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En Vietnam comen perros. En Francia, caracoles. En Tahití devoran la carne de gato. En el norte de México cocinan hormigas. En Argentina, cerdos (Con quien compartimos grandes similitudes genéticas), pero culturalmente -en cada caso, en cada país- no los vemos como mascotas, al menos esa es la excusa que utilizamos.
La dictadura de Venezuela instó esta semana a los ciudadanos a ver a los conejos como algo más que mascotas lindas, ya que defendió un plan para criar y comer, incluso con la oposición señalando que esto no haría nada para poner fin a la escasez crónica de alimentos.
El ya famoso “Plan Conejo” es un esfuerzo del gobierno del Presidente Nicolás Maduro para obtener una variedad de alimentos. Las autoridades también han enseñado a los ciudadanos a plantar alimentos en los techos y balcones de sus hogares.
Los opositores de Nicolás Maduro rechazan tales ideas como absurdas, insistiendo en que el verdadero problema es un fracasado modelo de socialismo financiado por el petróleo que no pudo sobrevivir después de que los mercados de crudo se derrumbaran.
Una vez más, el problema es cultural porque los venezolanos en general ven a estos roedores como cariñosas mascotas. Sería como llegar a casa y encontrar a nuestro querido “Fido” al horno y con papas.
 El consumo de conejos es común en Europa y en menor medida en los Estados Unidos y otras regiones de América. Los animales son más eficientes que los cerdos y el ganado en la conversión de proteínas en carne comestible, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
Pero criar conejos en cantidades significativas en la Venezuela contemporánea sería difícil. La escasez constante del país, resultante de rigurosos controles de precios y de divisas, probablemente dejaría a la posible industria del conejo luchando por encontrar materiales que van desde la alimentación, vacunas, metales y alambres para las jaulas de cría.
Maduro dice que el país es víctima de una “guerra económica” dirigida por los adversarios y alimentada por las recientes sanciones impuestas por la administración del presidente estadounidense, Donald Trump.
Lo único que el extraño mandatario prohibiría -por razones fundamentales- es el consumo de pajaritos. Bugs Bunny, a punto de crear una ONG…

 


Fabian Kussman

PrisioneroEnArgentina.com

Septiembre 17, 2017