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La caja boba más conocida como televisión es uno de los aspectos menos tratados sobre los medios de comunicación de la Alemania nazi. Aunque los servicios televisivos germanos están considerados como pioneros en algunas cuestiones, lo cierto es que tuvieron una existencia muy breve y su influencia fue limitada debido al reducido público que tenían. La situación generada por la Segunda Guerra Mundial también influyó negativamente, limitando su actividad. En la actualidad constituye esta una historia poco conocida de la que os vamos a hablar a continuación.

John Logie Baird

En 1926 se estrenó el primer sistema de televisión del mundo, obra del ingeniero británico (escocés para mas justeza) John Logie Baird. Dos años después lograría la primera transmisión televisiva de carácter transatlántico. Sin embargo, las investigaciones de esta tecnología eran muy anteriores y se habían desarrollado en varios países. Destaca en este sentido la figura del alemán Paul Julius Gottlieb Nipkow, que en 1884 había patentado el Disco de Nipkow. Este se trataba de un disco giratorio con un patrón de agujeros en espiral, a través de los cuales se escaneaba una línea de la imagen emitida desde una fuente externa. Cabe señalar que Nipkow solo patentó su invención, si bien nunca desarrolló el instrumento.

Para la década de 1920 había investigaciones sobre la televisión en Alemania, Estados Unidos, Francia, Reino Unido o la Unión Soviética. Al margen de otros instrumentos, el disco de Nipkow constituyó uno de los principales componentes que se emplearon en los esquemas televisivos de estos países. Durante esta época destacarían las investigaciones emprendidas por ingenieros como Vladimir K. Zworykin, Kenjiro Takayanagi o Léon Theremin. También sobresaldrían los avances desarrollados por los laboratorios Bell Telephone, que en 1927 hicieron varias demostraciones prácticas sobre la transmisión de señales a distancia. En distinto grado y formato se desarrollaron varios tipos de televisores, aunque sin un estándar unificado o coordinado.

Para la década de 1920 en Alemania había varias investigaciones en curso. Destacaría en este sentido Manfred von Ardenne, que en 1930 logró la primera transmisión de televisión totalmente electrónica con tubos de rayos catódicos. El británico John Logie Baird, que se había asociado con empresas alemanas, también realizó ciertos avances. Ya en 1927 habían conseguido emisiones de televisión de Glasgow a Londres. A esto se sumaría el éxito en la transmisión de señales de televisión al otro lado del Atlántico.

En 1927 desde la Deutsche Reichspost se mostró interés por las investigaciones sobre la Televisión, tomándose la decisión de estimular su desarrollo. Ello hizo de la Reichspost el primer organismo estatal del mundo que apoyó esta tecnología. Hay que señalar que la Deutsche Reichspost no solo tenía a su cargo las cuestiones postales, sino también todo lo relacionado con el ámbito de las telecomunicaciones. En este sentido, el organismo controlaba desde 1926 la red nacional de emisoras de radiodifusión, la conocida como Reichs-Rundfunk-Gesellschaft (RGG).

Con posterioridad a 1933, ya bajo el régimen nazi, la iniciativa estatal en el desarrollo de la televisión dio un paso más. Para entonces las emisiones de televisión habían superado la fase experimental y existían planes para operar de forma comercial. Al mismo tiempo, empresas como Telefunken ya habían logrado producir primitivos reproductores de TV. Así las cosas, en 1935 se estableció un servicio de carácter público que quedaría a cargo de coordinar la incipiente programación televisiva: el Deutscher Fernseh-Rundfunk. La producción del mismo dependía de la corporación de radiodifusión, la Reichs-Rundfunk-Gesellschaft.

El elevado precio de adquisición de los reproductores de televisión restringió mucho su público potencial. Por consiguiente, la existencia de receptores se limitó a ámbitos muy concretos. Muchos jerarcas del Partido Nazi, como Joseph Goebbels, Baldur von Schirach o Hermann Göring, disponían de un aparato en sus oficinas. En Berlín se llegaron a habilitar tres cines para el visionado televisivo mediante una conexión de cables coaxiales. Los espacios habilitados tenían una capacidad de ochocientas butacas. Más adelante también se habilitaron otros espacios públicos para visionado y se instalarían aparatos de televisión en hospitales militares. No obstante, el ámbito de difusión se concentró en el área del Gran Berlín.

Las primeras emisiones comerciales en abierto de la televisión alemana comenzaron en 22 de marzo de 1935. Lo hicieron desde el estudio «Paul Nipkow» de Berlín-Witzleben, siendo consideradas las primeras en todo el mundo. La estación recibió este nombre en homenaje al ingeniero Paul Gottlieb Nipkow y sus investigaciones. Las instalaciones disponían de un total de veinticinco cámaras de televisión, platós de rodaje, equipos de radiodifusión, etc. Las infraestructuras se veían reforzadas por dos camiones con equipo para operar y retransmitir desde el exterior. Esto le confirió cierta versatilidad de cara a poder ofrecer una programación combinada.

Goring
Hitler
Gobbels

Los Juegos Olímpicos de 1936, celebrados en Berlín, fueron retransmitidos en directo por la TV alemana. El dispositivo empleado por la Deutscher Fernseh-Rundfunk incluyó la utilización de equipos móviles de retransmisión con grandes cámaras. Esto marcaría otro hito, por ser los de Berlín los primeros Juegos Olímpicos de la historia retransmitidos por televisión. La propaganda nazi aprovechó profusamente esta circunstancia.

Entre 1935 y 1937 la programación televisiva fue normalizándose, aumentando su duración y dando entrada a la cobertura de otras temáticas. Por ejemplo, durante agosto de 1937 se retransmitieron las sesiones del Congreso del Partido Nazi en Núremberg a través de cable de banda ancha. Otro hecho notable tuvo lugar el 7 de noviembre de 1938, en lo que para algún autor ha constituido la primera persecución policial televisada de la historia. Ese día dos oficiales de la policía de Berlín intervinieron en un programa especial de TV en el que dieron cuenta sobre un crimen ocurrido, buscando la ayuda ciudadana. Tras la emisión se recibieron indicios que al parecer habrían ayudado a solucionar el caso.

Inicialmente las emisiones de TV en el Reich eran tres días por semana y tenían una duración de noventa minutos. No obstante, con el paso del tiempo la frecuencia y la duración de los programas se amplió a tres horas por jornada. Solo hubo una excepción a esta dinámica: los Juegos Olímpicos de Berlín, en el verano de 1936. Durante esas semanas hubo una programación especial de ocho horas que incluían la retransmisión en directo de los Juegos. En el aspecto técnico cabe señalar que el formato de imagen empleado tuvo en sus primeros años una resolución de 180 líneas. A partir de noviembre de 1938 se activó la programación de 441 líneas, lo que supuso una mejora considerable de la calidad. Por su parte, la imagen era mostrada en blanco y negro por los equipos receptores.

Durante la etapa anterior a 1939 la programación emitida desde la estación Paul Nipkow fue variando. Llegó a combinar desde espectáculos de variedades a cortometrajes y noticiarios grabados. También hubo un programa regular de noticias (Bild des Tages), otro de reportajes fotográficos (Aktuellen Bildbericht) y un programa de debate (Gesprächskreis). Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial se alteró la temática. Se empezó a emitir contenido de apoyo a las tropas, denominado Soldaten spielen für Soldaten, así como un programa de cocina (Die Hausfrau im Krieg) especialmente dirigido al público femenino. Mayor celebridad alcanzaría Wir senden Frohsinn- Wir spenden Freude, un programa de variedades que se empezó a emitir en marzo de 1941 y que se hizo muy popular.

Ursula Patzschke-Beutel fue la primera presentadora de la televisión alemana. Al inicio de la programación daba la bienvenida a los televidentes, encargándose también de dar la despedida al final de la misma. En ambos casos imperaba el Heil Hitler como saludo ritual. Con el tiempo personajes como Else Elster, Helga Marold, Oskar Ballhaus, Georg Helge o Horst Preusker se hicieron habituales en las pantallas de TV.

Al margen de los adelantos técnicos y de la programación emitida, siguió persistiendo un problema crónico. La audiencia siempre fue reducida debido al bajo número de receptores de televisión que existían. Por un lado, su elevado precio de adquisición los mantuvo alejados de buena parte de la población. En comparación, los aparatos de radio convencionales (como el famoso Volksempfänger) eran mucho más baratos para el bolsillo del alemán medio. A todo esto se sumaba el hecho de que con anterioridad a 1939 los televisores no se llegaron a fabricar en masa. Además, tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial se dieron órdenes de paralizar la producción de equipos comerciales. En consecuencia, la radio y el cine continuaron siendo los principales medios de comunicación.

En junio de 1940 el ejército alemán logró derrotar a Francia, pasando a ocupar buena parte del país. A partir de entonces ciudad de París se convirtió en un lugar de descanso y vacaciones para las tropas del Reich. La capital francesa se convirtió en un destino muy solicitado, acogiendo la urbe a una gran guarnición alemana. Desde las autoridades militares alemanas en Francia se planteó la idea de poner en marcha una cadena de televisión en París. En un principio estaría destinada exclusivamente a sus tropas allí estacionadas. Tras aprobarse el plan, se solicitó ayuda tanto a la administración francesa de Postes, Télégraphes et Téléphones como al Reichspost alemán y a la empresa «Telefunken».

Tras varios meses de trabajos de preparación, el 7 de mayo de 1943 comenzaba sus emisiones la Fernsehsender Paris. Cabe señalar que esta constituyó la única cadena de televisión operativa en la Europa ocupada durante la guerra. Su programación, destinada a los soldados ingresados en hospitales militares, era heterogénea. Combinaba espectáculos de variedades, danza y baile, teatro de marionetas, entrevistas, recitales de poesía, reportajes filmados en el exterior, etc. Los estudios fueron ubicados en unas antiguas instalaciones de la TV francesa de la rue Cognac-Jay, que habían sido ampliadas sobre un demolido parque de atracciones. En muchos casos, los equipos técnicos habían sido importados desde Alemania y fabricados por la compañía Telefunken.

El principal artífice de la programación de Fernsehsender Paris fue Kurt Hinzmann, ex-director de los programas de televisión en Berlín. Aunque los alemanes estaban a cargo de la producción, el personal francés tuvo un peso considerable. El equipo de trabajo estaba compuesto por más de un centenar de personas, incluida una orquesta permanente con cincuenta músicos. Destacaría en este sentido el actor suizo-americano Howard Vernon, que ejerció como presentador. Reflejo de la variedad que predominaba en la programación lo constituye el hecho de que tuvieran presencia tanto la lengua alemana como la francesa. Así, llegaron a emitirse de forma separada tanto el Deutsche Wochenschau como el France-Actualités, los noticiarios de la Alemania nazi y la Francia de Vichy, respectivamente.

La Segunda Guerra Mundial no detuvo las investigaciones sobre la tecnología de televisión. En 1941 se creó el llamado Institut für Rundfunkkunde und Fernsehrundfunk de la Univerisdad de Berlín, bajo la dirección del Kurt Wagenführ. La guerra tampoco interrumpió las emisiones de televisión, si bien estas pasaron a realizarse por circuito cerrado debido a la actividad aérea enemiga. Se ha señalado que en aquellas fechas la programación regular de TV llegó a ser de seis horas diarias. De ese total, una hora y media de programas en directo estaba dedicada a los ingresados en los hospitales militares. El estudio de televisión en Berlín continuó operando sin alteraciones hasta el 23 de noviembre de 1943, cuando fue destruido por un bombardeo aliado.

Este hecho afectó seriamente a las emisiones de televisión del Reich y la programación regular se vio alterada. Además, ello se producía en un momento en que la situación bélica se había complicado enormemente para Alemania. Por esas fechas los escasos receptores todavía operativos se encontraban en los hospitales militares. No obstante, todavía hubo cierta actividad audiovisual hasta su cese en el otoño de 1944.

Situación bien distinta fue la de Fernsehsender Paris, que continuó con sus operaciones sin novedad hasta el verano de 1944. En aquella época los Aliados habían desembarcado en Francia y, tras derrotar a los ejércitos alemanes, avanzaban hacia París. La noche del 12 de agosto cesaron definitivamente las emisiones de Fernsehsender Paris. Desde Berlín llegaron órdenes según las cuales todas las instalaciones debían ser destruidas, si bien esto finalmente no se produjo. Kurt Hinzmann se negó a cumplir las directivas y de hecho se aseguró de sabotear la destrucción. Tras la liberación los antiguos estudios parisinos sirvieron para la Televisión francesa de posguerra.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Mayo 7, 2021