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Por Jorge B. Lobo Aragón.

 

Opinión

El congreso general de los diputados de las Provincias Unidas del Río de la Plata, reunido en esta ciudad de San Miguel de Tucumán, en julio de 1816 decidió declararnos libres de los reyes de España, de sus sucesores, de la metrópoli que hasta entonces nos había regido, y de todo otro dominio extranjero. Es muy sabido, y todos los años los argentinos con patriótica unción recordamos aquella decisión tomada a instancias de dos jefes militares, San Martín y Belgrano. Y ese mismo congreso decidió poner esa independencia, declarada en momentos difíciles por los graves contratiempos que sufrían nuestras armas en las provincias norteñas y por las enormes dificultades que debería afrontar el ejército que se alistaba en Cuyo, bajo el patronazgo de Santa Rosa de Lima. En la virreynal ciudad de Lima, nuestra capital por siglos, mucho antes de que se pensara que el Tucumán pudiera depender de la pobre y rústica Buenos Aires, vivió una joven llamada Isabel Flores, de fina y esmeradísima educación. Entre lo mucho que aprendió estaba la música, y fue hábil vihuelista que encantaba a los pajaritos que se llegaban hasta su galería. Era tan linda que de apodo le dijeron Rosa. Pasado el tiempo, conocida y admirada su devoción, su piedad, su espíritu de sacrificio y su misticismo, con toda razón se le dirá Rosa de Santa María.
Ganó fama la santidad de esta niña hermosa que hizo voto de castidad y que rezaba con devoción; ella dijo: “desde que me pongo en oración siento mi alma tan sumergida en sí misma y mis facultades tan enajenadas, que nada interior ni exterior puede turbar mi atención amorosa a la belleza de Dios”. Murió en 1617, y medio siglo después ya Isabel Flores estaba canonizada por la Iglesia: Santa Rosa de Lima, patrona de América por disposición del mismo Clemente X en el momento de canonizarla. Un homenaje a la Santidad de la mística peruanita fue su nombramiento como Patrona de la Independencia Argentina. Grandes triunfos obtuvo esa empresa emancipadora puesta bajo tan ilustre patrona. La independencia, que es bien difícil de concretar en la realidad, a lo largo de los años varias veces se vislumbró como un logro que podría obtenerse con algún esfuercito más. Tanto que la soberanía política en una época fue enarbolada como bandera convocante por un justicialismo que recién aparecía en la vida política, con el ánimo de revivir estandartes que habían sido de todos pero que parecían abandonados o desfallecientes. Ahora esa independencia parece cada día más lejana, y hasta se sostiene que es un ideal imposible. Aunque creo que se vislumbra una lucecita de esperanza con un nuevo gobierno y gestión. Mientras roguemos a nuestra patrona que vele por la soberanía política y que nos ayude en lo que hagamos por concretarla. Pido a mis compatriotas, le renovemos los votos solicitando que ampare aquella independencia que se festejara en nuestra ciudad Jardín de la Republica y cuna de la Independencia argentina. Que en estos momentos difíciles coloque a nuestra ciudad y al País de nuevo bajo su beatífica y mística protección.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Julio 8, 2017