“Quien controla el miedo de la gente, se convierte en el amo de sus almas”
Maquiavelo, Nicola. «El príncipe»
El miedo, es una respuesta necesaria en todos los animales, es consustancial a la supervivencia; aparece ante cualquier señal real, o percepción de peligro dada en tiempo presente. Ante una posible amenaza el cerebro reacciona, en particular, a través de la amígdala, una estructura cerebral pequeña alojada en el seno del sistema límbico, o “cerebro emocional”.
En los seres humanos, se agrega, y esto hace la diferencia, que, como seres pensantes y dotados de un universo simbólico, este miedo natural, puede emerger por hechos del futuro, y además incluir cualquier amenaza no real o concreta, sino por la suposición de existencia de la misma.
Para los hombres no solo el miedo aparece con causa en la realidad, sino también en la generada por una fantasía, un relato, una creencia, tanto pretérita, actual como futura. Es más, aunque intentemos negarlo somos conocedores que en algún momento moriremos, y ese es un miedo que también nos caracteriza, la duda es cuando, como, donde, pero el hecho es ineludible. Como humanos el miedo no solo aparece por nuestra propia contingencia, sino que se ve ampliado por lo que pueda acontecer a nuestros allegados. Por consiguiente, el miedo siempre nos acompaña, aunque muchas veces, solo lo hace en forma latente.
La sensación de miedo, en el momento en que se materializa, por una circunstancia concreta, despierta una alerta, nos predispone a dos opciones que podríamos considerar sanas. Una es la de huida, cuando el peligro lo vemos como que excede nuestras capacidades defensivas, o instintivamente nos predispone a alejarnos del peligro. Otra, la defensa, es decir enfrentar el hecho atemorizante tratando de eliminarlo, de contenerlo. Y aquí, el acto de defensa puede ser proporcionado o exagerado, legítimo o no.
Una forma de reaccionar ante el miedo que puede considerarse patológica es el pánico. Sensación que nos inmoviliza, que nos paraliza, nos impide huir y también enfrentar, generando en el sujeto una situación anímica que puede haber y de hecho muchas veces lo tiene, consecuencias físicas o emocionales más o menos graves.
Ante el miedo, el cerebro envía las señales a las extremidades para huir, defendernos o para paralizarnos por completo, además de liberar hormonas como el cortisol y activar el sistema nervioso simpático. Aparecerá aumento de traspiración, taquicardia, palidez, sensación de ahogo, angustia, enojo, y más miedo.
EL COVID-19 COMO PATRÓN DEL MIEDO
Los humanos, tenemos otras formas de miedos. Está la emoción del miedo que despierta un hecho que es peligroso solo por la percepción propia de peligro manifestándose en las denominadas fobias. Los miedos surgen desde nuestro interior. Las fobias son un trastorno emocional caracterizado por un miedo intenso y desproporcionado a objetos o situaciones concretas, como son por ejemplo la claustrofobia (al encierro o lugares cerrados), la agorafobia (a los espacios abiertos), la misofobia (al contagio o contaminación).
También encontramos los miedos generados, inducidos o provocados por terceros. En esta época de gran difusión de información, se propaga más que el COVID-19, estos temores pueden ser originados por noticias reales, por el ocultamiento total o parcial de la realidad y en mucho por noticias falsas (fake news). Las noticias pueden a su vez, estar bien o mal difundidas, con o sin mala intención, y en algunas con intenciones aviesas.
El miedo se da ante situaciones de incertidumbre. Para el pedagogo Henninh Köhler, el miedo es un enigma existencial. El miedo negado, reprimido o minimizado da lugar a las formas enmascaradas de miedo, que se manifiesta en las ansias desmedidas de poder y de seguridad como modo de suprimir la no certeza. Tiene relación con la falta de sentido de vida auto-trascendente.
El miedo es esencial y hace a la supervivencia. El miedo, como el sol, siempre está. Por consiguiente, el miedo nos acompañará durante toda nuestra vida, solo hace falta un elemento desencadenante, concreto o abstracto, para que se nos haga sensible o consciente. Cuando existe una circunstancia general, grave y que afecta a muchos, como las catástrofes, epidemias, pandemias, guerras, hay una predisposición general al miedo y por ello es más fácil alimentarlo o propagarlo. Si a esto se le suman intereses políticos, ideológicos, económicos, y es alimentado por quien ejerce el gobierno de un Estado, que además tiene vocación autoritaria, y utiliza todos los medios de difusión y de presión con los que cuenta para mantener o acrecentar su poder, estamos ante una tormenta perfecta.
Se genera un estado de excepción, y violando normas de protección constitucional y convencional de los derechos y garantías de los habitantes del territorio, se limitan derechos no suspendibles como la igualdad ante la ley y la no discriminación, las garantías judiciales y las libertades de pensamiento y expresión. Se instaura el discurso único, sustentado en la defensa del interés común, de la patria y de los ciudadanos. Discurso unánime en todos los regímenes autoritarios que sostienen estas pautas como fundamento para vulnerar las libertades individuales y colectivas. Quien se opone, discute o demuestra que el relato oficial tergiversa u oculta datos y no solo es diferente, se transforma en enemigo, y como tal debe ser destruido. En nuestro caso, y ante la pandemia por el virus Covid-19, o se apoya sin posibilidad de crítica el mega confinamiento, o se es un asesino serial al que no le importa la vida de sus compatriotas.
El Presidente anunció la extensión del aislamiento en el AMBA y la fase 4 para el resto del país
“Prefiero una fábrica cerrada por la cuarentena que una fábrica cerrada porque los operarios están todos muertos”, enfatizó Fernández,
“La situación de Argentina es una situación bastante controlada, si se compara con otros países de la región, como Ecuador, Brasil y Chile”.
Claramente una exageración. Una forma de generar miedo.
Se pasa a considerar que quien reclama límites a la cuarentena y la posibilidad de obtener sustento para sí o sus allegados, quiere contagiarse y contagiar al prójimo. Una idea absurda, salvo para los suicidas que buscan acabar con su vida. Y en el caso, utilizar esta peste es una forma que resultaría por demás retorcida e insegura ya que solo abrazándose a alguien (como hizo el Presidente con el gobernador de Formosa) la posibilidad de contagio es relativa a lo que habrá que sumar la baja mortalidad del virus. CONTINUARÁ…
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Parte Uno
Por Dra. JOSEFINA MARGAROLI.
Por Dr. SERGIO MACULAN.
“Quien controla el miedo de la gente, se convierte en el amo de sus almas”
Maquiavelo, Nicola. «El príncipe»
El miedo, es una respuesta necesaria en todos los animales, es consustancial a la supervivencia; aparece ante cualquier señal real, o percepción de peligro dada en tiempo presente. Ante una posible amenaza el cerebro reacciona, en particular, a través de la amígdala, una estructura cerebral pequeña alojada en el seno del sistema límbico, o “cerebro emocional”.
En los seres humanos, se agrega, y esto hace la diferencia, que, como seres pensantes y dotados de un universo simbólico, este miedo natural, puede emerger por hechos del futuro, y además incluir cualquier amenaza no real o concreta, sino por la suposición de existencia de la misma.
Para los hombres no solo el miedo aparece con causa en la realidad, sino también en la generada por una fantasía, un relato, una creencia, tanto pretérita, actual como futura. Es más, aunque intentemos negarlo somos conocedores que en algún momento moriremos, y ese es un miedo que también nos caracteriza, la duda es cuando, como, donde, pero el hecho es ineludible. Como humanos el miedo no solo aparece por nuestra propia contingencia, sino que se ve ampliado por lo que pueda acontecer a nuestros allegados. Por consiguiente, el miedo siempre nos acompaña, aunque muchas veces, solo lo hace en forma latente.
La sensación de miedo, en el momento en que se materializa, por una circunstancia concreta, despierta una alerta, nos predispone a dos opciones que podríamos considerar sanas. Una es la de huida, cuando el peligro lo vemos como que excede nuestras capacidades defensivas, o instintivamente nos predispone a alejarnos del peligro. Otra, la defensa, es decir enfrentar el hecho atemorizante tratando de eliminarlo, de contenerlo. Y aquí, el acto de defensa puede ser proporcionado o exagerado, legítimo o no.
Una forma de reaccionar ante el miedo que puede considerarse patológica es el pánico. Sensación que nos inmoviliza, que nos paraliza, nos impide huir y también enfrentar, generando en el sujeto una situación anímica que puede haber y de hecho muchas veces lo tiene, consecuencias físicas o emocionales más o menos graves.
Ante el miedo, el cerebro envía las señales a las extremidades para huir, defendernos o para paralizarnos por completo, además de liberar hormonas como el cortisol y activar el sistema nervioso simpático. Aparecerá aumento de traspiración, taquicardia, palidez, sensación de ahogo, angustia, enojo, y más miedo.
EL COVID-19 COMO PATRÓN DEL MIEDO
Los humanos, tenemos otras formas de miedos. Está la emoción del miedo que despierta un hecho que es peligroso solo por la percepción propia de peligro manifestándose en las denominadas fobias. Los miedos surgen desde nuestro interior. Las fobias son un trastorno emocional caracterizado por un miedo intenso y desproporcionado a objetos o situaciones concretas, como son por ejemplo la claustrofobia (al encierro o lugares cerrados), la agorafobia (a los espacios abiertos), la misofobia (al contagio o contaminación).
También encontramos los miedos generados, inducidos o provocados por terceros. En esta época de gran difusión de información, se propaga más que el COVID-19, estos temores pueden ser originados por noticias reales, por el ocultamiento total o parcial de la realidad y en mucho por noticias falsas (fake news). Las noticias pueden a su vez, estar bien o mal difundidas, con o sin mala intención, y en algunas con intenciones aviesas.
El miedo se da ante situaciones de incertidumbre. Para el pedagogo Henninh Köhler, el miedo es un enigma existencial. El miedo negado, reprimido o minimizado da lugar a las formas enmascaradas de miedo, que se manifiesta en las ansias desmedidas de poder y de seguridad como modo de suprimir la no certeza. Tiene relación con la falta de sentido de vida auto-trascendente.
El miedo es esencial y hace a la supervivencia. El miedo, como el sol, siempre está. Por consiguiente, el miedo nos acompañará durante toda nuestra vida, solo hace falta un elemento desencadenante, concreto o abstracto, para que se nos haga sensible o consciente. Cuando existe una circunstancia general, grave y que afecta a muchos, como las catástrofes, epidemias, pandemias, guerras, hay una predisposición general al miedo y por ello es más fácil alimentarlo o propagarlo. Si a esto se le suman intereses políticos, ideológicos, económicos, y es alimentado por quien ejerce el gobierno de un Estado, que además tiene vocación autoritaria, y utiliza todos los medios de difusión y de presión con los que cuenta para mantener o acrecentar su poder, estamos ante una tormenta perfecta.
Se genera un estado de excepción, y violando normas de protección constitucional y convencional de los derechos y garantías de los habitantes del territorio, se limitan derechos no suspendibles como la igualdad ante la ley y la no discriminación, las garantías judiciales y las libertades de pensamiento y expresión. Se instaura el discurso único, sustentado en la defensa del interés común, de la patria y de los ciudadanos. Discurso unánime en todos los regímenes autoritarios que sostienen estas pautas como fundamento para vulnerar las libertades individuales y colectivas. Quien se opone, discute o demuestra que el relato oficial tergiversa u oculta datos y no solo es diferente, se transforma en enemigo, y como tal debe ser destruido. En nuestro caso, y ante la pandemia por el virus Covid-19, o se apoya sin posibilidad de crítica el mega confinamiento, o se es un asesino serial al que no le importa la vida de sus compatriotas.
Telam (08/may/2020): https://www.telam.com.ar/notas/202005/461511-alberto-fernandez-gobierno-nacional-coronavirus-aislamiento-anuncios.html
El Presidente anunció la extensión del aislamiento en el AMBA y la fase 4 para el resto del país
“Prefiero una fábrica cerrada por la cuarentena que una fábrica cerrada porque los operarios están todos muertos”, enfatizó Fernández,
“La situación de Argentina es una situación bastante controlada, si se compara con otros países de la región, como Ecuador, Brasil y Chile”.
Claramente una exageración. Una forma de generar miedo.
Se pasa a considerar que quien reclama límites a la cuarentena y la posibilidad de obtener sustento para sí o sus allegados, quiere contagiarse y contagiar al prójimo. Una idea absurda, salvo para los suicidas que buscan acabar con su vida. Y en el caso, utilizar esta peste es una forma que resultaría por demás retorcida e insegura ya que solo abrazándose a alguien (como hizo el Presidente con el gobernador de Formosa) la posibilidad de contagio es relativa a lo que habrá que sumar la baja mortalidad del virus. CONTINUARÁ…
Dra. Josefina Margaroli
medica legista
abogada
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Dr. Sergio Luis Maculan
abogado
notario
psicólogo
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Junio 27, 2021