24 DE MARZO DE 1976, LA PARTE QUE NO TE CUENTAN

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  Por Mauricio Ortín.

                            

La ignorancia, o miedo, a decir la verdad por parte de periodistas y políticos, es representativo de la decadencia moral en que está sumida la sociedad argentina desde la recuperación de la democracia en 1983. En un tema tan trillado como el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, no hay lugar para la ingenuidad. Información sobre el hecho hay para hacer dulce. Por ejemplo, es absolutamente falso que la represión a los subversivos comenzó ese día. La trampa justamente consiste en asociar al gobierno militar con los crímenes de lesa humanidad y al gobierno peronista con la ausencia de represión. Fue Perón el que creó la Triple A y también el que, públicamente, dijo que los iba a exterminar. Fue Perón el que le dio carta blanca y puso al frente de la Policía Federal (jefe de la represión del gobierno militar de Lanusse) Comisario Villar. Fue su viuda y presidente, la que ordenó a las Fuerzas Armadas “aniquilar” la subversión.

Villar
Almeida

El 24 de marzo de 1976, hubo un cambio de gobierno, pero no en la política represiva. El golpe de Estado es una interrupción en la vida institucional y debe ser condenado. Ahora bien, si a los militares le cargan el estigma de “genocidas,” justo es que también se lo endilguen a los peronistas. Desde el estado, el peronismo asesinó a un gobernador y a un vice gobernador, Miguel Ragone y Atilio López, respectivamente. También, secuestró y desapareció el 17 de junio de 1975 a Alejandro Almeida (integrante de la banda terrorista ERP-22 de Agosto). Sin embargo, su madre, Tati Almeida, no denuncia al partido político que mató a su hijo, sino al gobierno que tomó el poder nueve meses después.

Stalin
Alfonsin

En los medios se repite hasta el cansancio de que fue la dictadura más sangrienta de nuestra historia, pero se omite impúdicamente de que fue precedida por la democracia más sangrienta de nuestra historia. Tampoco se dice que los que abrieron las puertas del infierno son aquellos a los que, en las escuelas y en los medios de comunicación, se los presenta como perseguidos por defender la democracia. Con contadas excepciones, todo el arco político, la prensa, la iglesia, los sindicatos, los empresarios y la ciudadanía en general apoyó el golpe de Estado. Ello, por supuesto, no lo justifica; mas, dice mucho de ese momento histórico. Por cierto, un detalle no menor es que el “genocida” Antonio Bussi ganó, en 1995, las elecciones a gobernador en Tucumán. Increíblemente, ese pueblo, al que “aterrorizó” como gobernador de facto, lo votó masivamente.

El Dr. Alfonsín, hombre honrado y demócrata cabal, no es el “padre de la democracia.” Ni él, ni la CGT, ni los justicialistas expulsaron a los militares del poder; Estos últimos lo entregaron mansamente a los políticos. Si, esos “genocidas inhumanos siervos del imperialismo,”  sin que medie presión alguna, apagaron la luz, entregaron las llaves y se fueron. Si hubieran querido, se habrían quedado la misma cantidad de tiempo que los “angelitos” Fidel Castro, Joseph Stalin o Mao Tsé Tung (entre los tres se cargaron a 100 millones de “enemigos del pueblo”).

El 24 de marzo se recuerda como el día de la Memoria, la Verdad y la Justicia. Así nos va…

 

 


PrisioneroEnArgentina.com

Marzo 25, 2024


 

EL ALMA DEL POLICÍA

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SEGUIDME…”

COMISARIO ALBERTO VILLAR UN ÍCONO HISTÓRICO DE POLICÍA

Cuando se llega a conocer el “Alma del Policía” es posible comprender la grandeza desde la humildad del servidos a la sociedad, desde su día a día, que puede ser el último o final desde la violencia sine die. Que estos heroicos servidores deben afrontar en cada jornada donde se les asigne cumplir su Misión de salvaguarda de los hombres y mujeres, ancianos y niños, en su seguridad de vida y en el resguardo patrimonial. LA SOCIEDAD LES DEBE HOMENAJE Y RESPETO.

 

Son los soldados de la calle, que por vocación alimentan con sus esfuerzos y sacrificios la convivencia y un Patriotismo, que se opaca por la grandeza de sus actos y el cumplimiento del deber. No son simples hombres son centauros generosos y pródigos a la hora de enfrentar el desorden y la delincuencia. Ocupan todos objetivos que la superioridad le ordena y congruentemente con la Misión. No son figuritas de cartón, son cuerpos y almas de instituciones Policiales señeras en la dura lucha contra los disvalores. Son hombres y mujeres, con una férrea disciplina atada al destino e incluso a la incongruencia de ser vilipendiados, cuando ejercen sus funciones en beneficio del Estado y La Sociedad. Son hombres y mujeres, cuyas cualificaciones y gratitudes, emergen del Pueblo, que premia y castiga sus actos y son mas vulnerables en las justas que les tocan vivir, no siempre con un periodismo sensato y ecuánime. Para ellos la Paz no es atributo de si mismos sino del Prójimo.

 

Son fieles al Evangelio de Juan Capitulo 15 – 12 a 15 – donde el hermano que da la vida por sus hermanos se convierte en amigo de Jesús (brevis cita) Observemos el contexto en el que deben moverse los Policías- Sean de la Federal o los también heroicos de la Policía de la Provincia de Buenos Aires o del resto del país. Pero lo esencial es conocer EL ALMA DEL POLICIA. Sus profundos miedos y sus superaciones, el dolor por cada uno que cae en cumplimiento del deber de “dar la vida por el orden y la seguridad de los habitantes. Su alma está llena de grandezas expuestas con humildad y patriotismo. Estando siempre donde se lo necesita. Pero es nuestra obligación de ciudadanos Conocerlos, apreciarlos y valorarlos, como Dios Manda.

 

SEMBLANZAS Y MISCELANEAS VIVENCIALES

Noviembre 01, 1974, son asesinados el Comisario Alberto Villar y su esposa Elsa Marina Pérez.

Hace muchos años la Policía Federal Argentina – tuvo el arquetipo del buen Policía y que me permitió, tener algunas memorables vivencias con el Comisario General Alberto “Tubo” Villar y les aseguro que me emociona el recuerdo de nuestras charlas y algunas comidas compartidas al margen de diálogos operacionales durante la dura Guerra contra los apátridas y criminales Terroristas.

 

El me invito, siendo yo del Ejército, a dar clases en la Escuela de Suboficiales masculinos y femeninos de la calle Cavia. Cuando me llamó, junto con otros oficiales del Ejército, en los cursos de Paracaidismo, Comandos, Explosivos y aparte de capacitarnos retribuíamos con materias de su interés. Allí comprendimos y felizmente aplicamos junto a los “azules” como era el combate contrainsurgente en la calle en lo urbano y su investigación e inteligencia en diferentes lugares como por ejemplo Tucumán. Las Fuerzas Armadas le debe mucho a los conocimientos de Villar, que no solamente sus inteligencias y accionar mostraban tácticas y procedimientos, sino que recorrió el mundo con las mas altas cualificaciones  de entrenamientos en el extranjero, donde nos honro con sus capacidades explicitadas ante hombre de otros países y de elementos muy prestigiosos en el conocimiento de la lucha contra el terrorismo apátrida.

 

En nuestro país el propio Perón, apoyó con entereza todas y cada una de las tácticas e iniciativas y su despliegue tanto con su escuadrón especial de motociclistas, unidad novedosa, ágil y maniobrera – fantasma de los terroristas y delincuentes- pues Villar, era “todo un hombre – combatiente, respetuoso y pragmático de los valores humanos y su confesionalidad cristiana con su perpetua invocación a la Virgen de Lujan, patrona de la Policía Federal Argentina.

 

Era un hombre de una integridad y afectividad destacable, yo tuve el honor de encontrarme entre sus afectos y un hecho que no suelo relatar pero que hago público, fue que poco antes de ser asesinado él y su querida y muy noble esposa. Me invito a su despacho y como si tuviera una premonición de mi futuro como combatiente, luego de arengarme muy afectuosamente, me regaló en reconocimiento por mi labor en la Escuela de Suboficiales y Cursillos de Intercambio y capacitación: una magnífica e impecable Pistola 45 Ballester Molina.

 

Esta pistola merece el recuerdo histórico, desde ese momento en mi uniforme de combate, en la funda dejé de usar la Browning 9mm y pasé a usar la 45 Ballester Molina. Fue un momento de mucha emoción ya que yo era muy joven y se gesto me marcó- llegando en ese y muchos otros momentos – a sentir la esencia espiritual del ALMA DEL POLICIA, que detrás de la rudeza esconde un pecho que cobija un corazón magnánimo y amigo.

 

Comisario General Jorge Muñoz

En 1982 estando al mando del Regimiento de Infantería 8 de Comodoro Rivadavia y ya pasados muchos años desde el asesinato taimado de Villar y su esposa por voladura de la embarcación en que, siguiendo su costumbre de hombre amante de la libertad, trato de salir con su modesta embarcación para pasar junto a su esposa y sin custodia un día de solaz  esparcimiento, cuando fueron aniquilados por un artefacto explosivo de alto poder monitoreado desde tierra.

 

Cuando se produce la epopeya de la Recuperación de la Islas Malvinas, el RI8, entro en alistamiento para el combate y pasamos a las Islas a cumplir nuestra sagrada misión…pero ¿que ocurrió? Estando en mi despacho, se me presento el conductor de mi puesto de comando móvil y radioperador, con su equipamiento y armamento – el maravilloso y humilde soldado García, al que le pregunte que armamento llevaba y me dijo que en la Compañía le había dalo una pistola de 9mm y sus cargadores…y le pregunte si la había probado, y me contesto que no, que era la que le habían dado en el reparto. Sin dudarlo lo hice devolver la pistola de 9 mm y le entregué con confianza probada la 45 BALLESTER MOLINA, que me había obsequiado el “tubo” y le dije:  “con esta a cada disparo vas a boletear un inglés”.

 

Terminados los combates debimos dejar nuestras armas – sin rendición – y entre ellas y con lagrimas en los ojos el soldado de 18 años García la 45 y una High Standard, mías. O sea que quedó en las Malvinas, como un testimonio más de nuestra posesión histórica de nuestras irredentas tierras insulares. “el fierro” tenía para mi el significado de la pureza del espíritu patriótico de Villar…y su axioma de nunca mandar “vayan sino SEGUIDME…”

 

En este homenaje sintetizado en el Icono de Villar – rindo y pido se me unan otros – los merecidos homenajes a la Policía de la Provincia de Buenos Aires, que tuvo también líderes encomiables ya todos los hombres Policías que a lo largo de la Patria y en otros países, juegan diariamente sus vidas con más la incomprensión ideologizada de nefastos desagradecidos- Pero los honestos ciudadanos- NO LOS OLVIDAN Y LOS BENDICEN EN SUS MORADAS JUNTO A DIOS.

 

EL VIGILANTE DE LA ESQUINA

Todos en nuestra infancia y adolescencia, recordamos con mucho cariño al “Vigilante de la Esquina” que siempre era el mismo y con el cual sentíamos su presencia en nuestros juegos y el cuidado en nuestra integridad…recuerdo siendo de tres o cuatro años el del La paternal, y de l esquina de Adolfo P. Carranza y Artigas, se llamaba Pedro. Jugábamos en las veredas entro otras cosas bajo su atenta mirada, mi abuela y todos los llamábamos Pedro a secas, y mi abuela, cada tanto y para matizar la parada, le llevaba unos mates o un café. NOS CONOCIAMOS y el Policía conocía a la gente del barrio y comerciantes y siempre estábamos seguros, inclusive durante las rondas nocturnas por los silbatos, como decía en un programa …” quede la gente tranquila que dice el Agente Medina, que en esta parada nunca ha pasado nada.”

 

HOMENAJE

A LOS HEROES POLICIAS QUE EN LA DECADA DEL SETENTA COMBATIERON CON LAS OTRAS FUERAS -ARMAS Y DE SEGURIDAD – SON ELLOS LOS QUE DERROTARON A LA SUBVERSION Y EL TERRORISMO CON SU PROFESIONALIDAD y sus métodos – muchos de ellos honrados en academias dirigidas por el propio Comisario General ALBERTO VILLAR, que NO mando adelante a sus subordinados, sino que acuñó el “SEGUIDME…”que tan profusamente describe en el libro homónimo otro hombre heroico de los “azules el Comisario General JORGE “CHICHE MUÑOZ, donde con quién también los “verdes” abrevamos para un combate desconocido por las FFAA

 

GLORIA Y HONOR A LAS ALMAS DE LOS POLICIAS FIELES Y HUMILDES SERVIDORES Y CUSTORIOS DE NUSTRA INTEGRIDAD FISICA Y PATRIMONIAL – EN ESTE HOMENAJE QUE ME SALE DEL CORAZÓN NO DESMEREZCO A LAS DEMAS POLICIAS Y A SUS HOMBRES- Y EN ESPECIAL A LOS VALEROSOS CAIDOS EN EL CUMPLIMIENTO DE SU PATRIOTICO DEBER Y SUS FAMILIAS- QUE SUFREN EN CADA DIA QUE SALE EL HOMBRE A CUMPLIR SUS MISIONES PERO QUE NO SABEN SI VUELVEN- COMO MUCHOS QUE YA ESTAN CONTEMPLANDO DE LA MANO DE LA VIRGEN DE LUJAN LA CARA DE DIOS.

 

Por CARLOS del SEÑOR

HIDALGO GARZÓN

 


PrisioneroEnArgentina.com

Agosto 29, 2019


 

Comisario General Alberto Villar

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Es la Policía la que debe dictar la ley a los insurrectos y no éstos a ella; por eso habéis sido instruidos en los principios de la Ofensiva, y los hombres que conduciréis en el futuro, nunca recibirán de vosotros la orden de ¡Adelante! sino la de ¡Seguidme!


Alberto Villar, 1969
Comisario y Director de la Escuela de Personal Subalterno de la Policía Federal Argentina.
Palabras pronunciadas ante oficiales de Policías provinciales que asistieron

al curso sobre “Desórdenes urbanos” impartido por él.

 

He elegido como introducción este párrafo del breve discurso pronunciado por Villar en aquella ocasión, porque en él se resumen su carácter de combatiente ofensivo, su concepción ejemplarizadora del mando, y su determinación de impedir que las izquierdas terroristas continuaran desafiando impunemente a la Ley. Cualidad psicológica, conducta profesional y mandato legal, que aplicó durante su larga trayectoria al servicio de la seguridad del Estado y de los ciudadanos.
Generalmente los artículos dedicados al comisario Alberto Villar en Internet, proceden de webs izquierdistas dedicadas a falsear la historia argentina de la década del setenta y a hacer la apología del terrorismo marxista y apátrida que la ensangrentó. Ambas cosas, sostenidas con la desfachatez moral y el desorden psíquico de negar lo que al mismo tiempo afirman: la existencia de aquella Guerra Revolucionaria, al mismo tiempo que glorifican a los terroristas que la llevaron a cabo. La misma ocultación-negación que aplican en sus listados de Desaparecidos al no mencionar la organización a la que pertenecían.
Dado que considero al comisario Alberto Villar como uno de los más emblemáticos combatientes de la guerra librada por las fuerzas armadas, de seguridad y policiales del Estado argentino contra aquella izquierda apátrida alzada en armas contra su propio pueblo; y como un ejemplo de coherencia y sacrificio puestos al servicio de la causa de la Libertad amenazada por la subversión marxista, el eje de esta nota será una reconstrucción cronológica de su biografía profesional, porque ella define por sí misma la extraordinaria personalidad y relevancia histórica del personaje. Como austero hombre de acción y soldado que fue, intuyo que esta manera de resumir su trayectoria vital le hubiera complacido. Sirva pues este artículo-homenaje para no olvidar a quien fuera asesinado por el terrorismo marxista precisamente por ser el más eficiente de sus enemigos. Tal como calificara el jefe del ERP, Mario Roberto Santucho, al general de brigada Guillermo Vilas que les aniquiló en las selvas tucumanas, el comisario Villar llegó a convertirse en “una pesadilla” para todas las organizaciones terroristas en el campo de batalla urbano, en particular, para Montoneros.
Alberto Villar nació el 20 de julio de 1923 en el porteño barrio de Congreso y, casualmente, muy cerca del Departamento Central de la PFA.
Inicialmente, su padre Emilio Villar, de profesión panadero, y su madre María del Carmen García, ambos inmigrantes españoles, habían vivido en la localidad bonaerense de Ramos Mejía ocupándose de un pequeño comercio de ferretería. Alberto tuvo una hermana, de nombre Marina.
En 1941, tras terminar el bachillerato ingresó en la Facultad de Ciencias Económicas, pero en febrero de 1942 abandonó esos estudios e ingresó en la Escuela de Cadetes “Coronel Ramón L. Falcón” de la Policía Federal.
En enero de 1943 fue destinado a la comisaría 44º como cadete meritorio en régimen de prácticas.
En noviembre cumplió el servicio militar obligatorio como Aspirante a Oficiales de Reserva en la Escuela de Artillería de la guarnición de Campo de Mayo.
En abril de 1944 se reintegró a la Comisaría 44º como oficial escribiente, y en agosto pasó al Cuerpo Guardia de Infantería. En enero de 1945 fue ascendido a oficial ayudante, y en julio de ese mismo año a oficial subinspector.
En enero de 1949 ascendió a oficial inspector.
En agosto de 1950 fue destinado a la Comisaría 10ª y en septiembre de 1951 a la 40ª
En 1952 regresó al Cuerpo Guardia de Infantería, siendo destinado a Custodia Presidencial.
Tras un periodo de Disponibilidad a causa de un incidente con el conflictivo Juan Duarte, hermano de Eva Perón, a finales de 1953 fue destinado a la División Investigaciones, donde prestó servicio hasta el 31 de diciembre se 1957.
En enero de 1958 fue ascendido a oficial principal y destinado a las secciones Leyes Especiales y a Seguridad Personal, donde integró la custodia del Presidente de la República Arturo Frondizi.
En junio de 1958 regresó al Cuerpo Guardia de Infantería como jefe de la 3ª Compañía.
En abril de 1961 fue ascendido a subcomisario, y en mayo se graduó como Paracaidista Militar.
También durante ese año, impartió cursos sobre “Motines Urbanos” a coroneles de la Escuela Superior de Guerra del Ejército.
En 1963 fue nombrado jefe del 2º Batallón del Cuerpo Guardia de Infantería.
En ese año 1963, obtuvo una beca de la ONU para seguir cursos técnicos en Francia, organizados por la Sureté, la Gendarmería Nacional y los Cuerpos Republicanos. Los cursos versaron sobre Disturbios Callejeros, Tácticas Antimotines, Carros Blindados y Helicópteros policiales, Inteligencia, Allanamientos, Control Electrónico del Tránsito y Rutas de Acceso a París, y conocimiento general de la estructura de Interpol.
Gracias a los conocimientos adquiridos y a la buena impresión que causó a sus colegas franceses, con ocasión de la visita del general De Gaulle a Argentina en octubre de 1964, fue designado jefe de su custodia.
Después de ese servicio, fue nombrado Segundo Jefe de Seguridad Personal.
En enero de 1966 ascendió a comisario y fue destinado a la Comisaría 12º
En enero de 1967 fue nombrado Director de la Escuela de Personal Subalterno.
En 1968 fue seleccionado como Profesor de Táctica para un curso de oficiales jefes en la Escuela Superior de Policía Federal.
En enero de 1969 ascendió a comisario inspector, continuando como Director de la Escuela.
Ese mismo año impartió cursos de capacitación para Policías Provinciales sobre “Guerrilla Urbana” organizados por el Consejo Nacional de Seguridad; y también dictó una conferencia sobre “Técnicas de lucha en las calles, allanamientos y guerrilla urbana” en la X Brigada de Infantería del Ejército.
En enero de 1970 asumió la jefatura de la 5ª Zona de Seguridad Metropolitana.
En mayo de 1970 dictó una serie de conferencias en la VII Brigada Aérea de Morón para jefes y oficiales de esa Fuerza.
El 29 de mayo, tras producirse el secuestro del ex Presidente de la República, teniente general ® Pedro Eugenio Aramburu, por la organización terrorista Montoneros, fue puesto al frente de un vasto y complejo operativo de rastrillaje que incluyó helicópteros cedidos por la Fuerza Aérea. Además del mando operativo, coordinó las tareas de Inteligencia que el 16 de julio permitieron localizar el lugar donde Aramburu permaneció secuestrado y finalmente fuera asesinado: la Estancia “La Celma” en la localidad bonaerense de Timote.
En junio de 1970 dictó una conferencia sobre Guerrilla Urbana en el Primer Escuadrón de Gendarmería Nacional de Campo de Mayo, y a continuación en la guarnición Aérea de Córdoba, en el Comando del Tercer Cuerpo de Ejército, en la Escuela Superior de la Prefectura Naval y en el Liceo Militar Don José de San Martín.
En agosto de 1970 asumió la jefatura de la División Tránsito. En esas fechas, como consecuencia de la escalada subversiva iniciada el 29 de mayo de 1969 durante el “cordobazo”, la jefatura encargó a Villar la formación de un Cuerpo de Unidades Móviles de Represión (antimotines y acciones de guerrilla urbana) dependiente de la Dirección General de Orden Urbano. El Cuerpo, que sería conocido popularmente como “brigada antiguerrillera”, quedó integrado por 100 efectivos a bordo de 50 motocicletas BMW-600; conductor y un tirador con FAL o ITAKA en cada una. Dentro de esa nueva etapa estratégica la PFA también creó una Brigada Motorizada de Combate y un Escuadrón Aéreo de Helicópteros.
Entre el 10 y 14 de noviembre de 1970 la “brigada antiguerrillera” operó por primera vez durante la grave insurrección estudiantil dirigida por el recién fundado Ejército Revolucionario del Pueblo, conocida como el “tucumanazo”, cuya dimensión, tras desbordar a la Policía de Tucumán hostigándola con francotiradores, hizo necesaria la intervención de la Gendarmería Nacional y de tropas del Ejército procedentes de Salta y Jujuy. Villar acudió a reforzarlas con 50 de sus hombres, a quienes dirigió sobre el terreno conduciendo su motocicleta. Los cinco días de combates urbanos, dan una idea de la magnitud alcanzada por aquella insurrección.
En enero de 1971 fue ascendido a inspector mayor y nombrado Director de Orden Urbano.
En marzo de 1971 se produjeron en la capital de Córdoba unas movilizaciones insurreccionales lideradas por el Ejército Revolucionario del Pueblo, Montoneros y Fuerzas Armadas Peronistas conocidas como “el viborazo”. En líneas generales, unos 15.000 activistas obreros y estudiantiles consiguieron controlar un radio de 30 manzanas en las que incendiaron automóviles, asaltaron supermercados, levantaron barricadas y cortaron los accesos a la ciudad. Desbordada la Policía de Córdoba y la Dirección de Orden Urbano de la PFA, a primeras horas de la noche llegaron por avión 100 motoristas de la Brigada Antiguerrillera al mando de Villar, que después de varias horas de operaciones nocturnas apoyadas por todos los efectivos disponibles, consiguieron recuperar el bastión de los insurrectos: los barrios Clínicas y Alberdi que llamaban “territorio liberado”, y practicar 300 detenciones.
La tercera intervención de la Brigada Antiguerrillera tuvo lugar el 3 de julio de 1971 en el aeropuerto de Ezeiza, cuando aterrizó un Boeing 707 de la línea Braniff, secuestrado por un norteamericano y una guatemalteca durante el vuelo México-New York, y desviado primero a Monterrey, donde liberaron a los pasajeros a cambio de 100.000 dólares, y posteriormente a Buenos Aires tras una escala en Lima. En Ezeiza exigieron repostar combustible para llegar a la República Socialista de Argelia. El jefe de la PFA, general de brigada Jorge Cáceres Monié, concurrió a Ezeiza acompañado por Villar, quien, espontáneamente, sin esperar órdenes, desinfló las ruedas del avión y lo rodeó con efectivos de Orden Urbano, de su Brigada Antiguerrillera y francotiradores.
A continuación comenzó a ensayar una posible operación de asalto en un avión similar situado en un hangar, que no fue necesaria porque los secuestradores se rindieron. Este suceso sirvió para reflejar claramente la personalidad de Villar, que a continuación recibió el premio “Coronel Ramón L. Falcón”.
El 12 de agosto de 1971 dictó una conferencia sobre “La subversión a nivel nacional” en la Escuela Superior de Guerra.
El 26 de agosto de 1971 dictó una conferencia en la Escuela Superior de Guerra de Estado Mayor sobre el tema “Apreciación en el marco de la Policía Federal, sobre la situación actual de la lucha contra la subversión”.
En octubre de 1971 ascendió a comisario mayor y pasó a Disponibilidad en la modalidad Servicio Pasivo.
En marzo de 1972 fue reincorporado al Servicio Activo como Asesor del jefe de la PFA, general Cáceres Monié.
Tras los acontecimientos producidos el 22 de agosto de ese año (fuga masiva de terroristas de la cárcel de Rawson, y posterior muerte de algunos de los que fueron capturados, al intentar éstos desarmar a sus guardianes en la base naval de Trelew), Villar impidió con su Brigada Antiguerrillera que sus cómplices les rindieran homenajes públicos no autorizados.
El 1 de enero de 1973 pidió el Retiro Voluntario como consecuencia de la campaña política y mediática desatada contra él y la PFA por la izquierda, tras los graves enfrentamientos ocurridos en la ciudad de Córdoba entre policías cordobeses y federales al mando de Villar. De nada sirvió que el Jefe de la PFA, general Cáceres Monié organizara en las instalaciones del Cuerpo de Policía Montada una ceremonia de desagravio a Villar y a la Fuerza, a la que asistió solidariamente el presidente Lanusse.
El 28 de enero de 1974 el presidente constitucional de la República, teniente general Juan Domingo Perón, le convenció para que se reincorporara, le ascendió a comisario general y le nombró Sub-Jefe de la PFA. Villar era entonces el funcionario policial mejor informado sobre las estructuras de las organizaciones subversivas.
El 1º de mayo de 1974 dirigió personalmente el dispositivo de seguridad desplegado en la Plaza de Mayo con ocasión del discurso dirigido por el general Perón a los trabajadores. Como se recordará, aquel acto supuso la ruptura pública entre Perón y los Montoneros, a quienes acusó públicamente de ser lo que todos los argentinos siempre supieron: que eran marxistas infiltrados en el Movimiento Peronista.
El 11 de mayo de 1974 fue nombrado Jefe de la PFA
Pocas semanas después, se desplazó a la selva tucumana al frente del escuadrón “Centuriones” de la PFA para operar contra la guerrilla del ERP; pero como los subversivos abandonaron la zona que se les asignó, el mando del Ejército decidió que regresaran a Buenos Aires.
En agosto de 1974, en un escenario de gravísimos atentados terroristas por todo el país, y tras el fallido intento de copamiento del Regimiento de Infantería Aerotransportada 17º de Catamarca por una Compañía del Ejército Revolucionario del Pueblo (que el mismo día había copado sangrientamente la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos de Córdoba), Villar movilizó una Fuerza de Tareas de 2.500 efectivos pertenecientes a la Brigada Antiguerrillera, a la Guardia de Infantería, a la Policía Montada y a la División Canina. Con parte de estos efectivos persiguió a un grupo de insurgentes, pero por llevarles varias horas de ventaja éstos consiguieron llegar a los montes de Tucumán.
A continuación, y en relación con estos dos sucesos, Villar coordinó personalmente operaciones de Inteligencia en Catamarca, Córdoba, Tucumán, Mendoza y Santa Fe.
El 1 de noviembre de 1974 el comisario general Villar y su esposa Elsa Marina Pérez, gracias a fallos inconcebibles de su custodia, fueron asesinados por la organización terrorista Montoneros en el río Tigre, mediante una carga explosiva colocada en su lancha de recreo.


Jorge Fernández Zicavo

Escritor y ensayista

 


PrisioneroEnArgentina.com

Octubre  31, 2018