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Los jueces son responsables de sus detenidos y el Servicio Penitenciario de velar por la seguridad y custodia de las personas sometidas a proceso procurando que el régimen carcelario contribuya a preservar o mejorar sus condiciones morales, su educación y su salud física y mental. ¿Es una broma?

 

 Escribe Fabian Kussman.

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El código escrito y la triste realidad es algo con lo que nos encontramos todos los días. En el mes de octubre del año 2010, El Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, integrado por Carlos Rozanski, Pablo Bertuzzi y Roberto Falcone, impuso la pena de prisión a Catalino Morel por comisión de tortura seguida de muerte supuestamente ocurridos entre los años 1976 y 1979. El Sub Oficial Morel -unos 24 años en el momento de las acciones imputadas- era miembro del Servicio penitenciario de la Provincia de Buenos Aires. Curiosamente, otro servicio penitenciario, pero ahora Federal hoy, en complicidad con el Poder Judicial es la herramienta que permite que los ex uniformados de ayer, caigan en la actualidad en el abandono, la desidia, la muerte.

Pocos días atrás falleció en soledad, en penumbras, en silencio, el Coronel Delmé en su oscuro calabozo, aunque la historia (o histeria) oficial diga que lo hizo en un hospital. Hoy, Catalino Morel fue trasladado a un nosocomio en condición de urgencia, debido a una afección cardíaca. Al no estar dadas las condiciones para ser atendido en la Unidad Penal 31, ni en el “hospital” Penitenciario Central, se estima que el penado fue trasladado al Hospital Municipal de Ezeiza, contradiciendo las exclamaciones de la Comisión de Memoria, Verdad y Justicia Zona Norte, doctora Adriana Taboada, quien se esmera por crear de un botiquín de primeros auxilios (HPC) un centro de medicina de alta gama. Con estas mentiras, además de Taboada, los jueces y el Servicio Penitenciario son cómplices de homicidios. Los jueces, ya que son responsables de sus detenidos. El Servicio Penitenciario, por tener en sus manos a los mismos.

René Langlois, un prisionero ilegalmente arrestado, con sus propios problemas de salud, debe gritar desde el vientre de este nuevo centro de alimento para leones las injusticias y violaciones que continúan engrosando los horrores de los gobernantes.

René Langlois, un prisionero de guerra que ya ha dicho basta a la esperanza de legalidad que Macri enarbolaba en su discurso eleccionario, es el encargado de portar las malas noticias. Viejas y nuevas.

Rene Langlois, un preso político que no solo debe ocuparse de sus desgracias, debe enfrentar y denunciar estos delitos. En el caso de hoy, Catalino Morel, de 65 años de edad. Si no se detiene esta máquina de picar carne, ¿Quién será mañana el muerto número 401?

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Denuncia oral de René Langlois

 

 


PrisioneroEnArgentina.com

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Abril 18, 2017


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