Al congratularme al 12 de octubre que se acerca y a todo lo que esta fecha representa, interpreto que no contradigo los anhelos de los modernos indigenistas, pues ellos también adhieren, en la práctica y aunque no lo reconozcan, a la lengua española, a la escritura y a la aritmética, al uso de la rueda, a las ciencias médicas, al concepto de propiedad territorial, valores todos que se aprecian y que en América existen gracias al descubrimiento y a la conquista.
OPINIÓN
Nuevamente se nos viene encima en el calendario el 12 de octubre sin que se pueda a mi criterio distinguir bien qué se festeja en este día, aparte de los generalizados deseos de practicar el turismo en tiempo primaveral. Y los pocos recuerdos al descubrimiento de América, con más propiedad debiéramos decir la invención de América y al célebre almirante que se sintiera llamado por Dios para realizar la hazaña, han sido más bien para denostarla, para lamentar el hecho de que se nos incorporara a la civilización occidental, para deplorar que el pueblo español se trasladara a estas tierras trayendo su cultura, su religión, su lengua, sus tradiciones grecorromanas.El rechazo hacia el descubrimiento, hacia la conquista y hacia el pueblo que la realizara, se formula en nombre de los derechos que nos correspondían a los primitivos habitantes a mantener la y a la conquista.A este homenaje me permito extenderlo abarcando también la figura prócer de don Hipólito Yrigoyen, quien a esta fiesta le dio el nombre de día de la raza. Yrigoyen, en el texto de su decreto, nos enseña y nos exhorta: “la España, descubridora y conquistadora, volcó sobre el continente enigmático y magnífico el valor de sus guerreros, el denuedo de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, las labores de sus menestrales y, con la aleación de todos estos factores, obró el milagro de conquistar para la civilización la inmensa heredad en que hoy florecen las naciones a las cuales ha dado, con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua, una herencia inmortal que debemos afirmar y mantener con júbilo y reconocimiento”.Y así, con júbilo y reconocimiento, a una acción descubridora y conquistadora cuyos frutos somos los pueblos de media América, debemos congratularnos con la fecha y agradecer al presidente que la instituyera como día de la raza.
Por Jorge B. Lobo Aragón.
12 DE OCTUBRE
Al congratularme al 12 de octubre que se acerca y a todo lo que esta fecha representa, interpreto que no contradigo los anhelos de los modernos indigenistas, pues ellos también adhieren, en la práctica y aunque no lo reconozcan, a la lengua española, a la escritura y a la aritmética, al uso de la rueda, a las ciencias médicas, al concepto de propiedad territorial, valores todos que se aprecian y que en América existen gracias al descubrimiento y a la conquista.
OPINIÓN
Nuevamente se nos viene encima en el calendario el 12 de octubre sin que se pueda a mi criterio distinguir bien qué se festeja en este día, aparte de los generalizados deseos de practicar el turismo en tiempo primaveral. Y los pocos recuerdos al descubrimiento de América, con más propiedad debiéramos decir la invención de América y al célebre almirante que se sintiera llamado por Dios para realizar la hazaña, han sido más bien para denostarla, para lamentar el hecho de que se nos incorporara a la civilización occidental, para deplorar que el pueblo español se trasladara a estas tierras trayendo su cultura, su religión, su lengua, sus tradiciones grecorromanas. El rechazo hacia el descubrimiento, hacia la conquista y hacia el pueblo que la realizara, se formula en nombre de los derechos que nos correspondían a los primitivos habitantes a mantener la y a la conquista. A este homenaje me permito extenderlo abarcando también la figura prócer de don Hipólito Yrigoyen, quien a esta fiesta le dio el nombre de día de la raza. Yrigoyen, en el texto de su decreto, nos enseña y nos exhorta: “la España, descubridora y conquistadora, volcó sobre el continente enigmático y magnífico el valor de sus guerreros, el denuedo de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, las labores de sus menestrales y, con la aleación de todos estos factores, obró el milagro de conquistar para la civilización la inmensa heredad en que hoy florecen las naciones a las cuales ha dado, con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua, una herencia inmortal que debemos afirmar y mantener con júbilo y reconocimiento”. Y así, con júbilo y reconocimiento, a una acción descubridora y conquistadora cuyos frutos somos los pueblos de media América, debemos congratularnos con la fecha y agradecer al presidente que la instituyera como día de la raza.
JORGE B. LOBO ARAGÓN