió auténticos tangos clásicos. De esta dupla Homero-Virgilio saldrían, además del ya mencionado “Naranjo en Flor”, tangos como “Farol”,  “Absurdo”, “Chau, no va más”, “Rodando”,  “Maquillaje”; y otros. A modo de cierre,  citamos a Astor Piazzola, que revolucionó el tango tradicional y sentó las bases del “tango moderno”.

 

Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires, Argentina), recibe
un cálido abrazo, junto a mi deseo de que dios te Bendiga y
prospere en todo lo que emprendas, y derrame sobre ti Salud,
Paz, Amor, y mucha prosperidad.

Claudio Valerio (Valerius)

 


PrisioneroEnArgentina.com

Mayo 4, 2020


 

Los asesinos

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 Por Ernest Hemingway

      La puerta del restaurante de Henry se abrió y entraron dos hombres que se sentaron al mostrador.
      —¿Qué van a pedir? —les preguntó George.
      —No sé —dijo uno de ellos—. ¿Vos qué tenés ganas de comer, Al?
      —Qué sé yo —respondió Al—, no sé.
      Afuera estaba oscureciendo. Las luces de la calle entraban por la ventana. Los dos hombres leían el menú. Desde el otro extremo del mostrador, Nick Adams, quien había estado conversando con George cuando ellos entraron, los observaba.
      —Yo voy a pedir costillitas de cerdo con salsa de manzanas y puré de papas —dijo el primero.
      —Todavía no está listo.
      —¿Entonces por qué carajo lo ponés en la carta?
      —Esa es la cena —le explicó George—. Puede pedirse a partir de las seis.
      George miró el reloj en la pared de atrás del mostrador.
      —Son las cinco.
      —El reloj marca las cinco y veinte —dijo el segundo hombre.
      —Adelanta veinte minutos.
      —Bah, a la mierda con el reloj —exclamó el primero—. ¿Qué tenés para comer?
      —Puedo ofrecerles cualquier variedad de sánguches —dijo George—, jamón con huevos, tocino con huevos, hígado y tocino, o un bife.
      —A mí dame suprema de pollo con arvejas y salsa blanca y puré de papas.
      —Esa es la cena.
      —¿Será posible que todo lo que pidamos sea la cena?
      —Puedo ofrecerles jamón con huevos, tocino con huevos, hígado…
      —Jamón con huevos —dijo el que se llamaba Al. Vestía un sombrero hongo y un sobretodo negro abrochado. Su cara era blanca y pequeña, sus labios angostos. Llevaba una bufanda de seda y guantes.

Ernest Miller Hemingway fue un periodista, novelista, escritor de cuentos y deportista estadounidense. Su estilo económico y discreto, que denominó la teoría del iceberg, tuvo una fuerte influencia en la ficción del siglo XX, mientras que su estilo de vida aventurero y su imagen pública le trajeron la admiración de las generaciones posteriores.
Nacido: 21 de julio de 1899, Oak Park, IL
Murió: 2 de julio de 1961, Ketchum, ID

      —Dame tocino con huevos —dijo el otro. Era más o menos de la misma talla que Al. Aunque de cara no se parecían, vestían como gemelos. Ambos llevaban sobretodos demasiado ajustados para ellos. Estaban sentados, inclinados hacia adelante, con los codos sobre el mostrador.
      —¿Hay algo para tomar? —preguntó Al.
      —Gaseosa de jengibre, cerveza sin alcohol, y otras bebidas gaseosas —enumeró George.
      —Dije si tenés algo para tomar.
      —Sólo lo que nombré.
      —Es un pueblo caluroso este, ¿no? —dijo el otro— ¿Cómo se llama?
      —Summit.
      —¿Alguna vez lo oíste nombrar? —preguntó Al a su amigo.
      —No —le contestó éste.
      —¿Qué hacen acá a la noche? —preguntó Al.
      —Cenan —dijo su amigo—. Vienen acá y cenan de lo lindo.
      —Así es —dijo George.
      —¿Así que creés que así es? —Al le preguntó a George.
      —Seguro.
      —Así que sos un chico vivo, ¿no?
      —Seguro —respondió George.
      —Pues no lo sos —dijo el otro hombrecito—. ¿No cierto, Al?
      —Se quedó mudo —dijo Al. Giró hacia Nick y le preguntó: —¿Cómo te llamás?
      —Adams.
      —Otro chico vivo —dijo Al—. ¿No, Max, que es vivo?
      —El pueblo está lleno de chicos vivos —respondió Max.
      George puso las dos bandejas, una de jamón con huevos y la otra de tocino con huevos, sobre el mostrador. También trajo dos platos de papas fritas y cerró la portezuela de la cocina.
      —¿Cuál es el suyo? —le preguntó a Al.
      —¿No te acordás?
      —Jamón con huevos.
      —Todo un chico vivo —dijo Max. Se acercó y tomó el jamón con huevos. Ambos comían con los guantes puestos. George los observaba.
      —¿Qué mirás? —dijo Max mirando a George.
      —Nada.
      —Cómo que nada. Me estabas mirando a mí.
      —En una de esas lo hacía en broma, Max —intervino Al.
      George se rió.
      —Vos no te rías —lo cortó Max—. No tenés nada de qué reírte, ¿entendés?
      —Está bien —dijo George.
      —Así que pensás que está bien —Max miró a Al—. Piensa que está bien. Esa sí que está buena.
      —Ah, piensa —dijo Al. Siguieron comiendo.
      —¿Cómo se llama el chico vivo ése que está en la punta del mostrador? —le preguntó Al a Max.
      —Ey, chico vivo —llamó Max a Nick—, andá con tu amigo del otro lado del mostrador.
      —¿Por? —preguntó Nick.
      —Porque sí.
      —Mejor pasá del otro lado, chico vivo —dijo Al. Nick pasó para el otro lado del mostrador.
      —¿Qué se proponen? —preguntó George.
      —Nada que te importe —respondió Al—. ¿Quién está en la cocina?
      —El negro.
      —¿El negro? ¿Cómo el negro?
      —El negro que cocina.
      —Decile que venga.
      —¿Qué se proponen?
      —Decile que venga.
      —¿Dónde se creen que están?
      —Sabemos muy bien donde estamos —dijo el que se llamaba Max—. ¿Parecemos tontos acaso?
      —Por lo que decís, parecería que sí —le dijo Al—. ¿Qué tenés que ponerte a discutir con este chico? —y luego a George— Escuchá, decile al negro que venga acá.
      —¿Qué le van a hacer?
      —Nada. Pensá un poco, chico vivo. ¿Qué le haríamos a un negro?
      George abrió la portezuela de la cocina y llamó: —Sam, vení un minutito.
      El negro abrió la puerta de la cocina y salió.
      —¿Qué pasa? —preguntó. Los dos hombres lo miraron desde el mostrador.
      —Muy bien, negro —dijo Al—. Quedate ahí.
      El negro Sam, con el delantal puesto, miró a los hombres sentados al mostrador:
       —Sí, señor —dijo. Al bajó de su taburete.
      —Voy a la cocina con el negro y el chico vivo —dijo—. Volvé a la cocina, negro. Vos también, chico vivo.


      El hombrecito entró a la cocina después de Nick y Sam, el cocinero. La puerta se cerró detrás de ellos. El que se llamaba Max se sentó al mostrador frente a George. No lo miraba a George sino al espejo que había tras el mostrador. Antes de ser un restaurante, lo de Henry había sido una taberna.
      —Bueno, chico vivo —dijo Max con la vista en el espejo—. ¿Por qué no decís algo?
      —¿De qué se trata todo esto?
      —Ey, Al —gritó Max—. Acá este chico vivo quiere saber de qué se trata todo esto.
      —¿Por qué no le contás? —se oyó la voz de Al desde la cocina.
      —¿De qué creés que se trata?
      —No sé.
      —¿Qué pensás?
      Mientras hablaba, Max miraba todo el tiempo al espejo.
      —No lo diría.
      —Ey, Al, acá el chico vivo dice que no diría lo que piensa.
      —Está bien, puedo oírte —dijo Al desde la cocina, que con una botella de ketchup mantenía abierta la ventanilla por la que se pasaban los platos—. Escuchame, chico vivo —le dijo a George desde la cocina—, alejate de la barra. Vos, Max, correte un poquito a la izquierda —parecía un fotógrafo dando indicaciones para una toma grupal.
      —Decime, chico vivo —dijo Max—. ¿Qué pensás que va a pasar?
      George no respondió.
      —Yo te voy a contar —siguió Max—. Vamos a matar a un sueco. ¿Conocés a un sueco grandote que se llama Ole Andreson?
      —Sí.
      —Viene a comer todas las noches, ¿no?
      —A veces.
      —A las seis en punto, ¿no?
      —Si viene.
      —Ya sabemos, chico vivo —dijo Max—. Hablemos de otra cosa. ¿Vas al cine?
      —De vez en cuando.
      —Tendrías que ir más seguido. Para alguien tan vivo como vos, está bueno ir al cine.
      —¿Por qué van a matar a Ole Andreson? ¿Qué les hizo?
      —Nunca tuvo la oportunidad de hacernos algo. Jamás nos vio.
      —Y nos va a ver una sola vez —dijo Al desde la cocina.
      —¿Entonces por qué lo van a matar? —preguntó George.
      —Lo hacemos para un amigo. Es un favor, chico vivo.
      —Callate —dijo Al desde la cocina—. Hablás demasiado.
      —Bueno, tengo que divertir al chico vivo, ¿no, chico vivo?
      —Hablás demasiado —dijo Al—. El negro y mi chico vivo se divierten solos. Los tengo atados como una pareja de amigas en el convento.
      —¿Tengo que suponer que estuviste en un convento?
      —Uno nunca sabe.
      —En un convento judío. Ahí estuviste vos.


      George miró el reloj.
      —Si viene alguien, decile que el cocinero salió, si después de eso se queda, le decís que cocinás vos. ¿Entendés, chico vivo?
      —Sí —dijo George—. ¿Qué nos harán después?
      —Depende —respondió Max—. Esa es una de las cosas que uno nunca sabe en el momento.
      George miró el reloj. Eran las seis y cuarto. La puerta de calle se abrió y entró un conductor de tranvías.
      —Hola, George —saludó—. ¿Me servís la cena?
      —Sam salió —dijo George—. Volverá alrededor de una hora y media.
      —Mejor voy a la otra cuadra —dijo el chofer.
      George miró el reloj. Eran las seis y veinte.
      —Estuviste bien, chico vivo —le dijo Max—. Sos un verdadero caballero.
      —Sabía que le volaría la cabeza —dijo Al desde la cocina.
      —No —dijo Max—, no es eso. Lo que pasa es que es simpático. Me gusta el chico vivo.
      A las siete menos cinco George habló:
      —Ya no viene.
      Otras dos personas habían entrado al restaurante. En una oportunidad George fue a la cocina y preparó un sánguche de jamón con huevos “para llevar”, como había pedido el cliente. En la cocina vio a Al, con su sombrero hongo hacia atrás, sentado en un taburete junto a la portezuela con el cañón de un arma recortada apoyado en un saliente. Nick y el cocinero estaban amarrados espalda con espalda con sendas toallas en sus bocas. George preparó el pedido, lo envolvió en papel manteca, lo puso en una bolsa y lo entregó, el cliente pagó y salió.
      —El chico vivo puede hacer de todo —dijo Max—. Cocina y hace de todo. Harías de alguna chica una linda esposa, chico vivo.
      —¿Sí? —dijo George— Su amigo, Ole Andreson, no va a venir.
      —Le vamos a dar otros diez minutos —repuso Max.
      Max miró el espejo y el reloj. Las agujas marcaban las siete en punto, y luego siete y cinco.
      —Vamos, Al —dijo Max—. Mejor nos vamos de acá. Ya no viene.
      —Mejor esperamos otros cinco minutos —dijo Al desde la cocina.
      En ese lapso entró un hombre, y George le explicó que el cocinero estaba enfermo.
      —¿Por qué carajo no conseguís otro cocinero? —lo increpó el hombre—. ¿Acaso no es un restaurante esto? —luego se marchó.
      —Vamos, Al —insistió Max.
      —¿Qué hacemos con los dos chicos vivos y el negro?
      —No va a haber problemas con ellos.
      —¿Estás seguro?
      —Sí, ya no tenemos nada que hacer acá.
      —No me gusta nada —dijo Al—. Es imprudente, vos hablás demasiado.
      —Uh, qué te pasa —replicó Max—. Tenemos que entretenernos de alguna manera, ¿no?
      —Igual hablás demasiado —insistió Al. Este salió de la cocina, la recortada le formaba un ligero bulto en la cintura, bajo el sobretodo demasiado ajustado que se arregló con sus manos enguantadas.
      —Adios, chico vivo —le dijo a George—. La verdad que tuviste suerte.
      —Es cierto —agregó Max—, deberías apostar en las carreras, chico vivo.


      Los dos hombres se retiraron. George, a través de la ventana, los vio pasar bajo el farol de la esquina y cruzar la calle. Con sus sobretodos ajustados y esos sombreros hongos parecían dos artistas de variedades. George volvió a la cocina y desató a Nick y al cocinero.
      —No quiero que esto vuelva a pasarme —dijo Sam—. Ya no quiero que vuelva a pasarme.
      Nick se incorporó. Nunca antes había tenido una toalla en su boca.
      —¿Qué carajo…? —dijo pretendiendo seguridad.
      —Querían matar a Ole Andreson —les contó George—. Lo iban a matar de un tiro ni bien entrara a comer.
      —¿A Ole Andreson?
      —Sí, a él.
      El cocinero se palpó los ángulos de la boca con los pulgares.
      —¿Ya se fueron? —preguntó.
      —Sí —respondió George—, ya se fueron.
      —No me gusta —dijo el cocinero—. No me gusta para nada.
      —Escuchá —George se dirigió a Nick—. Tendrías que ir a ver a Ole Andreson.
      —Está bien.
      —Mejor que no tengas nada que ver con esto —le sugirió Sam, el cocinero—. No te conviene meterte.
      —Si no querés no vayas —dijo George.
      —No vas a ganar nada involucrándote en esto —siguió el cocinero—. Mantenete al margen.
      —Voy a ir a verlo —dijo Nick—. ¿Dónde vive?
      El cocinero se alejó.
      —Los jóvenes siempre saben que es lo que quieren hacer —dijo.
      —Vive en la pensión Hirsch —George le informó a Nick.
      —Voy para allá.
      Afuera, las luces de la calle brillaban por entre las ramas de un árbol desnudo de follaje. Nick caminó por el costado de la calzada y a la altura del siguiente poste de luz tomó por una calle lateral. La pensión Hirsch se hallaba a tres casas. Nick subió los escalones y tocó el timbre. Una mujer apareció en la entrada.
      —¿Está Ole Andreson?
      —¿Querés verlo?
      —Sí, si está.
      Nick siguió a la mujer hasta un descanso de la escalera y luego al final de un pasillo. Ella llamó a la puerta.
      —¿Quién es?
      —Alguien que viene a verlo, Sr. Andreson —respondió la mujer.
      —Soy Nick Adams.
      —Pasá.
      Nick abrió la puerta e ingresó al cuarto. Ole Andreson yacía en la cama con la ropa puesta. Había sido un boxeador peso pesado y la cama le quedaba chica. Estaba acostado con la cabeza sobre dos almohadas. No miró a Nick.
      —¿Qué pasó? —preguntó.
      —Estaba en lo de Henry —comenzó Nick—, cuando dos tipos entraron y nos ataron a mí y al cocinero, y dijeron que iban a matarlo.
      Sonó tonto decirlo. Ole Andreson no dijo nada.
      —Nos metieron en la cocina —continuó Nick—. Iban a dispararle apenas entrara a cenar.
      Ole Andreson miró a la pared y siguió sin decir palabra.
      —George creyó que lo mejor era que yo viniera y le contase.
      —No hay nada que yo pueda hacer —Ole Andreson dijo finalmente.
      —Le voy a decir cómo eran.
      —No quiero saber cómo eran —dijo Ole Andreson. Volvió a mirar hacia la pared: —Gracias por venir a avisarme.
      —No es nada.
      Nick miró al grandote que yacía en la cama.
      —¿No quiere que vaya a la policía?
      —No —dijo Ole Andreson—. No sería buena idea.
      —¿No hay nada que yo pudiera hacer?
      —No. No hay nada que hacer.
      —Tal vez no lo dijeron en serio.
      —No. Lo decían en serio.
      Ole Andreson volteó hacia la pared.
      —Lo que pasa —dijo hablándole a la pared— es que no me decido a salir. Me quedé todo el día acá.
      —¿No podría escapar de la ciudad?
      —No —dijo Ole Andreson—. Estoy harto de escapar.
      Seguía mirando a la pared.
      —Ya no hay nada que hacer.
      —¿No tiene ninguna manera de solucionarlo?
      —No. Me equivoqué —seguía hablando monótonamente—. No hay nada que hacer. Dentro de un rato me voy a decidir a salir.
      —Mejor vuelvo a lo de George —dijo Nick.
      —Chau —dijo Ole Andreson sin mirar hacia Nick—. Gracias por venir.


      Nick se retiró. Mientras cerraba la puerta vio a Ole Andreson totalmente vestido, tirado en la cama y mirando a la pared.
      —Estuvo todo el día en su cuarto —le dijo la encargada cuando él bajó las escaleras—. No debe sentirse bien. Yo le dije: “Señor Andreson, debería salir a caminar en un día otoñal tan lindo como este”, pero no tenía ganas.
      —No quiere salir.
      —Qué pena que se sienta mal —dijo la mujer—. Es un hombre buenísimo. Fue boxeador, ¿sabías?
      —Sí, ya sabía.
      —Uno no se daría cuenta salvo por su cara —dijo la mujer. Estaban junto a la puerta principal—. Es tan amable.
      —Bueno, buenas noches, Señora Hirsch —saludó Nick.
      —Yo no soy la Señora Hirsch —dijo la mujer—. Ella es la dueña. Yo me encargo del lugar. Yo soy la Señora Bell.
      —Bueno, buenas noches, Señora Bell —dijo Nick.
      —Buenas noches —dijo la mujer.
      Nick caminó por la vereda a oscuras hasta la luz de la esquina, y luego por la calle hasta el restaurante. George estaba adentro, detrás del mostrador.
      —¿Viste a Ole?
      —Sí —respondió Nick—. Está en su cuarto y no va a salir.
      El cocinero, al oír la voz de Nick, abrió la puerta desde la cocina.
      —No pienso escuchar nada —dijo y volvió a cerrar la puerta de la cocina.
      —¿Le contaste lo que pasó? —preguntó George.
      —Sí. Le conté pero él ya sabe de qué se trata.
      —¿Qué va a hacer?
      —Nada.
      —Lo van a matar.
      —Supongo que sí.
      —Debe haberse metido en algún lío en Chicago.
      —Supongo —dijo Nick.
      —Es terrible.
      —Horrible —dijo Nick.
      Se quedaron callados. George se agachó a buscar un repasador y limpió el mostrador.
      —Me pregunto qué habrá hecho —dijo Nick.
      —Habrá traicionado a alguien. Por eso los matan.
      —Me voy a ir de este pueblo —dijo Nick.
      —Sí —dijo George—. Es lo mejor que podés hacer.
      —No soporto pensar en él esperando en su cuarto sabiendo lo que le va a pasar. Es realmente horrible.
      —Bueno —dijo George—. Mejor dejá de pensar en eso.

 


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Mayo 4, 2020


 

La Columna de Mario Durquet. Mayo 4, 2020

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El profesor Mario Durquet, alojado en la Unidad Penitenciaria 34 de Campo de Mayo, habla de la señora Estela de Carlotto y su diferencia entre presos y prisioneros políticos en Argentina.

 

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Miguel Bonasso
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 Habla Mario Durquet

 




Eduardo Anguita
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Estela de Carlotto con Fidel Castro
Horacio Verbitsky
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Mayo 4, 2020