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Unas treinta personas, según información de medios locales, han fallecido en los cuatro días de violentas protestas continuas que vive el país desde el miércoles pasado. Armados con bombas molotov y rudimentarios morteros, miles de manifestantes se enfrentaron otra vez el fin de semana contra efectivos de la policía antidisturbios en una nueva y sangrienta jornada de rechazo a la reforma del sistema de seguridad social patrocinada por el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.

Entre las víctimas se encuentra Ángel Gahona, un periodista nicaragüense que falleció de un disparo mientras transmitía en vivo los disturbios. Gahona narraba los destrozos ocurridos en comercios tras varios días de protestas, cuando se oye un disparo, el reportero enmudeció y se desplomó contra el suelo.

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Los manifestantes son ciudadanos de todo tipo. Jóvenes, mayores, hombres y mujeres que están en contra del plan presentado el pasado 16 de abril para reformar el sistema de seguridad social. La norma busca obtener más contribuciones de trabajadores y empresarios y, a su vez, reduce las pensiones que cobran los jubilados. Concretamente, el gobierno quiere que los trabajadores pasen a aportar de un 6,25% a un 7% de su salario a la seguridad social. Por otro lado, los empresarios deberán pagar de un 19% a un 22,5% por el salario de sus empleados, mientras que los jubilados verían una reducción del 5% en su pensión. Estas medidas cuentan con el apoyo del Fondo Monetario Internacional para evitar la quiebra del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS)

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Sin embargo, la reforma ha puesto en contra de Ortega, de 72 años, a dos sectores sociales entre los que el presidente era especialmente popular: estudiantes de universidades públicas y empresarios. De hecho, las primeras manifestaciones lograron recabar un fuerte apoyo de los estudiantes de universidad pública y, a su vez, los empleadores han respondido a la propuesta de Ortega con la convocatoria de una protesta pacífica para el lunes a través del Consejo Superior de la Empresa Privada, la principal organización de empresarios de Nicaragua.

Varias marchas se han realizado de manera pacífica y en ellas han participado mujeres y personas mayores. Sin embargo, muchas han evolucionado en violentas protestas en las que sobre todo participan hombres jóvenes y de mediana edad. Con la cara cubierta con pañuelos, para reducir los efectos del gas lacrimógeno que lanza la policía, y con cascos de moto para proteger la cabeza, los manifestantes se han enfrentado con los antidisturbios no sólo en Managua, la capital, sino también en la mayoría de las principales ciudades del país centroamericano, un combate que ha provocado además cientos de saqueos y actos de vandalismo en comercios y edificios públicos.

La situación es de tal gravedad que incluso el Papa Francisco ha pedido a ambas partes que cesen las hostilidades y que busquen una resolución pacífica al conflicto. En ese aspecto, Ortega realizó un comunicado el sábado para pedir a los manifestantes que cesaran en sus protestas y tendió la mano a abrir unas negociaciones sobre la reforma de las pensiones, una oferta que los empresarios han rechazado hasta que no se frene la represión. Por su parte, la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha instado al presidente a que frene los ataques contra los manifestantes como medida para reprimir las protestas.

Nicaragua es el segundo país más pobre de América Latina después de Haití. Aproximadamente el 45% de la población se encuentra en situación de pobreza y el 8% está en extrema pobreza. Se trata de un estado asolado por la violencia de las «maras», las pandillas, y el narcotráfico en el que más del 70% de los trabajos se realizan con pagos “bajo escritorio”, lo que merma significativamente la capacidad de recaudación de impuestos para poder financiar el presupuesto del gobierno.

La situación política se ha deteriorado de manera notable desde que en 2016 Ortega fue reelegido para un tercer mandato consecutivo, algo inusual en América Latina donde en pocos países existe la posibilidad para ser elegido por un segundo término. De hecho, ganó sus primeras elecciones en 1984 y, posteriormente, volvió a ganar los comicios en 2007 y es presidente del país desde ese año. Sin embargo, las elecciones fueron especialmente polémicas en 2016 porque a pesar de que recabó un 72,1% de los votos, el principal líder de la oposición fue descalificado por el organismo electoral, lo que dejó los comicios huérfanos de un candidato que pudiera arrebatar a Ortega la presidencia y generó diversas acusaciones de fraude.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Abril 22, 2018