Un juez federal designado por Trump asestó un duro golpe a los republicanos de Texas al bloquear su nuevo mapa electoral manipulado para el Congreso en 2026, obligando al estado a volver a sus distritos anteriores. El fallo, que denunció una flagrante manipulación electoral por motivos raciales, es una dura reprimenda para el gobernador Abbott y la cuidadosamente orquestada toma del poder por parte de Trump. Ver cómo un juez de su propio bando político los contradice es casi poético, como quemarse con la misma cerilla que uno mismo insistió en encender. Es difícil no reírse ante el dramático efecto contraproducente.
Lo que hace esto aún más gratificante es el contraste con California. El gobernador Gavin Newsom sometió la redistribución de distritos a votación pública, permitiendo que el pueblo decidiera de forma transparente en lugar de conspirar a puerta cerrada. El enfoque de Newsom se basó en la confianza en los votantes; los republicanos de Texas hicieron exactamente lo contrario y cayeron en su propia trampa. Esto es karma político en su máxima expresión, un recordatorio real de que las tácticas agresivas pueden volverse en su contra de forma espectacular.
Durante años, Abbott y el equipo de Trump intentaron manipular el sistema con tal agresividad que incluso un juez nombrado por Trump tuvo que decir: «¡Basta ya!». Ahora Texas tiene que lidiar con las consecuencias de sus propios actos, mientras el resto de nosotros presenciamos el espectáculo en primera fila. Momentos como este demuestran por qué la democracia, cuando se ejerce correctamente, sigue siendo importante y por qué intentar engañarla rara vez da resultado.
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Un juez federal designado por Trump asestó un duro golpe a los republicanos de Texas al bloquear su nuevo mapa electoral manipulado para el Congreso en 2026, obligando al estado a volver a sus distritos anteriores. El fallo, que denunció una flagrante manipulación electoral por motivos raciales, es una dura reprimenda para el gobernador Abbott y la cuidadosamente orquestada toma del poder por parte de Trump. Ver cómo un juez de su propio bando político los contradice es casi poético, como quemarse con la misma cerilla que uno mismo insistió en encender. Es difícil no reírse ante el dramático efecto contraproducente.
Durante años, Abbott y el equipo de Trump intentaron manipular el sistema con tal agresividad que incluso un juez nombrado por Trump tuvo que decir: «¡Basta ya!». Ahora Texas tiene que lidiar con las consecuencias de sus propios actos, mientras el resto de nosotros presenciamos el espectáculo en primera fila. Momentos como este demuestran por qué la democracia, cuando se ejerce correctamente, sigue siendo importante y por qué intentar engañarla rara vez da resultado.
PrisioneroEnArgentina.com
Nov 23, 2025