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  Por Juan José Guaresti (nieto).                                                                                                                                              

¿Cómo se explica la Argentina a sí misma que sea un país que contrae deudas sabiendo que no las va a pagar a su vencimiento porque no adopta cuando  contrae el préstamo las medidas  necesarias para pagarlo? ¿Cómo se puede perdonar a sí misma,  sabiendo que la naturaleza le brindó riquezas inagotables, ser  una deudora morosa serial  en lugar de explotar aquellas? ¿Cómo puede ignorar que hay países pequeños  que tienen  deudas mucho mayores que las nuestras, que las pagan puntualmente y por ello gozan  de crédito y no tienen que pagar intereses confiscatorios como nosotros lo hacemos, que elevan los  precios internos y esparcen enfermedad y pobreza?  Estos decisivos interrogantes  no se los hace la clase política del lado que fuere, que al parecer tampoco se ha enterado que nuestro despótico gobierno dio  un golpe brutal a  las libertades argentinas, cuando el 20 de marzo de 2020 clausuró al Poder Judicial, dejando al pueblo sin Justicia. Los magistrados  judiciales no pueden aceptar tamaño agravio a su investidura, a la República y al pueblo de la Nación y deben  recuperar por sí mismos el ejercicio de sus cargos, su propio decoro  y la  economía argentina. 

El tremendo ataque al Poder Judicial de la Nación no es casual:

Forma parte de un plan para debilitar nuestras instituciones, impedir que se sancionen las corrupciones pasadas  y se devuelvan al pueblo argentino los cuantiosos  fondos que le pertenecen  y que han enriquecido ilícitamente a  quienes las perpetraron.

El ataque comenzó cuando con  la excusa del  “Coronavirus” se clausuró sustancialmente al Poder Judicial mediante un decreto de necesidad y urgencia y se invitó a las  Provincias a hacer lo propio. Cualquiera sabe  que a ninguno  de los tres Poderes establecidos en la Constitución le  puede ser impedido su funcionamiento por ninguno de los otros dos porque deben  gobernar los  tres y tienen  la obligación de controlarse entre sí. El Poder Ejecutivo mediante un decreto se sacó de  encima el áureo lazo que lo constreñía a  obedecer a la Constitución y servir  al pueblo. Un año más mas tarde todo sigue igual con el agravante que ningún país civilizado quitó a su pueblo el  derecho a tener Justicia. Somos únicos en recibir este oprobio, que no puede continuar: Los Señores Magistrados deben presentarse a sus despachos a cumplir con su   deber y darle al Pueblo Argentino la Justicia que merece  y que paga   con  sus  impuestos.

Nadie puede impedir que un Magistrado judicial cumpla con  su obligación  de administrar  justicia, concurrir a su juzgado  y presencialmente desde allí dirigir los procesos judiciales. Un Juez es un gobernante que no obedece a otra norma que a la Carta Magna. Ni el Poder Legislativo  ni el Ejecutivo, pueden quitarle ni suspender las atribuciones propias de su investidura. Así lo entendió la Sra. Juez Dra. Rosalía Romero titular del Juzgado Nacional del  Trabajo 45, quién  sigue  trabajando como si tal cosa en los dos juzgados que tiene a cargo aunque haciendo  un gran esfuerzo por la carencia  de personal suficiente. Este ejemplo de contracción al trabajo, cumplimiento del deber  y apego a la  Constitución  Nacional  debería seguirse por todos los Magistrados. Nadie que trabaje en un Juzgado corre riesgos superiores a los que afronta  la cajera de un  supermercado con sus ocho horas de trabajo quién  atiende más  personas desconocidas que las que ingresa a un Tribunal en una jornada de seis horas. Mejor no hablemos de los peligros que afronta un  agente de policía.

Los Magistrados judiciales  integran  el gobierno de la Nación:

 Cada sentencia es un acto de  política -en el más alto significado  de esta palabra- que informa a las partes en el juicio y a toda la sociedad que es lo que está bien y lo que está mal.   Cuando un Magistrado emite  una decisión  está  gobernando tanto como lo hace  un Ministro, un  Diputado o  un Senador. Ni en la paz ni  en la  guerra puede negarse  a  alguien la  justicia que requiere  ni  bloquearse a un Magistrado Judicial el ejercicio de sus augustas funciones 

Marbury
Madison

La división de los tres poderes del gobierno en Ejecutivo, Legislativo y Judicial  que  tuvo origen en Charles de Secondat, barón de Montesquieu” en 1748,  fue llevada en  1803 a su notable cima en lo que concierne al Poder Judicial  cuando en el fallo  “Marbury  vs. Madison” la Corte Suprema  norteamericana decidió  que los Jueces podían negar la aplicación, en una  causa, de leyes del Poder Legislativo o Decretos del Poder  Ejecutivo  o normas emanadas  de los estados cuando violaran la  Constitución Nacional, de la cual eran los últimos y finales  intérpretes. Ese principio que integra la Constitución Argentina desde 1853, nadie puede derogarlo porque exhibe la importancia como gobernante de nuestro Poder Judicial  y lo que puede  hacer un Magistrado para defender la libertad de su patria como el honor, la fortuna y la existencia de los integrantes de su pueblo. Parte de este fue confinado  en sus hogares, debilitándolo física y sicológicamente en una suerte de prisión, sin aconsejarle tomar sol,  origen de la  hormona que se llama vitamina d, cuya deficiencia  es muy común en los afectados por el ”Coronavirus”. Tampoco se aconsejó a nadie realizar ejercicios físicos pese a que el sol como el ejercicio aumentan las reservas humanas fundamentales para  ganarle al Covid 19.

Los Jueces  argentinos deben dar por no escrito  el decreto del 20  de Marzo de 2020 con el cual se los humilló como también las convalidaciones  posteriores. Los Magistrados judiciales no son subordinados del Poder Ejecutivo ni  del  Poder Legislativo. Son, en  cambio,  gobernantes de un país libre, que debe tener una justicia independiente decidida a hacer respetar su investidura, su hombría de bien y su sentido del deber.

Quitarles a  los Jueces la facultad de hacer justicia, es el comienzo  de un camino que termina en su  destitución. Se está intentando convencer a la población que los Jueces  no hacen falta  y que  cobran sueldos inmerecidos, para transformarlos en blanco de las iras de mucha gente y justificar su remoción.  Los escondidos autores de esta maniobra  presumen que si un decreto es válido para que abandonen los Magistrados su encumbrado sitial,  con otro decreto pueden  prescindir de ellos. No lo van a conseguir. Nuestros Jueces van a volver a los Tribunales a defender a su Patria, la dignidad del Pueblo  y su propia razón  de existir.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Abril 19, 2021