El Principito

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  Por Antoine de Saint-Exupéry


A Leon Werth:

Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona mayor es capaz de entenderlo todo, hasta los libros para niños. Tengo una tercera excusa: esta persona mayor vive en Francia, donde pasa hambre y frío. Verdaderamente necesita consuelo. Si todas esas excusas no bastasen, bien puedo dedicar este libro al niño que una vez fue esta persona mayor. Todos los mayores han sido primero niños. (Pero pocos lo recuerdan). Corrijo, pues, mi dedicatoria:

A LEON WERTH CUANDO ERA NIÑO

I

Cuando yo tenía seis años vi en un libro sobre la selva virgen que se titulaba “Historias vividas”, una magnífica lámina. Representaba una serpiente boa que se tragaba a una fiera.

En el libro se afirmaba: “La serpiente boa se traga su presa entera, sin masticarla. Luego ya no puede moverse y duerme durante los seis meses que dura su digestión”.

Reflexioné mucho en ese momento sobre las aventuras de la jungla y a mi vez logré trazar con un lápiz de colores mi primer dibujo. Mi dibujo número 1 era de esta manera:

Enseñé mi obra de arte a las personas mayores y les pregunté si mi dibujo les daba miedo.

—¿Por qué habría de asustar un sombrero?— me respondieron.

Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digiere un elefante.

Dibujé entonces el interior de la serpiente boa a fin de que las personas mayores pudieran comprender.

Siempre estas personas tienen necesidad de explicaciones. Mi dibujo número 2 era así:

Las personas mayores me aconsejaron abandonar el dibujo de serpientes boas, ya fueran abiertas o cerradas, y poner más interés en la geografía, la historia, el cálculo y la gramática. De esta manera a la edad de seis años abandoné una magnífica carrera de pintor. Había quedado desilusionado por el fracaso de mis dibujos número 1 y número 2. Las personas mayores nunca pueden comprender algo por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones.

Tuve, pues, que elegir otro oficio y aprendía pilotear aviones. He volado un poco por todo el mundo y la geografía, en efecto, me ha servido de mucho; al primer vistazo podía distinguir perfectamente la China de Arizona. Esto es muy útil, sobre todo si se pierde uno durante la noche.

A lo largo de mi vida he tenido multitud de contactos con multitud de gente seria. Viví mucho con personas mayores y las he conocido muy de cerca; pero esto no ha mejorado demasiado mi opinión sobre ellas.

Cuando me he encontrado con alguien que me parecía un poco lúcido, lo he sometido a la experiencia de mi dibujo número 1 que he conservado siempre. Quería saber si verdaderamente era un ser comprensivo. E invariablemente me contestaban siempre: “Es un sombrero”. Me abstenía de hablarles de la serpiente boa, de la selva virgen y de las estrellas. Poniéndome a su altura, les hablaba del bridge, del golf, de política y de corbatas. Y mi interlocutor se quedaba muy contento de conocer a un hombre tan razonable.

II

Viví así, solo, nadie con quien poder hablar verdaderamente, hasta cuando hace seis años tuve una avería en el desierto de Sahara. Algo se había estropeado en el motor. Como no llevaba conmigo ni mecánico ni pasajero alguno, me dispuse a realizar, yo solo, una reparación difícil. Era para mí una cuestión de vida o muerte, pues apenas tenía agua de beber para ocho días.

La primera noche me dormí sobre la arena, a unas mil millas de distancia del lugar habitado más próximo. Estaba más aislado que un náufrago en una balsa en medio del océano. Imagínense, pues, mi sorpresa cuando al amanecer me despertó una extraña vocecita que decía:

—¡Por favor… píntame un cordero!

—¿Eh?

—¡Píntame un cordero!

Me puse en pie de un salto como herido por el rayo. Me froté los ojos. Miré a mi alrededor. Vi a un extraordinario muchachito que me miraba gravemente. Ahí tienen el mejor retrato que más tarde logré hacer de él, aunque mi dibujo, ciertamente es menos encantador que el modelo. Pero no es mía la culpa.

Las personas mayores me desanimaron de mi carrera de pintor a la edad de seis años y no había aprendido a dibujar otra cosa que boas cerradas y boas abiertas.

Miré, pues, aquella aparición con los ojos redondos de admiración. No hay que olvidar que me encontraba a unas mil millas de distancia del lugar habitado más próximo. Y ahora bien, el muchachito no me parecía ni perdido, ni muerto de cansancio, de hambre, de sed o de miedo. No tenía en absoluto la apariencia de un niño perdido en el desierto, a mil millas de distancia del lugar habitado más próximo.

Cuando logré, por fin, articular palabra, le dije:

— Pero… ¿qué haces tú por aquí?

Y él respondió entonces, suavemente, como algo muy importante:

—¡Por favor… píntame un cordero!

Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer. Por absurdo que aquello me pareciera, a mil millas de distancia de todo lugar habitado y en peligro de muerte, saqué de mi bolsillo una hoja de papel y una pluma fuente. Recordé que yo había estudiado especialmente geografía, historia, cálculo y gramática y le dije al muchachito (ya un poco malhumorado), que no sabía dibujar.

—¡No importa —me respondió—, píntame un cordero!

Como nunca había dibujado un cordero, rehice para él uno de los dos únicos dibujos que yo era capaz de realizar: el de la serpiente boa cerrada. Y quedé estupefacto cuando oí decir al hombrecito:

— ¡No, no! Yo no quiero un elefante en una serpiente. La serpiente es muy peligrosa y el elefante ocupa mucho sitio. En mi tierra es todo muy pequeño. Necesito un cordero. Píntame un cordero.

Dibujé un cordero. Lo miró atentamente y dijo:

—¡No! Este está ya muy enfermo. Haz otro.

Volví a dibujar.

Mi amigo sonrió dulcemente, con indulgencia.

—¿Ves? Esto no es un cordero, es un carnero. Tiene Cuernos…

Rehice nuevamente mi dibujo: fue rechazado igual que los anteriores.

—Este es demasiado viejo. Quiero un cordero que viva mucho tiempo.

Falto ya de paciencia y deseoso de comenzar a desmontar el motor, garrapateé rápidamente este dibujo, se lo enseñé, y le agregué:

—Esta es la caja. El cordero que quieres está adentro. Con gran sorpresa mía el rostro de mi joven juez se iluminó:

—¡Así es como yo lo quería! ¿Crees que sea necesario mucha hierba para este cordero?

—¿Por qué?

—Porque en mi tierra es todo tan pequeño…

Se inclinó hacia el dibujo y exclamó:

—¡Bueno, no tan pequeño…! Está dormido…

Y así fue como conocí al principito.

III

Me costó mucho tiempo comprender de dónde venía. El principito, que me hacía muchas preguntas, jamás parecía oír las mías. Fueron palabras pronunciadas al azar, las que poco a poco me revelaron todo. Así, cuando distinguió por vez primera mi avión (no dibujaré mi avión, por tratarse de un dibujo demasiado complicado para mí) me preguntó:

—¿Qué cosa es esa? —Eso no es una cosa. Eso vuela. Es un avión, mi avión.

Me sentía orgulloso al decirle que volaba. El entonces gritó:

—¡Cómo! ¿Has caído del cielo?

—Sí —le dije modestamente.

—¡Ah, que curioso!

Y el principito lanzó una graciosa carcajada que me irritó mucho. Me gusta que mis desgracias se tomen en serio. Y añadió:

—Entonces ¿tú también vienes del cielo? ¿De qué planeta eres tú?

Divisé una luz en el misterio de su presencia y le pregunté bruscamente:

—¿Tu vienes, pues, de otro planeta?

Pero no me respondió; movía lentamente la cabeza mirando detenidamente mi avión.

—Es cierto, que, encima de eso, no puedes venir de muy lejos…

Y se hundió en un ensueño durante largo tiempo. Luego sacando de su bolsillo mi cordero se abismó en la contemplación de su tesoro.

Imagínense cómo me intrigó esta semiconfidencia sobre los otros planetas. Me esforcé, pues, en saber algo más:

—¿De dónde vienes, muchachito? ¿Dónde está “tu casa”? ¿Dónde quieres llevarte mi cordero?

Después de meditar silenciosamente me respondió:

—Lo bueno de la caja que me has dado es que por la noche le servirá de casa.

—Sin duda. Y si eres bueno te daré también una cuerda y una estaca para atarlo durante el día.

Esta proposición pareció chocar al principito.

—¿Atarlo? ¡Qué idea más rara!

—Si no lo atas, se irá quién sabe dónde y se perderá…

Mi amigo soltó una nueva carcajada.

—¿Y dónde quieres que vaya?

—No sé, a cualquier parte. Derecho camino adelante…

Entonces el principito señaló con gravedad:

—¡No importa, es tan pequeña mi tierra!

Y agregó, quizás, con un poco de melancolía:

—Derecho, camino adelante… no se puede ir muy lejos.

IV

De esta manera supe una segunda cosa muy importante: su planeta de origen era apenas más grande que una casa.

Esto no podía asombrarme mucho. Sabía muy bien que aparte de los grandes planetas como la Tierra, Júpiter, Marte, Venus, a los cuales se les ha dado nombre, existen otros centenares de ellos tan pequeños a veces, que es difícil distinguirlos aun con la ayuda del telescopio. Cuando un astrónomo descubre uno de estos planetas, le da por nombre un número. Le llama, por ejemplo, “el asteroide 3251”.

Tengo poderosas razones para creer que el planeta del cual venía el principito era el asteroide B612. Este asteroide ha sido visto sólo una vez con el telescopio en 1909, por un astrónomo turco.

Este astrónomo hizo una gran demostración de su descubrimiento en un congreso Internacional de Astronomía. Pero nadie le creyó a causa de su manera de vestir. Las personas mayores son así.

Felizmente para la reputación del asteroide B 612, un dictador turco impuso a su pueblo, bajo pena de muerte, el vestido a la europea. Entonces el astrónomo volvió a dar cuenta de su descubrimiento en 1920 y como lucía un traje muy elegante, todo el mundo aceptó su demostración.

Si les he contado de todos estos detalles sobre el asteroide B 612 y hasta les he confiado su número, es por consideración a las personas mayores. A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar:

“¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?” Pero en cambio preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?”

Solamente con estos detalles creen conocerle. Si les decimos a las personas mayores: “He visto una casa preciosa de ladrillo rosa, con geranios en las ventanas y palomas en el tejado”, jamás llegarán a imaginarse cómo es esa casa. Es preciso decirles: “He visto una casa que vale cien mil pesos”. Entonces exclaman entusiasmados: “¡Oh, qué preciosa es!”

De tal manera, si les decimos: “La prueba de que el principito ha existido está en que era un muchachito encantador, que reía y quería un cordero. Querer un cordero es prueba de que se existe”, las personas mayores se encogerán de hombros y nos dirán que somos unos niños. Pero si les decimos: “el planeta de donde venía el principito era el asteroide B 612”, quedarán convencidas y no se preocuparán de hacer más preguntas. Son así. No hay por qué guardarles rencor. Los niños deben ser muy indulgentes con las personas mayores.

Pero nosotros, que sabemos comprender la vida, nos burlamos tranquilamente de los números. A mí me habría gustado más comenzar esta historia a la manera de los cuentos de hadas. Me habría gustado decir:

“Era una vez un principito que habitaba un planeta apenas más grande que él y que tenía necesidad de un amigo…” Para aquellos que comprenden la vida, esto hubiera parecido más real.

Porque no me gusta que mi libro sea tomado a la ligera. Siento tanta pena al contar estos recuerdos. Hace ya seis años que mi amigo se fue con su cordero. Y si intento describirlo aquí es sólo con el fin de no olvidarlo. Es muy triste olvidar a un amigo. No todos han tenido un amigo. Y yo puedo llegar a ser como las personas mayores, que sólo se interesan por las cifras. Para evitar esto he comprado una caja de lápices de colores. ¡Es muy duro, a mi edad, ponerse a aprender a dibujar, cuando en toda la vida no se ha hecho otra tentativa que la de una boa abierta y una boa cerrada a la edad de seis años! Ciertamente que yo trataré de hacer retratos lo más parecido posibles, pero no estoy muy seguro de lograrlo. Uno saldrá bien y otro no tiene parecido alguno. En las proporciones me equivoco también un poco. Aquí el principito es demasiado grande y allá es demasiado pequeño. Dudo también sobre el color de su traje. Titubeo sobre esto y lo otro y unas veces sale bien y otras mal. Es posible, en fin, que me equivoque sobre ciertos detalles muy importantes. Pero habrá que perdonármelo ya que mi amigo no me daba nunca muchas explicaciones. Me creía semejante a sí mismo y yo, desgraciadamente, no sé ver un cordero a través de una caja. Es posible que yo sea un poco como las personas mayores.

He debido envejecer.

V

Cada día yo aprendía algo nuevo sobre el planeta, sobre la partida y sobre el viaje. Esto venía suavemente al azar de las reflexiones. De esta manera tuve conocimiento al tercer día, del drama de los baobabs.

Fue también gracias al cordero y como preocupado por una profunda duda, cuando el principito me preguntó:

—¿Es verdad que los corderos se comen los arbustos?

—Sí, es cierto.

—¡Ah, qué contesto estoy!

No comprendí por qué era tan importante para él que los corderos se comieran los arbustos. Pero el principito añadió:

—Entonces se comen también los Baobabs.

Le hice comprender al principito que los baobabs no son arbustos, sino árboles tan grandes como iglesias y que incluso si llevase consigo todo un rebaño de elefantes, el rebaño no lograría acabar con un solo baobab.

Esta idea del rebaño de elefantes hizo reír al principito.

—Habría que poner los elefantes unos sobre otros…

Y luego añadió juiciosamente:

—Los baobabs, antes de crecer, son muy pequeñitos.

—Es cierto. Pero ¿por qué quieres que tus corderos coman los baobabs?

Me contestó: “¡Bueno! ¡Vamos!” como si hablara de una evidencia. Me fue necesario un gran esfuerzo de inteligencia para comprender por mí mismo este problema.

En efecto, en el planeta del principito había, como en todos los planetas, hierbas buenas y hierbas malas. Por consiguiente, de buenas semillas salían buenas hierbas y de las semillas malas, hierbas malas. Pero las semillas son invisibles; duermen en el secreto de la tierra, hasta que un buen día una de ellas tiene la fantasía de despertarse. Entonces se alarga extendiendo hacia el sol, primero tímidamente, una encantadora ramita inofensiva. Si se trata de una ramita de rábano o de rosal, se la puede dejar que crezca como quiera. Pero si se trata de una mala hierba, es preciso arrancarla inmediatamente en cuanto uno ha sabido reconocerla. En el planeta del principito había semillas terribles… como las semillas del baobab. El suelo del planeta está infestado de ellas. Si un baobab no se arranca a tiempo, no hay manera de desembarazarse de él más tarde; cubre todo el planeta y lo perfora con sus raíces. Y si el planeta es demasiado pequeño y los baobabs son numerosos, lo hacen estallar.

“Es una cuestión de disciplina, me decía más tarde el principito. Cuando por la mañana uno termina de arreglarse, hay que hacer cuidadosamente la limpieza del planeta. Hay que dedicarse regularmente a arrancar los baobabs, cuando se les distingue de los rosales, a los cuales se parecen mucho cuando son pequeñitos. Es un trabajo muy fastidioso pero muy fácil”.

Y un día me aconsejó que me dedicara a realizar un hermoso dibujo, que hiciera comprender a los niños de la tierra estas ideas. “Si alguna vez viajan, me decía, esto podrá servirles mucho. A veces no hay inconveniente en dejar para más tarde el trabajo que se ha de hacer; pero tratándose de baobabs, el retraso es siempre una catástrofe. Yo he conocido un planeta, habitado por un perezoso que descuidó tres arbustos…”

Siguiendo las indicaciones del principito, dibujé dicho planeta. Aunque no me gusta el papel de moralista, el peligro de los baobabs es tan desconocido y los peligros que puede correr quien llegue a perderse en un asteroide son tan grandes, que no vacilo en hacer una excepción y exclamar: “¡Niños, atención a los baobabs!” Y sólo con el fin de advertir a mis amigos de estos peligros a que se exponen desde hace ya tiempo sin saberlo, es por lo que trabajé y puse tanto empeño en realizar este dibujo. La lección que con él podía dar, valía la pena. Es muy posible que alguien me pregunte por qué no hay en este libro otros dibujos tan grandiosos como el dibujo de los baobabs. La respuesta es muy sencilla: he tratado de hacerlos, pero no lo he logrado. Cuando dibujé los baobabs estaba animado por un sentimiento de urgencia.

VI

¡Ah, principito, cómo he ido comprendiendo lentamente tu vida melancólica! Durante mucho tiempo tu única distracción fue la suavidad de las puestas de sol. Este nuevo detalle lo supe al cuarto día, cuando me dijiste:

—Me gustan mucho las puestas de sol; vamos a ver una puesta de sol…

—Tendremos que esperar…

—¿Esperar qué?

—Que el sol se ponga.

Pareciste muy sorprendido primero, y después te reíste de ti mismo. Y me dijiste:

—Siempre me creo que estoy en mi tierra.

En efecto, como todo el mundo sabe, cuando es mediodía en Estados Unidos, en Francia se está poniendo el sol. Sería suficiente poder trasladarse a Francia en un minuto para asistir a la puesta del sol, pero desgraciadamente Francia está demasiado lejos. En cambio, sobre tu pequeño planeta te bastaba arrastrar la silla algunos pasos para presenciar el crepúsculo cada vez que lo deseabas…

—¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!

Y un poco más tarde añadiste:

—¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.

—El día que la viste cuarenta y tres veces estabas muy triste ¿verdad?

Pero el principito no respondió.

VII

Al quinto día y también en relación con el cordero, me fue revelado este otro secreto de la vida del principito. Me preguntó bruscamente y sin preámbulo, como resultado de un problema largamente meditado en silencio:

—Si un cordero se come los arbustos, se comerá también las flores ¿no?

—Un cordero se come todo lo que encuentra.

—¿Y también las flores que tienen espinas?

—Sí; también las flores que tienen espinas.

—Entonces, ¿para qué le sirven las espinas?

Confieso que no lo sabía. Estaba yo muy ocupado tratando de destornillar un perno demasiado apretado del motor; la avería comenzaba a parecerme cosa grave y la circunstancia de que se estuviera agotando mi provisión de agua, me hacía temer lo peor.

—¿Para qué sirven las espinas?

El principito no permitía nunca que se dejara sin respuesta una pregunta formulada por él. Irritado por la resistencia que me oponía el perno, le respondí lo primero que se me ocurrió:

—Las espinas no sirven para nada; son pura maldad de las flores.

—¡Oh!

Y después de un silencio, me dijo con una especie de rencor:

—¡No te creo! Las flores son débiles. Son ingenuas. Se defienden como pueden. Se creen terribles con sus espinas…

No le respondí nada; en aquel momento me estaba diciendo a mí mismo: “Si este perno me resiste un poco más, lo haré saltar de un martillazo”. El principito me interrumpió de nuevo mis pensamientos:

—¿Tú crees que las flores…?

—¡No, no creo nada! Te he respondido cualquier cosa para que te calles. Tengo que ocuparme de cosas serias.

Me miró estupefacto.

—¡De cosas serias!

Me miraba con mi martillo en la mano, los dedos llenos de grasa e inclinado sobre algo que le parecía muy feo.

—¡Hablas como las personas mayores!

Me avergonzó un poco. Pero él, implacable, añadió:

—¡Lo confundes todo…todo lo mezclas…!

Estaba verdaderamente irritado; sacudía la cabeza, agitando al viento sus cabellos dorados.

—Conozco un planeta donde vive un señor muy colorado, que nunca ha olido una flor, ni ha mirado una estrella y que jamás ha querido a nadie. En toda su vida no ha hecho más que sumas. Y todo el día se lo pasa repitiendo como tú: “¡Yo soy un hombre serio, yo soy un hombre serio!”… Al parecer esto le llena de orgullo. Pero eso no es un hombre, ¡es un hongo!

—¿Un qué?

—Un hongo.

El principito estaba pálido de cólera.

—Hace millones de años que las flores tiene espinas y hace también millones de años que los corderos, a pesar de las espinas, se comen las flores. ¿Es que no es cosa seria averiguar por qué las flores pierden el tiempo fabricando unas espinas que no les sirven para nada? ¿Es que no es importante la guerra de los corderos y las flores? ¿No es esto más serio e importante que las sumas de un señor gordo y colorado? Y si yo sé de una flor única en el mundo y que no existe en ninguna parte más que en mi planeta; si yo sé que un buen día un corderillo puede aniquilarla sin darse cuenta de ello, ¿es que esto no es importante?

El principito enrojeció y después continuó:

—Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar en millones y millones de estrellas, basta que las mire para ser dichoso. Puede decir satisfecho: “Mi flor está allí, en alguna parte…” ¡Pero si el cordero se la come, para él es como si de pronto todas las estrellas se apagaran! ¡Y esto no es importante!

No pudo decir más y estalló bruscamente en sollozos.

La noche había caído. Yo había soltado las herramientas y ya no importaban nada el martillo, el perno, la sed y la muerte. ¡Había en una estrella, en un planeta, el mío, la Tierra, un principito a quien consolar! Lo tomé en mis brazos y lo mecí diciéndole: “la flor que tú quieres no corre peligro… te dibujaré un bozal para tu cordero y una armadura para la flor…te…”. No sabía qué decirle, cómo consolarle y hacer que tuviera nuevamente confianza en mí; me sentía torpe. ¡Es tan misterioso el país de las lágrimas!

VIII

Aprendí bien pronto a conocer mejor esta flor. Siempre había habido en el planeta del principito flores muy simples adornadas con una sola fila de pétalos que apenas ocupaban sitio y a nadie molestaban. Aparecían entre la hierba una mañana y por la tarde se extinguían. Pero aquella había germinado un día de una semilla llegada de quién sabe dónde, y el principito había vigilado cuidadosamente desde el primer día aquella ramita tan diferente de las que él conocía. Podía ser una nueva especie de Baobab. Pero el arbusto cesó pronto de crecer y comenzó a echar su flor. El principito observó el crecimiento de un enorme capullo y tenía le convencimiento de que habría de salir de allí una aparición milagrosa; pero la flor no acababa de preparar su belleza al abrigo de su envoltura verde.

Elegía con cuidado sus colores, se vestía lentamente y se ajustaba uno a uno sus pétalos. No quería salir ya ajada como las amapolas; quería aparecer en todo el esplendor de su belleza. ¡Ah, era muy coqueta aquella flor! Su misteriosa preparación duraba días y días. Hasta que una mañana, precisamente al salir el sol se mostró espléndida.

La flor, que había trabajado con tanta precisión, dijo bostezando:

—¡Ah, perdóname… apenas acabo de despertarme… estoy toda despeinada…!

El principito no pudo contener su admiración:

—¡Qué hermosa eres!

—¿Verdad? —respondió dulcemente la flor—. He nacido al mismo tiempo que el sol. El principito adivinó exactamente que ella no era muy modesta ciertamente, pero ¡era tan conmovedora!

—Me parece que ya es hora de desayunar — añadió la flor —; si tuvieras la bondad de pensar un poco en mí…

Y el principito, muy confuso, habiendo ido a buscar una regadera la roció abundantemente con agua fresca.

Y así, ella lo había atormentado con su vanidad un poco sombría. Un día, por ejemplo, hablando de sus cuatro espinas, dijo al principito:

—¡Ya pueden venir los tigres, con sus garras!

—No hay tigres en mi planeta —observó el principito— y, además, los tigres no comen hierba.

—Yo nos soy una hierba —respondió dulcemente la flor.

—Perdóname…

—No temo a los tigres, pero tengo miedo a las corrientes de aire. ¿No tendrás un biombo?

“Miedo a las corrientes de aire no es una suerte para una planta —pensó el principito—. Esta flor es demasiado complicada…”

—Por la noche me cubrirás con un fanal… hace mucho frío en tu tierra. No se está muy a gusto; allá de donde yo vengo…

La flor se interrumpió; había llegado allí en forma de semilla y no era posible que conociera otros mundos. Humillada por haberse dejado sorprender inventando una mentira tan ingenua, tosió dos o tres veces para atraerse la simpatía del principito.

—¿Y el biombo?

—Iba a buscarlo, pero como no dejabas de hablarme…

Insistió en su tos para darle al menos remordimientos.

De esta manera el principito, a pesar de la buena voluntad de su amor, había llegado a dudar de ella. Había tomado en serio palabras sin importancia y se sentía desgraciado.

“Yo no debía hacerle caso —me confesó un día el principito— nunca hay que hacer caso a las flores, basta con mirarlas y olerlas. Mi flor embalsamaba el planeta, pero yo no sabía gozar con eso…

Aquella historia de garra y tigres que tanto me molestó, hubiera debido enternecerme”.

Y me contó todavía:

“¡No supe comprender nada entonces! Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras. ¡La flor perfumaba e iluminaba mi vida y jamás debí huir de allí! ¡No supe adivinar la ternura que ocultaban sus pobres astucias! ¡Son tan contradictorias las flores! Pero yo era demasiado joven para saber amarla”.

IX

Creo que el principito aprovechó la migración de una bandada de pájaros silvestres para su evasión. La mañana de la partida, puso en orden el planeta. Deshollinó cuidadosamente sus volcanes en actividad, de los cuales poseía dos, que le eran muy útiles para calentar el desayuno todas las mañanas.

Tenía, además, un volcán extinguido. Deshollinó también el volcán extinguido, pues, como él decía, nunca se sabe lo que puede ocurrir. Si los volcanes están bien deshollinados, arden sus erupciones, lenta y regularmente. Las erupciones volcánicas son como el fuego de nuestras chimeneas. Es evidente que en nuestra Tierra no hay posibilidad de deshollinar los volcanes; los hombres somos demasiado pequeños. Por eso nos dan tantos disgustos.

El principito arrancó también con un poco de melancolía los últimos brotes de baobabs. Creía que no iba a volver nunca. Pero todos aquellos trabajos le parecieron aquella mañana extremadamente dulces. Y cuando regó por última vez la flor y se dispuso a ponerla al abrigo del fanal, sintió ganas de llorar.

—Adiós —le dijo a la flor. Esta no respondió.

—Adiós —repitió el principito.

La flor tosió, pero no porque estuviera resfriada.

—He sido una tonta —le dijo al fin la flor—. Perdóname. Procura ser feliz.

Se sorprendió por la ausencia de reproches y quedó desconcertado, con el fanal en el aire, no comprendiendo esta tranquila mansedumbre.

—Sí, yo te quiero —le dijo la flor—, ha sido culpa mía que tú no lo sepas; pero eso no tiene importancia. Y tú has sido tan tonto como yo. Trata de ser feliz. . . Y suelta de una vez ese fanal; ya no lo quiero.

—Pero el viento…

—No estoy tan resfriada como para… El aire fresco de la noche me hará bien. Soy una flor.

—Y los animales…

—Será necesario que soporte dos o tres orugas, si quiero conocer las mariposas; creo que son muy hermosas. Si no ¿quién vendrá a visitarme? Tú estarás muy lejos. En cuanto a las fieras, no las temo: yo tengo mis garras.

Y le mostraba ingenuamente sus cuatro espinas. Luego añadió:

—Y no prolongues más tu despedida. Puesto que has decidido partir, vete de una vez.

La flor no quería que la viese llorar: era tan orgullosa…

X

Se encontraba en la región de los asteroides 325, 326, 327, 328, 329 y 330. Para ocuparse en algo e instruirse al mismo tiempo decidió visitarlos.

El primero estaba habitado por un rey. El rey, vestido de púrpura y armiño, estaba sentado sobre un trono muy sencillo y, sin embargo, majestuoso.

—¡Ah, —exclamó el rey al divisar al principito—, aquí tenemos un súbdito!

El principito se preguntó:

“¿Cómo es posible que me reconozca si nunca me ha visto?”

Ignoraba que para los reyes el mundo está muy simplificado. Todos los hombres son súbditos.

—Aproxímate para que te vea mejor —le dijo el rey, que estaba orgulloso de ser por fin el rey de alguien. El principito buscó donde sentarse, pero el planeta estaba ocupado totalmente por el magnífico manto de armiño. Se quedó, pues, de pie, pero como estaba cansado, bostezó.

—La etiqueta no permite bostezar en presencia del rey —le dijo el monarca—. Te lo prohibo.

—No he podido evitarlo —respondió el principito muy confuso—, he hecho un viaje muy largo y apenas he dormido…

—Entonces —le dijo el rey— te ordeno que bosteces. Hace años que no veo bostezar a nadie.

Los bostezos son para mí algo curioso. ¡Vamos, bosteza otra vez, te lo ordeno!

—Me da vergüenza… ya no tengo ganas… —dijo el principito enrojeciendo.

—¡Hum, hum! —respondió el rey—. ¡Bueno! Te ordeno tan pronto que bosteces y que no bosteces…

Tartamudeaba un poco y parecía vejado, pues el rey daba gran importancia a que su autoridad fuese respetada. Era un monarca absoluto, pero como era muy bueno, daba siempre órdenes razonables.

Si yo ordenara —decía frecuentemente—, si yo ordenara a un general que se transformara en ave marina y el general no me obedeciese, la culpa no sería del general, sino mía”.

—¿Puedo sentarme? —preguntó tímidamente el principito.

—Te ordeno sentarte —le respondió el rey—, recogiendo majestuosamente un faldón de su manto de armiño.

El principito estaba sorprendido. Aquel planeta era tan pequeño que no se explicaba sobre quién podría reinar aquel rey.

—Señor —le dijo—, perdóneme si le pregunto…

—Te ordeno que me preguntes —se apresuró a decir el rey.

—Señor. . . ¿sobre qué ejerce su poder?

—Sobre todo —contestó el rey con gran ingenuidad.

—¿Sobre todo?

El rey, con un gesto sencillo, señaló su planeta, los otros planetas y las estrellas.

—¿Sobre todo eso? —volvió a preguntar el principito.

—Sobre todo eso. . . —respondió el rey.

No era sólo un monarca absoluto, era, además, un monarca universal.

—¿Y las estrellas le obedecen?

—¡Naturalmente! —le dijo el rey—. Y obedecen en seguida, pues yo no tolero la indisciplina.

Un poder semejante dejó maravillado al principito. Si él disfrutara de un poder de tal naturaleza, hubiese podido asistir en el mismo día, no a cuarenta y tres, sino a setenta y dos, a cien, o incluso a doscientas puestas de sol, sin tener necesidad de arrastrar su silla. Y como se sentía un poco triste al recordar su pequeño planeta abandonado, se atrevió a solicitar una gracia al rey:

—Me gustaría ver una puesta de sol… Deme ese gusto… Ordénele al sol que se ponga…

—Si yo le diera a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa, o de escribir una tragedia, o de transformarse en ave marina y el general no ejecutase la orden recibida ¿de quién sería la culpa, mía o de él?

—La culpa sería de usted —le dijo el principito con firmeza.

—Exactamente. Sólo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno puede dar —continuó el rey. La autoridad se apoya antes que nada en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, el pueblo hará la revolución. Yo tengo derecho a exigir obediencia, porque mis órdenes son razonables.

—¿Entonces mi puesta de sol? —recordó el principito, que jamás olvidaba su pregunta una vez que la había formulado.

—Tendrás tu puesta de sol. La exigiré. Pero, según me dicta mi ciencia gobernante, esperaré que las condiciones sean favorables.

—¿Y cuándo será eso?

—¡Ejem, ejem! —le respondió el rey, consultando previamente un enorme calendario—, ¡ejem, ejem! será hacia… hacia… será hacia las siete cuarenta. Ya verás cómo se me obedece.

El principito bostezó. Lamentaba su puesta de sol frustrada y además se estaba aburriendo ya un poco.

—Ya no tengo nada que hacer aquí —le dijo al rey—. Me voy.

—No partas —le respondió el rey que se sentía muy orgulloso de tener un súbdito—, no te vayas y te hago ministro.

—¿Ministro de qué?

—¡De… de justicia!

—¡Pero si aquí no hay nadie a quien juzgar!

—Eso no se sabe —le dijo el rey—. Nunca he recorrido todo mi reino. Estoy muy viejo y el caminar me cansa. Y como no hay sitio para una carroza…

—¡Oh! Pero yo ya he visto. . . —dijo el principito que se inclinó para echar una ojeada al otro lado del planeta—. Allá abajo no hay nadie tampoco. .

—Te juzgarás a ti mismo —le respondió el rey—. Es lo más difícil. Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo, que juzgar a los otros. Si consigues juzgarte rectamente es que eres un verdadero sabio.

—Yo puedo juzgarme a mí mismo en cualquier parte y no tengo necesidad de vivir aquí.

—¡Ejem, ejem! Creo —dijo el rey— que en alguna parte del planeta vive una rata vieja; yo la oigo por la noche. Tu podrás juzgar a esta rata vieja. La condenarás a muerte de vez en cuando. Su vida dependería de tu justicia y la indultarás en cada juicio para conservarla, ya que no hay más que una.

—A mí no me gusta condenar a muerte a nadie —dijo el principito—. Creo que me voy a marchar.

—No —dijo el rey.

Pero el principito, que habiendo terminado ya sus preparativos no quiso disgustar al viejo monarca, dijo:

—Si Vuestra Majestad deseara ser obedecido puntualmente, podría dar una orden razonable.

Podría ordenarme, por ejemplo, partir antes de un minuto. Me parece que las condiciones son favorables…

Como el rey no respondiera nada, el principito vaciló primero y con un suspiro emprendió la marcha.

—¡Te nombro mi embajador! —se apresuró a gritar el rey. Tenía un aspecto de gran autoridad.

“Las personas mayores son muy extrañas”, se decía el principito para sí mismo durante el viaje.

XI

El segundo planeta estaba habitado por un vanidoso:

—¡Ah! ¡Ah! ¡Un admirador viene a visitarme! —Gritó el vanidoso al divisar a lo lejos al principito.

Para los vanidosos todos los demás hombres son admiradores.

—¡Buenos días! —dijo el principito—. ¡Qué sombrero tan raro tiene!

—Es para saludar a los que me aclaman —respondió el vanidoso. Desgraciadamente nunca pasa nadie por aquí.

—¿Ah, sí? —preguntó sin comprender el principito.

—Golpea tus manos una contra otra —le aconsejó el vanidoso.

El principito aplaudió y el vanidoso le saludó modestamente levantando el sombrero.

“Esto parece más divertido que la visita al rey”, se dijo para sí el principito, que continuó aplaudiendo mientras el vanidoso volvía a saludarle quitándose el sombrero.

A los cinco minutos el principito se cansó con la monotonía de aquel juego.

—¿Qué hay que hacer para que el sombrero se caiga? —preguntó el principito.

Pero el vanidoso no le oyó. Los vanidosos sólo oyen las alabanzas.

—¿Tú me admiras mucho, verdad? —preguntó el vanidoso al principito.

—¿Qué significa admirar?

—Admirar significa reconocer que yo soy el hombre más bello, el mejor vestido, el más rico y el más inteligente del planeta.

—¡Si tú estás solo en tu planeta!

—¡Hazme ese favor, admírame de todas maneras!

—¡Bueno! Te admiro —dijo el principito encogiéndose de hombros—, pero ¿para qué te sirve?

Y el principito se marchó.

“Decididamente, las personas mayores son muy extrañas”, se decía para sí el principito durante su viaje.

XII

El tercer planeta estaba habitado por un bebedor. Fue una visita muy corta, pues hundió al principito en una gran melancolía.

—¿Qué haces ahí? —preguntó al bebedor que estaba sentado en silencio ante un sinnúmero de botellas vacías y otras tantas botellas llenas.

—¡Bebo! —respondió el bebedor con tono lúgubre.

—¿Por qué bebes? —volvió a preguntar el principito.

—Para olvidar.

—¿Para olvidar qué? —inquirió el principito ya compadecido.

—Para olvidar que siento vergüenza —confesó el bebedor bajando la cabeza.

—¿Vergüenza de qué? —se informó el principito deseoso de ayudarle.

—¡Vergüenza de beber! —concluyó el bebedor, que se encerró nueva y definitivamente en el silencio.

Y el principito, perplejo, se marchó.

“No hay la menor duda de que las personas mayores son muy extrañas”, seguía diciéndose para sí el principito durante su viaje.

XIII

El cuarto planeta estaba ocupado por un hombre de negocios. Este hombre estaba tan abstraído que ni siquiera levantó la cabeza a la llegada del principito.

—¡Buenos días! —le dijo éste—. Su cigarro se ha apagado.

—Tres y dos cinco. Cinco y siete doce. Doce y tres quince. ¡Buenos días! Quince y siete veintidós. Veintidós y seis veintiocho. No tengo tiempo de encenderlo. Veintiocho y tres treinta y uno. ¡Uf!

Esto suma quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno.

—¿Quinientos millones de qué?

—¿Eh? ¿Estás ahí todavía? Quinientos millones de… ya no sé… ¡He trabajado tanto! ¡Yo soy un hombre serio y no me entretengo en tonterías! Dos y cinco siete…

—¿Quinientos millones de qué? —volvió a preguntar el principito, que nunca en su vida había renunciado a una pregunta una vez que la había formulado.

El hombre de negocios levantó la cabeza:

—Desde hace cincuenta y cuatro años que habito este planeta, sólo me han molestado tres veces. La primera, hace veintidós años, fue por un abejorro que había caído aquí de Dios sabe dónde.

Hacía un ruido insoportable y me hizo cometer cuatro errores en una suma. La segunda vez por una crisis de reumatismo, hace once años. Yo no hago ningún ejercicio, pues no tengo tiempo de callejear.

Soy un hombre serio. Y la tercera vez… ¡la tercera vez es ésta! Decía, pues, quinientos un millones…

—¿Millones de qué?

El hombre de negocios comprendió que no tenía ninguna esperanza de que lo dejaran en paz.

—Millones de esas pequeñas cosas que algunas veces se ven en el cielo.

—¿Moscas?

—¡No, cositas que brillan!

—¿Abejas?

—No. Unas cositas doradas que hacen desvariar a los holgazanes. ¡Yo soy un hombre serio y no tengo tiempo de desvariar!

—¡Ah! ¿Estrellas?

—Eso es. Estrellas.

—¿Y qué haces tú con quinientos millones de estrellas?

—Quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. Yo soy un hombre serio y exacto.

—¿Y qué haces con esas estrellas?

—¿Que qué hago con ellas?

—Sí.

—Nada. Las poseo.

—¿Que las estrellas son tuyas?

—Sí.

—Yo he visto un rey que…

—Los reyes no poseen nada… Reinan. Es muy diferente.

—¿Y de qué te sirve poseer las estrellas?

—Me sirve para ser rico.

—¿Y de qué te sirve ser rico?

—Me sirve para comprar más estrellas si alguien las descubre.

“Este, se dijo a sí mismo el principito, razona poco más o menos como mi borracho”.

No obstante le siguió preguntando:

—¿Y cómo es posible poseer estrellas?

—¿De quién son las estrellas? —contestó punzante el hombre de negocios.

—No sé. . . De nadie.

—Entonces son mías, puesto que he sido el primero a quien se le ha ocurrido la idea.

—¿Y eso basta?

—Naturalmente. Si te encuentras un diamante que nadie reclama, el diamante es tuyo. Si encontraras una isla que a nadie pertenece, la isla es tuya. Si eres el primero en tener una idea y la haces patentar, nadie puede aprovecharla: es tuya. Las estrellas son mías, puesto que nadie, antes que yo, ha pensado en poseerlas.

—Eso es verdad —dijo el principito— ¿y qué haces con ellas?

—Las administro. Las cuento y las recuento una y otra vez —contestó el hombre de negocios—. Es algo difícil. ¡Pero yo soy un hombre serio!

El principito no quedó del todo satisfecho.

—Si yo tengo una bufanda, puedo ponérmela al cuello y llevármela. Si soy dueño de una flor, puedo cortarla y llevármela también. ¡Pero tú no puedes llevarte las estrellas!

—Pero puedo colocarlas en un banco.

—¿Qué quiere decir eso?

—Quiere decir que escribo en un papel el número de estrellas que tengo y guardo bajo llave en un cajón ese papel.

—¿Y eso es todo?

—¡Es suficiente!

“Es divertido”, pensó el principito. “Es incluso bastante poético. Pero no es muy serio”.

El principito tenía sobre las cosas serias ideas muy diferentes de las ideas de las personas mayores.

—Yo —dijo aún— tengo una flor a la que riego todos los días; poseo tres volcanes a los que deshollino todas las semanas, pues también me ocupo del que está extinguido; nunca se sabe lo que puede ocurrir. Es útil, pues, para mis volcanes y para mi flor que yo las posea. Pero tú, tú no eres nada útil para las estrellas…

El hombre de negocios abrió la boca, pero no encontró respuesta.

El principito abandonó aquel planeta.

“Las personas mayores, decididamente, son extraordinarias”, se decía a sí mismo con sencillez durante el viaje.

XIV

El quinto planeta era muy curioso. Era el más pequeño de todos, pues apenas cabían en él un farol y el farolero que lo habitaba. El principito no lograba explicarse para qué servirían allí, en el cielo, en un planeta sin casas y sin población un farol y un farolero. Sin embargo, se dijo a sí mismo:

“Este hombre, quizás, es absurdo. Sin embargo, es menos absurdo que el rey, el vanidoso, el hombre de negocios y el bebedor. Su trabajo, al menos, tiene sentido. Cuando enciende su farol, es igual que si hiciera nacer una estrella más o una flor y cuando lo apaga hace dormir a la flor o a la estrella. Es una ocupación muy bonita y por ser bonita es verdaderamente útil”.

Cuando llegó al planeta saludó respetuosamente al farolero:

—¡Buenos días! ¿Por qué acabas de apagar tu farol?

—Es la consigna —respondió el farolero—. ¡Buenos días!

—¿Y qué es la consigna?

—Apagar mi farol. ¡Buenas noches!

Y encendió el farol.

—¿Y por qué acabas de volver a encenderlo?

—Es la consigna.

—No lo comprendo —dijo el principito.

—No hay nada que comprender —dijo el farolero—. La consigna es la consigna. ¡Buenos días!

Y apagó su farol.

Luego se enjugó la frente con un pañuelo de cuadros rojos.

—Mi trabajo es algo terrible. En otros tiempos era razonable; apagaba el farol por la mañana y lo encendía por la tarde. Tenía el resto del día para reposar y el resto de la noche para dormir.

—¿Y luego cambiaron la consigna?

—Ese es el drama, que la consigna no ha cambiado —dijo el farolero—. El planeta gira cada vez más de prisa de año en año y la consigna sigue siendo la misma.

—¿Y entonces? —dijo el principito.

—Como el planeta da ahora una vuelta completa cada minuto, yo no tengo un segundo de reposo. Enciendo y apago una vez por minuto.

—¡Eso es raro! ¡Los días sólo duran en tu tierra un minuto!

—Esto no tiene nada de divertido —dijo el farolero—. Hace ya un mes que tú y yo estamos hablando.

—¿Un mes?

—Sí, treinta minutos. ¡Treinta días! ¡Buenas noches!

Y volvió a encender su farol.

El principito lo miró y le gustó este farolero que tan fielmente cumplía la consigna. Recordó las puestas de sol que en otro tiempo iba a buscar arrastrando su silla. Quiso ayudarle a su amigo.

—¿Sabes? Yo conozco un medio para que descanses cuando quieras…

—Yo quiero descansar siempre —dijo el farolero.

Se puede ser a la vez fiel y perezoso.

El principito prosiguió:

—Tu planeta es tan pequeño que puedes darle la vuelta en tres zancadas. No tienes que hacer más que caminar muy lentamente para quedar siempre al sol. Cuando quieras descansar, caminarás… y el día durará tanto tiempo cuanto quieras.

—Con eso no adelanto gran cosa —dijo el farolero—, lo que a mí me gusta en la vida es dormir.

—No es una suerte —dijo el principito.

—No, no es una suerte —replicó el farolero—. ¡Buenos días!

Y apagó su farol.

Mientras el principito proseguía su viaje, se iba diciendo para sí: “Este sería despreciado por los otros, por el rey, por el vanidoso, por el bebedor, por el hombre de negocios. Y, sin embargo, es el único que no me parece ridículo, quizás porque se ocupa de otra cosa y no de sí mismo. Lanzó un suspiro de pena y continuó diciéndose:

“Es el único de quien pude haberme hecho amigo. Pero su planeta es demasiado pequeño y no hay lugar para dos…”

Lo que el principito no se atrevía a confesarse, era que la causa por la cual lamentaba no quedarse en este bendito planeta se debía a las mil cuatrocientas cuarenta puestas de sol que podría disfrutar cada veinticuatro horas.

XV

El sexto planeta era diez veces más grande. Estaba habitado por un anciano que escribía grandes libros.

—¡Anda, un explorador! —exclamó cuando divisó al principito.

Este se sentó sobre la mesa y reposó un poco. ¡Había viajado ya tanto!

—¿De dónde vienes tú? —le preguntó el anciano.

—¿Qué libro es ese tan grande? —preguntó a su vez el principito—. ¿Qué hace usted aquí?

—Soy geógrafo —dijo el anciano.

—¿Y qué es un geógrafo?

—Es un sabio que sabe donde están los mares, los ríos, las ciudades, las montañas y los desiertos.

—Eso es muy interesante —dijo el principito—. ¡Y es un verdadero oficio!

Dirigió una mirada a su alrededor sobre el planeta del geógrafo; nunca había visto un planeta tan majestuoso.

—Es muy hermoso su planeta. ¿Hay océanos aquí?

—No puedo saberlo —dijo el geógrafo.

—¡Ah! (El principito se sintió decepcionado). ¿Y montañas?

—No puedo saberlo —repitió el geógrafo.

—¿Y ciudades, ríos y desiertos?

—Tampoco puedo saberlo.

—¡Pero usted es geógrafo!

—Exactamente —dijo el geógrafo—, pero no soy explorador, ni tengo exploradores que me informen. El geógrafo no puede estar de acá para allá contando las ciudades, los ríos, las montañas, los océanos y los desiertos; es demasiado importante para deambular por ahí. Se queda en su despacho y allí recibe a los exploradores. Les interroga y toma nota de sus informes. Si los informes de alguno de ellos le parecen interesantes, manda hacer una investigación sobre la moralidad del explorador.

—¿Para qué?

—Un explorador que mintiera sería una catástrofe para los libros de geografía. Y también lo sería un explorador que bebiera demasiado.

—¿Por qué? —preguntó el principito.

—Porque los borrachos ven doble y el geógrafo pondría dos montañas donde sólo habría una.

—Conozco a alguien —dijo el principito—, que sería un mal explorador.

—Es posible. Cuando se está convencido de que la moralidad del explorador es buena, se hace una investigación sobre su descubrimiento.

—¿ Se va a ver?

—No, eso sería demasiado complicado. Se exige al explorador que suministre pruebas. Por ejemplo, si se trata del descubrimiento de una gran montaña, se le pide que traiga grandes piedras.

Súbitamente el geógrafo se sintió emocionado:

—Pero… ¡tú vienes de muy lejos! ¡Tú eres un explorador! Vas a describirme tu planeta.

Y el geógrafo abriendo su registro afiló su lápiz. Los relatos de los exploradores se escriben primero con lápiz. Se espera que el explorador presente sus pruebas para pasarlos a tinta.

—¿Y bien? —interrogó el geógrafo.

—¡Oh! Mi tierra —dijo el principito— no es interesante, todo es muy pequeño. Tengo tres volcanes, dos en actividad y uno extinguido; pero nunca se sabe…

—No, nunca se sabe —dijo el geógrafo.

—Tengo también una flor.

—De las flores no tomamos nota.

—¿Por qué? ¡Son lo más bonito!

—Porque las flores son efímeras.

—¿Qué significa “efímera”?

—Las geografías —dijo el geógrafo— son los libros más preciados e interesantes; nunca pasan de moda. Es muy raro que una montaña cambie de sitio o que un océano quede sin agua. Los geógrafos escribimos sobre cosas eternas.

—Pero los volcanes extinguidos pueden despertarse —interrumpió el principito—. ¿Qué significa “efímera”?

—Que los volcanes estén o no en actividad es igual para nosotros. Lo interesante es la montaña que nunca cambia.

—Pero, ¿qué significa “efímera”? —repitió el principito que en su vida había renunciado a una pregunta una vez formulada.

—Significa que está amenazado de próxima desaparición.

—¿Mi flor está amenazada de desaparecer próximamente?

—Indudablemente.

“Mi flor es efímera —se dijo el principito— y no tiene más que cuatro espinas para defenderse contra el mundo. ¡Y la he dejado allá sola en mi casa!”. Por primera vez se arrepintió de haber dejado su planeta, pero bien pronto recobró su valor.

—¿Qué me aconseja usted que visite ahora? —preguntó.

—La Tierra —le contestó el geógrafo—. Tiene muy buena reputación…

Y el principito partió pensando en su flor.

XVI

El séptimo planeta fue, por consiguiente, la Tierra.

¡La Tierra no es un planeta cualquiera! Se cuentan en él ciento once reyes (sin olvidar, naturalmente, los reyes negros), siete mil geógrafos, novecientos mil hombres de negocios, siete millones y medio de borrachos, trescientos once millones de vanidosos, es decir, alrededor de dos mil millones de personas mayores.

Para darles una idea de las dimensiones de la Tierra yo les diría que antes de la invención de la electricidad había que mantener sobre el conjunto de los seis continentes un verdadero ejército de cuatrocientos sesenta y dos mil quinientos once faroleros.

Vistos desde lejos, hacían un espléndido efecto. Los movimientos de este ejército estaban regulados como los de un ballet de ópera. Primero venía el turno de los faroleros de Nueva Zelandia y de Australia. Encendían sus faroles y se iban a dormir. Después tocaba el turno en la danza a los faroleros de China y Siberia, que a su vez se perdían entre bastidores. Luego seguían los faroleros de Rusia y la India, después los de África y Europa y finalmente, los de América del Sur y América del Norte. Nunca se equivocaban en su orden de entrada en escena. Era grandioso.

Solamente el farolero del único farol del polo norte y su colega del único farol del polo sur, llevaban una vida de ociosidad y descanso. No trabajaban más que dos veces al año.

XVII

Cuando se quiere ser ingenioso, sucede que se miente un poco. No he sido muy honesto al hablar de los faroleros y corro el riesgo de dar una falsa idea de nuestro planeta a los que no lo conocen.

Los hombres ocupan muy poco lugar sobre la Tierra. Si los dos mil millones de habitantes que la pueblan se pusieran de pie y un poco apretados, como en un mitin, cabrían fácilmente en una plaza de veinte millas de largo por veinte de ancho. La humanidad podría amontonarse sobre el más pequeño islote del Pacífico.

Las personas mayores no les creerán, seguramente, pues siempre se imaginan que ocupan mucho sitio. Se creen importantes como los baobabs. Les dirán, pues, que hagan el cálculo; eso les gustará ya que adoran las cifras. Pero no es necesario que pierdan el tiempo inútilmente, puesto que tienen confianza en mí.

El principito, una vez que llegó a la Tierra, quedó sorprendido de no ver a nadie. Tenía miedo de haberse equivocado de planeta, cuando un anillo de color de luna se revolvió en la arena.

—¡Buenas noches! —dijo el principito.

—¡Buenas noches! —dijo la serpiente.

—¿Sobre qué planeta he caído? —preguntó el principito.

—Sobre la Tierra, en África —respondió la serpiente.

—¡Ah! ¿Y no hay nadie sobre la Tierra?

—Esto es el desierto. En los desiertos no hay nadie. La Tierra es muy grande —dijo la serpiente.

El principito se sentó en una piedra y elevó los ojos al cielo.

—Yo me pregunto —dijo— si las estrellas están encendidas para que cada cual pueda un día encontrar la suya. Mira mi planeta; está precisamente encima de nosotros… Pero… ¡qué lejos está!

—Es muy bella —dijo la serpiente—. ¿Y qué vienes tú a hacer aquí?

—Tengo problemas con una flor —dijo el principito.

—¡Ah!

Y se callaron.

—¿Dónde están los hombres? —prosiguió por fin el principito. Se está un poco solo en el desierto…

—También se está solo donde los hombres —afirmó la serpiente.

El principito la miró largo rato y le dijo:

—Eres un bicho raro, delgado como un dedo…

—Pero soy más poderoso que el dedo de un rey —le interrumpió la serpiente.

El principito sonrió:

—No me pareces muy poderoso… ni siquiera tienes patas… ni tan siquiera puedes viajar…

—Puedo llevarte más lejos que un navío —dijo la serpiente.

Se enroscó alrededor del tobillo del principito como un brazalete de oro.

—Al que yo toco, le hago volver a la tierra de donde salió. Pero tú eres puro y vienes de una estrella…

El principito no respondió.

—Me das lástima, tan débil sobre esta tierra de granito. Si algún día echas mucho de menos tu planeta, puedo ayudarte. Puedo…

—¡Oh! —dijo el principito—. Te he comprendido. Pero ¿por qué hablas con enigmas?

—Yo los resuelvo todos —dijo la serpiente.

Y se callaron.

XVIII

El principito atravesó el desierto en el que sólo encontró una flor de tres pétalos, una flor de nada.

—¡Buenos días! —dijo el principito.

—¡Buenos días! —dijo la flor.

—¿Dónde están los hombres? —preguntó cortésmente el principito.

La flor, un día, había visto pasar una caravana.

—¿Los hombres? No existen más que seis o siete, me parece. Los he visto hace ya años y nunca se sabe dónde encontrarlos. El viento los pasea. Les faltan las raíces. Esto les molesta.

—Adiós —dijo el principito.

—Adiós —dijo la flor.

XIX

El principito escaló hasta la cima de una alta montaña. Las únicas montañas que él había conocido eran los tres volcanes que le llegaban a la rodilla. El volcán extinguido lo utilizaba como taburete. “Desde una montaña tan alta como ésta, se había dicho, podré ver todo el planeta y a todos los hombres…” Pero no alcanzó a ver más que algunas puntas de rocas.

—¡Buenos días! —exclamó el principito al acaso.

—¡Buenos días! ¡Buenos días! ¡Buenos días! —respondió el eco.

—¿Quién eres tú? —preguntó el principito.

—¿Quién eres tú?… ¿Quién eres tú?… ¿Quién eres tú?… —contestó el eco.

—Sed mis amigos, estoy solo —dijo el principito.

—Estoy solo… estoy solo… estoy solo… —repitió el eco.

“¡Qué planeta más raro! —pensó entonces el principito—, es seco, puntiagudo y salado. Y los hombres carecen de imaginación; no hacen más que repetir lo que se les dice… En mi tierra tenía una flor: hablaba siempre la primera… ”

XX

Pero sucedió que el principito, habiendo atravesado arenas, rocas y nieves, descubrió finalmente un camino. Y los caminos llevan siempre a la morada de los hombres.

—¡Buenos días! —dijo.

Era un jardín cuajado de rosas.

—¡Buenos días! —dijeran las rosas.

El principito las miró. ¡Todas se parecían tanto a su flor!

—¿Quiénes son ustedes? —les preguntó estupefacto.

—Somos las rosas —respondieron éstas.

—¡Ah! —exclamó el principito.

Y se sintió muy desgraciado. Su flor le había dicho que era la única de su especie en todo el universo. ¡Y ahora tenía ante sus ojos más de cinco mil todas semejantes, en un solo jardín!

Si ella viese todo esto, se decía el principito, se sentiría vejada, tosería muchísimo y simularía morir para escapar al ridículo. Y yo tendría que fingirle cuidados, pues sería capaz de dejarse morir verdaderamente para humillarme a mí también… ”

Y luego continuó diciéndose: “Me creía rico con una flor única y resulta que no tengo más que una rosa ordinaria. Eso y mis tres volcanes que apenas me llegan a la rodilla y uno de los cuales acaso esté extinguido para siempre. Realmente no soy un gran príncipe… ” Y echándose sobre la hierba, el principito lloró.

XXI

Entonces apareció el zorro:

—¡Buenos días! —dijo el zorro.

—¡Buenos días! —respondió cortésmente el principito que se volvió pero no vio nada.

—Estoy aquí, bajo el manzano —dijo la voz.

—¿Quién eres tú? —preguntó el principito—. ¡Qué bonito eres!

—Soy un zorro —dijo el zorro.

—Ven a jugar conmigo —le propuso el principito—, ¡estoy tan triste!

—No puedo jugar contigo —dijo el zorro—, no estoy domesticado.

—¡Ah, perdón! —dijo el principito.

Pero después de una breve reflexión, añadió:

—¿Qué significa “domesticar”?

—Tú no eres de aquí —dijo el zorro— ¿qué buscas?

—Busco a los hombres —le respondió el principito—. ¿Qué significa “domesticar”?

—Los hombres —dijo el zorro— tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero también crían gallinas. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas?

—No —dijo el principito—. Busco amigos. ¿Qué significa “domesticar”? —volvió a preguntar el principito.

—Es una cosa ya olvidada —dijo el zorro—, significa “crear vínculos… ”

—¿Crear vínculos?

—Efectivamente, verás —dijo el zorro—. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo…

—Comienzo a comprender —dijo el principito—. Hay una flor… creo que ella me ha domesticado…

—Es posible —concedió el zorro—, en la Tierra se ven todo tipo de cosas.

—¡Oh, no es en la Tierra! —exclamó el principito.

El zorro pareció intrigado:

—¿En otro planeta?

—Sí.

—¿Hay cazadores en ese planeta?

—No.

—¡Qué interesante! ¿Y gallinas?

—No.

—Nada es perfecto —suspiró el zorro.

Y después volviendo a su idea:

—Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me aburro un poco. Si tú me domesticas, mi vida estará llena de sol. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es para mí algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos dorados y será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado también, será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo.

El zorro se calló y miró un buen rato al principito:

—Por favor… domestícame —le dijo.

—Bien quisiera —le respondió el principito pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.

—Sólo se conocen bien las cosas que se domestican —dijo el zorro—. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!

—¿Qué debo hacer? —preguntó el principito.

—Debes tener mucha paciencia —respondió el zorro—. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca…

El principito volvió al día siguiente.

—Hubiera sido mejor —dijo el zorro— que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la felicidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi corazón… Los ritos son necesarios.

—¿Qué es un rito? —inquirió el principito.

—Es también algo demasiado olvidado —dijo el zorro—. Es lo que hace que un día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los jueves bailan con las muchachas del pueblo. Los jueves entonces son días maravillosos en los que puedo ir de paseo hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.

De esta manera el principito domesticó al zorro. Y cuando se fue acercando el día de la partida:

—¡Ah! —dijo el zorro—, lloraré.

—Tuya es la culpa —le dijo el principito—, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te domestique…

—Ciertamente —dijo el zorro.

—¡Y vas a llorar!, —dijo él principito.

—¡Seguro!

—No ganas nada.

—Gano —dijo el zorro— he ganado a causa del color del trigo.

Y luego añadió:

—Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme adiós y yo te regalaré un secreto.

El principito se fue a ver las rosas a las que dijo:

—No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros.

Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.

Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:

—Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin.

Y volvió con el zorro.

—Adiós —le dijo.

—Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple : sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.

—Lo esencial es invisible para los ojos —repitió el principito para acordarse.

—Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.

—Es el tiempo que yo he perdido con ella… —repitió el principito para recordarlo.

—Los hombres han olvidado esta verdad —dijo el zorro—, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa…

—Yo soy responsable de mi rosa… —repitió el principito a fin de recordarlo.

XXII

—¡Buenos días! —dijo el principito.

—¡Buenos días! —respondió el guardavía.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó el principito.

—Formo con los viajeros paquetes de mil y despacho los trenes que los llevan, ya a la derecha, ya a la izquierda.

Y un tren rápido iluminado, rugiendo como el trueno, hizo temblar la caseta del guardavía.

—Tienen mucha prisa —dijo el principito—. ¿Qué buscan?

—Ni siquiera el conductor de la locomotora lo sabe —dijo el guardavía.

Un segundo rápido iluminado rugió en sentido inverso.

—¿Ya vuelve? —preguntó el principito.

—No son los mismos —contestó el guardavía—. Es un cambio.

—¿No se sentían contentos donde estaban?

—Nunca se siente uno contento donde está —respondió el guardavía.

Y rugió el trueno de un tercer rápido iluminado.

—¿Van persiguiendo a los primeros vi ajeros? —preguntó el principito.

—No persiguen absolutamente nada —le dijo el guardavía—; duermen o bostezan allí dentro.

Únicamente los niños aplastan su nariz contra los vidrios.

—Únicamente los niños saben lo que buscan —dijo el principito. Pierden el tiempo con una muñeca de trapo que viene a ser lo más importante para ellos y si se la quitan, lloran…

—¡Qué suerte tienen! —dijo el guardavía.

XXIII

—¡Buenos días! —dijo el principito.

—¡Buenos días! —respondió el comerciante.

Era un comerciante de píldoras perfeccionadas que quitan la sed. Se toma una por semana y ya no se sienten ganas de beber.

—¿Por qué vendes eso? —preguntó el principito.

—Porque con esto se economiza mucho tiempo. Según el cálculo hecho por los expertos, se ahorran cincuenta y tres minutos por semana.

—¿Y qué se hace con esos cincuenta y tres minutos?

—Lo que cada uno quiere… ”

“Si yo dispusiera de cincuenta y tres minutos —pensó el principito— caminaría suavemente hacia una fuente…”

XXIV

Era el octavo día de mi avería en el desierto y había escuchado la historia del comerciante bebiendo la última gota de mi provisión de agua.

—¡Ah —le dije al principito—, son muy bonitos tus cuentos, pero yo no he reparado mi avión, no tengo nada para beber y sería muy feliz si pudiera irme muy tranquilo en busca de una fuente!

—Mi amigo el zorro…, me dijo…

—No se trata ahora del zorro, muchachito…

—¿Por qué?

—Porque nos vamos a morir de sed…

No comprendió mi razonamiento y replicó:

—Es bueno haber tenido un amigo, aún si vamos a morir. Yo estoy muy contento de haber tenido un amigo zorro.

“Es incapaz de medir el peligro —me dije — Nunca tiene hambre ni sed y un poco de sol le basta…”

El principito me miró y respondió a mi pensamiento:

—Tengo sed también… vamos a buscar un pozo. ..

Tuve un gesto de cansancio; es absurdo buscar un pozo, al azar, en la inmensidad del desierto.

Sin embargo, nos pusimos en marcha.

Después de dos horas de caminar en silencio, cayó la noche y las estrellas comenzaron a brillar.

Yo las veía como en sueño, pues a causa de la sed tenía un poco de fiebre. Las palabras del principito danzaban en mi mente.

—¿Tienes sed, tú también? —le pregunté. Pero no respondió a mi pregunta, diciéndome simplemente:

—El agua puede ser buena también para el corazón…

No comprendí sus palabras, pero me callé; sabía muy bien que no había que interrogarlo.

El principito estaba cansado y se sentó; yo me senté a su lado y después de un silencio me dijo:

—Las estrellas son hermosas, por una flor que no se ve…

Respondí “seguramente” y miré sin hablar los pliegues que la arena formaba bajo la luna.

—El desierto es bello —añadió el principito.

Era verdad; siempre me ha gustado el desierto. Puede uno sentarse en una duna, nada se ve, nada se oye y sin embargo, algo resplandece en el silencio…

—Lo que más embellece al desierto —dijo el principito— es el pozo que oculta en algún sitio…

Me quedé sorprendido al comprender súbitamente ese misterioso resplandor de la arena. Cuando yo era niño vivía en una casa antigua en la que, según la leyenda, había un tesoro escondido. Sin duda que nadie supo jamás descubrirlo y quizás nadie lo buscó, pero parecía toda encantada por ese tesoro.

Mi casa ocultaba un secreto en el fondo de su corazón…

—Sí —le dije al principito— ya se trate de la casa, de las estrellas o del desierto, lo que les embellece es invisible.

—Me gusta —dijo el principito— que estés de acuerdo con mi zorro.

Como el principito se dormía, lo tomé en mis brazos y me puse nuevamente en camino. Me sentía emocionado llevando aquel frágil tesoro, y me parecía que nada más frágil había sobre la Tierra.

Miraba a la luz de la luna aquella frente pálida, aquellos ojos cerrados, los cabellos agitados por el viento y me decía: “lo que veo es sólo la corteza; lo más importante es invisible… ”

Como sus labios entreabiertos esbozaron una sonrisa, me dije: “Lo que más me emociona de este principito dormido es su fidelidad a una flor, es la imagen de la rosa que resplandece en él como la llama de una lámpara, incluso cuando duerme… ” Y lo sentí más frágil aún. Pensaba que a las lámparas hay que protegerlas: una racha de viento puede apagarlas…

Continué caminando y al rayar el alba descubrí el pozo.

XXV

—Los hombres —dijo el principito— se meten en los rápidos pero no saben dónde van ni lo que quieren. . . Entonces se agitan y dan vueltas…

Y añadió:

—¡No vale la pena!…

El pozo que habíamos encontrado no se parecía en nada a los pozos saharianos. Estos pozos son simples agujeros que se abren en la arena. El que teníamos ante nosotros parecía el pozo de un pueblo; pero por allí no había ningún pueblo y me parecía estar soñando.

—¡Es extraño! —le dije al principito—. Todo está a punto: la roldana, el balde y la cuerda…

Se rió y tocó la cuerda; hizo mover la roldana. Y la roldana gimió como una vieja veleta cuando el viento ha dormido mucho.

—¿Oyes? —dijo el principito—. Hemos despertado al pozo y canta.

No quería que el principito hiciera el menor esfuerzo y le dije:

—Déjame a mí, es demasiado pesado para ti.

Lentamente subí el cubo hasta el brocal donde lo dejé bien seguro. En mis oídos sonaba aún el canto de la roldana y veía temblar al sol en el agua agitada.

—Tengo sed de esta agua —dijo el principito—, dame de beber…

¡Comprendí entonces lo que él había buscado!

Levanté el balde hasta sus labios y el principito bebió con los ojos cerrados. Todo era bello como una fiesta. Aquella agua era algo más que un alimento. Había nacido del caminar bajo las estrellas, del canto de la roldana, del esfuerzo de mis brazos. Era como un regalo para el corazón. Cuando yo era niño, las luces del árbol de Navidad, la música de la misa de medianoche, la dulzura de las sonrisas, daban su resplandor a mi regalo de Navidad.

—Los hombres de tu tierra —dijo el principito— cultivan cinco mil rosas en un jardín y no encuentran lo que buscan.

—No lo encuentran nunca —le respondí. —Y sin embargo, lo que buscan podrían encontrarlo en una sola rosa o en un poco de agua…

—Sin duda, respondí. Y el principito añadió:

—Pero los ojos son ciegos. Hay que buscar con el corazón.

Yo había bebido y me encontraba bien. La arena, al alba, era color de miel, del que gozaba hasta sentirme dichoso. ¿Por qué había de sentirme triste?

—Es necesario que cumplas tu promesa —dijo dulcemente el principito que nuevamente se había sentado junto a mí.

—¿Qué promesa?

—Ya sabes… el bozal para mi cordero… soy responsable de mi flor.

Saqué del bolsillo mis esbozos de dibujo. El principito los miró y dijo riendo:

—Tus baobabs parecen repollos…

—¡Oh! ¡Y yo que estaba tan orgulloso de mis baobabs!

—Tu zorro tiene orejas que parecen cuernos; son demasiado largas.

Y volvió a reír.

—Eres injusto, muchachito; yo no sabía dibujar más que boas cerradas y boas abiertas.

—¡Oh, todo se arreglará! —dijo el principito—. Los niños entienden.

Bosquejé, pues, un bozal y se lo alargué con el corazón oprimido:

—Tú tienes proyectos que yo ignoro…

Pero no me respondió.

—¿Sabes? —me dijo—. Mañana hace un año de mi caída en la Tierra…

Y después de un silencio, añadió:

—Caí muy cerca de aquí…

El principito se sonrojó y nuevamente, sin comprender por qué, experimenté una extraña tristeza.

Sin embargo, se me ocurrió preguntar:

—Entonces no te encontré por azar hace ocho días, cuando paseabas por estos lugares, a mil millas de distancia del lugar habitado más próximo. ¿Es que volvías al punto de tu caída?

El principito enrojeció nuevamente.

Y añadí vacilante.

—¿Quizás por el aniversario?

El principito se ruborizó una vez más. Aunque nunca respondía a las preguntas, su rubor significaba una respuesta afirmativa.

—¡Ah! —le dije— tengo miedo.

Pero él me respondió:

—Tú debes trabajar ahora; vuelve, pues, junto a tu máquina, que yo te espero aquí. Vuelve mañana por la tarde.

Pero yo no estaba tranquilo y me acordaba del zorro. Si se deja uno domesticar, se expone a llorar un poco…

XXVI

Al lado del pozo había una ruina de un viejo muro de piedras. Cuando volví de mi trabajo al día siguiente por la tarde, vi desde lejos al principito sentado en lo alto con las piernas colgando. Lo oí que hablaba.

—¿No te acuerdas? ¡No es aquí con exactitud!

Alguien le respondió sin duda, porque él replicó:

—¡Sí, sí; es el día, pero no es este el lugar!

Proseguí mi marcha hacia el muro, pero no veía ni oía a nadie. Y sin embargo, el principito replicó de nuevo.

—¡Claro! Ya verás dónde comienza mi huella en la arena. No tienes más que esperarme, que allí estaré yo esta noche.

Yo estaba a veinte metros y continuaba sin distinguir nada.

El principito, después de un silencio, dijo aún:

—¿Tienes un buen veneno? ¿Estás segura de no hacerme sufrir mucho?

Me detuve con el corazón oprimido, siempre sin comprender.

—¡Ahora vete —dijo el principito—, quiero volver a bajarme!

Dirigí la mirada hacia el pie del muro e instintivamente di un brinco. Una serpiente de esas amarillas que matan a una persona en menos de treinta segundos, se erguía en dirección al principito.

Echando mano al bolsillo para sacar mi revólver, apreté el paso, pero, al ruido que hice, la serpiente se dejó deslizar suavemente por la arena como un surtidor que muere, y, sin apresurarse demasiado, se escurrió entre las piedras con un ligero ruido metálico.

Llegué junto al muro a tiempo de recibir en mis brazos a mi principito, que estaba blanco como la nieve.

—¿Pero qué historia es ésta? ¿De charla también con las serpientes?

Le quité su eterna bufanda de oro, le humedecí las sienes y le di de beber, sin atreverme a hacerle pregunta alguna. Me miró gravemente rodeándome el cuello con sus brazos. Sentí latir su corazón, como el de un pajarillo que muere a tiros de carabina.

—Me alegra —dijo el principito— que hayas encontrado lo que faltaba a tu máquina. Así podrás volver a tu tierra…

—¿Cómo lo sabes?

Precisamente venía a comunicarle que, a pesar de que no lo esperaba, había logrado terminar mi trabajo.

No respondió a mi pregunta, sino que añadió:

—También yo vuelvo hoy a mi planeta…

Luego, con melancolía:

—Es mucho más lejos… y más difícil…

Me daba cuenta de que algo extraordinario pasaba en aquellos momentos. Estreché al principito entre mis brazos como si fuera un niño pequeño, y no obstante, me pareció que descendía en picada hacia un abismo sin que fuera posible hacer nada para retenerlo.

Su mirada, seria, estaba perdida en la lejanía.

—Tengo tu cordero y la caja para el cordero. Y tengo también el bozal.

Y sonreía melancólicamente.

Esperé un buen rato. Sentía que volvía a entrar en calor poco a poco:

—Has tenido miedo, muchachito…

Lo había tenido, sin duda, pero sonrió con dulzura:

—Esta noche voy a tener más miedo…

Me quedé de nuevo helado por un sentimiento de algo irreparable. Comprendí que no podía soportar la idea de no volver a oír nunca más su risa. Era para mí como una fuente en el desierto.

—Muchachito, quiero oír otra vez tu risa…

Pero él me dijo:

—Esta noche hará un año. Mi estrella se encontrará precisamente encima del lugar donde caí el año pasado…

—¿No es cierto —le interrumpí— que toda esta historia de serpientes, de citas y de estrellas es tan sólo una pesadilla?

Pero el principito no respondió a mi pregunta y dijo:

—Lo más importante nunca se ve…

—Indudablemente…

—Es lo mismo que la flor. Si te gusta una flor que habita en una estrella, es muy dulce mirar al cielo por la noche. Todas las estrellas han florecido.

—Es indudable…

—Es como el agua. La que me diste a beber, gracias a la roldana y la cuerda, era como una música ¿te acuerdas? ¡Qué buena era!

—Sí, cierto…

—Por la noche mirarás las estrellas; mi casa es demasiado pequeña para que yo pueda señalarte dónde se encuentra. Así es mejor; mi estrella será para ti una cualquiera de ellas. Te gustará entonces mirar todas las estrellas. Todas ellas serán tus amigas. Y además, te haré un regalo…

Y rió una vez más.

—¡Ah, muchachito, muchachito, cómo me gusta oír tu risa!

—Mi regalo será ése precisamente, será como el agua…

—¿Qué quieres decir?

La gente tiene estrellas que no son las mismas. Para los que viajan, las estrellas son guías; para otros sólo son pequeñas lucecitas. Para los sabios las estrellas son problemas. Para mi hombre de negocios, eran oro. Pero todas esas estrellas se callan. Tú tendrás estrellas como nadie ha tenido…

—¿Qué quieres decir? —Cuando por las noches mires al cielo, al pensar que en una de aquellas estrellas estoy yo riendo, será para ti como si todas las estrellas riesen. ¡Tú sólo tendrás estrellas que saben reír!

Y rió nuevamente.

—Cuando te hayas consolado (siempre se consuela uno) estarás contento de haberme conocido.

Serás mi amigo y tendrás ganas de reír conmigo. Algunas veces abrirás tu ventana sólo por placer y tus amigos quedarán asombrados de verte reír mirando al cielo. Tú les explicarás: “Las estrellas me hacen reír siempre”. Ellos te creerán loco. Y yo te habré jugado una mala pasada…

Y se rió otra vez.

—Será como si en vez de estrellas, te hubiese dado multitud de cascabelitos que saben reír…

Una vez más dejó oír su risa y luego se puso serio.

—Esta noche ¿sabes? no vengas…

—No te dejaré.

—Pareceré enfermo… Parecerá un poco que me muero… es así. ¡No vale la pena que vengas a ver eso…!

—No te dejaré.

Pero estaba preocupado.

—Te digo esto por la serpiente; no debe morderte. Las serpientes son malas. A veces muerden por gusto…

—He dicho que no te dejaré.

Pero algo lo tranquilizó.

—Bien es verdad que no tienen veneno para la segunda mordedura…

Aquella noche no lo vi ponerse en camino. Cuando le alcancé marchaba con paso rápido y decidido y me dijo solamente:

—¡Ah, estás ahí!

Me cogió de la mano y todavía se atormentó:

—Has hecho mal. Tendrás pena. Parecerá que estoy muerto, pero no es verdad.

Yo me callaba.

—¿Comprendes? Es demasiado lejos y no puedo llevar este cuerpo que pesa demasiado.

Seguí callado.

—Será como una corteza vieja que se abandona. No son nada tristes las viejas cortezas…

Yo me callaba. El principito perdió un poco de ánimo. Pero hizo un esfuerzo y dijo:

—Será agradable ¿sabes? Yo miraré también las estrellas. Todas serán pozos con roldana herrumbrosa. Todas las estrellas me darán de beber.

Yo me callaba.

—¡Será tan divertido! Tú tendrás quinientos millones de cascabeles y yo quinientos millones de fuentes…

El principito se calló también; estaba llorando.

—Es allí; déjame ir solo.

Se sentó porque tenía miedo. Dijo aún:

—¿Sabes?… mi flor… soy responsable… ¡y ella es tan débil y tan inocente! Sólo tiene cuatro espinas para defenderse contra todo el mundo…

Me senté, ya no podía mantenerme en pie.

—Ahí está… eso es todo…

Vaciló todavía un instante, luego se levantó y dio un paso. Yo no pude moverme.

Un relámpago amarillo centelleó en su tobillo. Quedó un instante inmóvil, sin exhalar un grito.

Luego cayó lentamente como cae un árbol, sin hacer el menor ruido a causa de la arena.

XXVII

Ahora hace ya seis años de esto. Jamás he contado esta historia y los compañeros que me vuelven a ver se alegran de encontrarme vivo. Estaba triste, pero yo les decía: “Es el cansancio”.

Al correr del tiempo me he consolado un poco, pero no completamente. Sé que ha vuelto a su planeta, pues al amanecer no encontré su cuerpo, que no era en realidad tan pesado… Y me gusta por la noche escuchar a las estrellas, que suenan como quinientos millones de cascabeles…

Pero sucede algo extraordinario. Al bozal que dibujé para el principito se me olvidó añadirle la correa de cuero; no habrá podido atárselo al cordero. Entonces me pregunto:

“¿Qué habrá sucedido en su planeta? Quizás el cordero se ha comido la flor…”

A veces me digo: “¡Seguro que no! El principito cubre la flor con su fanal todas las noches y vigila a su cordero”. Entonces me siento dichoso y todas las estrellas ríen dulcemente.

Pero otras veces pienso: “Alguna que otra vez se distrae uno y eso basta. Si una noche ha olvidado poner el fanal o el cordero ha salido sin hacer ruido, durante la noche…”. Y entonces los cascabeles se convierten en lágrimas…

Y ahí está el gran misterio. Para ustedes que quieren al principito, lo mismo que para mí, nada en el universo habrá cambiado si en cualquier parte, quien sabe dónde, un cordero desconocido se ha comido o no se ha comido una rosa…

Pero miren al cielo y pregúntense: el cordero ¿se ha comido la flor? Y veréis cómo todo cambia…

¡Ninguna persona mayor comprenderá jamás que esto sea verdaderamente importante!

Este es para mí el paisaje más hermoso y el más triste del mundo. Es el mismo paisaje de la página anterior que he dibujado una vez más para que lo vean bien. Fue aquí donde el principito apareció sobre la Tierra, desapareciendo luego.

Examínenlo atentamente para que sepan reconocerlo, si algún día, viajando por África cruzan el desierto. Si por casualidad pasan por allí, no se apresuren, se los ruego, y deténganse un poco, precisamente bajo la estrella. Si un niño llega hasta ustedes, si este niño ríe y tiene cabellos de oro y nunca responde a sus preguntas, adivinarán en seguida quién es. ¡Sean amables con él! Y comuníquenme rápidamente que ha regresado. ¡No me dejen tan triste!

 


PrisioneroEnArgentina.com

Junio 23, 2020


 

El Primer Submarino del mundo

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El primer submarino de combate del mundo fue una idea de último momento por parte de su creador. La nave revolucionaria, conocida como la Tortuga por su extraña forma, fue la creación genial de David Bushnell, quien nació en 1742 en West Saybrook, Connecticut.

Bushnell

Bushnell no comenzó su carrera como inventor, ingeniero o incluso como marino. De hecho, fue agricultor la mayor parte de sus primeros años de vida. El padre de Bushnell falleció cuando tenía 29 años, y finalmente decidió vender la granja familiar. A la edad relativamente avanzada de 31 años, Bushnell decidió seguir una educación superior y entró al cercano Yale College para estudiar matemáticas.

Bushnell se graduó de Yale en 1775, en vísperas de la Revolución Americana. Era un ferviente patriota que sentía firmemente que la tecnología sería la clave para ganar la guerra, por lo que él y su mentor de Yale, Phineas Pratt, se pusieron a trabajar. La poderosa Armada británica tendría que ser tratada para que la Revolución tuviera éxito, y era evidente que la incipiente armada de Estados Unidos se vería presionada con tácticas convencionales. Uno de los primeros conceptos de la pareja fue una bomba submarina con un detonador de chispa con retraso de tiempo, un precursor de las minas navales modernas. La idea se encontró con un considerable escepticismo sobre si la pólvora podría explotar bajo el agua, pero Bushnell demostró con éxito que sí. El único dilema que enfrentaron los inventores fue cómo entregar las minas, o “bombas de tiempo”, a su objetivo. Para este propósito, Bushnell y Pratt desarrollaron un vehículo sumergible de propulsión manual de un solo hombre para transportar sus bombas a una nave enemiga. La Tortuga había nacido.

David Bushnell, de Westbrook, Connecticut, fue un inventor estadounidense, patriota, uno de los primeros ingenieros de combate estadounidenses, maestro y médico. Inventó el primer submarino que se usara en la batalla, así como minas flotantes activadas por contacto. Nació: 30 de agosto de 1740, Connecticut Murió: 1824, Warrenton, GA

Franklin

Durante las pruebas iniciales de la tortuga en la relativa seguridad de los ríos de Connecticut, otro famoso inventor colonial, Ben Franklin, era un admirador de la embarcación de aspecto incómodo, observando desde la costa cómo se probaba la Tortuga. Bushnell carecía de la fuerza física y la resistencia para operar el barco él mismo, por lo que su hermano Ezra se ofreció como voluntario para el trabajo. La tortuga casi no se parecía al concepto moderno de un submarino. Se parecía más a un barril de cerveza, con un tornillo de gran tamaño que sobresalía de la parte superior, y sus hélices y timón extrañamente colocados en tres lados diferentes del artilugio. El casco de la embarcación parecía dos mitades de un caparazón de tortuga juntas, de ahí su apodo. La Tortuga fue construida de roble, cubierta con brea de alquitrán de pino para impermeabilización, y unida con bandas de hierro. Medía solo 7 1/2 pies de alto y seis pies de ancho en su centro, apenas era lo suficientemente grande como para que su único operador pudiera caber. El operador ingresó a través de una escotilla hermética en la parte superior del submarino, se sentó en una viga transversal montada dentro de la embarcación y condujo el sumergible con hélices de manivela, una grande en el frente y una más pequeña en la parte superior. Dirigió por medio de un timón en la parte trasera de la embarcación.

El operador determinó a dónde iba mientras estaba en la superficie mirando a través de un conjunto de aperturas de vidrio que rodeaban la escotilla. Sumergido, hizo uso de una brújula iluminada por fósforo. La Tortuga podría flotar en la superficie y bombear aire fresco a través de una válvula de admisión a prueba de fugas, pero una vez bajo el agua, el operador solo podría mantener el recipiente debajo hasta que se agotara el aire. El barco se zambulló y salió a la superficie por medio de bombas de latón que absorbieron o expulsaron agua de mar como lastre, además de usar 700 libras de pesos de plomo, cuyos incrementos se podían jugar en una línea de 50 pies y retraerse según fuera necesario. Una característica decididamente incómoda del sistema de lastre de agua de mar era el hecho de que la tortuga no tenía tanques de lastre verdaderos; el agua de mar entrante simplemente inundó el piso de la embarcación, dejando al operador hasta las rodillas en el agua hasta que se eliminó con las bombas cuando llegó el momento de salir a la superficie.

Una vez que la tortuga llegra a su objetivo, el trabajo estaría a medio terminar: el operador tendría que entregar la munición. La manivela de la Tortuga operaba un sistema de tornillo externo cuyos controles estaban ubicados en la cámara superior de la embarcación. Unido al tornillo había un fusible impermeable que condujo a la carga explosiva. La carga, que constaba de 150 libras de pólvora negra, fue diseñada para ser flotante y sujetarse al casco exterior de la nave enemiga mediante un dispositivo de tornillo desmontable. La idea de Bushnell era que el operador navegara debajo de una embarcación enemiga, taladrara el tornillo en el casco, separara todo el conjunto mientras colocaba el fusible, un dispositivo de relojería con un retraso de hasta 12 horas, y se escapaea. Se esperaba que la mina permanezca en su lugar mientras el fusible se quemara hasta la carga y explotara, dejando a la nave enemiga con un agujero en su casco. Era mucho esperar, como resultó, tal vez demasiado.

Después de la retirada británica de Boston a Halifax, Nueva Escocia, en marzo de 1776 después de un asedio prolongado, el general George Washington decidió trasladar la mayor parte del ejército continental a la ciudad de Nueva York, lo que hizo en abril. Washington se dio cuenta de que Nueva York sería difícil de defender, pero su importancia estratégica y simbólica dictaminó que al menos se hiciera el esfuerzo. Se erigieron fortificaciones alrededor de la ciudad, que luego se limitó al extremo sur de Manhattan, así como en el área de Brooklyn Heights de Long Island, al este de la ciudad. Los continentales construyeron Fort Washington en lo que ahora es el norte de Manhattan, y construyeron la Batería, una línea de artillería cerca del puerto de Nueva York. Washington extendió sus tropas a ambos lados del East River y arriba y abajo de la isla de Manhattan. Los estadounidenses no estaban seguros de dónde elegirían los británicos atacar primero, pero sabían que el enemigo se estaba reagrupando. Los continentales se preparaban para el próximo asalto.

A fines del verano de 1776, los británicos comenzaron a llegar a la fuerza bajo el mando de los generales William Howe, Henry Clinton y Lord Charles Cornwallis. Su flota controlaba el puerto de Nueva York con una gran variedad de cañoneras. Daniel McCurtain, un testigo presencial, escribió: “Toda la bahía estaba llena de navíos. Pensé que todo Londres estaba allí, flotando. De hecho, la fuerza que se preparaba para atacar a Washington era la mayor fuerza expedicionaria jamás reunida por Gran Bretaña. Durante un período de varias semanas, el ejército británico había acumulado cerca de 32,000 hombres, incluidos más de 8,000 mercenarios alemanes. Conocidos erróneamente como hessianos (Hesse-Cassel era uno de los principales principados alemanes de la época), los soldados alemanes en realidad procedían de varias ciudades-estado cuyos gobernantes los enviaron a luchar en Estados Unidos a cambio de las recompensas del rey Jorge III. Finalmente, los transportes de tropas comenzaron a llegar para transportar a los soldados de la Corona desde sus barcos de Staten Island a Long Island a través de Gravesend Bay. Mientras tanto, en las aguas de la ciudad de Nueva York, el almirante Lord Richard Howe, hermano de William Howe, intercambió fuego con baterías estadounidenses en Manhattan.

Washington

El ejército y la marina británica combinados amenazaron con empujar a Washington y su ejército continental por el río Hudson y obtener el control de todo el valle del río Hudson. Esto dividiría efectivamente las colonias en dos, que fue la gran estrategia de Howe para llevar a la Revolución a un final repentino. A medida que su plan se hizo evidente, también se hizo evidente que los estadounidenses necesitaban desesperadamente romper el bloqueo naval británico. Durante esta situación insostenible, la Tortuga fue puesta en servicio por primera vez, con la monumental tarea de romper el bloqueo atacando a la flota británica mientras estaba anclada.

Después de un año de entrenamiento, Ezra Bushnell estaba listo para ser el piloto de la Tortuga, pero la noche anterior a la misión se enfermó gravemente de fiebre. La misión tuvo que ser eliminada y un nuevo piloto tuvo que ser entrenado en un período de tiempo considerablemente abreviado. Bushnell se retiró con la Tortuga de regreso a Long Island Sound y rápidamente buscó un nuevo voluntario. Un sargento del ejército llamado Ezra Lee, de Old Lyme, Connecticut, fue elegido para maniobrar el submarino y desplegar la mina. Para entonces era finales de agosto, y la situación que enfrentaban las fuerzas estadounidenses se había vuelto aún más grave. Una gran parte del ejército de Washington había sido atraída a una trampa, y los británicos invadieron Long Island el 26 de agosto, brutalizando a las tropas de Washington y obligándolas a retirarse a la ciudad de Nueva York. Bushnell sabía que el tiempo se estaba acabando. Cortó la sesión de entrenamiento de Lee y regresó a Nueva York.

Con los preparativos tentativos en el mejor de los casos y el personal del General Continental Israel Putnam observando, la Tortuga emprendió su misión histórica a las 11 pm de la noche del 6 de septiembre de 1776, con escasas esperanzas de éxito que pesan mucho en el artilugio, su inventor y su piloto. Después de varias horas agotadoras de arranque, Lee y la Tortuga finalmente llegaron al HMS Eagle, el buque insignia de Howe, que estaba anclado en la ubicación aproximada actual de la Estatua de la Libertad. Antes del amanecer, Lee logró sumergirse bajo la quilla del barco sin ser detectado. Bushnell y su equipo sabían que unir la mina sería una tarea difícil bajo cualquier circunstancia. Los barcos navales británicos de la época protegieron sus cascos con un proceso llamado “graving”, untando el casco con un compuesto espeso de sebo, azufre y resina. Este proceso repelía a los gusanos de la nave, también a otras criaturas marinas destructivas, pero no evitó que las malezas crecieran a través del casco u otros crecimientos indeseables. Desafortunadamente para Bushnell y su equipo, los británicos habían descubierto que el “cobreado”, que cubría el casco con una gruesa placa de cobre, protegía sus barcos de todas las formas de amenazas marítimas. La mayor parte de la flota tenía cobre durante la Guerra Revolucionaria, y seguramente el buque insignia del almirante habría sido uno de los primeros en recibir tal mejora. Este desafortunado desarrollo probablemente explica la incapacidad de Lee para unir la mina al HMS Eagle. Hizo dos arduos intentos, pero golpeó el metal las dos veces y no logró penetrar el casco con el tornillo manual. Agotado, incapaz de colocar los explosivos y quedarse sin aire respirable, Lee no tuvo más remedio que abandonar su misión.

Ezra Lee

A estas alturas, ya era casi de día, y cuando regresó a Nueva York, los británicos descubrieron a Lee cuando pasaba cerca de la Isla del Gobernador. Lo persiguieron y, en un esfuerzo por acelerar su fuga, separó la mina, cuya mecha todavía estaba encendida. Temiendo un truco rebelde, los marineros británicos remaron frenéticamente de regreso a la orilla. Lee fue finalmente descubierto por sus hombres que esperaban en la costa y fue rescatado a toda prisa, pero la mina liberada continuó su misión rebelde. Estaba programado para estallar después de una hora y, según un testigo, “pasó a la Isla de los Gobernadores hacia el East River, donde explotó con gran violencia, arrojando grandes columnas de agua y pedazos de madera en el aire”. Putnam, pensando que Lee había tenido éxito en su misión, gritó de alegría, pero la mina no había hecho daño físico real al enemigo. Así terminó el viaje inaugural del primer submarino del mundo.

La tortuga vio acción durante dos batallas más en Fort Lee en el río Hudson, pero nuevamente no pudo infligir ningún daño. El prototipo fue destruido posteriormente cuando la artillería británica hundió la embarcación que lo transportaba de vuelta al río Hudson. George Washington quedó impresionado con el ingenio de Bushnell y lo nombró a una comisión en el Cuerpo de Ingenieros del Ejército Continental, calificándolo como “un hombre de grandes poderes mecánicos, fértil en inventos y un maestro de ejecución”. Explicó aún más sobre la expedición de la Tortuga: “Pensé, y sigo pensando, que fue un esfuerzo de genio, pero que era necesario combinar muchas cosas para esperar suceso contra un enemigo que siempre está en guardia. “

A pesar de los elogios del comandante en jefe, Bushnell abandonó el trabajo y regresó a su búsqueda original, desarrollando minas navales, y finalmente diseñó un modelo que explotaría al contacto. En enero de 1778, Bushnell envió una flota de los llamados “barriles de la muerte” por el río Delaware para destruir los barcos británicos que controlan la vía navegable. Debido a la oscuridad, los barriles fueron a la deriva por error a una distancia demasiado grande de la flota británica, y se dispersaron por el hielo que cubría el río. Sin embargo, durante el día siguiente explotaron en las cercanías de un bote, causando no poca alarma a los británicos. El incidente generó un poema humorístico de Francis Hopkinson titulado “La batalla de los barriles”. Las minas de Bushnell lograron hostigar y hundir barcos británicos durante el resto de la guerra, pero nunca más se utilizaron junto con la Tortuga.

Bushnell sirvió continuamente durante la guerra, alcanzando el rango de capitán en el Cuerpo de Ingenieros, y sirvió en Nueva York, Hudson Highlands, Filadelfia, Yorktown y otros lugares hasta la conclusión de la Revolución en 1783. En 1787, Bushnell había desaparecido de su casa en West Saybrook. Se rumorea que se había mudado a Francia, fue solo después de su muerte en 1824 a la edad de 82 años que se supo que se había mudado a Georgia y se había convertido en médico y profesor con el nombre de David Bush. Por qué cambió su nombre sigue sin estar claro, tal vez para evitar la asociación con la Tortuga. Tampoco está claro por qué Bushnell huyó de su carrera como inventor e ingeniero para dedicarse a la medicina, pero si su pasado fue un indicio, la curiosidad intelectual es la explicación más probable. El sargento Ezra Lee recibió una comisión como teniente por su valentía y sirvió hasta 1782. Ambos hombres eran miembros fundadores de la Sociedad de Cincinnati, una asociación de ex alumnos de oficiales del Ejército Continental. No es sorprendente, considerando la inestabilidad financiera del Congreso Continental durante la Revolución Americana, Bushnell nunca recibió un reembolso por sus gastos relacionados con el desarrollo de la Tortuga.

USS Bushnell

A pesar de la incapacidad de hundir el HMS Eagle, el uso de la Tortuga fue el primer intento de poner fin al bloqueo naval utilizando un submarino, y finalmente obligó a los británicos a mover una flota de casi 200 barcos a lo que percibían como un lugar más seguro. La amenaza de un ataque submarino mantuvo nerviosa a la flota británica durante toda la guerra e influyó en el uso de los recursos y el posicionamiento de sus barcos, lo que difícilmente fue un fracaso para la pequeña nave de un solo hombre. Este hecho no se perdió para los estrategas militares, que vieron el potencial del submarino como un arma, y ​​también marcó el comienzo del desarrollo de submarinos por parte de la Armada estadounidense. Los principios básicos utilizados por la tortuga siguen siendo válidos en la guerra submarina de hoy. En reconocimiento al logro de Bushnell, la Marina de los EE. UU. Nombró dos barcos submarinas en su honor, una durante la Primera Guerra Mundial y otra durante la Segunda Guerra Mundial. Inevitablemente, los barcos fueron apodados “Tortuga”.

 


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Junio 24, 2020


 

UN MITO SOBRE EL ASADO-…

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 Por CLAUDIO VALERIO

Cuando nos referimos  a “El parqué” ​ o parquet  (del francés) lo estamos haciendo a un piso realizado con piezas de madera fina, que se acoplan y disponen de tal forma regular que  forman variados dibujos. En principio, fue usado en el palacio de Versalles.

Hay un viejo dicho que versa: Típico asado peronista, usando madera de piso parquet para hacer  brasas y zapatos de charol blanco. Ideal para mafiosos y proxenetas cafiolos… Un asado peronista, una grasada total.

Tal vez sea éste uno de los mitos más conocidos y más respondidos. Durante el gobierno de Juan D. Perón (época de peronismo), la vivienda era una dádiva del Estado; se decía que  los pobres que recibían esas viviendas del Estado terminaban levantando el parquet de las habitaciones y haciendo asado con él… ¡Cuánta fobia tras este mito! En primer lugar considerar que los bellos pisos de madera debía ser exclusivo de las clases medias y altas; en segundo lugar, ¿cómo es posible que los pobres reciban de regalo algo por parte del Estado?, ¿viviendas? ¿y con piso de parquet?  Obviamente que esta fábula, o mito,  afirma una cosa más profunda: Los pobres no podías ser merecedores de ese obsequio. Se los consideraba tan brutos al punto de afirmar que, en lugar de buscar madera, al encontrarla en el piso, la removían.

La “vivienda popular”, da mucho que hablar y comentarios que hacer. En primer lugar digamos que las viviendas sociales no son un “regalo del Estado” porque, según la Constitución Nacional, es un derecho. Claro está que existen distintos modos de implementar ese derecho, pero no es posible “regalar aguinaldo”, o bien “regalar vacaciones pagas”, ni tampoco   “regalar libertad de prensa” o “regalar una vivienda social”. Como segunda cosa podríamos enumerar cuantas viviendas sociales fueron construidas construida en los últimos setenta y cinco años y cuantas de ellas han tenido parquet. Indiscutiblemente no fueron muchas y, lamentablemente, nunca se hizo una exacta cuenta, porque no es prioridad para la gran mayoría.

Nadie,  pero nadie en esa época, vio a alguien sacar el piso de parqué  para hacer asado. Y si lo vio, no lo documentó ni tomó fotos. Sólo comentarios. Fueron muchos los que dijeron  conocer a personas que escucharon que un vecino lo vio y  que otro contaba cómo se referían sobre este hecho en los barrios populares…  Nada registrado, nada documentado; solo dichos, o que le habían dicho, o las cosas que siempre se dijo.

Sobre esto último se puede agregar que nunca, nadie mostró destrucción alguna de viviendas populares por parte de los sectores sociales, “los pobres”,   que las habitan. Y es que inadmisible pensar que se quiera dañar las conquistas logradas y que le son propias. Todo lo contrario, se han realizados, en sectores populares, algunos estudios sociales que evidencian que, si el Estado les otorga un lote de tierra, los pobres edifican, construyen y mejoran sus viviendas. No las destruyen, no las vandalizan,  ni maltratan.

La verdad de los hechos es que muchos argentinos, ya entrados en años, recuerdan el mito urbano del “asado con parquet”, donde se decía y repitió por varios años que los llamados “cabecitas negras” recibieron las casitas del gobierno y levantaban el parquet para hacer asados. El relato gozó de buena prensa y divulgadores masivos de clases medias y altas se encargaron de difundirlo.

La fábula/leyenda sobre el uso dado al parquet de las viviendas populares, pone en evidencia la discriminación e intolerancia de ciertos sectores políticos, opuestos al peronismo, con la consiguiente adopción de posturas “contreras” por parte de los “gorilas” (que serían contreras exacerbados).  Prima la corrección política de este asunto por parte de algunos sectores políticos antagónicos al justicialismo que eligieron definirse como “ni peronistas, ni tampoco gorilas”.      

¡TE HICIERON CREER, QUE LOS NEGROS HACIAN EL ASADO CON EL PARQUET! PERO,  ¿SABIAS QUE EL FUEGO DEBIDO A LA BREA, PRODUCE UN HUMO NEGRO, QUE TE IMPEDIRIA COMER LA CARNE?

Que ignorante incomprensión de algunos sectores populares y qué baja  perspectiva  de grupos acomodados sobre los derechos constitucionales. Es el mito del asado lo que presume adoptar diferentes formulaciones sobre distintos momentos.  Y es así que hubo quienes afirmaron  arbitrariamente que los conversores de televisión digital gratuitos, que llegaban para ser distribuidos en los barrios populares, se vendían en el mercado negro; que lo percibido en concepto de AUH (Asignación Universal por Hijo) se gastaba en droga y en el juego y en la droga;  que las adolescentes buscan quedar embarazadas para cobrar la asignación. Afirmaciones estas que transcriben la ignorancia que existe de las clases populares, que son estigmatizadas y de las que están quienes consideran que no tienen derecho a acceder a las políticas de Estado. Obviamente, los que estigmatizan a las clases populares, jamás podrán comprenderlas.

No se puede  hacer asado de tira a la parrilla con la madera de los pisos de parquet levantado.

Sin duda que los que  amamos comer  carne asada cedemos a la posibilidad de disfrutar un buen asado casero. La clave, ya se ha dicho muchas veces, es el disponer  de un  buen fuego y así conseguir buenas brasas, lo que nos garantizará una buena cocción de las carnes en forma y tiempo adecuado.

De más está decir que toda la madera que se usará como combustible para nuestro asado, debe estar perfectamente seca. Para encender el fuego, existe una variedad de madera que nos permitirán hacer el fuego para el asado de forma efectiva. Es posible disponer de leña de algún árbol como el espinillo (espino), roble, quebracho, limonero o naranjo, nogal, Olivo y Manzano. Cada madera aportará al asado un sabor único.

Para encender fuego debes apilar los leños en forma de pirámide dejando espacio entre los mismos para que el fuego no se ahogue. En el centro e interior de la pirámide conformada, se coloca un poco de papel de fácil combustión, como también pequeñas madera o ramas pequeñas, para conseguir que combustionen fácilmente y el fuego se mantenga un tiempo adecuado para que llegue a encender la leña.

Una vez formada  brasa se las ponen debajo de la parrilla (ya limpia) y se procede a colocar la carne sobre ella. Desde luego que está la mano del asador para regular la temperatura debajo de la carne, cosa que se logra con cantidad de brasa, como también regulando la altura de la parrilla.

Hacer un asado con leña es muy bueno, pero “Lo mejor para hacer un asado es la paciencia”.

 

Fuentes consultadas:

http://mongoosecobra437.blogspot.com.ar/2014/05/asado-con-parquet.html

http://bloghelechomaldito.blogspot.com/2018/09/el-problema-con-el-peronismo-es-que_16.html

https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/1-59492-2012-06-24.html

 


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Junio 24, 2020


 

Incluso sin el cadáver, un asesino es descubierto

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Bayly

William Bayly es condenado por asesinato en Nueva Zelanda a pesar del hecho de que nunca se encontró el cuerpo de una de sus presuntas víctimas.

La mayor parte de la evidencia contra Bayly consistió en pequeñas cantidades de cabello, huesos y tejidos humanos, lo que representó un avance notable en el campo de la medicina forense, considerando que ocurrió en junio de 1934 .

Sam y Christobel Lakey desaparecieron de su granja en Ruawaro, Nueva Zelanda, en octubre de 1933, junto con sus rifles.

El cuerpo de Christobel pronto apareció en un estanque en la granja con terribles moretones en la cara y la cabeza, y los investigadores descubrieron nuevas manchas de sangre tanto en un viejo buggy como en un granero, lo que les hizo creer que Sam había sido baleado y transportado a otro lugar.

San y Chris Lakey

Uno de los primeros sospechosos fue William Bayly, propietario de una granja adyacente a la de Lakey, y se sabe que discutía con sus vecinos con frecuencia.

Años antes, se sospechaba que había matado a su primo, pero fue puesto en libertad por falta de pruebas. Sugiriendo a la policía que Sam Lakey probablemente había huido después de matar a su esposa, Bayly pronto se perdió de vista.

Mientras tanto, los detectives encontraron los rifles desaparecidos enterrados en un pantano en la propiedad de Lakey.

Después de un informe de que había un humo espeso proveniente de un cobertizo en la propiedad de Bayly el día que desaparecieron los Lakey, los investigadores encontraron pedazos de pelo y huesos, cenizas y plomo de escopeta en un gran tambor de aceite dentro del cobertizo. Parecía que Bayly había incinerado el cuerpo de Sam Lakey en este tambor.

Las pruebas de los fragmentos de cabello y hueso del tambor en el cobertizo fueron analizados por expertos forenses quienes demostraron que eran de origen humano. Baley fue condenado y ahorcado en la cárcel de Mount Eden en julio.

 


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Junio 24, 2020


 

LO MÁS VISTO ☻ Junio 23, 2020

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Las noticias más leídas en PrisioneroEnArgentina.com. Las más comentadas, las más polémicas. De que está la gente hablando…

REINICIO Junio 22, 2020 00.00 HORAS 
HORA DE CONTROL Junio 23, 2020 23.23 HORAS

 


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Junio 23, 2020


 

Luxemburgo

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El Gran Ducado de Luxemburgo, es un país sin litoral en Europa occidental. El país comparte fronteras internacionales con Bélgica al oeste y norte, Alemania al este y Francia al sur. La geografía de Luxemburgo ofrece dos regiones principales: el Oesling, una parte del macizo de las Ardenas, una región montañosa con grandes bosques mixtos en el norte, y el Gutland (“buen país”), la región relativamente urbanizada en el sur.

Con un área de 2586 km², Luxemburgo es más de 10 veces más pequeño que la vecina Bélgica, o un poco más pequeño que el estado estadounidense de Rhode Island. El Gran Ducado tiene una población de 576.000 personas (en 2016), la capital y la ciudad más grande es la ciudad de Luxemburgo (Lëtzebuerg), con alrededor de 100.000 ciudadanos. El idioma hablado es luxemburgués, los idiomas administrativos son francés, alemán y luxemburgués.

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Fundada en 963, Luxemburgo se convirtió en un gran ducado en 1815 y en un estado independiente bajo los Países Bajos. Perdió más de la mitad de su territorio en Bélgica en 1839, pero ganó una mayor medida de autonomía. La independencia total se logró en 1867. Invadida por Alemania en ambas guerras mundiales, terminó su neutralidad en 1948 cuando ingresó en la Unión Aduanera del Benelux y cuando se unió a la OTAN al año siguiente. En 1957, Luxemburgo se convirtió en uno de los seis países fundadores de la Comunidad Económica Europea (más tarde la Unión Europea) y en 1999 se unió a la zona monetaria del euro.

El Gran Ducado de Luxemburgo es una monarquía constitucional, una democracia parlamentaria y un destacado centro financiero. El país es miembro de la Unión Económica del Benelux y fue uno de los miembros fundadores de la Unión Europea. El jefe de estado monárquico es el Gran Duque de Luxemburgo. El jefe de gobierno es el primer ministro, designado por el Gran Duque (normalmente el candidato votado más popular). En el sistema legislativo del Gran Ducado de Luxemburgo, el Parlamento o el Gobierno pueden proponer un proyecto de ley.

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Por Michael R. Pompeo, Secretario de Estado de los Estados Unidos de América

En nombre del Gobierno de los Estados Unidos de América, felicito al pueblo de Luxemburgo cuando celebra su Día Nacional y celebra el cumpleaños oficial del Gran Duque Henri.

Al conmemorar los 75 años desde nuestra victoria conjunta sobre los nazis, continuamos honrando los sacrificios conjuntos realizados para preservar nuestra libertad y democracia. Nuestra amistad duradera, incluido nuestro compromiso con la seguridad compartida como Aliados de la OTAN, es aún más necesaria a medida que trabajamos juntos para enfrentar la pandemia de COVID-19. Confío en que seguiremos siendo socios fuertes que promueven la paz y nuestros valores compartidos.

Al pueblo de Luxemburgo, le ofrezco mis mejores deseos en su Día Nacional.

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Algunas fechas clave en la historia de Luxemburgo

1914 – Primera Guerra Mundial. Luxemburgo está ocupado por Alemania hasta 1918.

1920 – Luxemburgo se une a la Liga de las Naciones.

1921 – Luxemburgo entra en unión económica con Bélgica.

1940-44 – Luxemburgo es nuevamente ocupado por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.

1957 – Luxemburgo se convierte en miembro fundador de la Comunidad Económica Europea, un precursor de la Unión Europea.

2000 – El Príncipe Heredero Henri se convierte en Gran Duque de Luxemburgo por la abdicación de su padre, Jean.

2009 – El G20 agrega a Luxemburgo a la “lista gris” de países con arreglos bancarios cuestionables. Poco después, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) elogia a Luxemburgo por mejorar la transparencia financiera con acuerdos con una docena de países.

 


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Junio 23, 2020


 

LOS SINIESTROS DELINCUENTES ASESINOS DE LA JUSTICIA ARGENTINA

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 Por CLAUDIO KUSSMAN

EN LA CARCEL ESTÁN MÁS PROTEGIDOS, DICEN LOS JUECES

El “cariñoso” Secretario de Derechos Humanos (para algunos) HORACIO PIETRAGALLA (desgraciadamente hijo de desaparecidos), con el presidente ALBERTO FERNÁNDEZ.

Luego que organizaciones internacionales a raíz de la pandemia de Coronavirus diera la alerta sobre el riesgo de contagio existente en las prisiones del país, la Cámara de Casación Penal mediante la Acordada 3/20, del día viernes 13 de marzo pasado se plegó a la misma. Por ello recomendó a sus pares de ejecución penal, el otorgamiento de  prisiones domiciliarias a aquellos internos considerados de alto riesgo y las precauciones del caso en los establecimientos penitenciarios, que todos sabemos son de imposible cumplimiento, dada la EMERGENCIA PENITENCIARIA existente, además de la sempiterna corrupción en su administración.  De inmediato el juez DANIEL OBLIGADO  más rápido que una bala, aprovechó el “alto riesgo” que corría  AMANDO BOUDOU de 57 años de edad, sin problemas de salud, para mandarlo a la casa. Igual suerte corrieron algunos otros “privilegiados” kirchneristas y sin control alguno un numeroso grupo de asesinos, violadores y depredadores en medio  del lógico rechazo de un amplio sector de la sociedad.  Por supuesto esto no aplicó para el grupo que DE VERDAD corre riesgo en prisión, que son los adultos mayores septuagenarios, octogenarios y nonagenarios, imputados por los bien o mal llamados delitos de lesa humanidad. Según los togados poseedores de una mente superior estaban mas resguardados en la cárcel que en la casa. Sabemos que  para ellos se impone la “política de estado” pregonada por el leguleyo RICARDO LORENZETTI, miembro de la Corte Suprema, que traducido significa “al enemigo ni justicia”. Inclusive en algún excepcional caso como el del Coronel LOSITO, rápidamente se movió la fiscalía, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (para algunos) a través de la Secretaria de Derechos Humanos, (también para algunos) a cargo de HORACIO PIETRAGALLA y organizaciones de derechos humanos radicalizadas y la justicia obediente dio marcha atrás hace 5 días. Ahora bien, ya lo tenemos al prisionero LUIS MUIÑA de 67 años de edad y graves problemas de salud, de la Unidad Penitenciaria 34 de Campo de Mayo con, coronavirus confirmado. También 6 guardias y una enfermera que estuvieron en contacto con él y con el resto de los prisioneros, bajo “estricto control”.

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RICARDO LORENZETTI, miembro de la Corte Suprema de Justicia, cobarde defensor de la “política de estado” para con adultos mayores, septuagenarios, octogenarios y nonagenarios, enfermos y en prisión.
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LUIS MUIÑA , prisionero de 67 años de edad, con graves problemas de salud.
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DANIEL OBLIGADO, el juez que “más rápido que una bala” lo mandó a AMADO BOUDOU a la casa por el mortal peligro que corría a raíz del coronavirus.
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Todos los jueces a cuya disposición se encuentran los  prisioneros allí alojados, están legalmente notificados por el Servicio Penitenciario Federal que quiere eludir toda responsabilidad sabiendo que son “la parte más delgada del hilo” (1).

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Tras sellarse el lugar para que no ingresen más cautivos, ahora resta esperar, el destino decidirá tanto la suerte que corra MUIÑA, como los 68 prisioneros del penal y por supuesto también el personal penitenciario. Todos están en manos de un enemigo invisible llamado Covid 19, si bien los adultos mayores además lo están en uno visible llamado JUSTICIA FEDERAL ARGENTINA.

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LA CARRERA VIRUS Vs. ARRESTOS DOMICILIARIOS

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Esa cuyos miembros, sin escrúpulo alguno, son capaces de fabricar causas según los dichos de los diferentes partidos políticos, cuando  no gozan de pleno poder, siendo herramientas de venganza  tanto de unos como de otros. En nuestro caso su accionar es más perverso y así gracias al poder de las inferencias en sus resoluciones llevando a cabo juicios amañados a través de interminables e ilegales años de prisión preventiva, directamente se comportan y son vulgares y muy peligrosos DELINCUENTES ASESINOS. Por supuesto en este caso gozan de plena impunidad, gracias a la complicidad del poder político, la iglesia, los medios de difusión, la gran mayoría, (por no decir casi totalidad) de la sociedad argentina y las instituciones de uniformados a las que cada uno de nosotros pertenecimos. De cualquier forma, si bien hoy vinieron por nosotros,  mañana podrán ir por usted y por otros, en cuyo caso entonces también será demasiado tarde.

 

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Claudio Kussman

Comisario Mayor (R) 

Policía Pcia. Buenos Aires

Junio 23 , 2020

claudio@PrisioneroEnArgentina.com

www.PrisioneroEnArgentina.com

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“Se piensa que lo justo es lo igual, y así es; pero no para todos, sino para los iguales. Se piensa por el contrario que lo justo es lo desigual, y así es, pero no para todos, sino para los desiguales”

Aristóteles (384 AC-322 AC)

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1) En el lenguaje social, el dicho “el hilo se corta por la parte más delgada” se emplea para expresar que en muchas ocasiones de la vida el que lleva las de perder es el más débil o que las consecuencias negativas siempre recaen   sobre los que tiene menos respaldo. Ocurre en un ámbito caracterizado por una organización jerárquica, así las sanciones le son aplicadas a  los menos poderosos en la cadena de involucrados.    

 


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Junio 23, 2020


 

Medidas Turismo Covid19 en España

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 Por MARÍA ÁLVARES

Para garantizar la seguridad del viajero, el Ministerio ha publicado una Guía de buenas prácticas para trabajadores del sector turístico para garantizar la seguridad así como un informe epidemiológico que puede ser consultado en cualquier momento por el viajero para consultar los riesgos de la región o zona que quiera visitar en sus vacaciones. Dicho informe se puede consultar aquí.  
Fernando Simón

El Ministerio de Sanidad ha publicado un documento con recomendaciones para la apertura al público de las playas y zonas de baño comunes para el verano 2020. En las playas y zonas de baño, los riesgos asociados al COVID 19 están relacionados con la interacción entre personas. Para prevenir la transmisión del virus los usuarios y los trabajadores deben, además de cumplir las medidas de distancia social, cumplir las normas de higiene y aplicar los criterios técnicos de mantenimiento, limpieza y desinfección. 

 
Se podrán realizar actividades de turismo activo y de naturaleza en grupos de hasta 20 personas desde la Fase 2, debiendo concertarse estas actividades preferentemente mediante cita previa. Aumentando el aforo según se avance de Fase. Todo ello se tendrá que realizar siempre dentro de la misma provincia ya que, en principio, no está previsto que se permitan los viajes a distintas provincias hasta que finalice la Fase III y, con ella, el proceso de transición hacia la nueva normalidad. 
En cuanto al turismo exterior, Turespaña sigue promocionando en mercados exteriores el turismo español, preparándose para la eliminación de la cuarentena de 14 días impuesta por el Gobierno a todo turista extranjero a partir del 1 de julio. 
Para más información sobre cómo realizar un turismo más seguro y de calidad:
María Álvares es Encargada de relaciones exteriores @companias-de-luz

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Junio 23, 2020

ESTADOUNIDENSE ¡CUIDADO!… ROBOCOP NO EXISTE – DOS.

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 Por CLAUDIO KUSSMAN

HOMBRES Y MUJERES DE AZUL

 …lo denostarán, no será héroe y por el contrario, simplemente pasará a ser un paria. Él tiene la desventaja que cuando responde a una agresión se debe cuidar a sí mismo y también a la gente que haya alrededor, este freno inhibitorio por supuesto no lo tiene el delincuente. De acuerdo a un informe del FBI (Buró Federal de Investigaciones) en el 2016 fueron asesinados en EEUU 66 policías, otros 52 murieron en accidentes relacionados con el trabajo. Además 57.189 sufrieron agresiones, de los cuales unos 17.000, resultaron heridos. Estas escalofriantes cifras o similares se dan todos años y es el precio que pagan los azules, por servir y proteger a gente desconocida y por supuesto, también sus familias. Descalificarlos es desmoralizarlos y ello redundará en menor eficiencia policial y aumento de la delincuencia, o directamente nadie querrá ser policía. 

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Desgraciadamente esto está ocurriendo en mayor o menor medida, en no pocos lugares del mundo. Lo peor que se puede hacer es atacar y estigmatizarlos quebrantando su mística policial. Si eso se afianza estarán ustedes en muy graves problemas. En Argentina numerosos policías aguantan porque es difícil conseguir trabajo en otras áreas, ya que el país, por décadas, ha sido empobrecido a través de sucesivos malos gobiernos, eso hace que presenten frecuentes partes de enfermos. Si desalentados abandonan la profesión los buenos elementos, solo quedarán los de menores “capacidades”, entonces en forma muy rápida el delito dominará las calles. Otros policías, preferirán destinos más tranquilos, con lo cual se acelerará el deterioro en las zonas “calientes”.  ¿Acaso quieren terminar como nosotros, que nos destacamos por los fracasos, golpeando inútilmente las palmas de las manos y gritando frente a algún edificio oficial ¡Seguridad! ¡Seguridad!, con las cámaras de televisión presentes, cuando se producen seguidillas de hechos calamitosos? En Argentina país “líder en derechos humanos” (para algunos) primero se quitaron las ametralladoras de los móviles policiales, luego, las escopetas pasaron a utilizarse con postas de goma. Más tarde se retiraron las tonfas y todo elemento contundente.

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Se adquirieron pistolas Tasser pero nunca se entregaron para su uso, porque representan “un elemento de tortura para la gente”. Si un policía en un tiroteo impacta a su agresor 3, 4 o más veces, es duramente cuestionado por el poder judicial, por excederse y no tener intención de preservar la vida del mismo. Lo grave, es que los medios periodísticos también se han hecho eco de este tipo de políticas de seguridad, que solo acrecentaron el delito a toda hora y en cualquier lugar del país. Ahora ustedes, están en riesgo de recorrer el mismo camino. Así “Iluminados” burócratas han hecho protocolos, en donde se condena cuando el delincuente tiene un impacto de bala en la zona dorsal, como si cuando este escapa corriendo no pudiera disparar dando la espalda a quien lo persigue, con solo girar algo el torso. Ni hablar si el evento se desarrolla en la oscuridad.   Luego del desgraciado y repudiable hecho en el que muriera GEORGE FLOYD en Minneapolis, proponen prohibir tomar del cuello a los delincuentes, en lugar de limitar su tiempo. Entonces sería interesante saber cómo hacer o de donde aferrar a alguien, para debilitarlo y reducirlo. En las películas, con música de fondo se ve fácil y resulta entretenido, desgraciadamente en la realidad la música no existe y nada es fácil, ni lógico y mucho menos es entretenido. Simplemente es dramático. Al margen de los videos con abusos policiales que se muestran hoy en las redes, nosotros exhibimos dos. En uno se evidencia la poca efectividad de una pistola 9 mm ante un taque con cuchillo y el otro es muy similar al hecho donde RAYSHARD BROOKS perdiera la vida. En este caso los 2 policías utilizan pistolas Taseer, salvan al agresor de ser arrollado por el tránsito, luego le aplican fuertes golpes de puño en lo que parecería un abuso policial y el desenlace, es la fiel demostración que la realidad no está en las películas. Otro aspecto que se destaca son las quejas de abuso, que constan en el legajo del personal policial. Lo que no se dice, es que muchas de ellas son falsas acusaciones lógicas de su trabajo de permanente confrontación. Es muy frecuente que las personas que cometen una infracción o delito y son detenidas contraataquen denunciando a su represor, o sea al policía. En la difícil tarea de brindar seguridad, solo pueden ser contabilizados los delitos que se cometen, nunca los que no se llegan a concretar, lo cual es también una desventaja para quien se esfuerza por protegerlos. Hoy la sociedad toda y dentro de ella, la misma policía, deberán poner lo mejor de sí para superar el conflicto existente.  Solo el accionar de los hombres y mujeres de azul, les permitirán vivir con cierta tranquilidad y serán ellos los que más rápido lleguen para ayudarlos, en cualquier circunstancia conflictiva o desgraciada. Más allá de las instituciones policiales, solo está la barbarie, como seguramente no han llegado a imaginar.


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Claudio Kussman

Comisario Mayor (R) 

Policía Pcia. Buenos Aires

Junio 23 , 2020

claudio@PrisioneroEnArgentina.com

www.PrisioneroEnArgentina.com

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“La sociedad es un manicomio cuyos guardianes son los funcionarios de policía “ 

Johann August Strindberg  (1849-1912)

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Junio 23, 2020


 

Irak, otra guerra ilegal para Inglaterra

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George W. Bush se preparaba para ir a ver a Tony Blair días antes de la invasión a Irak en 2003. Fue una reunión de crisis porque no lograron obtener una segunda resolución de la ONU para dar cobertura legal a la guerra. Se pensó que esto era crucial para ayudar a Blair y su gobierno a sobrevivir una moción de desconfianza en la Cámara de los Comunes. Después de la reunión, los británicos y los estadounidenses se despidieron y caminaron hacia sus respectivos aviones. Bush susurró al oido de su asesora de seguridad nacional, Condoleezza Rice: “Espero que no sea la última vez que los veamos”.

Bush
Rice

La persona responsable de hacer tabalear a Blair y la coalición en la invasión de Irak fue una joven traductora en GCHQ (Central de Comunicaciones del Gobierno), Katharine Theresa Gun. Ella había filtrado un correo electrónico secreto revelando lo que se llamó en ese momento una campaña ilegal de “trucos sucios” para arreglar el voto de la ONU. Solo por un momento, algunos imaginaron que esto podría ser suficiente para detener la guerra de Irak antes de que comenzara. No fue así, por supuesto, pero la retrospectiva y la historia pueden terminar juzgando las decisiones de Gun más respetuosamente que las de Bush o Blair.

Gun no buscó ser una martir y no estaba buscando evidencia para detener la guerra: el correo electrónico simplemente “cayó en sus manos”. Nunca había planeado una carrera en “inteligencia” y se sorprendió un poco al encontrarse trabajando en GCHQ, la agencia de espionaje electrónico de Gran Bretaña en Cheltenham. Se crió en Taiwán, sus padres se mudaron allí para trabajar cuando ella tenía tres años, y también hablaba con fluidez el mandarín. Después de la universidad y de un par de años enseñando en Japón, había regresado a Gran Bretaña y estaba buscando trabajo. Ella vio un anuncio en el periódico de GCHQ. Parecía que podría ser más interesante que alguna empresa de importación y exportación.

Gun
Blair

Mientras se continuaba con la preparación para la guerra, Gun sintió una consternación creciente. No podía sacudir las imágenes “indelebles” del “tiroteo de Turquía” de los iraquíes en retirada en la Carretera de la Muerte durante la primera Guerra del Golfo en 1991, la carretera que salía de Kuwait sembrada de vehículos quemados y cuerpos carbonizados. Se preguntó si las sanciones económicas que supuestamente asfixiarían la dictadura de Saddam eran, en cambio, como sostenían los críticos, causando un “genocidio” de iraquíes. Estas preocupaciones cristalizaron cuando GCHQ la envió a San Diego para una conferencia y fue invitada a un portaaviones estadounidense. Era solo septiembre de 2002, pero la nave estaba a punto de partir hacia el Golfo. Parecía que ya se había tomado la decisión de ir a la guerra, que toda la diplomacia que se estaba llevando a cabo era una farsa.

Farsa o no, la diplomacia era frenética. En noviembre de 2002, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 1441, que instaba a Irak a deshacerse de las armas químicas y biológicas, y los misiles de largo alcance. En febrero de 2003, Gran Bretaña y Estados Unidos comenzaron a presionar por una nueva resolución que le diera a Saddam un mes para desarmarse o enfrentar la guerra. Bush había aceptado esto para ayudar a Blair. Los propios abogados del gobierno británico temían que sin una autorización específica de la ONU, la guerra pudiera ser ilegal; Los soldados británicos incluso podrían ser procesados ​​por crímenes de guerra. Había un millón de personas en las calles, el Partido Laborista Parlamentario estaba en rebelión, los ministros del gabinete renunciaban; Se olía un cambio de régimen en Gran Bretaña antes de que ocurriera en Irak.

Francia y Rusia estaban en contra de una segunda resolución, y tenían un veto en el Consejo de Seguridad. El plan era persuadirlos de que simplemente se abstuvieran acumulando suficientes votos de otros países. Eso significaba ganarse a los miembros temporales del Consejo, países como Angola, Bulgaria, Chile y México.

Katharine Gun estaba sentada frente a su computadora en GCHQ cuando llegó un correo electrónico de un tal Frank Koza, jefe de personal de la división de “objetivos regionales” de la Agencia de Seguridad Nacional de EE. UU (NSA). El correo electrónico ni siquiera era para ella. Estaba destinado a otra persona, pero se había distribuido a todos en su sección. Encontró el contenido “absolutamente impresionante”.

Los estadounidenses habían enviado a GCHQ una solicitud para espiar a los embajadores de la ONU de los seis países con los votos importantes, tal vez oscilantes. Gun creía que esto sería ilegal, una violación de la Convención de Viena que rige las relaciones diplomáticas. Más que eso, Koza no solo estaba pidiendo información sobre lo que estos embajadores y sus gobiernos estaban planeando, sino, de ser necesario, ensuciarlos. Pedir toda la gama de información de las comunicaciones domésticas y de oficina de los representantes de los países votantes fue para ella una demanda de material de chantaje para manipular su voto, para sancionar una guerra. Gun estaba enojada por el correo electrónico al pedirle a GCHQ que llevara a cabo una operación “ilegal”, pero no sabía qué hacer.

Se fue a casa y pensó en el correo electrónico durante todo el fin de semana. Finalmente, llamó a alguien (que nunca mencionó) que tenía conexiones con los medios de comunicación y le dijo: “Tengo algo explosivo, creo que tiene el potencial de evitar una guerra con Irak”. Volvió a trabajar el lunes, imprimió. el correo electrónico, lo dobló cuidadosamente y lo guardó en su bolso. Temblando de nervios, se fue a su casa. En el momento en que salió de GCHQ, estaba violando la Ley de Secretos Oficiales (Al ingresar se había comprometido de por vida a no revelar información sobre su trabajo), tal vez cometiendo un acto de traición. Un mes después, la prensa ya todo sabía. Se convirtió en “la espía que trató de detener una guerra”.

al-Shahhaf
Saddam

En una conferencia, el ministro de información iraquí, Mohammed Saeed al-Sahhaf, dijo que no quedaban armas de destrucción masiva, solo unos pocos depósitos viejos de gas mostaza ya entregados a los inspectores de armas de la ONU. Entre la democracia más grande del mundo y una dictadura asesina, parecía fácil saber a quién creer. Pero los iraquíes tenían razón y los estadounidenses estaban equivocados. Saddam no tenía armas de destrucción masiva y la guerra se había basado en una mentira, o más delicadamente “un prospecto falso”. 

GCHQ comenzó una investigación de fuga de información, entrevistando a todos sus empleados. Gun no pudo mantener la pretensión de que no había tenido nada que ver con eso y confesó casi de inmediato. Fue arrestada y retenida en la estación de policía en Cheltenham durante 24 horas antes de ser liberada. Ocho meses después, fue acusada de violar la Ley de Secretos Oficiales. Pero cuando llegó para su juicio en los tribunales de Old Bailey, la fiscalía abandonó el caso sin ninguna explicación. Se especuló que esto se hizo para mantener en secreto el consejo legal del gobierno sobre la guerra, aunque eso se ha negado.

Gun tiene más de cuarenta años y vive tranquilamente en Turquía. Luchó por encontrar trabajo después de ser despedida por GCHQ pero no se arrepiente. Ella cree que su filtración probablemente terminó con la segunda resolución, volviendo a Chile y México en contra. Pero, por supuesto, eso no detuvo la guerra. Bush nunca quiso otra resolución de la ONU y cuando esta no se produjo, Blair decidió que no era necesaria después de todo. La invasión se desarrolló más o menos a tiempo con una coalición liderada por Estados Unidos y Gran Bretaña.

 


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Junio 23, 2020


 

PANDEMIA Y AISLAMIENTO SOCIAL OBLIGATORIO… ¿HAY ESPERANZA?

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 Por CLAUDIO VALERIO

La evolución de la pandemia del coronavirus hizo que, en pocas semanas, el virus se haya extendido desde China a todo el mundo. El mundo ha tomado medidas para controlar la contaminación y los científicos buscan infructuosamente una vacuna. Y así, muchas fueron las parejas que, cuando se les anunció el embarazo, se han visto por un momento llenas de confusión. No obstante, estoy seguro de que en este momento sentirán gozo y gran alegría al decir: «un hijo se nos ha dado». Es inevitable plantearse inmediatamente la pregunta: ¿por qué nacen tan pocos niños en algunos países occidentales? El principal motivo de la escasez de nacimientos no es de tipo económico. Los nacimientos deberían aumentar a medida que se camina hacia las franjas más elevadas de la sociedad, o según se va del Sur al Norte del mundo, y en cambio sabemos que ocurre exactamente lo contrario. El motivo es más profundo y es la falta de esperanza, con lo que implica la falta de confianza en el futuro, impulso vital, creatividad, poesía y alegría de vivir. Si casarse es siempre un acto de fe, traer al mundo un hijo es siempre un acto de esperanza. Nada se hace en el mundo sin esperanza. Necesitamos de la esperanza como del aire para respirar. Cuando una persona está a punto de desmayarse, se grita a quienes están cerca: ¡Denle aire! Lo mismo se debería hacer con quién está a punto de rendirse ante la vida, de dejarse ir: ¡Denle un motivo de esperanza!… Cuando en una situación humana renace la esperanza, todo parece distinto, aunque nada, de hecho, haya cambiado. La esperanza es una fuerza primordial. Literalmente hace milagros. Hoy, en este momento de la historia, resulta esencial ofrecer a nuestra gente esa Esperanza. Las esperanzas terrenas (casa, trabajo, salud, el éxito de los hijos…), aunque se realicen, inexorablemente desilusionan si no hay algo más profundo que las sustente y las eleve… Como ejemplo, miremos lo que sucede con la tela de araña; es una obra de arte, perfecta en su simetría, elasticidad, funcionalidad,
tensa desde todos los puntos por hilos que tiran de ella horizontalmente. Se sujeta en el centro por un hilo desde arriba, el hilo que la araña ha tejido descendiendo. Si uno desprende uno de los filamentos laterales, la araña sale, lo repara rápidamente y vuelve a su sitio. Pero si se rompe ese hilo de lo alto, todo se distiende. La araña sabe que no hay nada que hacer y se aleja. La Esperanza, que tiene como objeto nuestro sustento, es el hilo de lo alto en nuestra vida, lo que sustenta toda la trama de nuestras esperanzas.
En este momento, en el que sentimos tan fuerte la necesidad de esperanza, es propicio para reflexionar y puede representar la ocasión para que hagamos una inversión de marcha en nuestros hábitos antiguos y presentes, tal vez, de llevar nuestra vida. Recordemos que, amándose, las personas se fortalecen en fe esperanza y se abren a una nueva vida. No perdamos la esperanza, concepto que vale sobre todo para los padres.  «Quien recibe a un niño en mi nombre, a mí me recibe», dijo Jesús. Y esto también es válido para quien acoge a un niño pobre y abandonado, para quien adopta o alimenta a un niño.

Desde la ciudad de Campana, Buenos Aires, envío un abrazo y mi deseo
que Dios te Bendiga y prospere en todo lo que emprendas; y derrame
sobre ti Salud, Paz, Amor y mucha Prosperidad.

Claudio Valerio

** Valerius **

 


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Junio 23, 2020


 

El Lazo

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Las autoridades federales confirmaron ayer lunes que están investigando el descubrimiento de una soga encontrada en el puesto de garaje de Talladega Superspeedway de Bubba Wallace, el único conductor negro de NASCAR que presionó con éxito la serie de autos stock para prohibir la bandera confederada en sus lugares a principios de este mes.

El fiscal estadounidense Jay Town dijo que su oficina, el FBI y la División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia estaban revisando la situación.

“Independientemente de si se pueden presentar cargos federales, este tipo de acción no tiene cabida en nuestra sociedad”, dijo Town.

La serie de autos stock, fundada en el sur hace más de 70 años, ha intentado distanciarse de la bandera durante años con el riesgo de alienar a un grupo central de su base de fanáticos. A instancias de Wallace, siguió adelante con la prohibición mientras la nación lidia con disturbios sociales en gran parte vinculados a George Floyd, un hombre negro desarmado que murió bajo la custodia de la policía de Minneapolis.

NASCAR no ha descrito cómo hará cumplir la restricción y la carrera de esta semana en Talladega, en el corazón del sur, le presentó a la serie su mayor prueba al principio. Los fanáticos descontentos con banderas confederadas pasaron por la entrada principal de la pista de carreras de Alabama antes de la carrera del domingo, mientras un avión voló sobre la pista tirando una pancarta con la bandera confederada que decía “Defund NASCAR” *Quiten los fondos a Nascar).

Horas después de que la carrera fue pospuesta por la lluvia, NASCAR dijo que se había encontrado la soga. El organismo sancionador prometió hacer todo lo posible para encontrar quién era responsable y “eliminarlos del deporte”.

“Estamos enojados e indignados, y no podemos afirmar con la suficiente seriedad cuán en serio tomamos este acto atroz”, dijo NASCAR en un comunicado. “Como hemos dicho inequívocamente, no hay lugar para el racismo en NASCAR, y este acto solo fortalece nuestra determinación de hacer que el deporte sea abierto y acogedor para todos”.

 


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Junio 23, 2020


 

LA ESTRATEGIA WYSZYNSKY – WOJTYLA (W-W)

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♦♦

 Por JORGE ACOSTA

EN LA TARDE DE LOS BANDERAZOS: de los banderazos y de muchas otras exteriorizaciones, aprecio imprescindible hacer llegar mi opinión luego de mi nota con fecha  15 de junio de 2020 “EVITEMOS QUE LA HISTORIA NOS ACERQUE A UNA NUEVA TRAGEDIA”. Han sido indudables los intentos de Su Santidad, PAPA FRANCISCO, para llegar con sus mejores deseos e ideas al Pueblo Argentino; ello se verificó desde el estricto inicio de su papado. Los primeros pasos fueron de acercamiento – olvidando agravios personales (sus enemigos – adláteres de los gobiernos K, hicieron todo lo posible en Causa ESMA – lo que me consta – para involucrarlo con el – denominado por los K – “terrorismo de estado”) – al gobierno K de entonces. Dicho acercamiento – nada me hace suponer que ajeno a lo espiritual – a la entonces presidente CRISTINA KIRCHNER fue significativo. (Estimo que tenía en mente la estrategia W-W). Es algo tan superior a mi posibilidad de evaluación que nada puedo decir. Su distanciamiento con el gobierno de MACRI fue manifiesto. (Estimo que tenía en mente la estrategia W-W). La manipulación que efectuaron de esas relaciones los gobiernos indicados fue significativa y así, llevando la mayor cantidad de agua para sus respectivos molinos, ello dio por resultado – quiérase o no, me parece – apoyo a la fracción K en el proceso eleccionario de 2019. (Fue significativamente alta la participación de la jerarquía de la ICAR -Iglesia Católica Apostólica Romana-, que le es cercana a PAPA FRANCISCO en lo terrenal). Durante la pandemia (designios de la “Divina Providencia” de por medio) la situación del pueblo argentino ha desmejorado sensiblemente (Haciendo y Gobierno). El desempeño del gobierno K ha profundizado la grieta. (Es escalofriante escuchar las amenazas lanzadas por la red que sería por parte de una señora muy allegada al Sr. Diputado Máximo Kirchner). La estrategia W-W llevará, indefectiblemente a una desunión significativa del pueblo argentino  (deseo resaltar que: “NO ES EL POLACO”) que se acentuará – los indicios así lo muestran – en cuanto comience a levantarse (Dios así lo quiera y cuanto antes) la cuarentena. Como adelanté no tuve en mente al redactar mi nota anterior, que ella podría ayudarme a explicarme lo que, lamentablemente está sucediendo. Que DIOS TRINO no nos desampare y que Su Santidad pese a su ardua tarea pastoral católica, no deje de “MIRAR LA PROA” de su QUERIDA ARGENTINA (hay iceberg por todos lados) ya que hoy, más que nunca, es imprescindible la vigencia de la “PAZ en los ESPÍRITUS” y de la “UNIDAD en el OBRAR”. El Sr. Presidente es el Sr. Presidente de la “REPÚBLICA ARGENTINA”. Los señores jueces son los señores jueces de la “REPÚBLICA ARGENTINA”. La “REPÚBLICA ARGENTINA”, atiende, según la Constitución Nacional a denominar a los gobiernos y territorio y por ello, el Sr. Presidente y los Sres. Jueces – con todo respeto por mi parte – no deberían apartarse de lo que manda la CONSTITUCIÓN de la NACIÓN ARGENTINA pues de lo contrario, además de los iceberg podemos entrar en un temporal.

Con atentos y respetuosos saludos como siempre.

Jorge Eduardo Acosta

Capitán de Fragata VGM (Ret)

     Prisionero Político

 

Dijo el General San Martín: “MI BARÓMETRO PARA CONOCER LAS GARANTÍAS DE TRANQUILIDAD QUE OFRECE UN PAÍS LAS BUSCO EN EL ESTADO DE LA HACIENDA PUBLICA Y, AL MISMO TIEMPO,  EN LAS BASES DE SU GOBIERNO”.

 

 

 


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Junio 23, 2020


 

Estados Unidos se opone a la detención arbitraria de ciudadanos canadienses por parte de China

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 Por Michael R. Pompeo, Secretario de Estado de Estados Unidos de América

Estados Unidos está extremadamente preocupado por la decisión de la República Popular China (RPC) de proceder con los cargos formales contra los ciudadanos canadienses Michael Kovrig y Michael Spavor.

Spavor
Kovrig

Estos cargos tienen motivaciones políticas y son completamente infundados. Estados Unidos de América respalda a Canadá al pedir a Beijing la liberación inmediata de los dos hombres y rechaza el uso de estas detenciones injustificadas para coaccionar a Canadá.

Además, nos hacemos eco del llamado de Canadá para el acceso consular inmediato a sus dos ciudadanos, de conformidad con la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares, ya que China ha prohibido dicho acceso durante casi seis meses, y el mundo no tiene conocimiento de la condición de los dos canadienses.

 


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Junio 23, 2020


 

Algo de Tolstói

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  Por Tennessee Williams


Estaba cansado y me sentía fracasado: el sitio parecía un agujero silencioso en el que una persona podría ocultarse de un mundo que parecía totalmente en contra de ella; y finalmente, Brodzki quiso que su hijo fuera a la universidad; esos fueron los motivos por los que me convertí en empleado de la librería. La mañana que llegué al trabajo había recorrido las calles durante varias horas con aire atolondrado. En el escaparate de la librería aquel cartel primorosamente escrito, SE NECESITA EMPLEADO, atrajo mi atención. Entré y encontré al propietario, un hombre lúgubre de aspecto judío, al fondo de la tienda, sentado detrás de una mesa de despacho enorme con libros amontonados encima. Me miró de modo penetrante. Lo que le indujo a contratarme me resulta difícil de imaginar. Yo tenía la cara demacrada y el cuerpo consumido debido al insomnio, difícilmente podría haber ofrecido un aspecto muy atractivo. Quizá algo mío le hizo saber el hecho de que yo trabajaría con aplicación y fidelidad a cambio de solo la tranquila y sombría seguridad que su pequeña librería me podía ofrecer.

En todo caso, conseguí el trabajo y lo encontré muy parecido a lo que quería. Mi vida era gris, pero su grisura quedó compensada, si era compensación lo que necesitaba, con la fortuna de ser testigo de un drama que no era menos intenso, estoy seguro, que cualquiera de los contenidos en los miles de volúmenes que atestaban las polvorientas estanterías de la librería.

En aquella época el hijo de Brodzki tenía dieciocho años. Era del tipo de jóvenes judíos rusos espirituales, místicos, de cuerpo escuálido, piel oscura, rasgos delicados, proporcionados. Nunca le llegué a conocer bien. Nadie lo hizo, pues era huidizo como un animalillo salvaje; el tipo de persona a la que le es completamente imposible acercarse a cualquier distancia socialmente aceptable. Este relato es sobre él; su padre murió a los dos meses de darme el empleo.

El joven Brodzki estaba tremendamente enamorado, y la chica no era judía. Por eso el viejo señor Brodzki quería que el chico fuera a la universidad. Como la mayoría de los otros judíos de su generación, se oponía desesperadamente al matrimonio de su hijo con una cristiana, y parecía que los dos, si los dejaban en paz, derivarían inevitablemente hacia el matrimonio. El chico estaba con ella todo el tiempo. Nunca estaba con nadie más. Se habían criado juntos; jugado toda su infancia en la misma escalera de incendios trasera; crecieron, se podría decir, el uno para el otro.

No eran completamente semejantes. Existían, claro, las habituales diferencias raciales; la diferencia de la sangre gala con la sangre hebrea, que casi es la diferencia entre el sol y la luna. Pero había más que eso. Había una absoluta antítesis de temperamentos. Él era, como he dicho, tímido, espiritual y místico; ella era algo así como una fuerza salvaje; llena de vitalidad animal, de vida y entusiasmo.

A pesar de eso, se querían enormemente desde la infancia. Él había estado solo, supongo, y ella había estado desatendida.

Cuando la vi por primera vez era una chica de aspecto encantador. Su cuerpo parecía una expresión perfecta de su espíritu. Despedía luz y calor. Pero lo más encantador de todo lo suyo era la voz. A menudo, por las tardes, ella le cantaba, y con tal encanto irresistible que yo nunca podía dejar de escucharla, cualquiera que fuesen mis ocupaciones o pensamientos.

Poco después de que yo hubiera reemplazado al joven Brodzki como empleado de su padre y al chico lo mandasen a la universidad, el anciano enfermó. La señora Brodzki mandó rápidamente por su hijo, pero antes de que este hubiese tenido tiempo de volver las velas del candelabro de los siete brazos estaban encendidas, y se entonaban cantos mortuorios en la casa de la familia de encima de la librería. La señora Brodzki no sería tan enérgica como lo había sido su marido. El chico se negó a volver a la universidad, y en menos de un mes él y la chica estaban casados y vivían juntos en las habitaciones del piso alto. Entonces empezó el trágico drama del que, durante quince años, fui espectador.

El conflicto entre sus caracteres fue de inmediato tan evidente como lo había sido la devoción del uno por el otro.

La chica nunca había tenido nada. Probablemente durante su infancia muchas veces había necesitado comida y ropas adecuadas. Habría quedado satisfecha, pensaría uno, con su posición como esposa del dueño de una librería que iba bastante bien. Pero ella era una cosilla excesivamente enérgica y ambiciosa. Quería más, mucho más, de lo que le podía proporcionar la modesta librería. Empezó a animar a su marido para que la vendiera y se dedicara a un negocio más lucrativo. No conseguía ver lo imposible que sería eso. Desde que le conocía podía ver que aquel muchacho soñador no encajaría en ningún sitio mejor que una librería. Él, sin embargo, lo veía con claridad. El cambio era algo a lo que temía. Adoraba la sombría oscuridad de aquella pequeña librería; la adoraba tan apasionadamente como la había adorado yo. Por eso fue, aunque él no fuera amistoso, por lo que llegamos a sentir una intensa simpatía el uno por el otro. Aborrecíamos del mismo modo las calles ruidosas que empezaban al otro lado de la puerta de la librería.

La chica andaba detrás de él incesantemente; no le dejaba en paz; concentraba toda su inmensa energía en la lucha con él. Pero el chico encontró en la herencia de su raza la energía para resistírsele. Y lo que sucedió casi al cabo de un año fue esto. Por lo que fuera, ella conoció a un agente de teatro de variedades. El tipo apreció los encantos de su voz y habló a la chica de las posibilidades que tendría en el mundo teatral. Le dijo muchas cosas, supongo, y al final dejó tan completamente fascinada a la chica con las expectativas, que ella decidió abandonar a su marido.

Supongo que yo no tenía lo bastante claro el modo en que el joven amaba a su mujer. Era más que la habitual relación de dependencia propia de los judíos. Su amor por ella era la esencia de su vida. Había un enorme peligro en aquel amor. Cuando se pierde la amada, se pierde la vida. Esta se hace trizas. Y eso fue lo que le pasó a la vida del joven Brodzki cuando su mujer se marchó con la compañía de variedades.

Debería describir el modo en que ella le dejó.

Una mañana, después de haber hablado, supongo, con el agente de teatro de variedades, ella irrumpió en la librería y llamó a su marido, que estaba desembalando un nuevo envío de libros. La chica tenía una nota histérica, frenética, en la voz, y se apretaba la garganta con una mano como si algo la estuviera asfixiando.

Por el modo en que habló con su marido se habría pensado que mantenían una violenta disputa. Pero la disputa había surgido de un cielo despejado; un cielo, cuando menos, que no estaba más nublado de lo habitual.

Ella le dijo:

–Ya he tirado de la cuerda todo lo posible. Ya no puedo soportar esto más. Te lo he dicho muchas veces, pero es inútil. Ahora tengo una oportunidad maravillosa; y no voy a dejarla pasar. Me voy a Europa con un espectáculo de variedades.

El chico al principio no le dijo nada; tenía aspecto de que le había abandonado toda vida. La siguió, mirándola fijamente sin entender nada, mientras ella se apresuraba escalera arriba hacia las habitaciones donde vivían. Curiosamente, recuerdo que el chico agarraba en las manos un libro encuadernado rojo del que habíamos vendido varios centenares de ejemplares aquella temporada, impertinentemente titulado Idiotas enamorados, y que, a pesar de la auténtica tragedia de la situación, yo contuve con dificultad una sonrisa ante la grotesca correspondencia de aquel título con la expresión aturdida, desamparada de la cara de él.

Cuando ella volvió a bajar pareció que, al fin, el chico había conseguido entender lo que estaba pasando.

–¿Te marchas? –preguntó sordamente.

Ella contestó que se iba. Entonces él se buscó dentro del bolsillo y tendió a su mujer una pesada llave negra. Era la llave de la puerta delantera de la librería.

-Será mejor que la guardes -le dijo, todavía con una completa tranquilidad-, porque algún día la necesitarás. Tu amor no es mucho menor que el mío como para que puedas alejarte de él. Volverás en algún momento, y yo estaré esperando.

Ella le agarró por los hombros, le besó, y luego, jadeando con fuerza, salió de la librería. En el sombrío interior nos quedamos siguiéndola con la mirada. Juntos, seguimos mirando la calle que los dos aborrecíamos y temíamos; la calle, rebosante de vida e iluminada por el sol, que parecía regocijarse maliciosamente por haberse llevado en su concurrido torrente todo lo que tenía algún valor para el hombre de mi lado.

Durante los meses y los años que siguieron fui testigo de algo que parecía peor que la muerte.

Como dije, la chica había sido la esencia, la vida de él. Cuando se marchó, el chico quedó destrozado. Al principio creí que se sumiría en una completa y violenta locura. Recorría aturdido los retorcidos pasillos de entre los estantes de libros, quejándose y frotando las manos arriba y abajo a los lados de su chaqueta. Los clientes le miraban y se apresuraban a salir de la librería. Traté de convencerle de que se quedara en el piso de arriba. Pero él no quería. No soportaba estar allí, supongo; las habitaciones en las que vivía estaban llenas del recuerdo de ella. Durante varias noches se quedó conmigo en la habitación que ocupaba yo al fondo de la librería. No dormía. Me mantenía constantemente despierto con un murmullo continuo; unas palabras que le dirigía a ella. Más que otra cosa, decían:

–Tú me quieres… en algún momento volverás.

Viendo que no lo superaba, mandé por su madre, que había ido a vivir con unos parientes. Ella le tranquilizó un poco. Y no mucho después de eso el chico se dedicó a leer.

Se entregó a la lectura como otro hombre se hubiera entregado a la bebida o las drogas. Leía para escapar de la realidad. Y al final la lectura consiguió su objetivo con una efectividad espantosa.

Sentado a la gran mesa cercana al fondo de la librería, leía el día entero, hasta que los ojos se le cerraban de cansancio. Su madre y yo intentábamos que se levantara, que fuera a atender a los clientes, a desembalar y distribuir los libros, no porque se necesitase su ayuda, sino porque considerábamos que estar ocupado le sentaría bien. Parecía dispuesto a hacer todo lo que podía. Pero se había vuelto tan inútil y torpe como un niño pequeño. La lectura constante le había nublado la conciencia, haciéndole increíblemente embotado. Las preguntas más simples que le dirigían los clientes lo desconcertaban. No conseguía recordar los títulos de los libros que le pedían. Paseaba la vista alrededor de un modo absurdo, desorientado, como si acabase de salir de un profundo sueño

Yo había esperado -pues había llegado a sentir por él una intensa piedad y simpatía- que aquel estado solo fuera temporal. Según pasaban los meses y los años, sin embargo, no daba signos de que fuera a pasar. Aparentemente era un hombre perdido; una vela consumida. No existía esperanza de volverle a revivir nunca. No, a menos que ella volviera a él. E incluso en ese caso -incluso si ella regresaba-, tal vez fuese demasiado tarde.

Casi quince años después de irse al extranjero con la compañía de variedades, la joven señora Brodzki volvió a la librería. Era a mediados de diciembre; la oscuridad había caído, pero la gente, de compras para Navidades, todavía pululaba por las aceras de la ciudad. Su aliento empañaba el escaparate de la librería, lo recuerdo, con una escarcha brillante.

La librería estaba cerrada y todas las luces apagadas a no ser la bombilla colgada encima de la mesa del fondo, donde estaba leyendo Brodzki. Yo me encontraba parado junto a la puerta, interesado por el espectáculo de los que pasaban. Un coche con un apuesto chofer se detuvo en el bordillo y una mujer, envuelta en pieles, surgió del compartimento trasero. Una farola de la calle se alzaba directamente encima del coche, conque cuando la mujer volvió su cara hacia la librería supe de inmediato que era ella.

Con una extraña sensación de terror me retiré de la puerta, medio escondiéndome entre las oscuras estanterías. Ella se acercó a la puerta, abriéndose paso impacientemente entre la multitud de compradores. En apariencia no había cambiado; en la cara y los movimientos del cuerpo, intensamente iluminados por la farola, estaba tan intensamente viva como antes. ¿Por qué había vuelto?, me pregunté. ¿Se había cumplido la profecía de su marido y al cabo de quince años había descubierto que su amor por él era demasiado fuerte para rehuirlo?

Iba a obligarme a mí mismo, con la menor gana posible, a volver a la puerta y abrirla, cuando sonó una llave en la cerradura. Todavía la tenía; ¡la llave que le había dado él aquella mañana de quince años atrás!

• • •

En un momento la puerta estaba abierta y ella se encontraba en el interior de la librería en penumbra. La oí respirar profundamente. Paseó la vista a su alrededor con ojos brillantes, pero por algún motivo no llegó a distinguirme mientras yo estaba estúpidamente acurrucado en un rincón entre las estanterías de libros. Pude notar que estaba terriblemente nerviosa. Se agarraba la garganta con una mano enguantada, igual que había hecho la mañana en que se marchó; como si alguien la estrangulara.

En los quince años transcurridos desde que se marchara, el local había cambiando tan poco, de hecho, que debía de resultarle sumamente difícil creer que aquellos años habían pasado de verdad. De pronto debían de parecerle completamente increíbles, como un sueño fantástico. La penumbra, las extrañas sombras de las mesas y los estantes, el olor a papel, el sonido amortiguado de la calle abarrotada; todo eso debía de resultarle tan agobiante como en aquellas tardes de invierno, quince años antes, cuando solía bajar de las habitaciones del piso alto para ayudarle a cerrar la librería.

Debía de tener la sensación de que retrocedía, literalmente, en el tiempo.

Apretándose un diminuto pañuelo en los labios, parecía hacer esfuerzos por contenerse. Avanzó silenciosamente. Entonces ya debía de haber visto que él estaba sentado a la mesa. Solo le resultaba visible la coronilla; lo demás quedaba oculto por un libro enorme. El pelo, espeso, de un negro azulado y despeinado, le brillaba intensamente bajo la bombilla eléctrica. Se me ocurrió, con repentino horror, que ella podría encontrar que físicamente él casi no había cambiado. En aquellos quince años su marido no había envejecido de modo perceptible; carecía además de vida, habría parecido, para hacerse mayor.

Me dije que debería adelantarme y prepararla para lo que se iba a encontrar. Pero algo me impidió moverme de mi escondite de entre los estantes de libros. La observé mientras avanzaba hacia la mesa y me pareció notar la intensidad de su emoción. Una intensidad que parecía atravesarme; y de modo insoportable.

Muchas veces me pregunto en qué estaría pensando ella cuando se detuvo delante de la mesa, bajando la vista hacia el hombre al que había amado apasionadamente cuando era su marido quince años atrás. Perfectamente podría sentirse desconcertada, entonces, ante el extraño ensimismamiento con el que leía él, sin que aparentemente hubiera tomado conciencia del sonido de su entrada y de sus pasos; del crujido de estos en las vetustas tablas del suelo. A lo mejor, con todo, ella estaba rebosante de alegría, y de una especie de terror, como para preguntarse nada.

Con voz aguda, temblorosa, dijo el nombre de él:

–Jacob.

Con un espasmo, él alzó la cabeza y miró en su dirección con ojos que parpadeaban, que bizqueaban. Los momentos pasaron despacio, insoportablemente lentos, mientras yo los veía mirarse uno al otro.

Había esperado que ella se echase a llorar y se lanzara hacia su marido; lo cual, seguramente habría sido lo natural que hiciera. Pero la falta de vida, la ausencia absoluta de reconocimiento de los ojos de él, debían de haberla contenido. ¿En qué estaría pensando? ¿Supondría que él se negaba deliberadamente a reconocerla? ¿O imaginaba que los quince años la habían cambiado hasta el punto de que él no la reconocía?

Cuando yo pensaba que el propio aire debía romperse debido a la tensión, él habló.

Le dijo, con aquella voz sin expresión, temblorosa, que se había convertido en la suya habitual, estas palabras:

–¿Quiere un libro?

Ella se llevó la mano enguantada a la garganta y soltó un leve jadeo. Me alegró tenerla de espaldas y no poder verle la cara. Los angustiosos momentos pasaban muy despacio mientras los dos continuaban mirándose uno al otro. Al final, ella debió de llegar a una conclusión; decidió que los quince años le habían afectado mucho más a ella que a él, y que le resultaba irreconocible. En cualquier caso, pareció que ella se recuperaba. El cuerpo se le relajó algo y se quitó la mano de la garganta.

–¿Quiere un libro? –repitió él.

Ella tartamudeó:

–No… bueno… quería un libro, pero he olvidado su título.

Enfrentada a aquellos ojos que miraban fijamente, debía de haber encontrado completamente imposible decir directamente:

-Soy Lila. He vuelto contigo.

Debía de haber recurrido a aquel pretexto de que había venido por un libro, como un modo de revelarle quién era con una franqueza menos embarazosa.

Sentándose en un taburete, cerca de la parte delantera de la mesa, dijo:

–Deje que le cuente el argumento. A lo mejor lo ha leído y puede decirme el título. Es sobre un chico y una chica que habían sido compañeros constantes desde la infancia. Querían estar juntos siempre. Pero el chico era judío y la chica cristiana. Y el padre del chico se oponía tajantemente a que su hijo se casara con alguien que no fuera de su propia raza. Mandó al chico a la universidad. Pero al poco tiempo, el padre murió y el chico volvió y se casó con la chica. Vivían juntos en unas habitaciones de encima de una pequeña librería que el padre le había dejado al chico. Habrían seguido juntos perfectamente felices a no ser por una cosa; la librería proporcionaba poco más de lo mínimo para vivir, y la chica era ambiciosa. Ella adoraba al chico, pero su descontento aumentó y continuamente metía prisa a su marido para que se dedicara a algún negocio más rentable. Pero el chico era muy diferente a la chica. La quería tanto que haría lo que fuese por ella; pero era incapaz, por lo que fuera, de renunciar a la librería que había pertenecido a sus padres. ¿Entiendes? El chico era soñador, sentimental, un judío raro. Y la chica nunca conseguía ver las cosas desde su punto de vista. La familia de ella, que había muerto y la había dejado con una tía viuda, era de origen francés. Debido a ello, la chica había heredado una gran energía, sentido práctico y amor hacia el mundo. Al cabo de un tiempo, la chica recibió la oferta del agente de una compañía de variedades para que hiciera gala de su talento musical sobre un escenario. Cegada por la brillante perspectiva de una carrera teatral, ella decidió aceptar la propuesta del agente de la compañía de variedades. Volvió a la librería y le dijo a su marido que lo iba a dejar. Él fue demasiado orgulloso para hacer el menor esfuerzo por retenerla, y en lugar de eso le entregó una llave de la librería y le dijo que algún día ella volvería; y que siempre la estaría esperando. Aquella noche ella embarcó rumbo a Inglaterra con el espectáculo de variedades. Tuvo éxito enorme en los escenarios de Londres. Se convirtió en una cantante famosa y recorrió todos los países más importantes de Europa. Llevaba una vida desenfrenada y arrebatadora, y durante extensos periodos ni siquiera pensó en el judío soñador que había sido su leal marido, ni tampoco en la pequeña y polvorienta librería donde habían vivido juntos. Pero la llave de aquella librería, que le había dado su marido, permanecía en su poder. No podía obligarse, por lo que fuera, a deshacerse de ella. La llave parecía apegarse a ella, casi con una voluntad propia. Era una llave de aspecto raro, antigua, pesada, larga y negra. Sus amigos se reían de ella porque siempre la llevaba encima y la chica se reía con ellos. Pero poco a poco empezó a darse cuenta del motivo por el que la conservaba. El encanto de las cosas nuevas con las que había llenado su vida empezó a desvanecerse y dispersarse, como una niebla, y la chica veía, brillando entre ellas, la auténtica y profunda belleza de las cosas que había dejado atrás. El recuerdo de su marido y de su vida juntos en la pequeña librería cada vez acudía a su mente con más intensidad y de modo más obsesivo. Finalmente ella comprendió que quería volver; que quería entrar en la librería con la llave conservada durante quince años, y encontrar que su marido todavía la esperaba, como prometió que haría.

La mujer se había levantado del taburete; el cuerpo le temblaba y se agarraba a la mesa como apoyo.

Hubo momentos de quietud, de una calma completa. Cuando la mujer volvió a hablar había una nota de terror en su voz. Debía de haber empezado a darse cuenta de lo que había pasado; de en qué se había convertido el hombre que había sido su marido.

–¿No recuerdas… tienes que recordarla… la historia de Lila y Jacob?

Ella escudriñaba desesperadamente la cara de su marido, pero en la cara no había nada más que desconcierto.

–Hay algo que me suena en la historia. Creo que la he leído en alguna parte. Me recuerda a algo de Tolstói.

Desde mi refugio entre las estanterías de libros oí un fuerte sonido metálico que debía ser el de la llave al caer al suelo. Y luego oí las largas zancadas de ella entre la confusión de mesas y estanterías. Debía de estar dándose prisa, presa de un ciego frenesí, para salir de aquel sitio. Cerré los ojos, sin atreverme a verle la cara y el horror que debía expresar, hasta que la puerta se cerró detrás de ella. Cuando los abrí, el hombre del fondo de la habitación tenía oculta la cara otra vez detrás del enorme libro, y había reanudado la lectura con su aterradora tranquilidad de costumbre. Su mujer había vuelto a él y se había ido de nuevo. Todo era tan fantásticamente igual que podría creerse que había ocurrido en sueños. Pero yo veía, caída en el suelo, la pesada llave negra de la librería.

 


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Junio 23, 2020


 

LO MÁS LEÍDO ☺ Junio 22, 2020

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Las noticias más leídas en PrisioneroEnArgentina.com. Las más comentadas, las más polémicas. De que está la gente hablando…

REINICIO Junio 22, 2020 00.00 HORAS 
HORA DE CONTROL Junio 22, 2020 23.23 HORAS

 


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Junio 22, 2020


 

Coronavirus en la Unidad Penitenciaria 34 de Campo de Mayo

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Todo comenzó el sábado pasado, Día de la Bandera, en la Unidad Penitenciaria 34 de Campo de Mayo donde se encuentran alojados adultos mayores imputados por los bien o mal llamados delitos de lesa humanidad.

Al prisionero LUIS MUIÑA, que días antes había sido regresado del Hospital SAN MIGUEL luego de un intento fallido para ser operado por otras dolencias y se encontraba en cuarentena, se le confirmó Covid 19.

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Hoy estaría internado en el Hospital MUÑIZ, según expresó el Director de la UP 34 Alcaide Mayor RICARDO ALDERETE del Servicio Penitenciario Federal.

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Informa el profesor Mario Sandoval

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A esta hora están bajo estricto control  6 efectivos de la institución y una enfermera que habían estado en contacto con LUIS MUIÑA.

Muiña

La gran preocupación del resto de los adultos mayores que permanecen en Campo de Mayo es el contacto que tuvo  ese personal con ellos. Demás está decir que se agrega así un motivo más de presión al “normal” estrés carcelario de todos ellos.                               www.PrisioneroEnArgentina.com

Los jueces a cuya disposición se encuentran los detenidos, fueron informados por escrito de la situación existente, así que lo que pase de acá en más es directa responsabilidad de los miembros del Poder judicial.

Por ahora se selló el lugar y se estableció que no se acepten nuevos prisioneros.

Esta novedad fue trasmitida por el profesor MARIO SANDOVAL alojado en el lugar, cuyo audio se agrega en esta nota.

 

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Junio 22,2020

 


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Junio 22, 2020


 

“EN BOCA DEL MENTIROSO…LO CIERTO SE HACE DUDOSO…” *

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Por Grl Heriberto Justo Auel

Junio de 2020

  1. El pecado original.
  2. El encuadramiento situacional.

 

  1. El pecado original.

En el mes de agosto de 2019 -aún antes de las elecciones presidenciales- bautizamos como Tartufo a un candidato (1) que, en una pirueta digna de Arlequín, había cambiado de posición -sorpresivamente- frente a la escandalosa corrupción organizada del gobierno de Ella, a quien había calificado -a lo largo de casi una década- con los más graves adjetivos que cualquiera de sus opositores, siendo Él del “mismo palo”.

Por ello -para bautizarlo- tomamos del teatro francés la figura paradigmática de la hipocresía -Tartufo- personaje creado por Molière en una obra que se hizo clásica y mundial. Aquella increíble “pirueta histórica” fue su indeleble pecado original. ¿Había dicho la verdad -como testigo privilegiado de los hechos- a lo largo de los años o ante un ofrecimiento que nunca había soñado, mentía; o a la inversa? En cualquiera de las dos opciones, mentía. Era un hipócrita (2).

 

A partir del día en que “Tartu” acordó su contrato con Ella, en casa de Flor, canjeando nada menos que la Presidencia de la República por una futura y milagrosa maniobra de prestidigitador, aún para un “profesor de derecho penal” particularmente especializado en teoría del delito”.

Debía lograr la total exculpación de una expresidente de la república, jefa de la asociación ilícita que produjo el mayor robo al Estado Nacional del que se tenga memoria en la Historia Universal, y la devolución de cifras siderales a su benefactora y ahora mandante.

Él era consciente que a partir del momento en que asumiera la presidencia debería mentir -con cara de piedra- muchas veces de cada día. Y así está ocurriendo. Hay quienes -ingenuamente- no entendieron desde el principio la ingeniería electoral con la que los KK volvieron al poder.

Berni
Cristina Fernández

Otros -aun hoy- preguntan ¿quién manda? Esta confusión -y otras aún más graves- son directa consecuencia de los permanentes “relatos o narrativas” que sostienen sucesivas falacias políticas, actualmente favorecidas por las cuarentenas que “la pseudo revoluciòn neo-marxista” produce y explota, impúdicamente. Como lo afirmó Berni, con absoluta seguridad: “Ella es la que manda”.

 

Así llegó la “intervención-expropiación” del holding Vicentin y una vez más Él tuvo que mentir frente a las cámaras: “Yo decidí la expropiación” dijo, pero no permitió preguntas de la prensa. Era consciente que había llegado a un límite en la sucesión de mentiras. Le ocurría lo mismo que al pastorcito de la fábula del lobo y las ovejas, cuya moraleja titula a este breve trabajo. PERO, para nosotros, la mayoría argentina, ya no nos quedan “dudas”. Los ingenuos han despertado. El imaginado “albertismo” no existe ni existió nunca, sino en las vanas esperanzas de los despistados.  

Este “leading case” -largamente elaborado en “casa patria”- pretende abrir una brecha jurídica a explotar en la pospandemia, cuando los concursos de empresas lleguen por centenas y la estatizaciones y expropiaciones selectivas nos lleven a su paraíso socialista y al ingreso en la órbita de poder imperial chino y ruso y Ella lidere al proceso revolucionario subcontinental. Jinping ya tiene a Nidera y un particular interés en nuestra agroindustria, mientras que un golpeado Putin ha clavado sus ojos sobre el gas y el petróleo, que en la Argentina pronto podrá conseguir por monedas (3). Ya se apoderó de PDVZA.

Lorenzini

Para Ella el objetivo Vicentin es solo un paso intermedio. Su objetivo teleológico es la “intervención” del Poder Judicial. La reacción social de Colonia Avellaneda y sus reverberos en los caceroleos urbanos, la han llevado a un posible acuerdo momentáneo con el lejano Juez del concurso, para el nombramiento del interventor. Hay un compás de espera, mientras se busca prolongar la ex cuarentena manteniendo casi inactivos a los poderes Legislativo y Judicial y acelerar las “intervenciones” en este último.

Estos objetivos de los radicalizados KK, no se conseguirán fácilmente. Muy probablemente actuaron creyendo en sus propias ensoñaciones ideológicas y no sobre la realidad social y geográfica de la Argentina. Las causales que estamparon en el decreto de intervención de Vicentin son ridículas. Tomaron palabras del “chavismo”, tales como “soberanía alimentaria” para justificar la apropiación del holding, sin saber que este no produce alimentos. “Esta extraña mención en el DNU ¿Fue puesta en clave china?” (4).

Pareciera que tampoco estaban enterados que le retorcían la cola a un león, pues detrás de las empresas de Avellaneda hay una rica historia de un núcleo friulano, tercera generación de un grupo humano de raíces celtas, germánicas y romanas, que no admiten atropellos. Friuli, en la frontera NE de Italia tiene una larga historia de conflictos que han aprendido a superar.

Son agricultores, núcleos gregarios industriosos que aman a su tierra y que actúan en unidad, con creatividad e innovación. Hoy frente a la sólida comunidad de la pampa gringa, hay un heterogéneo agrupamiento de burócratas urbanos cargados de resentimientos e inmoralidad, que se distinguen por sus torpezas y detrás de Vicentin está el “cuco” de los KK: “el Campo”.

  1. El encuadramiento situacional.

 

Es conveniente situar -en el tiempo- la llegada del coronavirus y sus efectos más trascendentes sobre la situación estratégica global y regional. Desde nuestro punto de vista el virus aceleró los procesos de cambios que se iniciaron el 11Sep 01 -la guerra mundial en curso, la contraterrorista global- (5).

Este acelerado ritmo de cambios durante la extendida cuarentena que vivimos, aún no es debidamente percibida por algunas dirigencias escasamente formadas. Hay procedimientos que no regresarán en la pospandemia, pues las necesidades del aislamiento los han impuesto. Tales los casos de la digitalización o de las nuevas comunicaciones. Hay actividades que desaparecerán, definitivamente.

En el ámbito global, las tensiones internacionales entre las grandes potencias se han agravado. Hay mayor alerta en los alistamientos y predespliegues militares, mayor número de roces diplomáticos y una gran ansiedad en los mercados.

En nuestra región la “contrarrevolución” lanzada por el FSP en Jul 19 -totalmente desconocida por nuestros políticos- ha debido reorientar sus planes y en nuestro país -en el que ha recuperado el gobierno- explota la pandemia a través de las cuarentenas, para eliminar al Poder Judicial, lograr una Corte Suprema de Justicia propia, estatizar la economía, suprimir la libertad de prensa y socializar a la propiedad privada. Para ello -sin perder un solo minuto- se sigue la metodología “del salame”, como le llamaron Arón y Beaufre, rodaja tras rodaja.

Es en este ámbito situacional en el que, para sorpresa de todos -incluyendo al Mtro. de Agricultura-, se interviene y expropia a una empresa privada, propiedad de un Flia en el N de la Pcia de Santa Fe. Como lo hemos dicho más arriba, entendemos que con esta maniobra estos pseudos revolucionarios de cartulina, se “han pegado un tiro en el pie”.

Estamos transitando el cuarto gobierno KK y la sexta década de un proceso revolucionario -sin plazos- que es -llamativamente- ajeno a la conciencia colectiva de los argentinos. El trabajo psico-social realizado por los especialistas en manipulación cerebral sobre nuestras clases medias, ha logrado un alto grado de éxito. No hay analista que no comente la “anomia social”, la “incapacidad de reacción”, “la parálisis” frente a los atropellos a nuestros principios y valores culturales y políticos en los últimos treinta años, pero ninguno acertó en gritar “¡¡¡es la revoluciòn, estúpidos…!!! La revoluciòn sigue oculta, agazapada y en manos de zánganos “champagne”.

Fidel

En las últimas seis décadas -1959/2020- se sucedieron cinco campañas revolucionarias, de distinta naturaleza, adaptadas siempre a los condicionantes internacionales y regionales, con éxitos y fracasos y una destreza y resiliencia que aún les permite ganar elecciones. El directorio revolucionario -con epicentro en La Habana- ha acompañado hábilmente a la transculturación -que permanentemente avanzó en cada una de las sucesivas campañas- y les proporcionó relevos generacionales.

Mientras ese lúcido y experimentado directorio replanteaba permanentemente sus doctrinas estratégicas y retenia sus objetivos, lograba estratificarlas en los países que controlaba. El caso argentino es escandalosamente paradigmático. Nuestra dirigencia -en los temas estratégicos- está anclada aun en la etapa de la Guerra Fría.

Somos el único paìs del orbe que ha dividido a la Seguridad Nacional -con criterio geográfico- en externa e interna. Por esa razón las amenazas y riesgos estratégicos en el propio territorio, son de responsabilidad judicial y policial. La revolución ha logrado –en las últimas cuatro décadas– contar con todo el territorio nacional como “zona liberada” para el desarrollo de su acción proselitista y de apoyo financiero a través del narcotráfico, sin que haya alguna reacción social, ni cuestionamiento de los intelectuales o del periodismo libre. Se cuestiona a la corrupción, pero no a su causa primera.

 

Para garantizar la continuidad de estos despropósitos inauditos, la Política de Derechos Humanos, conducida por un sinnúmero de organizaciones internacionales y propias, mantiene diariamente en la comunicación social la “memoria” de la “dictadura”, del “genocidio”, “de los desaparecidos” o de hechos ocurridos en los años `70, del siglo pasado (6).

El eje de esta maniobra comunicacional son los juicios “de lesa humanidad” que llevan cuarenta años de interminables simulaciones, con testigos falsos, hechos que nunca existieron y sentencias de penas perpetuas que están dictadas antes de que se inicien los juicios. Semana a semana son convocados por la justicia penal federal uniformados mayores de setenta y cinco años, para juzgarlos por hechos que desconocen (7).

Robert H. Jackson, Fiscal en Nuremberg

El Juicio de Nuremberg -que sirvió de modelo para los que están aquí en pleno desarrollo ilegal, ilegítimo y anticonstitucional- llamaron a once reos para ser juzgados, en una guerra que duro cuatro años, con millones de muertos. A los ocho meses dictó sentencia. En nuestro país hay uniformados que llevan quince años en prisión preventiva y pareciera que cuarenta años no han sido suficientes para hacer “justicia”.

 

La sociedad -¿anestesiada?- frente a estos hechos, ha permanecido impávida. Pareciera ajena a lo que ocurre frente a ella a pesar de que el “estado de guerra civil revolucionario” continúa abierto y activo, por otros carriles. La Argentina no conoce -en ninguno de sus estamentos sociales- lo que son las guerras de 7ma generación (8).

Es en esta situación nacional cuando, al amparo de la niebla provocada por el covit 19, desde casa patria se lanza la orden a “Tartu” para “intervenir” y “expropiar” al holding Vicentin y un 20 Jun 20, Día de la Bandera y de su creador, el ejemplar patriota Grl Belgrano, estalla el último baluarte que nos queda a los argentinos: el sector sano de nuestra sociedad -enferma-.

Belgrano

El grito que resuena en los cuatro puntos cardinales es ¡¡¡LIBERTAD – LIBERTAD – LIBERTAD!!!, que tiene en su extremo opuesto al totalitarismo comunista. La obligada reflexión, hija de la cuarentena, está despertando a los argentinos, de un largo sueño inducido.

Mi comprovinciano Perotti, rafaelino y piamontés, está rifando su ganado prestigio. Ha sido elegido por “Tartu” como “pavo de la boda”. Aquel, entre la espada y la pared, ha buscado quien haga el trabajo de simulación para transitar hacia el objetivo que se le impuso en el “contrato”, que ahora deberá lograr con algún disimulo, consciente de la inconstitucionalidad e ilegalidad de la “vendetta” frente al campo.

PERO el antecedente del “banderazo nacional” es preocupante para Ella. ¿Qué pasará cuando se avance en su salvataje judicial? Porque esa es la exclusiva razón por la que Él ocupa el sillón de Rivadavia, sin plan de gobierno alguno y con un gabinete de científicos”  que se “lucen” en todo momento. La credibilidad de “Tartu” se acerca al 0 y se pone en evidencia en sus diarias apariciones, pues se enoja, hasta con su sombra.

 

*Antiguo refrán español.

(1). H. J. Auel. “Alberto Ángel “Tartufo” Fernández candidato del Foro de San Pablo”. 10 Ago 20. www.ieeba.org

(2). Diccionario Enciclopédico Salvat. T. VIII. Ed. Venezuela. Hipócrita: “dícese especialmente del que finge virtud o devoción”, “que finge o aparenta lo que no es o lo que no siente”.

(3). H. J. Auel. “Liderazgo y gestión en tiempos de crisis”. 25 May 20. www.ieeba.org

(4). R. Auer. “El caso Vicentin y el laberinto de la Argentina”. 17 Jun 20. infobae.com.

(5). H. J. Auel. “La guerra mundial contraterrorista global: ¿hibrida…con derivación nuclear? Abr 15. www.ieeba.org

(6). H. J. Auel. “Escándalo Judicial en Tucumán”. 25 May 16. www.ieeba.org

(7). H. J. Auel. “Política de Derechos Humanos Vs. Política de Seguridad Nacional”. 01 Ago 17. www.ieeba.org

(8). H. J. Auel. “La Cultura y la Civilización. La Guerra: Continuidad y Cambio”. Dic 08. www.ieeba.org

 


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Junio 22, 2020


 

¿Por qué China e India pelean por una franja inhóspita del Himalaya?

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Después de más de cuatro décadas de sacudidas de sables y pequeñas disputas, una disputa fronteriza entre China e India ha vuelto a ser fatal.

Al menos 20 soldados indios murieron hace unos pocos días en una sangrienta pelea con tropas chinas en el valle de Galwan, cerca de Aksai Chin, un área controlada por China pero reclamada por ambos países. No está claro si o cuántos soldados chinos murieron. Ambas partes han acusado a la otra de sobrepasar la frontera de facto, la Línea de Control, Hoy o Línea de Control Actual (ALC) que se extiende a lo largo del sector occidental del valle. Sin embargo, los detalles del encuentro siguen siendo confusos y es posible que nunca estén completamente claros.

Los dos vecinos con armas nucleares ahora intentan una rápida reducción de las tensiones, incluso cuando algunas voces jingoístas y hawkish en ambos países exigen un mayor desafío y agresión. Por su parte, China ya había trasladado un gran número de tropas y armamentos a la región, mientras que India también ha reforzado su posición, aunque Nueva Delhi ha expresado menos su opinión sobre su fuerza militar allí.

Maxwell

Aksai Chin, el área en disputa, es reclamada como parte de Xinjiang por China y Ladakh por India. Hace frío e inhóspito, cubierto de nieve con temperaturas alrededor de cero, incluso en verano. Ubicada en lo alto del Himalaya, la altitud promedio es de 14,000 pies (4,200 metros), casi el doble de la altura donde comienza el mal de altura, lo que significa que cualquier humano en el área debe sufrir una aclimatación tediosa y gradual o sufrir dolores de cabeza, náuseas y fatiga.

La altitud y las temperaturas heladas pueden haber contribuido al número de muertos del lunes. El ejército indio inicialmente confirmó tres bajas, pero luego dijo que 17 soldados adicionales “expuestos a temperaturas bajo cero en el terreno de gran altitud han sucumbido a sus heridas”.

En su libro sobre la región, el historiador británico Neville Maxwell lo describe como una “tierra de nadie, donde nada crece y nadie vive”. Y, sin embargo, India y China fueron a la guerra por ello en 1962, dejando miles de muertos en ambos lados, y entre ese conflicto de un mes y la escaramuza del lunes, la región vio numerosas peleas y pequeños enfrentamientos entre guardias fronterizos y declaraciones indignadas de Beijing o Nueva Delhi acusa al otro de intentar sobrepasar la frontera de facto.

Entonces, ¿por qué el área es tan importante para ambos lados?

La Línea de Control Hoy, la frontera de facto poco definida, surgió de la guerra fronteriza sino-india de 1962, que fue provocada por antiguos desacuerdos territoriales históricos.

Como Maxwell escribe en su libro “La guerra de China en India”, la soberanía sobre la región de Aksai Chin siempre ha sido algo confusa.

Durante gran parte del siglo XIX, el Himalaya fue el foco de la rivalidad militar y política entre los tres imperios de Rusia, Gran Bretaña y China, y los tres reclamaron varias partes de la región. La descolonización solo trajo consigo más confusión y antipatía, particularmente después de que Pakistán se separó de la India a raíz de la independencia.

Wortzel

Aksai Chin es parte de la gran Cachemira, y después de la sangrienta guerra entre Pakistán e India en 1947 que resultó en la división de esa región, la frontera entre China e India quedó mal definida.

India afirma que la región es parte de Ladakh, un territorio remoto y montañoso al este del valle de Cachemira que fue hasta el año pasado parte del estado de Jammu y Cachemira, controlado por la India pero semiautónomo, la parte de la región en disputa más amplia que terminó en control indio después de la guerra de 1947 con Pakistán.

“Si bien la India reconoció la llamada ‘línea McMahon'”, un remanente de la era colonial británica, el analista Larry M. Wortzel escribe en un informe militar de Estados Unidos, “China nunca lo aceptó formalmente, optando por las” fronteras de la costumbre “que habían existió entre pueblos contiguos durante décadas anteriores “.

Esto creó un statu quo incómodo que persiste en la actualidad, donde ninguna de las partes está de acuerdo en la frontera, ambas acusan regularmente a la otra de sobrepasarla o tratar de expandir su territorio, y es fácil encontrar excusas para el conflicto.

Pant

La génesis de la crisis actual, según Harsh V. Pant, profesor de Relaciones Internacionales en el King’s College de Londres, se puede encontrar en la revocación de la India el año pasado del estatus especial otorgado a Jammu y Cachemira, y la separación del ex indio Estado en dos territorios.

“Desde entonces ha habido preocupaciones en China de que India dificultará la vida de China en el futuro”, dijo Pant. “(La región) conecta a China con Pakistán, donde tienen el corredor económico. Les preocupa la revocación de la India (el estatus especial) y cómo India ahora está mirando a Ladakh estratégicamente. También les ha preocupado la construcción de infraestructura.”

La última gran crisis en la región, un enfrentamiento de un mes sobre el territorio en disputa de Doklam en 2017, también estuvo relacionada con la construcción de infraestructura.

“Anteriormente solía estar principalmente en el lado chino (que construyó infraestructura) pero ahora India también ha estado aumentando la infraestructura a lo largo de su lado de la frontera”, agregó Pant.

Cualquier expansión india o fortificación significativa de su control sobre la región podría amenazar los objetivos geoestratégicos de China en Asia central, dijo Happymon Jacob, profesor asociado del Centro de Política Internacional, Organización y Desarme de la Universidad Jawaharlal Nehru de Delhi.

“China ha invertido más de $ 60 mil millones (en el corredor económico) con Pakistán”, dijo, y agregó que este es un “elemento crucial” del plan comercial y de desarrollo de Belt and Road del presidente Xi Jinping.

El año pasado, India terminó una nueva carretera para todo clima que corre muy cerca de la Línea de Control Actual (LAC). El propósito de este camino es apoyar a las tropas a lo largo de la frontera, lo que les permite reabastecerse por carretera desde Daulat Beg Oldi, el aeródromo más alto del mundo. Esto sería de gran ayuda si India reforzara aún más su posición o construyera instalaciones militares en la frontera.

Milliff

“Algunas señales sugieren que los avances recientes de China son una respuesta al nuevo camino, que perciben como un cambio en el status quo en ALC”, dijo Aidan Milliff, experto en violencia política y Asia meridional del Instituto de Tecnología de Massachusetts.

“El status quo es realmente tolerable para ambos países, o al menos, su disgusto por el status quo no es tanto como para pagar el costo de arreglarlo”, agregó. “Todavía no me queda claro, como principio general, si estas disputas comienzan como provocaciones cuidadosamente calculadas o como pasos en falso y malentendidos”.

A pesar de todas las preocupaciones sobre los posibles movimientos de tropas en ambos lados, cualquier conflicto en el área sería excepcionalmente difícil.

La ubicación del último enfrentamiento, el Valle de Galwan, es una meseta relativamente baja, donde las tropas pueden moverse más fácilmente. También fue el lugar de la disputa que inició la guerra de 1962.

Sin embargo, las condiciones durante el invierno, muy frío con nieve intensa, pueden hacer que gran parte del área sea inaccesible, lo que significa que la ventana para las maniobras es muy delgada. Incluso durante el verano, cuando las condiciones son mejores, la altitud, el clima y las temperaturas hacen que todo sea más difícil, desde simples maniobras y corridas de suministros, y mucho menos un conflicto militar en toda regla.

“Operar por encima de los 4.000 metros, como bien saben el Ejército indio y el EPL, cambia casi todos los aspectos de la guerra”, escribió Milliff, el experto del MIT, en War on the Rocks a principios de este mes. “Los soldados tardan días en aclimatarse a cualquier altitud superior a los 2.400 metros (un poco más alto que Santa Fe, Nuevo México), por lo que la velocidad a la que llegan los refuerzos puede ser más lenta que la velocidad de sus medios de transporte”.

Xi

Los riesgos de ascender demasiado rápido pueden ser potencialmente graves, incluso para jóvenes soldados sanos, incluidos los edemas pulmonares y cerebrales. “Durante la guerra fronteriza sino-india de 1962, algunas unidades indias saltaron la aclimatación y procedieron directamente a altitudes extremas en Cachemira y Sikkim”, escribe Milliff. “Casi el 15% de los soldados en las unidades apresuradas desarrollaron edema pulmonar a gran altitud, una de las principales causas de muertes relacionadas con la altitud, que puede progresar desde los síntomas iniciales hasta la muerte en tan solo 12 horas, incluso para individuos sanos”.

Todo sufre a esta altitud. Los motores diesel tienen dificultades para operar, los helicópteros tienen que cortar sus cargas y la cantidad de suministros necesarios para mantener a las tropas sanas es mucho mayor. Incluso disparar puede ser más difícil, ya que la artillería y las armas de fuego requieren un nuevo avistamiento para hacer frente al aire más delgado.

“Incluso si la altitud no fuera un factor, el terreno a lo largo de la frontera entre India y China complicaría aún más las operaciones militares”, dijo Milliff.

“La meseta del Himalaya no es plana como el frente central en Europa, ni necesariamente se puede conducir con tanques como los desiertos en Irak o a lo largo de la frontera entre el oeste de India y el sur de Pakistán”.

Con los dos ejércitos curando sus heridas y reanudando los protocolos de desescalado, la atención se centrará ahora en los líderes de Delhi y Pekín y si pueden evitar que la disputa actual se descontrole en un conflicto difícil y costoso.


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Junio 22, 2020


 

Tres continentes y medio millón de euros

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Jordania, Camboya, Fiji, Samoa, EEUU y México. Esa fue la ruta de la luna de miel de Felipe VI y la reina Letizia en 2004 como recién casados, un viaje valorado en medio millón de euros tras la boda en la catedral de la Almudena y que fue pagado tanto por Juan Carlos como por una empresa privada. 

Los costes del idílico viaje corrieron a cargo de Juan Carlos I, aunque una parte del viaje, más del 50%, fue pagado por la empresa Navilot. De los 467.000 dólares del montante final de la luna de miel, 269.000 fueron depositados por la empresa de Josep Cusí, al cual The Telegraph, medio que ha desvelado la noticia, relaciona de manera indirecta con Jordi Pujol Ferrusola, ya que la empresa que preside fue creada por un abogado vinculado al hijo del expresidente de la Generalitat.

Juan Carlos
Letizia
Felipe VI

Josep Cusí es un empresario catalán de 86 y “socio de Juan Carlos desde principios de la década de 1970”, apunta el medio británico. 

Bajo los pseudónimos de señor y señora Smith, los actuales monarcas recorrieron el mundo en un viaje del que el diario The Telegraph ha destapado algunos de sus entresijos más llamativos. 

Algunos de los dispendios, por ejemplo, superan los 30.000 dólares. Ese dinero fue a parar a un complejo afincado en una isla de Fiji, donde por solo cinco noches, el rey de España gastó 33.000 dólares. Felipe VI retiró a Juan Carlos la asignación pública de 194.232 euros de la que gozaba en calidad de emérito un día después de que se destapara que su padre es beneficiario de una sociedad offshore creada en 2008 para recibir una donación millonaria de Arabia Saudí.

Además, Felipe renunciaba a la herencia que le correspondiera por ser hijo de Juan Carlos I, rechazo que está expresamente prohibido por el Código Civil. Dicho comunicado supuso un bombazo informativo y sólo de su lectura detallada se concluye que Felipe VI tiene intención de renunciar a la herencia, que es como no anunciar nada porque aún no ha llegado ese futurible.

Actualmente, la Fiscalía del Tribunal Supremo ha asumido la investigación a Juan Carlos I por el AVE (Ferrocarril) a La Meca, tras ser acusado por la princesa Corinna en 2018 de haber cobrado 80 millones de euros de comisión por la licitación del tren a la ciudad santa del Islam.

 


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Junio 22, 2020


 

20 DE JUNIO 2020, CUANDO EL PUEBLO ESTÁ DICIENDO ¡BASTA!

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 Por FRANCISCO BENARD

Reiteradamente el presidente Alberto Fernández habla de que Argentina es un país injusto y por cierto lo es. Las desigualdades sociales son enormes y lo serán aún más luego que termine la “cuarentena”, con industrias cerradas, con comercios cerrados y con un nivel de desempleo enorme y con índices de pobreza  nunca vistos.  Hasta cuando la débil economía argentina resistirá dar ayuda a esos millones de trabajadores. Mientras bajo extremas medidas de seguridad participo de las celebraciones del día de la bandera, millones de argentinos en todo el país salieron a la calle a protestar sin darle importancia a la cuarentena y desafiando a Alberto en sus amenazas de sancionar a todos los que la violaran. Fueron muchas las motivaciones que llevaron a la gente a movilizarse, no solo en defensa de los valores democráticos y en defensa de la propiedad privada sino por el hartazgo a la cuarentena sin fin. Desde las filas del Gobierno Nacional se ayuda a quienes cometieron actos de corrupción tal el caso de Amado Boudou que está en su domicilio, pero sigue procesado, tal el caso de Jaime “coimero confeso” que no pudo lograr su libertad. Curiosamente los juicios contra la vicepresidente Cristina Fernández no tienen prioridad en las agendas judiciales. Cristina buscando la impunidad total dispuesta a hacer todo lo posible para aumentar el número de Ministros en la Corte Suprema. Alberto nada le dice, es el precio que tuvo y tiene que pagar por deberle el cargo que ocupa. Don Alberto se refirió la honestidad de Belgrano pero omitió decir en su mensaje a todo el país que los políticos deberían seguir el ejemplo del General Belgrano y haberles contado a todos los niños, escolares de todo el país, que un hombre tan grande e importante como el creador de nuestra bandera murió pobre a punto tal que solo tenía en su poder un reloj de oro para pagarle a su médico personal. El pueblo en todo el país salió en defensa de la propiedad privada que tiene rango constitucional y el rechazo a la intromisión del Poder Ejecutivo en cuestiones que deben ser resueltas en el ámbito judicial, sujetas a las decisiones del juez competente. Ya sabemos todos que “vienen por todo” y de allí la reacción popular “todos a la calle” una clara advertencia al “Delegado Presidencial” de que la expropiación será de un alto costo político y de pésimas consecuencias para la economía argentina. Ningún empresario invertirá de los argentinos y tampoco lo harán los inversores extranjeros. Así las cosas, vamos hacia un nuevo fracaso político. La corrupción, por excelencia, es  generadora muchas injusticias sociales y nuestra sociedad, bandera en mano, dijo ¡BASTA!

Francisco Benard

 


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Junio 22, 2020


 

¿SOLO UNIVERSO?

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 Por LUIS BARDIN

¿SOLO UNIVERSO?

Azarosa materia, espacio y tiempo

en los cielos se fisionan o repelen

y en lugares infinitos se reciclan

atrapados en mecánicas celestes.

Fusionarse, destruirse, ser mutantes,

en un cuántico Big Bang que será eterno,

pueden volver a ser estrellas muy brillantes

o convertirse en agujeros negros.

A ese albúr de caos y desastres

a ese “todo” de protones y energías:

¿será solo el azar el que le otorgue

el don maravilloso de crear vida?

¿Quién nos hizo tan pequeños y mortales?

¿Quién maneja ese desorden aparente

de átomos y fuerzas siderales?

Bajo tantos infinitos firmamentos

y el sentirnos criaturas indefensas,

solo podemos explicarnos el porqué,

al ver tal caos y a la vez tanta belleza

volcando en lo divino nuestra fe

                                                que permite al mismo tiempo el privilegio                                                                                                              

de contemplar a Dios y su grandeza.

L.B.

 


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Junio 22, 2020


 

ESTADOUNIDENSE ¡CUIDADO!… ROBOCOP NO EXISTE

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DEMOCRACIA O AUTORITARISMO, POLICÍA O BARBARIE

 Por CLAUDIO KUSSMAN

Estadounidenses, sabiendo lo que están tratando de hacer con los cuerpos policiales, racismo y otros desafíos de esta época, debo decirles ¡CUIDADO! Argentina a principios del siglo pasado fue un país muy cercano en grandeza económica a ustedes. Luego eligió la senda de los fracasos y fíjense lo insignificantes que somos hoy, con un futuro cierto, de seguir embruteciendo y empequeñeciendo cada vez más. ¿Ustedes en este otro siglo quieren hacer lo mismo? Seguro que tienen un problema racial, pero no es un tema sistemático, como se promueve. Que este disminuya y casi desaparezca depende en mayor medida que las mismaspersonas de color se esfuercen por ello. ¿Acaso no votaron por 2 periodos a un BARACK OBAMA para presidente?, ¿Acaso no hay dignos jefes militares, policiales o exitosos empresarios y artistas de color?  Hoy los medios son meticulosamente impiadosos con un gobernante como TRUMP, en momentos que más tendrían que estar unidos frente a las amenazas externas existentes, llámense China, Rusia, países musulmanes, pandemias o lo que quieran elegir. Si ustedes se debilitan y declinan, ¿Acaso creen que hay algún otro país con un líder que pueda ser sostén y defensor de la democracia en occidente? En otro orden de cosas, viendo las propuestas de algunos políticos sobre los cuerpos policiales, desde este lejano territorio llamado Argentina, podemos decir que estas no son nuevas, ya se hizo lo mismo acá años atrás y el resultado está a la vista. ¡CUIDADO! ROBOCOP NO EXISTE. Los policías solo son hombres y mujeres con buena predisposición a servir y proteger, que, por supuesto son falibles. Su labor no es quirúrgica, ni realizada solo en horas diurnas bien descansados, en cómodas oficinas climatizadas, con buen café a disposición.  Cada uno de ellos actuarán en forma acertada en 10 o más oportunidades, pero en alguna otra ocasión algo les puede salir mal. La tarea que ejecutan es riesgosa y difícil porque tienen uno o dos segundos para reaccionar en condiciones adversas, frente a violentos, narcotraficantes, asesinos, perversos, pandilleros, locos, drogadictos y mil lindezas “humanas” más, con los que ustedes no quieren alternar y entonces, a veces, todo se va al infierno. Recuerden que la separación entre ustedes y los depredadores, solo es una delgada línea azul, no la debiliten aún más.  Miremos lo que ocurrió en Atlanta con RAYSHARD BROOKS. Todo comenzó mal y terminó peor y las variantes que existieron fueron numerosas. Primero el policía, como no es ROBOCOP, ese día hizo lo que no hay que hacer.  Que BROOKS, un desconocido, por sí mismo estacione su vehículo para no entorpecer a otros rodados. Podía haber ocurrido que intentara huir atropellando lo que fuera o a quien fuera. También, que sacara un arma debajo del asiento lo matara a él al compañero o a un parroquiano.  Segundo, irrazonablemente y contra toda lógica, BROOKS actuó con violencia, lo cual en este caso le costó la vida. De no haber muerto prefirió agregar cargos a una felonía menor, se resistió al arresto, agredió y seguramente lesionó al personal policial, le sustrajo una Tasser y huyó. Si lo hubiera logrado su situación legal al momento de ser detenido hubiera sido muy complicada y habría innecesariamente terminado en la cárcel. Estaba alcoholizado, bloqueando el paso pese a estar en libertad condicional (probation).  En ningún momento pensó en él, en su esposa o sus hijos y en el perjuicio que les ocasionaba.  También se podía haber dado  que, si en vez de arrebatar la Tasser, hubiera sido la pistola 9 mm, otro era el desenlace. Es lógico y necesario que el policía porte un arma, pero esto tiene su ventaja y también su desventaja. La primera es que le da cierta seguridad al uniformado y este pueda enfrentar a un delincuente armado, lo que es perfectamente legal. La desventaja es que en una lucha cuerpo a cuerpo con alguien desarmado, se la pueden quitar, o de llevarla en la mano está impedido ya que solo le queda la otra libre. Si se la quitan como suele ocurrir, es hombre muerto.  Si antes de que ello ocurra, le dispara a quien está desarmado tendrá grandes posibilidades de ir preso o ser acosado por organizaciones de derechos humanos o raciales, según quien sea el muerto.  Al margen de lo que se estudie y practique en la academia, el verdadero aprendizaje y formación del policía está en la calle y lleva 2 o más años y allí siempre habrá algo nuevo para aprender, porque las modalidades delictuales no son estáticas, siempre mutan. Recién entonces se sabrá si ese policía sirve o no, cuando sus errores disminuyan. Puede andar muy bien en ciertas tareas y en ciertas clases de conflictos y mal en otras. Puede ser buen profesional pero poco paciente o también demasiado paciente, lo cual tampoco es bueno. Luego tendrá algunos años de vida muy útil en la función pero con el tiempo y el estrés se irá desgastando volviéndose  conservador y en algún momento, empezará a contar el tiempo que le falta para el retiro. En su labor cotidiana el azul sin aviso previo, está expuesto a TODO, inclusive a un enfrentamiento armado. En él podrá llegar a abatir a 1, 2 o más delincuentes, entonces, por 15 minutos, será un héroe. Pero…y siempre hay un pero, también puede ocurrir que algunos de sus disparos impacte a ese o esos delincuentes, pero otro mate a un adulto o un niño inocente que se cruce en la línea de tiro, 50 o más metros (164 pies) más allá del punto apuntado. En ese caso…

CONTINUARÁ…

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Claudio Kussman

Comisario Mayor (R) 

Policía Pcia. Buenos Aires

Junio 22, 2020

claudio@PrisioneroEnArgentina.com

www.PrisioneroEnArgentina.com

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– Por favor baje su arma. Tiene 20 segundos para obedecer.                                                 

– Creo que es mejor que obedezcas.                                                                                           

– Tiene 15 segundos para obedecer. Ésta es una infracción del código penal 113, artículo 9. Tiene 5 segundos para obedecer.                                   

– ¡Ayúdenme!                                                                                                                    

– Cuatro, tres, dos, uno.                                                                                                                  

– ¡Ayúdenme! ¡Auxilio!                                                                                                                

– Estoy autorizado para recurrir a la fuerza.

Robocop (1987-      )

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Junio 22, 2020


 

LAS NOTICIAS MÁS VISTAS DE LA SEMANA ♣ Junio 21, 2020

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Las noticias más leídas en PrisioneroEnArgentina.com. Las más comentadas, las más polémicas. De que está la gente hablando…

REINICIO Junio 15, 2020 00.00 HORAS 
HORA DE CONTROL Junio 21, 2020 23.23 HORAS

 


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Junio 21, 2020