Privados de libertad

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 Escribe Monseñor Antonio Juan Baseotto

 

El Martes Santo, el obispo castrense, en la homilía de la ceremonia de la bendición de los óleos, lamentó que sin juicio previo tuviéramos tantos militares privados de libertad. Algunos llevan cinco o más años detenidos sin juicio? y cuántos con juicios de cuya objetividad abrigamos fundadas dudas. Hace pocos días cayó en mis manos un libro de tres tomos, Crónica de una guerra negada, editado el mes pasado. Partiendo de lo que la prensa publicó en su momento, describe los actos de violencia desde 1955 hasta los 90, perpetrados por las organizaciones FAU, EGP, FAR, ERP, Montoneros, etcétera, incuyendo el Cordobazo (29/5/69), el Rosariazo (17/9/69). Casi todos los meses hubo actos terroristas y, con el paso de los años, casi diarios. Me tocó vivirlos de cerca en Bella Vista, provincia de Buenos Aires, de 1961 a 1973. Luego un año en Córdoba, desde 1975 en Añatuya (Santiago del Estero), con la proximidad de Tucumán, donde se organizó la toma del poder por parte de la guerrilla y donde tantos vecinos de la zona montañosa fueron obligados a plegarse si querían no ser “ajusticiados”. Era tal la inseguridad en aquellos años que la gente de Añatuya decía: “Y ¿qué esperan los milicos?” A la juventud y a la niñez de hoy se les ha vendido una historia mutilada. Y hablo de lo que he vivido (acabo de cumplir 87 años). Fueron miles de personas las víctimas de la subversión. A los militares que, presionados por el clamor del pueblo, tuvieron que enfrentarlos, se les atribuyeron 30.000 desaparecidos. Los estudios e investigaciones posteriores los reducen a un 5-10%. Tal vez fuera el error más lamentable: crear “desaparecidos”. Muchos tal vez muertos, pero muchos refugiados en países extranjeros para salvar la vida. Una vez me encontré en las afueras de Roma con una guerrillera que dio nombres de los que formaban su célula y tuvo que tomar la decisión de exiliarse (con la ayuda de los militares) para salvar la suya. Indudablemente un caso entre muchos. Y recuerdo esta historia porque veo con dolor cómo muchos de aquellos que lucharon y arriesgaron su vida ante el reclamo del pueblo hoy están privados de la libertad. Y se habla de varios centenares en tales condiciones. Creo que es un capítulo de nuestra historia que debemos revisar para que efectivamente impere la justicia y haya verdadero fundamento para la paz, que tanto necesita nuestra Argentina.

Monseñor Antonio Juan Baseotto

C.Ss.R. Obispo Castrense de la Argentina (E.)

 


PrisioneroEnArgentina.com

Mayo 4, 2019


 

“Sueldo” de obispos

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Antes de que lean el texto de esta carta quisiera informar a los lectores que Mon. Baseotto fue casi el único (sino el único) obispo que en los peores momentos del kirchnerismo visitó presos políticos en las cárceles y se encargó de sostener espiritual y emocionalmente a las esposas de éstos. Fue el único que a cara descubierta se jugó por sus ovejas, me consta personalmente.

Dra. Andrea Palomas Alarcón.

 

“Sueldo” de obispos

Ante declaraciones y publicaciones sobre un “sueldo” que el Estado argentino asigna a los obispos, creo necesarias algunas aclaraciones. 1) No es un sueldo, es una restitución del Estado por los bienes de la Iglesia Católica de los que se incautara en tiempos del ministro Bernardino Rivadavia en 1823. 2) No es un sueldo “para” el obispo, sino para que este pueda mantener la diócesis. Y aclaro: en 1823, Rivadavia, cuando la jerarquía católica estaba en una etapa de transición (por la independencia, etc.), se apoderó de las propiedades y los bienes de la Iglesia Católica y se comprometió en nombre del Estado a administrarlos y hacerse cargo del mantenimiento de aquella. Los “bienes” de la Iglesia de entonces, y teniendo en cuenta solo los de ahora en la Capital y alrededores, se cotizan (la superficie de los terrenos) en unos 6000 millones de dólares. Esto según un estudio reciente de una inmobiliaria. Cuando fuera presidente Avellaneda se revisó la situación, con la intención de pagar el costo de los bienes incautados, e hizo el comentario de que tal medida traería una fuerte sacudida al Tesoro nacional. Algunos de los inmuebles son: toda la zona de la Recoleta (que perteneciera a los franciscanos recoletos); la Chacarita (la chacrita que fuera de los jesuitas, que tuvieron para mantener sus obras); terrenos de San Telmo, propiedad de los betlemitas, que tenían el hospital para gente pobre y las quintas (chacras) servían para el sustento del hospital, y unas cuarenta propiedades más (Parque de Agronomía, parque Las Catonas, hoy parte de Campo de Mayo, etc.). Son solo unos ejemplos. Y dejamos constancia de que el Estado argentino ha seguido aportando los fondos, solo interrumpidos durante las etapas de enfrentamiento con la Iglesia (1955, por ejemplo). Lo que significa que reconoce la deuda contraída. Cosa totalmente distinta es el “sostenimiento del culto católico” de la Constitución. Sostener no es, en este contexto, en lo económico, sino en los principios que regulan e inspiran las instituciones del Estado: educación, costumbres, legislación, etc. Aquí cabe el tema del aborto? En cuanto a la asignación económica (recalco) la pone el Estado en manos del obispo naturalmente para su manutención, pero también para las obras de la diócesis.

Estuve 27 años en la diócesis de Añatuya (la más pobre del país en aquel entonces). El dinero que recibíamos iba a la caja común para el mantenimiento del obispo, el personal que trabaja con él, las obras (hogares de ancianos, niños, discapacitados, escuelas, etc.). En las demás diócesis la situación es similar y, consiguientemente, el destino de la asignación al obispo. Cada una tiene sus propias características, como es natural.

Espero que estas líneas ayuden a clarificar algo la confusión.

Antonio Baseotto

Exobispo de Añatuya-obispo castrense (E)

 


PrisioneroEnArgentina.com

Marzo 31, 2018