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El Comisario General Jorge Muñoz tuvo un enfrentamiento con elementos montoneros, le mataron dos hombres, rescato de una casa operativa a un menor de cinco meses y lo puso en manos de la justicia. 35 años despues lo procesaron, enjuiciaron y condenaron a prision perpetua.

samaniego

 

A una Culebra que, de frío yerta,
en el suelo yacía medio muerta
un labrador cogió; mas fue tan bueno,
que incautamente la abrigó en su seno.
Apenas revivió, cuando la ingrata
a su gran bienhechor traidora mata.


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LOS HECHOS:                                                         

 

munoz-jorge-porPara agosto de 1976 fui designado por el Comando de Jefatura, Delegado de la Policía Federal en la Ciudad de San Nicolas, Pcia. De Bs. As.

Demás está decir que era una ciudad atemorizada donde la subversión había hecho pie y se movía casi con impunidad. Yo dependía además de mis mandos naturales, del Juez Federal dr. Luis Milesi y en el órden operacional del Regimiento de Ingenieros cuyo Jefe era el coronel Manuel Fernando Saint Amant; el segundo mayor Perez Burkhard y el jefe de operaciones mayor Antonio Bossie.

El día 18 de noviembre por la tarde fui citado por el mayor Perez Bourka, que se encontraba a cargo del regimiento por ausencia de su jefe quien se había trasladado a Bs. As para atenderse de una dolencia asmática. Dicho mayor me presentó a un oficial de la Policía de Santa Fe de apellido Dougurt, quien traía una información señalando una casa ubicada en el barrio Las Mellizas, de San Nicolás, donde se presumía que funcionaba una célula de elementos subversivos. El militar me ordenó que acompañado de dicho oficial y de otro teniente del regimiento me acercara a dicha propiedad y verificara quién vivía allí y que actividad se desarrollaba.

Cerca de las 19.00 con los nombrados y cinco hombres de mi delegación llegue hasta la puerta de la casa en mención y no bien traspuse la puerta de alambre que daba a un jardín delantero, se escuchó una ruidosa ráfaga de ametralladora cuyos proyectiles sentí silbar en mis oídos. De resultas del inesperado ataque dos de mis suboficiales, Vicente Testa y Alberto Loyola cayeron abatidos junto a mi al igual que el oficial Dougurt que resultó gravemente herido. Mientras atendíamos a los caídos, que ya estaban moribundos, se generalizó un tiroteo que cesó a los pocos minutos. Los cuerpos de los suboficiales abatidos fueron llevados de inmediato al hospital de San Nicolás, donde se confirmó su deceso.

Dentro de la propiedad se encontró un arsenal de armas, elementos sanitarios, granadas, una imprenta y un pozo (cárcel del pueblo) construido disimuladamente debajo de una pileta del patio posterior.

Yo dejé a los militares que siguieron, contabilizando lo hallado y me dirigí a la Delegación, donde me entere del deceso de mis hombres, di cuenta telefónicamente al Juez de lo sucedido, ordené la iniciación del sumario de prevención y me aboque a notificar a los familiares de los caídos y a preparar sus exequias.

Antes de la medianoche, encontrándome en mi despacho, me notifican que en un enfrentamiento ( en cercanías de Arroyo del Medio) con una patulla de la delegación había resultado abatido un hombre que trataba de pasar a la provincia de Santa Fe quien a la voz de alto respondió haciendo fuego con un arma. El oficial Caram respondió al fuego y abatió al sospechoso, quien resultó ser uno de los habitantes de la casa del barrio Las Mellizas.

En horas de la madrugada siguiente, cerca de las cinco, fui llamado por el mayor Burkhard quien me extendió un papel que había sido hallado en la casa allanada el cual contenía una dirección de una casa situada en San Nicolás. Junto a ello me ordenó que la allanara y fuera acompañado de un teniente del regimiento con escoltas. Le manifesté que para ese cometido debía previamente notificar al juez federal para contar con su orden y autorización. El mayor no tuvo problemas y telefónicamente le di esas novedad al juez quien me autorizó al allanamiento aclarando que le informara del resultado no bien terminara el procedimiento.

Siempre acompañado de un teniente que se trasladaba en un jeep con cuatro soldados, me dirigí a la calle Juan B. Justo 668, en una camioneta identificable de la delegación acompañado de cinco hombres de la Federal.

Al llegar al lugar (ya había amanecido) le indique al teniente si quería encabezar el allanamiento pero me dijo que mejor lo hiciera yo que estaba mas familiarizado con estos procedimientos. Al llegar a la puerta de la vivienda, golpee fuertemente y dije en voz alta, abran es la Policía Federal. No habrán pasado veinte segundo cuando desde atrás de la puerta me disparan dos balazos que no alcanzaron a rozarme. De inmediato me crucé a la vereda de enfrente donde me refugie detrás de la pared de una altura de 80 cms, que era la entrada de una casa. Mientras corría hacia ese lugar más seguro, le grite al teniente que pidiera refuerzos y a mi gente que corriera hacia las esquinas para no ser víctimas del fuego de armas.

Dado que el regimiento estaba a diez cuadras del lugar y siempre tenían gente en apresto, a los pocos minutos llegó un camión cargado de soldados y un jeep, con el mayor Bossie, quien me grito que se hacía cargo del procedimiento y que yo me quedara en el lugar protegido. Prontamente se desplegaron los efectivos, rodearon la manzana y algunos se ubicaron en los techos adyacentes.

Bossie munido de un megáfono, intimó a los ocupantes de la casa a que salieran y en el caso de que hubiera criaturas las dejaran salir. La respuesta fue otra salva de disparos desde el interior de la vivienda, sin que desde afuera pudiera verse los movimientos de quienes estaban en su interior.

Pasaron varios minutos en ese enfrentamiento hasta que en un momento determinado comenzó a salir humo por una claraboya de techo. Señal de que estaban quemando elementos comprometedores.

Como la situación seguía tensa y no se franqueaban la puerta, Bossie ordenó arrojar por el ventiluz mencionado una granada de gas. A los pocos minutos se escucharon dos o tres disparos en el interior y acto seguido una mujer portando un arma larga, salió por los fondos haciendo fuego hacia el personal de los techos. Desde ese lugar un soldado y un suboficial de la delegación hicieron fuego contra la misma abatiéndola.

A esa instancia sucedió un silencio que preanunciaba el final del enfrentamiento. Los hombres de Ejército lograron forzar la puerta y entraron (Bossie, dos o tres oficiales y un par de suboficiales). Yo había abandonado mi posición protegida, cruce la calle y entre detrás de ellos. En el living de entrada yacían sobre el piso un hombre y una mujer. Ambos tenían armas cortas en sus manos y ambos presentaban heridas penetrantes en las sienes derechas. Al abrir un placard que estaba en baño, donde se había quemado mucha documentación, se encontraron con dos criaturas, una niña 4 años y un niño de cinco años, que semiasfixsiados habían permanecido ocultos y presionados por un colchón.

De inmediato ambos fueron trasladados en una de las ambulancias que había concurrido espontáneamente al lugar; pero pese a la premura ambos menores fallecieron por sofocación (inhalación de monóxido de carbono, gases y compresión provocada por el colchón.)

Al entrar en la casa, por un impulso instintivo me dirigí a la última habitación, un dormitorio, donde al verificar un placard con la puerta entreabierta, descubro a un niño de unos cinco meses, arropado con pañales dentro de un moisés. No presentaba signos de ninguna afección y solo miraba con grandes ojos. Sin dudarlo cargue la canasta con el niño y lo entregue al primer personal sanitario que vi en la calle. El niño, fue llevado al hospital central de San Nicolás donde se comprobó su excelente estado. Entre sus ropas se encontró un documento que lo identificaba como “Manuel Valdez”.

Por supuesto todos los demás habitantes de la casa tenían documentación apócrifa, por lo que fue engorroso identificarlos. En el caso del niño “Valdez” cuyo verdadero nombre mucho mas tarde se supo era Manuel Goncalvez, ordené una minuciosa búsqueda de alguno de sus parientes; pero en vista del nulo resultado de esa búsqueda el juez de menores, dispuso que fuera entregado a un matrimonio de la zona. Desconozco las instancias por la cual Manuel Goncalvez fue identificado para reintegrarse a su familia. Solo se que su madre Ana Maria Granada y su pareja Gastón Roberto Goncalvez eran militantes montoneros. El padre desapareció en la localidad de Escobar y Ana Maria, se la dio por desaparecida, pero en realidad había huido y pasado a la clandestinidad. Por supuesto el niño Manuel se vio recompensado por la desaparición del padre y la muerte de la madre.

El menor Goncalvez, de quien las Abuelas de Plaza de Mayo, se atribuyen haberle devuelto la identidad, pasó a ser la estrellita de esa organización, fue presentado a la sra presidente, junto a la cual viajo a Europa y hasta el día de hoy aparece en los avisos que dicha asociación pasa por TV. Su protagonismo no termina allí, víctima de un resentimiento genético se erigió en querellante para lo cual con la colaboración de una hija de montoneros Ana Oberlin y del fiscal de Justicia Legitima Juan Patricio Murray se armó la causa que me llevó a ser condenado a prisión perpetua.

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Cuando en pleno juicio oral me dijeron si tenía inconveniente en que declarara Goncalvez, manifesté que no tenía ningún problema. Cuando mi abogado le preguntó si sabía quién lo había rescatado de esa casa operativa, dijo con desdén:-creo que fue el comisario Muñoz.

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Lo mas cómico del caso es que durante su “declaración” ( no se que puede declarar una persona que al momento de los hechos tenía cinco meses de edad) dijo que los sucesos le había provocado un trauma y cuando veía una gorra militar o un uniforme se ponía a temblar y llorar.

 

Apostillas:

El coronel Saint Amant, falleció en cautiverio en el hospital de Ezeiza hace menos de un año.

El mayor Perez Burkhard, falleció hace varios años.

El coronel Bossie, cumplió cárcel y está en domiciliaria, enfermo. Lo siguen procesando por otras causas.

Yo, ahora en domiciliaria, después de un año de cárcel en Ezeiza, sigo recurriendo en busca de justicia. Estoy yendo con mi segundo pedido a Casasión para que se revise la causa. Sin perjuicio de ello recurrí a la Comisión Latinoamericana de DDHH, quien tomo la denuncia y me otorgo n° de Expte. Cada tres meses me llevan a Peritos forenses. Una rutina inútil.

El juez Milesi falleció hace muchos años.

En la mitad del juicio oral uno de mis abogados llegó a intuir que la sentencia ya estaba pautada de antemano. Eso se cumplió tal cual. Aunque no se probó nada y yo si pude desnudar la verdad, fui declarado como “Autor Mediato”, figura singular que no me cuadra pues autor mediato es aquel que maneja y da las ordenes desde atrás. Justamente ni yo daba las órdenes ni estaba atrás (si de una pared).

La segunda fiscal dra.Saccone, es la hija del camarista Saccone, que en 1977, aprobó los actuados de San Nicolás y dicto sentencias a una pareja de colaboradores de la célula montonera. En ocasión de mi juicio se pidió separación de la misma (ella misma debió haberse excusado), pero al tribunal no le importó y siguió como fiscal. Por supuesto ello involucra que yo fui enjuiciados dos veces (non bis in idem) el derecho y la constitución lo dicen “no dos veces por la misma causa”

El tribunal oral federal n°2 de Rosario estuvo compuesto por los dres.Jorge Venegas Echague, Omar Digerónimo y Beatriz Caballero de Baravani.

La pareja de suicidas fueron Omar Amestoy y Ana Marí Fettolini, los menores fallecidos Fernando y María Eugenia Amestoy,

Respecto a la pareja de suicidas, yo solicité exhumación de los cadáveres y, o casualidad,  se encontraron en ambos cráneos penetraciones de un disparo en cada sien derecha y en uno de ellos los restos de una munición de calibre civil (38 mm). El perito de parte no aseguró que pudiera tratarse de un homicidio  (in dubio pro reo)

En cuanto a los disparos efectuados contra mi, que afortunadamente no dieron en el blanco, dejaron profundas marcas en la mampostería y ventanas del frente de las casa en que me refugiaba y otras adyacentes. Se comprobó su existencia y se tomaron tofos con presencia de escribano, cuyo material fue incorporado al expte. Se solicitó pericia de Gendarmería pero, que contrariedad, los peritos llegaron dos días después que había sido revocado el frente de la casa.

Yo, ahora en domiciliaria, después de un año de carcel en Ezeiza, sigo recurriendo en busca de justicia. Estoy yendo con mi segundo pedido a Casasión para que se revise la causa. Sin perjuicio de ello recurrí a la Comisión Latinoamericana de DDHH, quien tomo la denuncia y me otorgo n° de Expte. Cada tres meses me llevan a Peritos forenses. Una rutina inútil.

El coronel Saint Amant, falleció en cautiverio en el hospital de Ezeiza hace menos de un año.

El mayor Perez Burkhard, falleció hace varios años.

El coronel Bossie, cumplió cárcel y esta en domiciliaria, enfermo. Lo siguen procesando por otras causas.

Yo, ahora en domiciliaria, después de un año de carcel en Ezeiza, sigo recurriendo en busca de justicia. Estoy yendo con mi segundo pedido a Casasión para que se revise la causa. Sin perjuicio de ello recurrí a la Comisión Latinoamericana de DDHH, quien tomo la denuncia y me otorgo n° de Expte. Cada tres meses me llevan a Peritos forenses. Una rutina inútil.

El juez Milesi falleció hace muchos años.

En la mitad del juicio oral uno de mis abogados tuvo presunción de que la sentencia ya estaba pautada de antemano. Eso se cumplió tal cual. Aunque no se provo nada y yo si pude desnudar la verdad, fui declarado como “Autor Mediato”,figura singular que no me cuadra pues autor mediato es aquel que maneja y da las ordenes desde atrás. Justamente ni yo daba las órdenes ni estaba atrás (si de una pared). 

La segunda fiscal dra. Saccone, es la hija del camarista Saccone, que en 1977, aprobó los actuados de San Nicolas y dicto sentencias a una pareja de colaboradores de la célula montonera. En ocasión de mi juicio se pidió separación de la misma (ella misma debió haberse excusado), pero al tribunal no le importó y siguió como fiscal. Por supuesto ello involucra que yo fui enjuiciados dos veces (non bis in idem) el derecho y la constitución lo dicen “no dos veces por la misma causa”
El tribunal oral federal n°2 de Rosario estuvo compuesto por los dres. Jorge Venegas Echague, Omar Digerónimo y Beatriz Caballero de Baravani.

La pareja de suicidas fueron Omar Amestoy y Ana María Fettolini, los menores fallecidos Fernando y María Eugenia Amestoy,

Respecto a la pareja de suicidas, yo solicité exhumación de los cadáveres y, o casualidad,  se encontraron en ambos cráneos penetraciones de un disparo en cada sien derecha y en uno de ellos los restos de una munición de calibre civil (38 mm).

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En cuanto a los disparos efectuados contra mi, que afortunadamente no dieron en el blanco, dejaron profundas marcas en la mampostería y ventanas del frente de las casa en que me refugiaba y otras adyacentes. Se comprobó su existencia y se tomaron tofos con presencia de escribano, cuyo material fue incorporado al expte. Se solicitó pericia de Gendarmería pero, que contrariedad, los peritos llegaron dos días después que había sido revocado el frente de la casa.

 

 

 

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Jorge Muñoz

Comisario General Policía Federal Argentina

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PrisioneroEnArgentina.com

Noviembre 16, 2016