La Peste del secuestro de aviones en los años 60s

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  Por  Thomas Heffernann.

El primer caso de secuestro aéreo ocurrió con el temerario volador Jimmy Angel, quien logró frustrar a su atacante ejecutando un giro de barril en su biplano de cabina abierta y arrojando al secuestrador.

A lo largo de los años 50 y 60, el skyjacking se hizo cada vez más frecuente; podría salir de su automóvil y caminar directamente a la pista del aeropuerto y directamente a un avión sin tener que mostrar ningún boleto o identificación. A veces, los boletos no se revisaban hasta después del despegue.

Entre 1961 y 1972, cerca de 160 aviones fueron secuestrados en EE. UU.

Los secuestradores no eran tan quisquillosos, la mayoría solo quería unos cientos de mil y que los dejaran en Cuba. Lo peor que esperaban los pasajeros eran unas vacaciones tropicales improvisadas, una maleta de cigarros y una buena conversación en la cena cuando regresaran.

Por lo general, las aerolíneas accedían a las demandas de inmediato, desembolsando unos cientos de miles de dólares y confiando en que la embajada suiza en Cuba devolviera los aviones perdidos. El cónsul suizo incluso mantuvo formularios preescritos para enviar aviones estadounidenses a casa.

Las aerolíneas también adoptaron como práctica estándar tener mapas del aeropuerto de La Habana guardados en la cabina sin importar hacia dónde se dirigía el avión.

En lugar de implementar medidas de seguridad, las aerolíneas pensaron que era más rentable simplemente ceder a las demandas de los secuestradores; sintieron que los controles de seguridad ahuyentarían a más clientes que los delincuentes.

Finalmente, se creó un grupo de trabajo del gobierno para desarrollar ideas para detener a los secuestradores de aviones. Algunos de estos planes incluían un asiento especial en el avión que podía ser expulsado al estilo de James Bond o tenía un mecanismo de jeringa secreto que podía “sedar o matar” al secuestrador.

Otro plan era exigir que todos los pasajeros usaran guantes de boxeo, haciéndolos incapaces de manejar un arma de fuego.

La solución más ridícula con diferencia fue construir un aeropuerto de La Habana de tamaño natural en Miami para engañar a los secuestradores haciéndoles creer que habían aterrizado en Cuba. El plan demostró tener un costo prohibitivo y nunca se construyó.

No fue hasta que un par de secuestradores amenazaron con estrellar su avión contra un reactor nuclear que todos se dieron cuenta del peligro de que los delincuentes tomaran el control de los aviones.

El 5 de enero de 1973, se comenzó a exigir a todos los pasajeros que pasaran por detectores de metales y que revisaran sus maletas.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Agosto 19, 2022


 

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