Lewicki, PROpenso a empinar el codo

El ejemplo de nuestros dirigentes: ¿Quién se ha tomado todo el vino?
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Novato en las cuestiones de festividades en Estados Unidos, allá por el año 1997, el Día de Acción de Gracias (Fecha que aún no celebro) me encontró en un viaje de retorno desde Savannah, Georgia. A las siete de la tarde, la policía local comenzó a detectar ciertos conductores erráticos en las rutas, tal vez con el límite de conmemoración bastante excedido. Los desvíos e investigaciones -para no entorpecer el tránsito- se realizaban en el terreno de una estación de servicio donde me detuve a cargar gasolina y degustar un sorbo de café. Allí fui testigo de un incidente. El policía le ordenaba a un automovilista que descendiera de su auto. En evidente estado de ebriedad, el piloto no obedecía y exclamaba con bastante dificultad que él tenía influencias. “soy amigo de Mills” -O Hills… no se desespere, tampoco logré saber que celebridad era Mills (O Hills)-, repetía el infractor, algo que no le importó mucho al oficial a cargo. A la tercera indicación y cuarta desobediencia, el enojado beodo estuvo sobre el asfalto, con las manos esposadas a sus espaldas.

En Estados Unidos, 23 personas mueren por día víctimas de accidentes ocasionados por conductores intoxicados. En Argentina, 12. La discusión que se establece en el país del norte culmina llegando a una terminante definición: No son accidentes. Son potenciales asesinos a la espera de cometer un crímen.

Daniel Lewicki, fue un militante del Frente Renovador hasta el cambio de gobierno, entonces se sumó a las filas de Cambiemos e ingresó en el bloque Pro en el Concejo Deliberante del partido de Avellaneda.

Lewicki se peleó con la policía tras ser detenido por manejar borracho en un barrio de la ciudad de Buenos Aires (Constitución). El borrachín se resistió a ser identificado por las fuerzas de seguridad que, al no poder lograr que descienda del auto, lo sacó por medio de la fuerza.  El político gritaba: “Soy concejal de Avellaneda, traeme un juez para sacarme de acá”

Lewicki procuró quedarse en el auto mientras dos policías intentaban que abandonara el vehículo. Luego del pedido de un juez, discutió con los efectivos y los insultó. “Traeme un juez. Hijo de mil …Milico hijo de mil putas… Me están maltratando”, gritó eufórico, exhibiendo un marcado estado de embriaguez.

“Tomatelas, boludo, ¿sabés la trompada que te voy a dar?”, amenazó a uno de los policías. Tras varios intentos, lograron hacerlo descender y se lo arrestó.

¿Con políticos como Lewicki, quien necesita un Cabandié?

Fabian Kussman

PrisioneroEnArgentina.com

Octubre 30, 2016

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