Hay quienes dicen que el hombre ha pactado vivir en sociedad. Sabemos que no es cierto. Dios hizo a Eva para que Adán no estuviera solo y desde entonces el hombre vive en sociedad. La sociedad corresponde a nuestra naturaleza, en la forma natural de vivir, salvo de algunos, como losanacoretas, que en la soledad buscan una elevación espiritual a través de la penitencia. Si estamos hechos para vivir en sociedad es lógico que esa sociedad como todos los organismos vivos y sanos, tenga los mecanismos adecuados para su defensa. Cuando un grupo humano era atacado (Iglesia, Pueblo y Periodismo) en mi Madre Patria -España-, se llamaba a la defensa, se apelaba o consultaba a los demás. La costumbre (año1257) era la de convocar a los defensores llevando manojos de pajas encendidas para indicar desde lejos que debían estar alertas. Una vez reunidos o prevenidos se comunicaba el motivo o la gente respondía con el grito de “vía afora soms attens”, que equivalía a “Campo afuera, estamos listos”. A ese “Soms Attens”, la pronunciación lo trasformó en el “SOMATÉN”, nombre que tomaron estas compañías de hombres en defensa de la sociedad. Todos por naturaleza somos responsables de proteger la sociedad que integramos y también la de nuestros hermanos de los que siempre recibimos ayuda y solidaridad. No debemos olvidar que una comunidad humana se convierte en masa, cuando, desaparecen las jerarquías impuestas por la historia y, bajo el pretexto de una igualación de oportunidades, se destruyen los esfuerzos familiares y nacen en las tinieblas los poderes ocultos del dinero o los más ostensibles del mérito perturbador. En un discurso en el año 1946 el Papa Pio XII hacía una seria advertencia a las clases dirigentes de la sociedad. El Santo Padre decía que “la multitud innumerable, anónima, es presa fácil de la agitación desordenada, se abandona a ciegas, pasivamente, al torrente que la arrastra o al capricho de las corrientes que la dividen y extravían. Una vez convertida en juguete de las pasiones o los intereses de sus agitadores, la muchedumbre no sabe ya asentar firmemente su pie sobre la roca y consolidarse así para formar un verdadero pueblo. En la actualidad cuando la política y la justicia están gravemente degradadas, ya no se cree en el espíritu ni en los buenos hábitos formados a la luz de la doctrina cristiana. Los que gobiernan consideran más ventajosos los expedientes hipócritas por los que se hace creer a las masas que gobiernan ellas. Se las halaga y se las nutre espiritualmente con utopías, para explotarlas mejor y envilecerlas sin remordimientos. Debemos entender que toda actividad humana divide al mundo en dos categorías contrarias. La religión, en lo sagrado y lo profano; la moral, en lo bueno y lo malo; la estética en lo bello y lo feo y la ciencia en lo verdadero y lo falso. La política divide a los hombres en dos categorías: los que mandan y los que obedecen. Hoy se la reduce salvo algunas excepciones a pequeños tejemanejes y artimañas, ignorando su importancia en el destino de todos. Lejos de considerarse a la política como la sabiduría práctica, tal como la definía Santo Tomás, actualmente se la viene considerando, como el “arte de lo posible”, o en otras palabras como “el arte de imponer a la sociedad la vigencia de una ideología falsa por medio del apoderamiento y utilización del estado, que consiste en artilugios, mentiras y trasgresiones para imponerse por la violencia y el engaño”. Es más bien una conjura delictiva basada en la complicidad de unos pocos y la traición de muchos que convierte a la “Política” como el arte de engañar a casi todos para conseguir un objetivo inconfesable. A esa relación entre el ingenio del estafador y la ingenuidad del estafado, se le llama actualmente “política”. Y hay una multitud de incautos que creen que ese montaje es “democracia. Esa, “la multitud innumerable, anónima, o masa, es presa fácil, después convertida en juguete de las pasiones o los intereses de sus agitadores”. Por eso la importancia esencial en estos tiempos aciagos de alzar la voz sobre lo que sucede en nuestra hermana Colombia, la patria de nuestro Padre en las letras, el gran escritor y poeta Joseph Berolo. A través de su excelsa pluma invita a la participación y convivencia activa de los jóvenes colombianos concurriendo todos juntos en busca de un orden y unidad. Nunca se debe olvidar que Colombia tiene un pasado de tradiciones seculares que representa valores fundamentales para la vida sana de su pueblo. Tradiciones de las que deben sentirse orgullosos, ya que cuentan en primer lugar con la religión, la fe católica, viva y operante. Las sociedades, incluso las que están bajo dictaduras tienen esencias que es necesario mantener para su vida, para su permanencia, para su dignidad, para que siga siendo satisfactorio pertenecer a ellas. Solamente da la cara un pueblo heroico, como el colombiano que busca su tradición libertaria de democracia e igualdad. Un pueblo que aspira a un derecho irrenunciable de seguridad. A un orden, a reglas establecidas sobre la base de la lógica y en vistas al bien general, y que ese orden se respete. Es que es ignominioso e infame hacer gala de imponer la violencia, como si no existieran los medios de que toda sociedad civilizada dispone para mantener el orden, la razón, el buen juicio. En ese mismo lineamiento el periodismo y quienes escribimos con la finalidad de sembrar, tenemos como norma fundamental enseñar tres principios básicos, decir la verdad, ser claros, ser instructivos, para tratar de ser un baluarte fundamental para la futura recomposición del país hermano. Es que el periodismo y quienes informamos y escribimos estamos para eso, para decir la cosas con franqueza y sinceridad, para decirla de tal manera que se la entienda y de paso, para aportar datos que puedan ser útiles. Esta ausencia de libertad de nuestra hermana Colombia debe ser mostrado con la paz de las palabras y del dialogo constructivo como los hacemos quienes tenemos el honor de formar parte de las Naciones Unidas de las letras. Salve pueblo hermano Colombiano. ¡SOMATEN!
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¡SOMATEN!
Hay quienes dicen que el hombre ha pactado vivir en sociedad. Sabemos que no es cierto. Dios hizo a Eva para que Adán no estuviera solo y desde entonces el hombre vive en sociedad. La sociedad corresponde a nuestra naturaleza, en la forma natural de vivir, salvo de algunos, como los anacoretas, que en la soledad buscan una elevación espiritual a través de la penitencia. Si estamos hechos para vivir en sociedad es lógico que esa sociedad como todos los organismos vivos y sanos, tenga los mecanismos adecuados para su defensa. Cuando un grupo humano era atacado (Iglesia, Pueblo y Periodismo) en mi Madre Patria -España-, se llamaba a la defensa, se apelaba o consultaba a los demás. La costumbre (año1257) era la de convocar a los defensores llevando manojos de pajas encendidas para indicar desde lejos que debían estar alertas. Una vez reunidos o prevenidos se comunicaba el motivo o la gente respondía con el grito de “vía afora soms attens”, que equivalía a “Campo afuera, estamos listos”. A ese “Soms Attens”, la pronunciación lo trasformó en el “SOMATÉN”, nombre que tomaron estas compañías de hombres en defensa de la sociedad. Todos por naturaleza somos responsables de proteger la sociedad que integramos y también la de nuestros hermanos de los que siempre recibimos ayuda y solidaridad. No debemos olvidar que una comunidad humana se convierte en masa, cuando, desaparecen las jerarquías impuestas por la historia y, bajo el pretexto de una igualación de oportunidades, se destruyen los esfuerzos familiares y nacen en las tinieblas los poderes ocultos del dinero o los más ostensibles del mérito perturbador. En un discurso en el año 1946 el Papa Pio XII hacía una seria advertencia a las clases dirigentes de la sociedad. El Santo Padre decía que “la multitud innumerable, anónima, es presa fácil de la agitación desordenada, se abandona a ciegas, pasivamente, al torrente que la arrastra o al capricho de las corrientes que la dividen y extravían. Una vez convertida en juguete de las pasiones o los intereses
de sus agitadores, la muchedumbre no sabe ya asentar firmemente su pie sobre la roca y consolidarse así para formar un verdadero pueblo. En la actualidad cuando la política y la justicia están gravemente degradadas, ya no se cree en el espíritu ni en los buenos hábitos formados a la luz de la doctrina cristiana. Los que gobiernan consideran más ventajosos los expedientes hipócritas por los que se hace creer a las masas que gobiernan ellas. Se las halaga y se las nutre espiritualmente con utopías, para explotarlas mejor y envilecerlas sin remordimientos. Debemos entender que toda actividad humana divide al mundo en dos categorías contrarias. La religión, en lo sagrado y lo profano; la moral, en lo bueno y lo malo; la estética en lo bello y lo feo y la ciencia en lo verdadero y lo falso. La política divide a los hombres en dos categorías: los que mandan y los que obedecen. Hoy se la reduce salvo algunas excepciones a pequeños tejemanejes y artimañas, ignorando su importancia en el destino de todos. Lejos de considerarse a la política como la sabiduría práctica, tal como la definía Santo Tomás, actualmente se la viene considerando, como el “arte de lo posible”, o en otras palabras como “el arte de imponer a la sociedad la vigencia de una ideología falsa por medio del apoderamiento y utilización del estado, que consiste en artilugios, mentiras y trasgresiones para imponerse por la violencia y el engaño”. Es más bien una conjura delictiva basada en la complicidad de unos pocos y la traición de muchos que convierte a la “Política” como el arte de engañar a casi todos para conseguir un objetivo inconfesable. A esa relación entre el ingenio del estafador y la ingenuidad del estafado, se le llama actualmente “política”. Y hay una multitud de incautos que creen que ese montaje es “democracia. Esa, “la multitud innumerable, anónima, o masa, es presa fácil, después convertida en juguete de las pasiones o los intereses de sus agitadores”. Por eso la importancia esencial en estos tiempos aciagos de alzar la voz sobre lo que sucede en nuestra hermana Colombia, la patria de nuestro Padre en las letras, el gran escritor y poeta Joseph Berolo. A través de su excelsa pluma invita a la participación y convivencia activa de los jóvenes colombianos concurriendo todos juntos en busca de un orden y unidad. Nunca se debe olvidar que Colombia tiene un pasado de tradiciones seculares que representa valores fundamentales para la vida sana de su pueblo. Tradiciones de las que deben sentirse orgullosos, ya que cuentan en primer lugar con la religión, la fe católica, viva y operante. Las sociedades, incluso las que están bajo dictaduras tienen esencias que es necesario mantener para su vida, para su permanencia, para su dignidad, para que siga siendo satisfactorio pertenecer a ellas. Solamente da la cara un pueblo heroico, como el colombiano que busca su tradición libertaria de democracia e igualdad. Un pueblo que aspira a un derecho irrenunciable de seguridad. A un orden, a reglas establecidas sobre la base de la lógica y en vistas al bien general, y que ese orden se respete. Es que es ignominioso e infame hacer gala de imponer la violencia, como si no existieran los medios de que toda sociedad civilizada dispone para mantener el orden, la razón, el buen juicio. En ese mismo lineamiento el periodismo y quienes escribimos con la finalidad de sembrar, tenemos como norma fundamental enseñar tres principios básicos, decir la verdad, ser claros, ser instructivos, para tratar de ser un baluarte fundamental para la futura recomposición del país hermano. Es que el periodismo y quienes informamos y escribimos estamos para eso, para decir la cosas con franqueza y sinceridad, para decirla de tal manera que se la entienda y de paso, para aportar datos que puedan ser útiles. Esta ausencia de libertad de nuestra hermana Colombia debe ser mostrado con la paz de las palabras y del dialogo constructivo como los hacemos quienes tenemos el honor de formar parte de las Naciones Unidas de las letras. Salve pueblo hermano Colombiano. ¡SOMATEN!
Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón
Jorgeloboaragon@gmail.com
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 13, 2021
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2 thoughts on “LEVÁNTATE COLOMBIA”
My last paycheck was $2500 for working 12 hours a week online. My sisters friend has been averaging 8k for months now and she works about 30 hours a week. I can’t believe how easy it was once I tried it out. The potential with this is endless.
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Tengo entendido que la definición de SOMATEN, es Metiendo Ruido.