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Por Juan Gabriel Labaké

 

La controversia entre la AMIA y la DAIA, por temas de tanta importancia institucional como son el Memorando de Entendimiento con Irán, el juicio en ausencia y la posición que cada una de esas instituciones ha tenido ante ellos en los últimos tiempos, han creado un clima de sorpresa y zozobra en nuestro país.

No es común que esas dos organizaciones judías discrepen públicamente en la forma airada en que lo hicieron, y menos que, de la noche a la mañana, el presidente de la AMIA señor Zbar diga, desde Israel donde se encuentra en la actualidad, que todo fue un error personal suyo, pida perdón por haberse “equivocado” y solicite una licencia en forma irrevocable y por tiempo indefinido.

En la práctica, el señor Zbar ha renunciado a su cargo en la AMIA, y lo ha hecho, para mayor asombro de todos, desde Te Avive, no en Buenos Aires.

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Zbar

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Eichbaum

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Bullrich

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Por otro lado, el señor Zbar asume toda la responsabilidad por una carta que fue aprobada por la comisión directiva de la AMIA como institución y que, para mayor incongruencia, no firma él, sino el vicepresidente señor Ariel Eichbaum. Y, por si fuera poco, Eichbaum es quien queda ahora como presidente de la AMIA. De modo que es absurdo aducir que la clara y dura discrepancia con la DAIA, sobre los atentados de Buenos Aires y sus verdaderos sospechosos, fue una decisión personal de Zbar.

Fue algo institucional, formal y oficial.

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Zbar en Israel

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Todo ello genera muchas inquietudes e interrogantes:

¿Por qué esta aguda disputa entre la AMIA y la DAIA, respecto de los atentados y sus verdaderos autores?

¿Por qué esta abrupta marcha atrás del señor Zbar?

¿Por qué la produjo y difundió desde Israel?

¿Qué quiere disimular o esconder ahora aduciendo que fue una decisión personal?

Finalmente, es imposible olvidar que, cada vez que hubo tan duros enfrentamientos entre la izquierda laborista y la derecha conservadora de Israel y de la diáspora, aparecieron grupos terroristas que produjeron horribles atentados cuyos autores jamás fueron identificados. Uno fue el de la Embajada de Israel, otro el de AMIA.

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Hubo un tercer atentado de ese tipo: el que le costó la vida nada menos que al presidente de Israel, Isaac Rabin, cuando decidió firmar la paz con los palestinos. Pero en ese caso, sí se supo quién fue el asesino: un terrorista israelí ligado a un servicio de inteligencia israelí y a un partido político también israelí.

No se trata de sembrar alarma, pero la situación exige que se tomen todas las precauciones para no llorar luego, cuando sea demasiado tarde. La palabra la tiene ahora la ministra de Seguridad, Sra. Patricia Bullrich quien, por otro lado, posee vínculos muy estrechos e íntimos con Israel.

 

Juan Gabriel Labaké

15-5887-3337

 


Envío: DRA ANDREA PALOMAS ALARCÓN

PrisioneroEnArgentina.com

Enero 4, 2019