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 Por Jorge B. Lobo Aragón.

 

Era muy Joven pero sabía leer y escribir. Comenzaba el “proceso” en 1975, y se dijo queestaba tan reconocida en el mundo la administración de que gozaba nuestro país que se nos abrían las puertas del crédito internacional. Que tendríamos acceso a préstamos externos. Y así fue que con afán se dedicaron a crear una deuda externa. No era la primera vez. De deuda externa ya teníamos una larga experiencia jamás aprendida. A la primera Bernardino Rivadavia se empeñó en contraerla, y desde entonces el liberalismo sigue convencido de que endeudarseen el extranjero -, es en sí una obra progresista de gobierno. Al famoso empréstito de Báring Brothers se lo contrajo en 1824. ¿Para afrontar los gastos de la guerra con el Brasil? ¡No, qué esperanza! Ya se lo venía planeando, gestionando y aprobando los diputados desde años antes, cuando ni se soñaba la guerra. El programa era endeudarse. Después se vería para qué. Sus características fueron tremendas. Nos obligábamos a pagar un millón de libras esterlinas más sus intereses en orola divisa de entonces -, mientras los prestamistas se quedaban más de la mitad de esa suma en concepto de amortizaciones adelantadas y de cotización en el mercado. Peor: en vez de mandar ese poquito en oro como debíamos pagarlo nosotros, nos entregaron unas letras sobre comerciantes ingleses establecidos aquí. Vale decir que no había un aporte de capital externo sino del mismo capital que ya giraba en nuestro comercio. La deuda era externa porque al extranjero debíamos pagarla, no porque de allá nos llegara nada. Rivadavia para pagar unas cuotas debió recurrir a una emisión que trajo inflación. La onza de oro, con un valor oficial de 17 pesos, de golpe se fue a 54 en beneficio de los agiotistas. (Algo parecido al dólar de hoy) El gobernador Dorrego no pudo pagar, y el gobernante Rosas usó la alternativa de pagar o no pagar como parte de una esgrima contra las intervenciones militares extranjeras y el apoderamiento de nuestra economía que pretendían. Los liberales sostenían que se debía pagar en defensa del “honor” nacional, como si se tratara del pago por algo efectivamente recibido. El negocio fue tan alevoso que, caído Rosas, un diario inglés, el Morning Hérald“, sostuvo el 3 de noviembre de 1852 que “ningún gobierno sudamericano ha estado nunca más legítimamente autorizado a repudiar un empréstito contratado bajo tales circunstancias, que el de Buenos Aires. Lamentablemente y más allá de la enorme corrupción del Gobierno de Cristina, demostrada a través de la acción de la justicia y de la confesión de sus principales funcionarios con la figura de los arrepentidos y de los próceres empresarios, este gobierno del cambio demuestra con el reconocimiento al empréstito una leal adhesión a un negocio corrompido en primer lugar, y a un licencioso desembolso en segundo”. Ellos mismos en campaña reconocieron que se debe repudiar deudas inicuas. Seguramente graves errores o ausencia de previsión llevaron a la toma de una deuda que será pagada por generaciones. Si… Todavía no aprendemos. Solamente espero que la historia se equivoque y quien suscribe – que es un abogado y no economista -, escriba sobre derecho y no se involucre en recordar el pasado por el bien de nuestra Patria.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Septiembre 27, 2018