El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), busca resucitar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), una vieja ambición de EE.UU. que fue rechazada en tiempos de George W. Bush, en la IV Cumbre de las Américas, realizada en Mar del Plata (Argentina) en noviembre de 2005. Expertos sostienen que la propuesta del inquilino del Palacio Nacional, además de ser “inviable en términos económicos”, representa un “grave riesgo para la soberanía regional”, toda vez que Washington “siempre impone condicionamientos para hacer valer sus intereses”. Fue durante la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) cuando López Obrador puso a consideración de los presentes el establecimiento de un acuerdo de libre comercio que incluyera a todos los países de América Latina y el Caribe, además de EE.UU. y Canadá. La propuesta la venía elaborando meses atrás. Las razones detrás de este polémico plan están contenidas en su más reciente libro, ‘A la mitad del camino’, publicado a principios de septiembre pasado. En el apartado que se refiere a las oportunidades del tratado de libre comercio con EE.UU. y Canadá (T-MEC), López Obrador señala que la cercanía de México con la primera potencia mundial “obliga a buscar acuerdos”.
“Sería un grave error ponernos con Sansón a las patadas”, sostiene, si bien precisa que toda negociación con Washington deberá fundamentarse en el respeto a la soberanía: “No somos un protectorado, una colonia o su patio trasero”.
Lanzar un acuerdo de libre comercio de alcance continental obedece, según López Obrador, a la necesidad de hacer que EE.UU. no caiga en la “tentación” de optar por la vía militar para impedir la caída de su economía frente a China. Según las cifras presentadas por López Obrador, en caso de que no se establezca esta alianza, el declive de EE.UU. frente al gigante asiático será monumental: “En otros 30 años, para 2051, China tendrá el dominio de un 64,8% del mercado mundial y EE.UU. solo entre un 4 y un 10%”.
“Pienso que lo mejor sería fortalecernos en América del Norte y en todo el Continente, con respeto al derecho ajeno y a la independencia de cada país, por supuesto. Además, no veo otra salida (…) lo mejor es ser eficientes, creativos, fortalecer nuestro mercado regional y competir con cualquier país o región del mundo”.
López Obrador ve con ‘buenos ojos’ el establecimiento de un acuerdo de libre comercio que incluya a todo el Continente desde antes de convertirse en presidente. Su apoyo a este proyecto se remonta a cuando fue jefe de gobierno de la Ciudad de México durante la década de los 2000. En medio de los preparativos para arrancar su primera campaña rumbo a la Presidencia, López Obrador publicó a finales de 2005 un documento titulado ’50 Compromisos para recuperar el orgullo nacional’, en el que avalaba el mega acuerdo comercial defendido por la Casa Blanca. En el compromiso 24, planteaba impulsar ramas industriales en el marco del ALCA. En el documento, en poder de este medio, se explica lo que, a su juicio, se requería negociar para obtener beneficios.
“Negociar en el marco del ALCA reglas de origen más flexibles que permitan a las empresas mexicanas exportar en condiciones más competitivas a todos los países del Continente americano”.
En el compromiso 25, relacionado con el sector de la maquila, López Obrador vuelve a hacer mención del ALCA y la necesidad de negociar a favor de empresas nacionales.
“Negociar dentro del ALCA reglas de origen que permitan a la industria maquiladora cumplir con el requisito de origen y tener la posibilidad de exportar en condiciones preferenciales a todos los países del Continente americano”.
De esta forma, López Obrador sellaba su compromiso no solo con el libre comercio, sino con una iniciativa hemisférica auspiciada por EE.UU., y hasta formulaba propuestas para establecer reglas de origen, con el objetivo de exportar en condiciones preferenciales a todos los países de América Latina y el Caribe. Aunque se consideraba a sí mismo un político de izquierda, AMLO se terminó alineando con la postura del presidente mexicano Vicente Fox, de orientación conservadora quien, de acuerdo con fuentes de la delegación diplomática colombiana, en aquel momento se había dedicado a “presionar” a Bogotá y los Gobiernos centroamericanos para pronunciarse a favor del ALCA. El actual presidente mexicano ha intentado construir una relación bilateral menos asimétrica con EE.UU., un vínculo de mutuo beneficio. El énfasis se ha puesto en la denominada ‘cooperación para el desarrollo’, la clave que, a su juicio, permitirá resolver las causas estructurales de varios de los problemas de la agenda bilateral, por ejemplo, la migración indocumentada. La respuesta de EE.UU., sin embargo, no refleja sino falta de voluntad política. Tras ceder antes las presiones de Donald Trump, quien a mediados de 2019 exigió el despliegue de elementos de Fuerzas Armadas y Seguridad para resguardar la frontera Sur, López Obrador solicitó a Washington adoptar un enfoque distinto en materia migratoria. Su propuesta consistió en el lanzamiento de un programa de desarrollo regional para el sureste mexicano y los países de Centroamérica. Sin embargo, el programa nunca recibió financiamiento de la Administración Trump. Y la de Biden tampoco ha transferido recursos, a pesar del compromiso suscrito a principios de año de invertir 4.000 millones de dólares.En su plan de establecer un mega acuerdo comercial, sin embargo, López Obrador no ceja en su empeño de convocar a Washington a iniciar en el Continente “una relación del todo nueva”, como se desprende de su más reciente libro; una relación que considere desde abrir las fronteras de la Unión Americana para permitir el ingreso de mano de obra calificada, hasta establecer un plan de desarrollo conjunto.
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El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), busca resucitar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), una vieja ambición de EE.UU. que fue rechazada en tiempos de George W. Bush, en la IV Cumbre de las Américas, realizada en Mar del Plata (Argentina) en noviembre de 2005. Expertos sostienen que la propuesta del inquilino del Palacio Nacional, además de ser “inviable en términos económicos”, representa un “grave riesgo para la soberanía regional”, toda vez que Washington “siempre impone condicionamientos para hacer valer sus intereses”. Fue durante la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) cuando López Obrador puso a consideración de los presentes el establecimiento de un acuerdo de libre comercio que incluyera a todos los países de América Latina y el Caribe, además de EE.UU. y Canadá. La propuesta la venía elaborando meses atrás. Las razones detrás de este polémico plan están contenidas en su más reciente libro, ‘A la mitad del camino’, publicado a principios de septiembre pasado. En el apartado que se refiere a las oportunidades del tratado de libre comercio con EE.UU. y Canadá (T-MEC), López Obrador señala que la cercanía de México con la primera potencia mundial “obliga a buscar acuerdos”.
“Sería un grave error ponernos con Sansón a las patadas”, sostiene, si bien precisa que toda negociación con Washington deberá fundamentarse en el respeto a la soberanía: “No somos un protectorado, una colonia o su patio trasero”.
Lanzar un acuerdo de libre comercio de alcance continental obedece, según López Obrador, a la necesidad de hacer que EE.UU. no caiga en la “tentación” de optar por la vía militar para impedir la caída de su economía frente a China. Según las cifras presentadas por López Obrador, en caso de que no se establezca esta alianza, el declive de EE.UU. frente al gigante asiático será monumental: “En otros 30 años, para 2051, China tendrá el dominio de un 64,8% del mercado mundial y EE.UU. solo entre un 4 y un 10%”.
“Pienso que lo mejor sería fortalecernos en América del Norte y en todo el Continente, con respeto al derecho ajeno y a la independencia de cada país, por supuesto. Además, no veo otra salida (…) lo mejor es ser eficientes, creativos, fortalecer nuestro mercado regional y competir con cualquier país o región del mundo”.
López Obrador ve con ‘buenos ojos’ el establecimiento de un acuerdo de libre comercio que incluya a todo el Continente desde antes de convertirse en presidente. Su apoyo a este proyecto se remonta a cuando fue jefe de gobierno de la Ciudad de México durante la década de los 2000. En medio de los preparativos para arrancar su primera campaña rumbo a la Presidencia, López Obrador publicó a finales de 2005 un documento titulado ’50 Compromisos para recuperar el orgullo nacional’, en el que avalaba el mega acuerdo comercial defendido por la Casa Blanca. En el compromiso 24, planteaba impulsar ramas industriales en el marco del ALCA. En el documento, en poder de este medio, se explica lo que, a su juicio, se requería negociar para obtener beneficios.
“Negociar en el marco del ALCA reglas de origen más flexibles que permitan a las empresas mexicanas exportar en condiciones más competitivas a todos los países del Continente americano”.
En el compromiso 25, relacionado con el sector de la maquila, López Obrador vuelve a hacer mención del ALCA y la necesidad de negociar a favor de empresas nacionales.
“Negociar dentro del ALCA reglas de origen que permitan a la industria maquiladora cumplir con el requisito de origen y tener la posibilidad de exportar en condiciones preferenciales a todos los países del Continente americano”.
De esta forma, López Obrador sellaba su compromiso no solo con el libre comercio, sino con una iniciativa hemisférica auspiciada por EE.UU., y hasta formulaba propuestas para establecer reglas de origen, con el objetivo de exportar en condiciones preferenciales a todos los países de América Latina y el Caribe. Aunque se consideraba a sí mismo un político de izquierda, AMLO se terminó alineando con la postura del presidente mexicano Vicente Fox, de orientación conservadora quien, de acuerdo con fuentes de la delegación diplomática colombiana, en aquel momento se había dedicado a “presionar” a Bogotá y los Gobiernos centroamericanos para pronunciarse a favor del ALCA. El actual presidente mexicano ha intentado construir una relación bilateral menos asimétrica con EE.UU., un vínculo de mutuo beneficio. El énfasis se ha puesto en la denominada ‘cooperación para el desarrollo’, la clave que, a su juicio, permitirá resolver las causas estructurales de varios de los problemas de la agenda bilateral, por ejemplo, la migración indocumentada. La respuesta de EE.UU., sin embargo, no refleja sino falta de voluntad política. Tras ceder antes las presiones de Donald Trump, quien a mediados de 2019 exigió el despliegue de elementos de Fuerzas Armadas y Seguridad para resguardar la frontera Sur, López Obrador solicitó a Washington adoptar un enfoque distinto en materia migratoria. Su propuesta consistió en el lanzamiento de un programa de desarrollo regional para el sureste mexicano y los países de Centroamérica. Sin embargo, el programa nunca recibió financiamiento de la Administración Trump. Y la de Biden tampoco ha transferido recursos, a pesar del compromiso suscrito a principios de año de invertir 4.000 millones de dólares.En su plan de establecer un mega acuerdo comercial, sin embargo, López Obrador no ceja en su empeño de convocar a Washington a iniciar en el Continente “una relación del todo nueva”, como se desprende de su más reciente libro; una relación que considere desde abrir las fronteras de la Unión Americana para permitir el ingreso de mano de obra calificada, hasta establecer un plan de desarrollo conjunto.
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 8, 2021