En una alejada cárcel de Salta, un ex cabo de la Fuerza Área Argentina estuvo 47 dias en huelga de hambre, por la sencilla razón de que la Justicia se niega “sistemáticamente” a otorgarle la detención en modalidad domiciliaria; en una causa, de las miles que hay, mal llamadas de “lesa”, en la que resultó “obviamente” condenado.
Julio Narciso Flores, actualmente de 64 años de edad, tenía 19 años en los 70. Su función era el mantenimiento mecánico de las aeronaves y recibió una condena a 25 años de prisión, una pena seis veces mayor que la aplicada al jefe de la Fuerza Aérea durante época, el brigadier general Orlando Ramón Agosti, en el Juicio a las Juntas.
Insólitamente y a pesar de que Flores tan solo permaneció en la Fuerza Aérea entre enero de 1977 y mediados de 1980, con el grado más bajo entre los suboficiales y con tan solo ocho meses en la Institución al momento de los supuestos hechos, la Justicia le adjudicó la responsabilidad de ser el “Jefe de los carceleros” de los detenidos, en lo que dio en llamar la Mansión Seré.
Esta historia, es una más de las cientos de arbitrariedades que surcan los cielos de la Justicia Federal argentina, sin que la sociedad reaccione ante tamaño atropello de las más básicas garantías consagradas en nuestra Constitución Nacional. Ni siquiera los propios camaradas de los detenidos reaccionan; salvo, claro, honrosas excepciones.
Esta Justicia que se muestra inflexible a los pedidos de Flores, es la misma que rápidamente le otorgó la detención domiciliaria a Milagros Sala, que cuenta con tan solo unos años más que Flores pero a que diferencia de aquel, enfrente más de una docena de causas penales.
Sobre este particular, no podemos dejar de señalar que la Corte Interamericana de Derechos Humanos, requirió “velozmente” al Estado argentino que sustituya “la prisión preventiva de la señora Sala por la medida alternativa de arresto domiciliario”, mientras “duerme” por años –para finalmente rechazar- los cientos de reclamos de adultos mayores que aún continúan detenidos en una unidad carcelaria.
Una verdadera vergüenza por donde se lo mire.
La Justicia Argentina, la cual se ha vuelto un apéndice del poder de turno, se ha “auto convencido” de que para los imputados en las causas llamadas de “lesa humanidad” no existe “beneficio alguno”, entendiendo por beneficio todo aquello que no sea una condena de 25 años para arriba o el cumplimiento de la condena en una cárcel común. Sin ponerse colorados, los jueces dicen en cada audiencia, que estos “no son juicios comunes”.
Volviendo al caso particular de Flores, la Justicia no solo le ha rechazado nuevamente la petición de cumplir la detención en modalidad domiciliaria, sino que gracias “a la presión” de algunos medios periodísticos (que “descubrieron” el caso) y la de unos diputados nacionales que fueron a visitarlo (para interiorizare de la situación), fue trasladado al Hospital Militar de Salta; cuando intentaron llevarlo a un neuropsiquiátrico.
Flores levantó la huelga de hambre y hoy está a la espera de los acontecimientos.
Como una ironía del destino, en medio de la agonía que sufre Flores y su familia, apareció públicamente uno de los ex líder de la organización terrorista Montoneros, quien no solo reivindico el demencial accionar asesino de esa organización, sino que además se jacto de haber sido un guerrillero.
En un claro discurso “romántico” del accionar terrorista, acorde al relato que ha impuesto desde el 2003 la gestión kirchnerista, esconde la verdad; la que muchos aun no conocen. Que los líderes de la organización terrorista Montoneros negociaron su “libertad y tranquilidad” con los máximos jerarcas de la Armada por entonces, puntualmente en el Centro Piloto de Paris, a cambio de “entregar” con precisa información, entre ella la de la llamada “contraofensiva montonera”, a cientos de sus compañeros; que cayeron como “moscas”, creyendo que peleaban por la liberación y confiados en las órdenes de sus lideres. ¡Hasta se comprometieron a no interferir en la realización del Mundial de Futbol, y cumplieron!.
Hay que decir la verdad, muchos militantes montoneros fueron entregados por sus propios jefes a cambio de beneficios exclusivos para ellos.
Mientras muchas familias lloran aún a sus muertos, estos lumpenes disfrutan en el exterior, de los millones de dólares que robaron, a costa de la sangre de inocentes.
Jamás rindieron cuentas ante la Justicia. Nadie los llamo ni les reclamó nada. Hasta los militantes de los derechos humanos y partidos políticos afines guardan “estricto silencio” sobre esta realidad. Por otra parte, muchos idiotas útiles siguen gastando el gañote en los juicios, gritando contra los integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad, cuando en realidad deberían dirigir sus gritos a sus “lideres” Montoneros; los verdaderos “genocidas y asesinos”. Al contrario, neciamente los siguen alabando y desde las usinas oficiales agigantan “la épica” del relato de la “militancia”, la “tendencia” y la “resistencia”.
A esta altura de los acontecimientos ya no queda ninguna duda que los juicios contra los militares y policías, llamados de lesa humanidad, son verdaderos juicios de venganza. Sin tapujos, los propios jueces escriben en sus sentencias que NO están juzgando el accionar de los “grupos armados” sino el de los integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad.
Por último. Como dato de color, en la última audiencia del mega juicio que se desarrolla en Bahia Blanca, un testigo afirmó en la sala de audiencia, que en la represión de los militares y policías, participaron: “…la CIA, el Pentágono y los alienígenas” ….
En fin. A nadie les importa que pasa con los “viejos de lesa”. Ni siquiera a la mayoría de sus camaradas. En los juicios, por lo menos los del interior de país, no se ve a ninguno sentado en el publico acompañándolos. Siempre juegan de visitante y sin público. Del otro lado, los tres o cuatro de siempre (cada vez van menos), pero que gritan fuerte.
Como decía el General San Martin: “Hace más ruido un hombre gritando que cien mil que están callados”.
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En una alejada cárcel de Salta, un ex cabo de la Fuerza Área Argentina estuvo 47 dias en huelga de hambre, por la sencilla razón de que la Justicia se niega “sistemáticamente” a otorgarle la detención en modalidad domiciliaria; en una causa, de las miles que hay, mal llamadas de “lesa”, en la que resultó “obviamente” condenado.
Insólitamente y a pesar de que Flores tan solo permaneció en la Fuerza Aérea entre enero de 1977 y mediados de 1980, con el grado más bajo entre los suboficiales y con tan solo ocho meses en la Institución al momento de los supuestos hechos, la Justicia le adjudicó la responsabilidad de ser el “Jefe de los carceleros” de los detenidos, en lo que dio en llamar la Mansión Seré.
Esta historia, es una más de las cientos de arbitrariedades que surcan los cielos de la Justicia Federal argentina, sin que la sociedad reaccione ante tamaño atropello de las más básicas garantías consagradas en nuestra Constitución Nacional. Ni siquiera los propios camaradas de los detenidos reaccionan; salvo, claro, honrosas excepciones.
Esta Justicia que se muestra inflexible a los pedidos de Flores, es la misma que rápidamente le otorgó la detención
domiciliaria a Milagros Sala, que cuenta con tan solo unos años más que Flores pero a que diferencia de aquel, enfrente más de una docena de causas penales.
Sobre este particular, no podemos dejar de señalar que la Corte Interamericana de Derechos Humanos, requirió “velozmente” al Estado argentino que sustituya “la prisión preventiva de la señora Sala por la medida alternativa de arresto domiciliario”, mientras “duerme” por años –para finalmente rechazar- los cientos de reclamos de adultos mayores que aún continúan detenidos en una unidad carcelaria.
Una verdadera vergüenza por donde se lo mire.
La Justicia Argentina, la cual se ha vuelto un apéndice del poder de turno, se ha “auto convencido” de que para los imputados en las causas llamadas de “lesa humanidad” no existe “beneficio alguno”, entendiendo por beneficio todo aquello que no sea una condena de 25 años para arriba o el cumplimiento de la condena en una cárcel común. Sin
ponerse colorados, los jueces dicen en cada audiencia, que estos “no son juicios comunes”.
Volviendo al caso particular de Flores, la Justicia no solo le ha rechazado nuevamente la petición de cumplir la detención en modalidad domiciliaria, sino que gracias “a la presión” de algunos medios periodísticos (que “descubrieron” el caso) y la de unos diputados nacionales que fueron a visitarlo (para interiorizare de la situación), fue trasladado al Hospital Militar de Salta; cuando intentaron llevarlo a un neuropsiquiátrico.
Flores levantó la huelga de hambre y hoy está a la espera de los acontecimientos.
Como una ironía del destino, en medio de la agonía que sufre Flores y su familia, apareció públicamente uno de los ex líder de la organización terrorista Montoneros, quien no solo reivindico el demencial accionar asesino de esa organización, sino que además se jacto de haber sido un guerrillero.
En un claro discurso “romántico” del accionar terrorista, acorde al relato que ha impuesto desde el 2003 la gestión kirchnerista, esconde la verdad; la que muchos aun no conocen. Que los líderes de la organización terrorista Montoneros negociaron su “libertad y tranquilidad” con los máximos jerarcas de la Armada por entonces, puntualmente en el Centro Piloto de Paris, a cambio de “entregar” con precisa información, entre ella la de la llamada “contraofensiva montonera”, a cientos de sus compañeros; que cayeron como “moscas”, creyendo que peleaban por la liberación y confiados en las órdenes de sus lideres. ¡Hasta se comprometieron a no interferir en la realización del Mundial de Futbol, y cumplieron!.
Hay que decir la verdad, muchos militantes montoneros fueron entregados por sus propios jefes a cambio de beneficios exclusivos para ellos.
Mientras muchas familias lloran aún a sus muertos, estos lumpenes disfrutan en el exterior, de los millones de dólares que robaron, a costa de la sangre de inocentes.
Jamás rindieron cuentas ante la Justicia. Nadie los llamo ni les reclamó nada. Hasta los militantes de los derechos humanos y partidos políticos afines guardan “estricto silencio” sobre esta realidad. Por otra parte, muchos idiotas útiles siguen gastando el gañote en los juicios, gritando contra los integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad, cuando en realidad deberían dirigir sus gritos a sus “lideres” Montoneros; los verdaderos “genocidas y asesinos”. Al contrario, neciamente los siguen alabando y desde las usinas oficiales agigantan “la épica” del relato de la “militancia”, la “tendencia” y la “resistencia”.
A esta altura de los acontecimientos ya no queda ninguna duda que los juicios contra los militares y policías, llamados de lesa humanidad, son verdaderos juicios de venganza. Sin tapujos, los propios jueces escriben en sus sentencias que NO están juzgando el accionar de los “grupos armados” sino el de los integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad.
En fin. A nadie les importa que pasa con los “viejos de lesa”. Ni siquiera a la mayoría de sus camaradas. En los juicios, por lo menos los del interior de país, no se ve a ninguno sentado en el publico acompañándolos. Siempre juegan de visitante y sin público. Del otro lado, los tres o cuatro de siempre (cada vez van menos), pero que gritan fuerte.
Como decía el General San Martin: “Hace más ruido un hombre gritando que cien mil que están callados”.
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Agosto 8, 2022