HECHOS TENEBROSOS QUE LOS CIUDADANOS Y ESPECIALMENTE LOS PERIODISTAS EN SU DÍA NO DEBEN OLVIDAR.
Tito Livio dice que funciones del Estado son hacer la guerra, construir caminos y administrar justicia. Exacta concisión clásica. La dirección y el monopolio de la fuerza, los caminos como síntesis de las obras públicas que exceden a las posibilidades de los particulares o que escapan a sus propósitos de lucro, y el fundamental cuidado de dar a cada uno lo suyo. Compendio de lo que el Estado es, de lo que el Estado debe ser para poder considerarse Estado y merecer respeto; de lo que el Estado debe cumplir para satisfacer a los ciudadanos que aspiran a vivir conforme al derecho, síntesis de un orden civilizado. Hoy la justicia aparece en grave peligro de escapar a las posibilidades del Estado. Se ha cometido hace ya tiempo, el aterrante crimen – entre otros -, del que ha resultado víctima el señor José Luis Cabezas, fotógrafo de “Noticias”, y el Estado se muestra como que no sólo ha sido incapaz de impedir el hecho mediante una buena vigilancia del orden público, sino que evidenció ser incompetente para investigar a sus autores, pues pidió auxilios a otros Estados, extranacionales, para averiguar los hechos, para individualizar a los criminales; que vengan otros -ajenos a él, de otras órbitas estatales- a investigar qué es lo que aquí pasa. El Estado -por medio de sus autoridades- ofreció un soborno a los posibles cómplices o encubridores del crimen; sus informes se galardonarán con dinero, mostrando que el Estado -en vez de ejercer el poder de investigar para sancionar- recurrió a procedimientos propios de la corrupción, de los ámbitos turbios, de la delincuencia, negociando amnistías; toma y daca. Y por último, el Estado nos informa que en el país no hay mafias, lo que parece un chiste de pésimo gusto, pues ¿la viuda y los hijos de Cabezas creerán que es cierto que no hay mafias en el país? ¿Entonces no existió un crimen aleve y organizado con las características con que los mafiosos ponen su sello de terror? ¿O esa mafia no actuó en este país? Lo que ha pasado en su momento – no hace mucho tiempo- fue espantoso. Impone espanto pues demuestra que ciudadanos honestamente dedicados a un quehacer lícito, en nuestro país están expuestos a que tenebrosos y secretos poderes ajusten desconocidas cuentas en forma brutal, mientras el Estado pide auxilios afuera, adentro ofrece dádivas a los cómplices y públicamente niega la existencia de organizaciones clandestinas de criminales, que eso, precisamente, son las mafias. Lo que ha pasado ha sido un hito en nuestro país y no debemos olvidarnos del espanto. Los periodistas, por derecho propio, deben publicar y dar cuenta periódicamente de este horrendo suceso, compartiendo el dolor que los familiares de cabeza y de muchos otros colegas y amigos que sufrieron. Y, además, advertir a los ciudadanos y compatriota, la necesidad imperiosa, urgente, indispensable -y hasta vital, según los hechos lo están demostrando- de componer el Estado, de organizarlo, de vigorizarlo, de dotarlo de medios para que sea eficaz, confiable. Tan confiable como Tito Livio lo suponía hace veinte siglos: capaz de administrar justicia, de dar a cada uno lo suyo; de darle seguridad al ciudadano pacífico y honesto para que ejerza las funciones de su oficio, y de castigar a los que delinquen con todo el rigor que las leyes les tuviesen previsto. Esto – que el Estado realmente sancione a los que se lo merecen –, parece una utopía en estos tiempos en que ni se pueden encontrar a los vendedores de drogas (como la Iglesia católica y muchos otros lo denuncian). Pero es indispensable. Indispensable e imperioso; que este caso, de Cabezas – el que nunca debe olvidarse–, no vuelva a repetirse. Nunca más.
Escribe Jorge B. Lobo Aragón.
HECHOS TENEBROSOS QUE LOS CIUDADANOS Y ESPECIALMENTE LOS PERIODISTAS EN SU DÍA NO DEBEN OLVIDAR.
Tito Livio dice que funciones del Estado son hacer la guerra, construir caminos y administrar justicia. Exacta concisión clásica. La dirección y el monopolio de la fuerza, los caminos como síntesis de las obras públicas que exceden a las posibilidades de los particulares o que escapan a sus propósitos de lucro, y el fundamental cuidado de dar a cada uno lo suyo. Compendio de lo que el Estado es, de lo que el Estado debe ser para poder considerarse Estado y merecer respeto; de lo que el Estado debe cumplir para satisfacer a los ciudadanos que aspiran a vivir conforme al derecho, síntesis de un orden civilizado. Hoy la justicia aparece en grave peligro de escapar a las posibilidades del Estado. Se ha cometido hace ya tiempo, el aterrante crimen – entre otros -, del que ha resultado víctima el señor José Luis Cabezas, fotógrafo de “Noticias”, y el Estado se muestra como que no sólo ha sido incapaz de impedir el hecho mediante una buena vigilancia del orden público, sino que evidenció ser incompetente para investigar a sus autores, pues pidió auxilios a otros Estados, extranacionales, para averiguar los hechos, para individualizar a los criminales; que vengan otros -ajenos a él, de otras órbitas estatales- a investigar qué es lo que aquí pasa. El Estado -por medio de sus autoridades- ofreció un soborno a los posibles cómplices o encubridores del crimen; sus informes se galardonarán con dinero, mostrando que el Estado -en vez de ejercer el poder de investigar para sancionar- recurrió a procedimientos propios de la corrupción, de los ámbitos turbios, de la delincuencia, negociando amnistías; toma y daca. Y por último, el Estado nos informa que en el país no hay mafias, lo que parece un chiste de pésimo gusto, pues ¿la viuda y los hijos de Cabezas creerán que es cierto que no hay mafias en el país? ¿Entonces no existió un crimen aleve y organizado con las características con que los mafiosos ponen su sello de terror? ¿O esa mafia no actuó en este país? Lo que ha pasado en su momento – no hace mucho tiempo- fue espantoso. Impone espanto pues demuestra que ciudadanos honestamente dedicados a un quehacer lícito, en nuestro país están expuestos a que tenebrosos y secretos poderes ajusten desconocidas cuentas en forma brutal, mientras el Estado pide auxilios afuera, adentro ofrece dádivas a los cómplices y públicamente niega la existencia de organizaciones clandestinas de criminales, que eso, precisamente, son las mafias. Lo que ha pasado ha sido un hito en nuestro país y no debemos olvidarnos del espanto. Los periodistas, por derecho propio, deben publicar y dar cuenta periódicamente de este horrendo suceso, compartiendo el dolor que los familiares de cabeza y de muchos otros colegas y amigos que sufrieron. Y, además, advertir a los ciudadanos y compatriota, la necesidad imperiosa, urgente, indispensable -y hasta vital, según los hechos lo están demostrando- de componer el Estado, de organizarlo, de vigorizarlo, de dotarlo de medios para que sea eficaz, confiable. Tan confiable como Tito Livio lo suponía hace veinte siglos: capaz de administrar justicia, de dar a cada uno lo suyo; de darle seguridad al ciudadano pacífico y honesto para que ejerza las funciones de su oficio, y de castigar a los que delinquen con todo el rigor que las leyes les tuviesen previsto. Esto – que el Estado realmente sancione a los que se lo merecen –, parece una utopía en estos tiempos en que ni se pueden encontrar a los vendedores de drogas (como la Iglesia católica y muchos otros lo denuncian). Pero es indispensable. Indispensable e imperioso; que este caso, de Cabezas – el que nunca debe olvidarse –, no vuelva a repetirse. Nunca más.
PrisioneroEnArgentina.com
Related Posts
Feliz Año Nuevo
♦ PrisioneroEnArgentina.com le desea un muy feliz año por [...]
La inflación en el mes de julio en Argentina fue del 6,3 % y acumula un 113,4 % interanual
• El índice de inflación en Argentina fue de [...]
Maestra sin máscara, contagio sin número
♦ Una maestra no vacunada se presentó a clases [...]