George Soros nació en 1930 y es un judío nacido en Hungría bajo el nombre de Gyorgi Schwartz, sobreviviente del Holocausto y multimillonario que una vez ocupó el puesto 22 en la Lista mundial de multimillonarios de la revista Forbes.
Es un filántropo muy generoso. Open Society Foundations (OSF), una red internacional de otorgamiento de subvenciones fundada por Soros, ha donado $14 mil millones hasta ahora a diferentes programas e individuos en 43 países. Es la segunda fundación familiar más grande del mundo (la más grande es la fundación del fundador de Microsoft Corporation, Bill Gates) y la fundación política más grande. Otorga un total de U$ 1 mil millones al año.
Esto convierte a George Soros en el hombre más odiado del mundo: odiado por las causas que apoya, odiado por sus opiniones, odiado por su dinero, odiado por ser judío y odiado por todas estas razones también en Israel.
Desde principios de 2017, fingió un ataque químico en Siria, financió marchas contra Trump en Washington, ideó el “plan Soros” para inundar Hungría de refugiados, forzó un cambio de gobierno en Macedonia, socavó al primer ministro israelí. y consiguió que despidieran a varios asesores clave de la Casa Blanca. No está mal para un hombre de 87 años.
Todo lo anterior son, por supuesto, teorías de conspiración. Pero el hecho de que hayan aparecido estas opiniones en masa, y todos tengan el nombre culpable del Sr. Soros en boca, no es solo una curiosidad. Dice algo importante y preocupante sobre la política global.
En la década de 1990, Soros estaba en sintonía con el espíritu de la época, ya que utilizó los miles de millones que había ganado en finanzas para apoyar la transición a la democracia en la Europa poscomunista y en otros lugares. Pero ahora el clima político global ha cambiado y las ideas liberales están en retirada. Para una nueva generación de nacionalistas, desde Estados Unidos hasta Rusia y Hungría, Soros se ha convertido en el villano perfecto. Es un internacionalista en una era de nacionalismo. Es partidario de los derechos individuales, no de los colectivos. Es el vigésimo noveno hombre más rico del mundo, según la lista de ricos de Forbes. Y también es judío, por lo que se le asigna fácilmente el papel del financiero internacional sombrío y manipulador, una vez reservado para los Rothschild.
Una de las partes más desagradables de la propaganda anti-Soros este año lo vinculó explícitamente a los viejos insultos contra los Rothschild. Cuando los nacionalistas de America First se preocuparon de que HR McMaster, asesor de seguridad nacional del presidente Donald Trump, estuviera purgando a sus aliados en la Casa Blanca, crearon un sitio web llamado “McMaster leaks” que presentaba una caricatura del Sr. McMaster manipulado por titiriteros con la etiqueta ” Soros” y “Rothschild”.
En 1989, uno de los beneficiarios de una beca Soros para estudiar en Oxford fue un joven activista húngaro llamado Viktor Orban. Hoy, el mismo señor Orban es primer ministro de Hungría y demoniza a su antiguo benefactor. El líder húngaro ha denunciado un supuesto “plan Soros” para inundar Hungría de musulmanes en el centro de su campaña de reelección. No hay tal plan. Lo que es cierto es que Soros es un patrocinador generoso de organizaciones benéficas para refugiados y también ha apoyado el plan de la UE para reasentar a los refugiados sirios en todo el bloque, incluso en Hungría. Esa fue excusa suficiente para que Orban empapelara el país con carteles que mostraban a un sonriente Soros e instaban: “No dejes que Soros se ría el último”.
La satanización del Sr. Soros en Hungría, donde nació, no es un caso aislado. El año pasado, ha sido denunciado por líderes políticos en Macedonia, Polonia, Rumania y Turquía, todos los cuales afirman que está conspirando contra ellos.
La derecha paranoica en Estados Unidos también produce material anti-Soros. Ya en 2007, Fox News denunció a Soros como el “Dr Evil de todo el mundo de las fundaciones de izquierda”. Los orígenes del odio a Soros en Estados Unidos pueden remontarse a su oposición a la guerra de Irak. Su apoyo a causas liberales en EE. UU., así como a instituciones internacionales como la ONU, ha mantenido la olla de la extrema derecha en ebullición.
Claramente hay un elemento de cámara de eco en las campañas anti-Soros en todo el mundo, ya que los grupos de extrema derecha retoman las mismas teorías de conspiración. Pero algunos líderes fuertes tienen razones más concretas para temer a la Open Society Foundation de Soros, que financia organizaciones de la sociedad civil que promueven la educación, la libertad de prensa, los derechos de las minorías y las iniciativas anticorrupción. En 2015, el gobierno de Vladimir Putin expulsó a la Open Society Foundation de Rusia porque ya no estaba dispuesta a tolerar el apoyo de esta última a organizaciones como Memorial, que promovía la investigación sobre el terror soviético.
Las actividades del Sr. Soros incluso lo han convertido en un objetivo en Israel. El antisemitismo obvio en muchas de las campañas anti-Soros en todo el mundo evidentemente le importa menos al gobierno de Netanyahu que el apoyo de Soros a los derechos de los palestinos y otras causas impopulares en la derecha israelí.
También hay un elemento personal en la ira anti-Soros del primer ministro Benjamin Netanyahu. A medida que una investigación anticorrupción se ha acercado más y más a la primera familia de Israel, han arremetido contra Soros. Yair Netanyahu, el hijo del primer ministro, se quejó recientemente de que el “Fondo para la Destrucción de Israel, financiado por Soros y la Unión Europea, me está amenazando”. Incluso volvió a publicar una caricatura del Sr. Soros colgando el mundo frente a una criatura reptiliana, el tipo de imagen que su padre denunciaría habitualmente como antisemita si hubiera sido publicada por otra fuente.
Los teóricos de la conspiración tienen una explicación para todo. Entonces, el hecho de que algunos medios publiquen una columna defendiendo al Sr. Soros simplemente se tomará como una prueba más de su nefasta influencia.
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George Soros nació en 1930 y es un judío nacido en Hungría bajo el nombre de Gyorgi Schwartz, sobreviviente del Holocausto y multimillonario que una vez ocupó el puesto 22 en la Lista mundial de multimillonarios de la revista Forbes.
Es un filántropo muy generoso. Open Society Foundations (OSF), una red internacional de otorgamiento de subvenciones fundada por Soros, ha donado $14 mil millones hasta ahora a diferentes programas e individuos en 43 países. Es la segunda fundación familiar más grande del mundo (la más grande es la fundación del fundador de Microsoft Corporation, Bill Gates) y la fundación política más grande. Otorga un total de U$ 1 mil millones al año.
Desde principios de 2017, fingió un ataque químico en Siria, financió marchas contra Trump en Washington, ideó el “plan Soros” para inundar Hungría de refugiados, forzó un cambio de gobierno en Macedonia, socavó al primer ministro israelí. y consiguió que despidieran a varios asesores clave de la Casa Blanca. No está mal para un hombre de 87 años.
Todo lo anterior son, por supuesto, teorías de conspiración. Pero el hecho de que hayan aparecido estas opiniones en masa, y todos tengan el nombre culpable del Sr. Soros en boca, no es solo una curiosidad. Dice algo importante y preocupante sobre la política global.
En la década de 1990, Soros estaba en sintonía con el espíritu de la época, ya que utilizó los miles de millones que había ganado en finanzas para apoyar la transición a la democracia en la Europa poscomunista y en otros lugares. Pero ahora el clima político global ha cambiado y las ideas liberales están en retirada. Para una nueva generación de nacionalistas, desde Estados Unidos hasta Rusia y Hungría, Soros se ha convertido en el villano perfecto. Es un internacionalista en una era de nacionalismo. Es partidario de los derechos individuales, no de los colectivos. Es el vigésimo noveno hombre más rico del mundo, según la lista de ricos de Forbes. Y también es judío, por lo que se le asigna fácilmente el papel del financiero internacional sombrío y manipulador, una vez reservado para los Rothschild.
Una de las partes más desagradables de la propaganda anti-Soros este año lo vinculó explícitamente a los viejos insultos contra los Rothschild. Cuando los nacionalistas de America First se preocuparon de que HR McMaster, asesor de seguridad nacional del presidente Donald Trump, estuviera purgando a sus aliados en la Casa Blanca, crearon un sitio web llamado “McMaster leaks” que presentaba una caricatura del Sr. McMaster manipulado por titiriteros con la etiqueta ” Soros” y “Rothschild”.
En 1989, uno de los beneficiarios de una beca Soros para estudiar en Oxford fue un joven activista húngaro llamado Viktor Orban. Hoy, el mismo señor Orban es primer ministro de Hungría y demoniza a su antiguo benefactor. El líder húngaro ha denunciado un supuesto “plan Soros” para inundar Hungría de musulmanes en el centro de su campaña de reelección. No hay tal plan. Lo que es cierto es que Soros es un patrocinador generoso de organizaciones benéficas para refugiados y también ha apoyado el plan de la UE para reasentar a los refugiados sirios en todo el bloque, incluso en Hungría. Esa fue excusa suficiente para que Orban empapelara el país con carteles que mostraban a un sonriente Soros e instaban: “No dejes que Soros se ría el último”.
La satanización del Sr. Soros en Hungría, donde nació, no es un caso aislado. El año pasado, ha sido denunciado por líderes políticos en Macedonia, Polonia, Rumania y Turquía, todos los cuales afirman que está conspirando contra ellos.
La derecha paranoica en Estados Unidos también produce material anti-Soros. Ya en 2007, Fox News denunció a Soros como el “Dr Evil de todo el mundo de las fundaciones de izquierda”. Los orígenes del odio a Soros en Estados Unidos pueden remontarse a su oposición a la guerra de Irak. Su apoyo a causas liberales en EE.
UU., así como a instituciones internacionales como la ONU, ha mantenido la olla de la extrema derecha en ebullición.
Claramente hay un elemento de cámara de eco en las campañas anti-Soros en todo el mundo, ya que los grupos de extrema derecha retoman las mismas teorías de conspiración. Pero algunos líderes fuertes tienen razones más concretas para temer a la Open Society Foundation de Soros, que financia organizaciones de la sociedad civil que promueven la educación, la libertad de prensa, los derechos de las minorías y las iniciativas anticorrupción. En 2015, el gobierno de Vladimir Putin expulsó a la Open Society Foundation de Rusia porque ya no estaba dispuesta a tolerar el apoyo de esta última a organizaciones como Memorial, que promovía la investigación sobre el terror soviético.
Las actividades del Sr. Soros incluso lo han convertido en un objetivo en Israel. El antisemitismo obvio en muchas de las campañas anti-Soros en todo el mundo evidentemente le importa menos al gobierno de Netanyahu que el apoyo de Soros a los derechos de los palestinos y otras causas impopulares en la derecha israelí.
También hay un elemento personal en la ira anti-Soros del primer ministro Benjamin Netanyahu. A medida que una investigación anticorrupción se ha acercado más y más a la primera familia de Israel, han arremetido contra Soros. Yair Netanyahu, el hijo del primer ministro, se quejó recientemente de que el “Fondo para la Destrucción de Israel, financiado por Soros y la Unión Europea, me está amenazando”. Incluso volvió a publicar una caricatura del Sr. Soros colgando el mundo frente a una criatura reptiliana, el tipo de imagen que su padre denunciaría habitualmente como antisemita si hubiera sido publicada por otra fuente.
Los teóricos de la conspiración tienen una explicación para todo. Entonces, el hecho de que algunos medios publiquen una columna defendiendo al Sr. Soros simplemente se tomará como una prueba más de su nefasta influencia.
PrisioneroEnArgentina.com
Febrero 26, 2023