Estamos en el tiempo de los derechos humanos. Por lo menos de las declaraciones, los pronunciamientos, la legislación que los protege, los congresos filantrópicos y una generalizada actitud reverencial ante su mera invocación en voz alta. Sin embargo, difícilmente hubo una época tan cruel con los niños, que son los primeros titulares de esos derechos.Niños heridos y muertos, masacrados en las escuelas, sin familia, sin casa, arrojados a la buena de Dios, desnudos, hambrientos, mendicantes, niños que se ahuyentan hacia la calle, niños que se raptan y se venden (bien cotizados por el valor de sus órganos, que se les arranca); niños perseguidos sin misericordia, como se hacía antes con los perros cimarrones y se liquida a tiros con la complicidad de los guardianes del orden, de las grandes potencias y el silencio de quienes tranquilizan su conciencia pensando que no pueden evitarlo.Recientemente una gran multitud cubrió las calles de cierta ciudad suiza reclamando a las autoridades protección para los niños asesinados y actualmente el mundo clama sin respuestas por el bombardeo cruento en las zonas de guerras. Si no asumimos – todos juntos -, desde ya actitudes eficaces para proteger los derechos de los niños, no pasará mucho tiempo hasta que debamos presenciar esos cuadros cuyas noticias todavía nos parecen venidas de un mundo ficticio.No nos olvidemos lo que está pasando con las guerras y los pequeños son matanzas que claman al cielo.
Por Jorge B. Lobo Aragón.
Opinión
Estamos en el tiempo de los derechos humanos. Por lo menos de las declaraciones, los pronunciamientos, la legislación que los protege, los congresos filantrópicos y una generalizada actitud reverencial ante su mera invocación en voz alta. Sin embargo, difícilmente hubo una época tan cruel con los niños, que son los primeros titulares de esos derechos. Niños heridos y muertos, masacrados en las escuelas, sin familia, sin casa, arrojados a la buena de Dios, desnudos, hambrientos, mendicantes, niños que se ahuyentan hacia la calle, niños que se raptan y se venden (bien cotizados por el valor de sus órganos, que se les arranca); niños perseguidos sin misericordia, como se hacía antes con los perros cimarrones y se liquida a tiros con la complicidad de los guardianes del orden, de las grandes potencias y el silencio de quienes tranquilizan su conciencia pensando que no pueden evitarlo. Recientemente una gran multitud cubrió las calles de cierta ciudad suiza reclamando a las autoridades protección para los niños asesinados y actualmente el mundo clama sin respuestas por el bombardeo cruento en las zonas de guerras. Si no asumimos – todos juntos -, desde ya actitudes eficaces para proteger los derechos de los niños, no pasará mucho tiempo hasta que debamos presenciar esos cuadros cuyas noticias todavía nos parecen venidas de un mundo ficticio. No nos olvidemos lo que está pasando con las guerras y los pequeños son matanzas que claman al cielo.
DR. Jorge B. Lobo Aragón
jorgeloboaragon@gmail.com
PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 10, 2016