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lobo-aragon-2Por Jorge Lobo Aragón.

 

“Huachana una Aparición Criolla” La Virgen del Monte (La motita). No hay hoteles ni habitaciones, sólo un campamento gigantesco a cielo abierto.

Huachana, la tierra humilde donde la Virgen obra milagros. En Huachana-Santiago del Estero- Argentina, rincón impenetrable y polvoriento de la provincia, a 80 km al oeste de Campo Gallo, y a 330 km de la ciudad capital. (La de Alberdi; hay otras Huachanas en los departamentos Loreto y Silípica), se le apareció la Virgen a la Telesita Verón, que era una jovencita o adolescente, como se dice ahora. En aquellos tiempos se decía una chinita, término que por ser simplemente descriptivo no era ninguna ofensa. La noche se presentaba perfecta para asistir al encuentro de siempre. El brillo sin igual de millones de estrellas y el imperturbable cielo azulado eran sus mejores aliados. Una vez más, salió en silencio de su humilde hogar y se perdió en la espesura del monte, que a esa altura ya se había convertido en su mejor amigo. Llegó al lugar sagrado y esperó el celestial encuentro de siempre. Pasaron unos instantes, y el milagro volvió a iluminar la oscuridad del bosque impenetrable, y trajo sosiego a su alma. Alucinada, observó la imagen divina por eternos segundos y regresó con urgencia a su pequeña casa. Los enérgicos latidos de su corazón le habían quitado la voz, pero no el poder de asombro. La familia reunida en la mesa la miró (otra vez) con desaire y con ganas de no escucharla, justo en el momento en el que recuperó su palabra. La he visto de nuevo… juro que la he visto de nuevo”, anunció enfáticamente, pero ninguno de los comensales quitó su mirada de lo que ofrecían los platos servidos. Un silencio aterrador y la indiferencia colectiva fue su única respuesta. Por enésima vez en su vida, clavó su mirada al piso de tierra y girando 180 grados, encaró por la precaria puerta de lienzo para no regresar nunca más. Si, la niña cansada de que la tomaran por loca por lo que decía y afirmaba, se introdujo en la espesura del monte santiagueño para no volver jamás a su hogar. Pero esta decisión de la joven Telésfora no pasó inadvertida para todos los miembros de la familia Verón, mucho menos para su hermano Juan Cruz, quien logró convencer a los vecinos y a sus propios parientes de que valía la pena llegar hasta el lugar de las apariciones para comprobar, o desechar finalmente, lo que la niña les venía anunciando. Una noche, donde Félix Taboada a cargo del destacamento policial de huachana, reunió a los lugareños y caminaron hasta el preciso lugar donde Telésfora afirmaba que aparecía una imagen divina. Instalados en la zona marcada, junto a un árbol, hicieron vigilia toda la noche. Pasaron algunas horas y el frío comenzó a adormecer las ansiedades. Para mitigar la helada soledad del monte, prendieron una enorme fogata, a la que se abrazaron con fuerza para soportar hasta el amanecer. Y, precisamente, cuando el sol anunciaba su arribo al cielo santiagueño, el milagro se produjo. En medio de enormes llamas que ardían en todo su esplendor, una imagen celestial enmudeció al monte y a todos sus habitantes. Era la Virgen María, la que tantas veces se le apareció a la niña, a quien nunca le habían dado crédito y habían dejado partir para siempre. Todavía asombrados y sorprendidos por lo que sus ojos captaban, los testigos de aquella divina aparición apagaron las llamas y comenzaron, sin saberlo, a forjar la historia de la Virgen de huachana. Con el humo anunciando el final de la fogata, Juan Cruz Verón, hermano de la niña que vio por primera vez a María, trasladó la pequeña imagen hasta su humilde hogar, donde por muchos años miles de devotos llegaron a venerar a la Virgen. Así, cada 31 de julio, comenzaron a llegar a la casa de los Verón peregrinos que conocieron la buena nueva. Con el paso de los años, la cantidad de fieles que llegaban a este lugar se fue incrementando fuertemente. La paisanita que veía sobre un quebracho la imagen de la Virgen y unos papeles escritos, que nadie más podía verla. La Fe de su hermano y el comisario que no creía en apariciones, le prendió fuego al churqui Y ahí fue que se produjo el milagro: se quemaron las ramas del churqui, pero la imagen de la Inmaculada Concepción que sólo la Telésfora veía se materializó en madera que pudieron ver todos, hasta los más incrédulos. El churqui al arder le quemó a la Virgen un dedo; por eso le dicen la motita. La Virgen se apareció un primero de agosto de no sé qué año sería, fines del siglo pasado o comienzos de este. Por lo que el primero de agosto se la festeja todos los años. Huachana queda lejos. Conviene ir el 30. El 31 se celebran los preparativos, se dan vivas a la Virgen (si usted va a caballo, mejor) y ahí, en un campito, muchos de los que llegan instalan como una feria de comidas, ropas, música, juegos, pues es bueno festejar con alegría y esta es una oportunidad de conocer gente venida de todas partes. Un Mailín, digamos. El primero hay misa, procesión, bautismos, casamientos, súplicas y agradecimientos. El 2 se saca la imagen para que la saluden los peregrinos que se despiden, unos a Salta, otros al Chaco y nosotros para Tucumán, agradecidos por las ayudas recibidas; dispuestos a portarnos mejor ahora. Y con muchas ganas de volver para el año, a celebrar a la Virgen milagrosa. Miles de almas se concentran en el inhóspito paraje para vivir una fiesta que puso de manifiesto la enorme devoción mariana y la fe sencilla del Norte Argentino. A pie y agotados, pero emocionados, llegan desde diversos lugares, especialmente de los departamentos salteños limítrofes con la provincia, para agradecer y tomar gracia ante la Virgen de Huachana. Arribaban sobre todo caminando, pero también a bordo de bicicletas, motos, a caballo, camiones y todo tipo de vehículos. Entre los que llegan no hay una edad límite. ¿Qué vienen a buscar? “Sólo vengo a agradecerle a la Virgencita”. A la imagen de Nuestra Señora de Huachana le colocaron la banda con los colores de la Bandera Argentina como un gesto con el que se pidió que la Virgen proteja al país en el Año del Bicentenario de la Independencia. Huachana es una fiesta que se hace gracias a la generosidad de los que conocen a la Virgen y se enamoran de ella. “Nuestras flores son un regalo que en estos montes santiagueños son difíciles de encontrar”. Después dicen que nuestro norte no es Mariano y que tampoco es Mariano nuestro País. Tantas imbecilidades dice la gente con el perdón de mi señora.

DR. JORGE B. LOBO ARAGÓN