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Solo conocía a Sir Thomas More (O Tomás Moro) como autor de Utopía, y como uno de los protagonistas más famosos del reinado de Enrique VIII. La imagen popular es de un hombre firme y valiente- que puso su propia conciencia por encima de las exigencias de su rey-. Es decir, si bien fue dueño de ideas innegociables, ignoro todo en cuanto a su canonización.
Sin embargo, si usted pidiera a los contemporáneos de More que lo describieran, sus palabras serían tan conflictivas y contradictorias como la propia historia de la humanidad. Era un erudito brillante del Renacimiento que prefirió la muerte en vez de traicionar a la iglesia católica. Cuando era joven, pensaba seriamente en unirse al sacerdocio, sólo para convertirse en uno de los políticos más exitosos de su tiempo. Y -revolucionario, cuasi escandaloso para aquellos tiempos- era un padre que insistía en que sus tres hijas tuvieran la misma educación que su hijo.
Solo luego de su muerte, y despues de algunos siglos, Sir Thomas More fue conocido como la víctima más famosa de la tiranía de Enrique VIII. Fue la ejecución de More, mucho más que las de Anne Boleyn o Thomas Cromwell o Margaret Pole, lo que estableció la reputación del rey como de crueldad caprichosa. Esto se debió en parte a la prominencia intelectual de More; Él era quizás el inglés más famoso del continente, con una correspondencia amplia y variada. También fue debido a la profunda y sincera amistad de Enrique VIII (O Henry VIII) con More. (No obstante, debo acotar que More -brillante e indetenible- nunca se sentía especialmente cómodo en las buenas gracias de su rey.
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Los comienzos de More, sin embargo, apenas no prometían una carrera muy esperanzadora. Nació el 7 de febrero de 1477, único hijo superviviente de John More y su primera esposa, Agnes Graunger. John More era un exitoso abogado que más tarde fue nombrado caballero y juez del Banco del Rey; Era lo suficientemente próspero como para enviar a su hijo a la mejor escuela de Londres, St Anthony’s en Threadneedle Street. Y estaba bastante bien conectado con los poderes para luego asegurar el futuro de su vástago.  Una preocupación por ese futuro que mantenía a More en permanente conflicto. Durante mucho tiempo había sentido un llamado al sacerdocio. Hasta que decidió probar seriamente sus convicciones religiosas.
Se trasladó al monasterio Cartuja contiguo a Lincoln’s Inn y participó en el estilo de vida de los monjes tanto como pudo, mientras seguía su carrera legal. Su padre no apoyaba esta conducta, pero More estaba completamente preparado para ser desheredado en lugar de desobedecer la voluntad de su Dios. Para ello, pasó los siguientes tres años sumergido en el estudio y la oración, y luchando por reconciliar su genuino fervor religioso con las exigencias del mundo exterior. Al final, decidió, en palabras de su amigo Erasmo, “ser un marido casto más que un sacerdote impuro”, una convicción moralmente humana, más que una advertencia divina, en mi opinión.
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Un hombre para todas las épocas

Dirigida por Fred Zinnemann

Protagonizada por Paul Scofield, Wendy Hiller, Leo McKern, Robert Shaw, Orson Welles, Susannah York, Nigel Davenport, John Hurt, Corin Redgrave, Colin Blakely, Cyril Luckham, Jack Gwillim, Thomas Heathcote, Yootha Joyce, Anthony Nicholls, John Nettleton, Eira Heath, Molly Urquhart, Paul Hardwick, Michael Latimer, Philip Brack, Martin Boddey, Eric Mason, Matt Zimmerman y Vanessa Redgrave.

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Cabe señalar que la afinidad de More por la vida monástica nunca fue dejada completamente en el olvido, a pesar de sus matrimonios, familia y carrera. Secretamente y luego abiertamente y ayunaba, oraba y mantenía una casa relativamente modesta. Cuando más tarde construyó su “Gran Casa” en Chelsea, sus habitaciones fueron diseñadas específicamente para fomentar el estudio y la oración en suma tranquilidad. La piedad de More era el aspecto definitorio de su carácter; Aun cuando las circunstancias de su vida cambiaron, permaneció constante e inflexible con su modo de vida, resaltando esa cualidad o virtud.
Su decisión de convertirse en un cristiano laico facilitó (O permitió) que More pudiera contraer enlace. Su elección fue Jane Colt, la hija mayor de un granjero. Ciertas biografías -al menos tuve acceso a leer la de William Ropper- cuenta que More eligió a su esposa por piedad. Cierto o no, -y no pretendo criticar su modo de selección- el matrimonio resultó ser feliz y fructífero, aunque de corta duración. Después de haber dado a luz a tres hijas (Margaret, Elizabeth, Cicely) y un hijo (John), Jane murió en 1511.
La esposa de More había sido – como la mayoría de las mujeres de su tiempo – pobremente educada, pero durante su breve matrimonio, aprendió latín y otros temas que difícilmente se encontraran en discusiones de bodegas de campesinos o pequeños comerciantes de la zona. Era una alumna bastante apta para luego conversar con los visitantes en latín. A su vez. More se mostraba más y más determinado que sus hijas recibieran la misma educación que su hijo. Una especie de feminista en los tiempos de cólera. El simbolismo y la importancia de esta decisión no pueden ser subestimados. La hija mayor de Margaret se convertiría en la primera inglesa fuera de la realeza en publicar una obra en traducción.
Un feminista en tiempos de cólera? Me retracto. Si bien hay que entender el contexto y los tiempos, el acto potencialmente más escandaloso en su vida fue su rápido segundo matrimonio con una viuda siete años mayor que More, Alice Middleton. El segundo acto más escandaloso fue que se casaron menos de un mes después de la muerte de Jane Colt y More tuvo que buscar un permiso especial de la iglesia. Se le concedió, y la viuda rica se convirtió en madrastra de sus cuatro hijos, y More, en padrastro de una niña y de un niño. Resultó ser otro matrimonio feliz, aunque los amigos de More hicieron notar la lengua afilada de Alice y las maneras ocasionalmente bruscas, es decir, de barra brava. Tal vez el contraste con la tranquila y apacible Jane -en los ojos de sus conocidos- era demasiado llamativo. Por su parte, podían apreciar las excelentes habilidades de su segunda esposa en cuanto a limpieza, y una suerte de independencia que le dió la libertad de continuar su carrera cada vez más exitosa.
Enrique VIII -una especie de Elizabeth Taylor de aquellos días, aunque un poco más sangriento que la estrella de Hollywood- era un gobernante católico, y disfrutaba de relaciones amistosas con el papado hasta que trató de divorciarse de Katharine. Como joven rey, fue nombrado “Defensor de la Fe” por el Papa para defender la iglesia contra la herejía protestante (Siempre esos molestos que piensan diferentes son descriptos con sobrenombres bastante originales). Su Lord Canciller era el cardenal Thomas Wolsey. Y debido a su educación temprana en asuntos religiosos, Enrique no era mero espectador en el debate religioso.
En mayo de 1515, More fue enviado a Brujas como parte de una delegación organizada por Wolsey para revisar un tratado comercial angloparlante. Fue durante este viaje que comenzó a escribir Utopía, su obra más famosa. Fue More quien acuñó el término, un juego de palabras en las palabras griegas para ‘no lugar’ y ‘buen lugar’. Más había comenzado ya a escribir también su Historia del rey Ricardo III; Se considera la primera obra maestra de la historia inglesa y es totalmente pro-Tudor. Su influencia sobre el Richard III de William Shakespeare es inmensa.
Utopía es una obra compleja e ingeniosa que -admito- tuve que releer para comprender. Utopía describe una ciudad-país-reino-estado gobernada enteramente por la razón (una palabra cuyo significado es desconocido por nuestros actuales dirigentes -y aquí me tomo la libertad de recomendar el breve, pero excelente artículo escrito por mi padre, Distopía, donde narra los reales comportamientos de políticos haciendo gala de vandalismo e hipocresía en una ciudad-país-reino-estado conocido generalmente como Argentina). Utopía trata de contrastar con la realidad del dominio europeo, dividido por ideologías, avaricia e interés propio. Más esencialmente argumenta que la vida comunitaria es la única manera de poner fin a los efectos negativos del interés propio en la política. No es exagerado afirmar que su publicación aseguró a Thomas More una estatura moral e intelectual que ningún otro inglés de su tiempo disfrutó.
Debo abordar ahora el gran acontecimiento del reinado de Enrique. Hacia 1527, el rey tenía treinta y cinco años y su esposa seis años más. La reina había sufrido una serie de abortos involuntarios a lo largo de su matrimonio; Su única descendiente fue la princesa María. Enrique (Henry) necesitaba un hijo y un heredero. Tenía un hijo ilegítimo, llamado Henry Fitz-roy, fruto de la relación con una de sus primeras amantes. El muchacho, nacido en 1519, era una prueba viviente de que Henry podía tener un varones sin tener que atragantarse con bananas, aceitunas y hongos -tal como aconseja el sitio web “Bebes y más”-, y que su falta de heredero era totalmente culpa de Katharine. Incluso los médicos especiales convocados desde España no podían ayudar a la reina a concebir nuevamente.
Y así, cuando More regresó de una misión diplomática en Francia en el verano de 1527, el rey puso la Biblia abierta ante su consejero favorito. Era, le dijo Henry, la prueba de que su matrimonio con Katharine era incestuoso debido a su anterior matrimonio con su hermano. Era ilegal ante el hombre y Dios, y por lo tanto vacío. El rey añadió que su falta de hijo legítimo era una clara prueba del disgusto de Dios. No es solo el Papa Francisco quien redirecciona la ira de Dios, según conveniencias.
Thomas More intentó creer a un rey que forzó la interpretaciones de reglas y leyes por todos los medios.  More investigó y analizó lo que pudo encontrar sobre el tema sin resultado favorable al monarca: Katharine era la verdadera y legítima esposa del rey. Si bien More no compartió la opinión del mandamás, este tampoco presionó al intelectual, ya que su palabra era importante. Importaba a los tenderos de Londres, y a los clérigos destacados. Si el gran Sir Thomas More decía que el matrimonio del rey era ilegal, sabía que tenía una gran influencia sobre el pueblo. Un populista decente, si se me permite acuñar el término.
Las influencias en el catolicismo no son propiedad de Cristina Kirchner, Ya por entonces, el cardenal Wolsey no pudo asegurar una anulación del matrimonio por diversas razones, pero la más importante era la posición de Katharine como tía del emperador del Sacro Imperio Romano, Charles V. Charles no dejó de lado a su tía querida y presionó al Papa para negar la petición de Enrique. Wolsey, a pesar de su brillantez y astucia, no podía competir con esa influencia. Y el rey estaba ahora enamorado (No hasta el punto de perder la cabeza, claro) de una joven noble llamada Ana Bolena. Su deseo de una anulación no era ahora simplemente asegurar un heredero legítimo; También fue impulsado por su deseo de casarse con Ana.
El sentimiento religioso personal de Ana no tenía importancia. Era naturalmente hostil a la iglesia católica. (Después de todo, la Iglesia estaba impidiendo su matrimonio con un buen candidato, que encima era rey). De igual manera, Enrique se enojó con el Papa por no repudiar a Carlos. Se enojó por el poder que este último tenía. Y se enojó porque el tiempo y las reglas le impedían acercarse a su objetivo. Después de todo, era perfectamente claro para cualquier observador objetivo que el matrimonio era ilegal ante Dios. El rey se enfureció, el tiempo pasaba y un rey acostumbrado a la obediencia inmediata estaba decidido a no esperar más. Wolsey estaba destinado a perder la piel por no haber conseguido la anulación. Afortunadamente para el viejo cardenal, murió antes de que el rey pudiera matarlo. Desafortunadamente para More, Henry lo nombró Lord Canciller de Inglaterra. El honor fue tremendo; Más aún porque era el primer laico al frente de ese departamento. Manejaba sus responsabilidades con su habilidad habitual, pero era un acto de equilibrio, y cada vez más peligroso. Por ejemplo, como Lord Chancellor, More solicitó la opinión de las universidades inglesas sobre la anulación del matrimonio del rey. Pero él mismo More no firmó la carta en la que la mayoría de los nobles y prelados de Inglaterra pedían al papa que declarara ilegal el famoso matrimonio. Y cuando el clero inglés se vio obligado a reconocer a Enrique como el jefe supremo de su iglesia, Thomas More intentó renunciar a su cargo.
Su renuncia al principio no fue aceptada. Henry todavía esperaba el apoyo de More. Pero eventualmente la ruptura entre el rey y su primer ministro no podía ser ignorada. More sufrió un fuerte dolor en el torso, posiblemente angina, y rogó al rey que lo liberara de sus deberes. Esto fue el 16 de mayo de 1532, fecha en que la archidiócesis de Canterbury, como cabeza del clero inglés, envió un documento a Enrique VIII en el que se promete no legislar nunca o incluso convocar sin el consentimiento real, haciendo así al rey Persona – cabeza del orden espiritual en Inglaterra.
Henry aceptó la renuncia de More. Su vieja amistad se había vencido; Los nuevos consejeros del rey eran anticatólicos y pro-protestantes, entre los que destaca Thomas Cromwell, un hombre flexible -por así decirlo- para una mejor pintura, podría ser en nuestros días esa clase de político que cambia de partido político o ideología, pero nunca el color del dinero. Uno más en el cuadro de los camaleones. Cromwell era un político astuto cuyas creencias cambiaban según el capricho de su amo real. Era aún más consciente del atractivo popular por More que el propio rey; Y esto fue para el detrimento de More porque significó que su negativa a apoyar públicamente al rey no era algo que pudiera ser perdonado u olvidado. Más tendría que reconocer la supremacía espiritual del rey y el matrimonio con Ana Bolena, o moriría. Eso estuvo claro para Cromwell casi desde el principio, y -tal vez. No lo sé- para More, también.
More, entonces, tenía dieciocho meses de aislamiento dedicado al estudio en su casa en Chelsea. Vivía en relativa pobreza, porque no tenía oficina y se las arreglaba únicamente en unas cien libras al año que recogía de un alquiler de propiedad y se ocupaba de planear una tumba para él y sus esposas, así como para defender su fe en varios folletos. Nunca recurrió explícitamente a la controversia, pero se sintió obligado a responder a “reformadores” como William Tyndale. Sus meses de paz terminaron en 1533, cuando se negó a asistir a la coronación de Ana Bolena.
Este descarado respeto no podía ser tolerado y el nombre de More estaba incluido en una especie de lista negra. Su nombre ya estaba escrito en un ataúd. More fue llevado ante el Consejo Privado en febrero de 1534. Respondió a sus preguntas lo mejor que pudo, asegurándoles su lealtad al rey y al estado y subrayando el asunto de su conciencia personal. Fue su gran popularidad lo que lo salvó. Pero sabía lo que vendría a continuación. Su viejo amigo, el duque de Norfolk, se ocupó de advertirle del peligro que corría: “Indignatio principis mors est.” (La indignación del príncipe es la muerte) A lo que respondió: “¿Es eso todo, mi señor? Entonces, de buena fe, entre tu gracia y yo es sólo esto, que moriré hoy, y tú mañana”.
Fue el Acta de Sucesión, aprobada el mes siguiente, que selló su destino. Declaró que todos deben prestar juramento reconociendo a Ana Bolena como la esposa de Henry y sus futuros hijos como legítimos herederos del trono. Pero una cláusula se añadió simplemente para perjudicar a More y sus convicciones. La Ley también requería un repudio de “cualquier autoridad extranjera, príncipe o potentado”. More podría reconocer a Ana como la reina coronada de Inglaterra. Pero no podía reconocer la autoridad del rey como cabeza de la nueva iglesia de Inglaterra. Y así fue encarcelado en la Torre de Londres el 17 de abril de 1534.
Pero Thomas More no era un hombre que se quebrara por la cárcel, pero sufrió físicamente debilitando su salud. Su semblante era bueno cuando era visitado por familiares y amigos, aunque sólo se les permitía verlo si tomaban el juramento que el mismísimo More había rechazado. Después de varios meses, fue visitado por Cromwell, pero Thomas More se negó a participar en el debate y se declaró simplemente un fiel del rey. En junio de 1535, después de haber sido encarcelado durante más de un año, Richard Cromwell declaró que había hablado con More -quien, en los reportes del primero- había negado el poder del Parlamento para convertir a Henry en jefe de la iglesia. Esta era una mentira obvia; More nunca había dicho nada de eso a ningún otro visitante.
A pesar de la creencia generalizada, incluso entre los protestantes, que el camaleónico Cromwell estaba mintiendo, su declaración fue suficiente para que una nueva investigación empezara a rodar. Entonces se descubrió que More había intercambiado correspondencia con John Fisher, el obispo de Rochester, quien también fue encarcelado en la Torre por no prestar juramento. Este descubrimiento propició la eliminación de los libros que More poseía y sus materiales de escritura. Solo podía escribir a su esposa y a su hija favorita Margaret con un trozo de carbón o un palo quemado en trozos de papel.
El 1 de julio de 1535 fue acusado de alta traición. El juicio resultante fue mero espectáculo; A pesar de su apasionada y brillante defensa, nadie esperaba que se encontrara nada más que “culpable” como respuesta, una especie de modelo para las practicas del Che Guevara o Josef Stalin. More fue condenado a la muerte de un traidor -arrastrado, colgado y descuartizado- pero el rey lo cambió a la decapitación. Fue una pequeña misericordia impuesta por la grandeza del monarca.

 



Agradecemos la colaboración del señor Bernabé Figallo y su amable frase destinada a Claudio Kussman, quién considera no ser merecedor de la misma :

“Querido amigo…:

                            Después de haber visto el martirio de este Santo, ruégote lo insertes en la página,

por la similitud de lo vuestro con lo que le tocó a él.- Un fraternal Abrazo”.



 

PrisioneroEnArgentina.com

Agosto 6, 2017