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Mi opinión está lejana a toda religión o ideología que pueda afectar drásticamente a terceros. Puedo ofender o crear discrepancia, pero jamás me atrevería a imponer leyes inexistentes o revocar leyes establecidas para poner el pie sobre un potencial adversario. De esta manera actúan los totalitarios. De esta manera han actuado magistrados argentinos que tiempo atrás pusieron su mano sobre la Constitución Nacional y juraron respetarla. Para un mejor ejemplo, en su obra épica sobre Napoleón, Stendhal, nombre de pluma de Henri-Marie Beyle, pronuncia algo más parecido a un alegato que a una introducción:

 

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Escribo la historia de Napoleón para responder a un libelo. Es una empresa imprudente porque ese libelo lo lanza el primer talento del siglo contra un hombre que, desde hace cuatro años, es objeto de la venganza de todos los poderes de la tierra. Estoy encadenado por la expresión de mi pensamiento, me falta talento y mi noble adversario tiene como auxiliares a todos los tribunales de policía correccional. Por lo demás, al margen de su gloria, ese adversario gozaba de gran fortuna, de un gran renombre en los salones de Europa y de todas las ventajas sociales. Halagó incluso a nombres oscuros, y su gloria póstuma no dejará de excitar el celo de todos esos nobles escritores, siempre dispuestos a enternecerse en favor de los infortunios del poder, del tipo que sea.

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No estoy tratando de establecer un paralelo entre la narración del francés y cualquier parecido entre los obstáculos que se debieron sortear durante la Década Ganada o en los dieciocho meses de Cambiemos. Para ello hay sobrados ejemplos extraídos de la dura vida de aquellos tocados por los circenses casos de lesa humanidad.

En el país de los derechos humanos, queda en descubierto que todos somos iguales, pero algunos somos más iguales que otros. Sobre todo, en esta disputa de la ley del 2 x 1, cercana a una comedia de enredos. Esa pasión por distinguir la equidad es lo que exhiben los legisladores argentinos -incluso aquellos que pertenecen a Cambiemos, esa coalición política que con la discrepancia de ideas solo refleja ambición de poder y no unión de ideas- que no tienen la menor timidez en admitir que el negocio de esos derechos humanos va a seguir por largo tiempo contradiciendo a su propio contradictorio líder.

Los juicios de lesa humanidad nunca van a reflejar la verdad, ya que es claro el medio utilizado, ese que permite condenar sin pruebas. Cuando hablamos de evidencia, me permito describir estas con el diálogo entre un imputado y su abogado defensor. Usted juzgará quién es quién.

 

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Con respecto al principio de legalidad le cuento que esa cuestión ya ha sido resuelta por la jurisprudencia, se basan en el estatuto de Roma que tipificaba los delitos de tortura y secuestros ya en el año 1950, a su vez la convención de delitos de lesa humanidad, incorporada a la Constitución, considera que se tienen que juzgar e investigar en cualquier momento que se hayan cometido y eso los hace imprescriptibles, se lo explico someramente, es más profundo el tema.

Percibo una discrepancia, dado que estoy convencido que en nuestro país no se puede legislar mediante la jurisprudencia, (en Gran Bretaña, quizás sí) y menos existiendo leyes vigentes en el país. Por supuesto el cambio de la Constitución debe realizarse como lo establece el artículo 30 de la Constitución Nacional. No hay funcionario Judicial con autoridad para modificarla. También le recuerdo que el Estatuto de Roma declara en su contenido que es solo aplicable a partir de la fecha que está vigente, en nuestro caso 2001. De cualquier manera, a pesar de todo, lo único que me queda es recuperar mi dignidad.

Tendrá tiempo para restituir su dignidad después, en un libro, por ejemplo, le digo que tengo bastantes argumentos para pelear su defensa, no hay pruebas en su contra.

De acuerdo. Tampoco había pruebas en mi contra cuando me condenaron a prisión perpetua la primera vez.

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Cuando esto se produce, percibimos que la interpretación de La Ley no es una excusa que solo usan los jueces y fiscales militantes. Los abogados defensores apostados en la playa miran la bandera negra y amarilla mientras sus defendidos nadan en un mar dudoso. Ciertos tribunales aprovechan el desconocimiento de las partes o se burlan. “El imputado no podía no saber…” o “El testigo no identifica ni describe a quien lo arrestó, pero se infiere…” son algunas de las frases que quedaran para el análisis de nuevos hombres de derecho que las interpretarán según el color de la tendencia ideológica que los maneje. Si un ex uniformado es acusado por un hecho producido el día A, y logra comprobar que no se encontraba en el lugar sino hasta el día B, el problema tiene solución. Simplemente se cambia la fecha y se continúa. Habiendo exhibido esto, no es sorprendente que la ley del 2 x 1 tenga febriles combatientes y se logre dictar solo para violadores, narcotraficantes o asesinos seriales. Lesa humanidad no se mancha, porque produce dinero.

En mi opinión, que no afecta a nadie, solo ofende o se discute, el fundamento a discutir no es esta ley que puede o no beneficiar a los condenados (aquellos que aún no son llevados a juicio pueden morir presos, aguardando). El principio a debatir es el desarrollo de los casos, las imputaciones y los elementos de prueba, que llevan al resultado de los juicios -siempre en desventaja- que si afectan vidas humanas.

Una de las poesías favoritas de mi padre es Sobre los Indiferentes, de  Martin Niemüller y es un reflejo sin tiempo para las sociedades que decidan no respetar sus leyes, que pisotean su Constitución Nacional, que es miope a sus códigos penales. La Argentina Salvaje acusa a grupos ya que algo habrán hecho. Todos somos todos. Y todos puede ser usted. No vinieron realmente por Menem ni por De Vido, como no van a venir por Cristina Kirchner. Es usted y yo. O usted o yo.

 


Fabian Kussman

email@PrisioneroEnArgentina.com

www.PrisioneroEnArgentina.com

@FabianKussman

Mayo 10, 2017