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 Por FABIAN KUSSMAN.

 

En el año 1969 se reportaron sesenta y una bombas en Universidades de Estados Unidos, la mayoría de ellas intentando hacer blanco en divisiones como el ROTC (El cuerpo de entrenamiento para oficiales de reserva, ofrecido a jóvenes de 17 años en los programas colegiales) y otros grupos relacionados con Defensa Militar. La gran parte de ellas fueron apuntadas como atentados políticos, una categoría inexistente unos años atrás. En esta categoría, se reportaron más de noventa explosiones, además, en la ciudad de New York. Desde el comienzo de ese año 1969 hasta mediados de abril del año siguiente, el FBI informó sobre más de 40,000 explosiones, intentos de explosiones y amenazas de bombas que dejaron una resultante de 43 fatalidades y unos 22 millones de dólares en daños.

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Weather Underground, un grupo radical de izquierda que comenzó con activas protestas contra la guerra de Vietnam se adjudicó unas veinte de estas acciones terroristas en un período de cinco años, causando unos dos millones de dólares en daños e incertitud acerca de víctimas fatales. Bill Ayers, hoy profesor universitario, ayer fundador y uno de los cerebros del grupo, suelta como justificativo que dos millones de la moneda americana es menos de los que gasta en una hora el Ejército Estadounidense en desplazar sus tropas durante confrontaciones bélicas.

El romanticismo que envuelve -en parte gracias a los medios o producciones artísticas- estos grupos terroristas es notable y un ejemplo claro es parte de la historia de la Facción del Ejército Rojo (Rote Armee Fraktion, o RAF, en la lengua alemana) más conocida como la banda Baader-Meinhof. Esta movilización terrorista accionó en contra de el capitalismo y el imperialismo mediante salvajes atentados explosivos, entre los años 70 y 1998, con su punto mayúsculo en otoño teutón de 1977, cuando -gracias a esos atentados- se debió lamentar la muerte de 34 ciudadanos y también 20 miembros de su propio cuerpo.

Andreas Baader, encarcelado, accede a un reportaje que fue llevado a cabo por la periodista Ulrike Meinhof, quien es absorbida por la ideología del primero, convirtiéndose en amante y completando la asociación criminal, una vez más, conocida como Baader-Meinhof. La violencia, las muertes, el pánico sembrado para combatir la injusticia de un sistema tenía una justificación: muchas personas con distintas posiciones debían morir para edificar un mundo mejor.

Siempre ha habido una mística resonante en los autoproclamados grupos revolucionarios. Desde la rebelión en Francia, el levantamiento en Cuba, la sublevación en Mozambique, los pronunciamientos en Vietnam, hasta las sublevaciones impulsadas por las Panteras Negras (Black Panthers) y el mencionado grupo Weather Underground en Estados Unidos, pero todos ellos siempre destrozados por la sabia pluma de George Orwell en Rebelión en la Granja (Animal Farm, 1945).

Los pobres y los desesperados van detrás de esos héroes que prometen luchar contra la arbitrariedad, contra los abusos, por la igualdad. Siempre con el mismo resultado: Todos los animales somos iguales, pero algunos somos más iguales que otros.

Lo preocupante es la torpeza de esos líderes, la pereza mental de algunos seguidores y la preocupante ignorancia de los que -de buena fe-depositan en ellos sus sueños y esperanzas.  Más aterrador es ver figuras emergentes como la gobernadora María E. Vidal (¿Próxima presidente?) y sus treinta mil desaparecidos. Esta imposición, esta obligación enarbolada por Vidal, saca a la luz la frase En otras palabras, defender la democracia implica destruir la independencia de pensamiento.

Todas estas justificaciones son producto de la ambición, el poco respeto a lo que es justo y, simplemente, uno nuevo y corto camino al éxito pisoteando cabezas. Ya establecía Jean-Jacques Rousseau como una proyección en El Contrato Social (1762): “Quiero investigar si en el orden civil puede haber alguna regla de administración legítima y segura, considerando a los hombres como son y a las leyes tal como pueden ser”. El germen buscado debe ser legal. Debe originarse en la libertad y preservarla.

Los totalitarios son terroristas. Vencen por la fuerza e infligen temor a sus dominados. Es por ello que un líder, un estadísta, primero tiene que defender la libertad, la justicia, para pregonar esos “nunca más” con los que siguen engañanando a la sociedad. Para convencer, tienen que honrar su palabra y vivir acorde a ellas. De otra manera, somos todos el cerdo Napoleón. Más de un ejemplo de estos tiranos ha soportado la Tierra, este cínico planeta en el que respiramos.

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Bill Ayers

Andreas Baader

George Orwell

Jean-Jacques Rousseau

María Eugenia Vidal

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El desconcierto es grave. Es suficiente al escuchar la posición del diputado Solano y su frase “Según quien ponga una bomba en un colegio es terrorismo”. Tal vez sería positivo definir nuevamente la palabra (terrorismo)para seguir debatiendo.

 


Fabian Kussman

email@PrisioneroEnArgentina.com

PrisioneroEnArgentina.com

Marzo 28, 2018