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  Por Prof. Mgtr. María Elena Cisneros Rueda.

Dos seres similares y diferentes. Uno es considerado el Príncipe de las pampas, estuvo sentado a la mesa de los cardenales en Roma, fue recibido por el Papa Pío XII, a quien le entregó  un poncho de lana de guanaco. Ha sido beatificado, hijo amado y respetuoso de sus padres sólo deseaba prepararse para ser “útil a su pueblo”. El otro un personaje de tira cómica creado por la imaginación de Quinterno, nació en 1928 y luego de una corta ausencia terminó por convertirse en un ícono importante e influyente de la historia argentina.

Dos representantes de los pueblos originarios, dos hombres, uno real y el otro ficticio, un mismo pensamiento: amor y respeto por su pueblo y patriotismo total y devoto hacia la tierra que los viera nacer.

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He aquí sus historias…

Juan Calfucurá fue el fundador de la dinastía curá que significa “piedra”. En 1852 es apadrinado por Urquiza al convertirse a la fe católica prometiendo no volver a atacar y mantener la paz entre sus pueblos. Del matrimonio con Juana Pithrén tiene tres hijos, uno de los cuales en 1875, le sucede. Manuel Namuncurá considerado Gran Cacique y amado por su pueblo debido a su carisma natural y don de mando innegable, siguiendo los pasos de su padre y frente al cacicazgo salinero promete también la paz, pero no son respetados los términos por los “blancos” por los que organiza el “gran malón” para el que reúne 3.500 lanzas de trasandinos, ranqueles, del Pincén y de Catriel. Logran hacerse con 300 cautivos entre hombres y mujeres y 300mil reses. El 26 de junio de 1884 se reúne en Buenos Aires con Julio Roca quien lo nombra “Coronel de la Nación”, le asigna un sueldo mensual y se establece en Chimpay,(Río Negro), donde le otorgan los campos de San Ignacio en la confluencia con el arroyo San Ignacio  y el río Aluminé (Neuquén). Manuel  ya practicaba el “poliamor”  y tenía en su haber tres mujeres, una de ellas cautiva chilena llamada Rosario Burgos da a luz a su hijo Ceferino nacido el 26 de agosto d 1886,  que es bautizado en la fe católica en 1888 por el sacerdote salesiano Milancio, mediador entre los araucanos y el ejército argentino, Las tierras le fueron “otorgadas” pero nunca se concretó la entrega de los documentos que así lo atestiguaban. Esta etnia araucana también es conocida como reches, aucas, moluches, pampas, puelches, mapuches, pehuenches, chilenos, huilliches, picunches y promaucas. Tenían como idioma  general el “mapudungún” pero cada pueblo tenía su propio dialecto y estaban relacionados con los tehuelches y payos. Durante el siglo XV era el pueblo indígena más numeroso del Cono Sud que habitaba en la zona centro y zona sur de Chile y parte de Argentina.

De hecho “mapuche” viene de “mapu” tierra, país y “che” gente por tanto se le da este nombre a un conjunto de  pueblos amerindios que en época de la conquista habitaba en la región central y centro sur de Chile y que hoy es el pueblo indígena mayoritario de Chile.

La historia de vida de Ceferino Namuncurá, nacido en territorio habitado por araucanos y tehuelches pasa por la Conquista del Desierto, los procesos de evangelización y la tensión entre la cultura occidental y los pueblos originarios.

En 1894, Manuel Namuncurá viaja a Buenos Aires para defender los derechos relacionados con los títulos de propiedad de la tierra “otorgada” a su pueblo. El Congreso le promete ocho leguas en Champay pero nunca lo concretaron.

Ceferino al ver la impotencia angustiada de su padre sufriendo por la deplorable condición en que encontraban la comunidad, le pide viajar a Buenos Aires para “estudiar, prepararse y ser útil a su pueblo”. Ceferino era un araucano completo, experto jinete, cazador intrépido con las boleadoras, capaz de sobrevivir en condiciones extremas de clima. Viaja junto a su padre e ingresa en el Colegio Salesiano donde tiene por compañero de estudios a Carlos Gardel. Sin embargo, las privaciones sufridas habían ya marcado su cuerpo con la tuberculosis. Lo envían a Viedma un tiempo y en 1904 monseñor Cagliero pensando que el clima de Roma sería más propicio lo lleva y lo introduce en el cerrado círculo de las altas esferas eclesiásticas. Uno de sus biógrafos pone de manifiesto que Ceferino deseaba volver a su tierra natal como orgullo a su identidad araucana perteneciente al conglomerado de pueblos mapuches. En 1905 le escribe a su padre: ”Le agradezco su gran resignación de sacrificio de tantos años sin vernos…Querido papá le pido su paternal bendición y créame su afectísimo hijo que desea abrazarlo”. Muere el 11 de mayo de 1905 a los 18 años.

Según otra estudiosa de la situación, las perspectivas de Ceferino de haber vuelto hubiera sido “ingresar en el ejército, entrar al servicio doméstico o deportado como mano de obra barata, porque ésta era la forma de desmembrar a las familias de las comunidades sometidas de la Patagonia”.

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Por su parte Patoruzú, dibujo creado por un gran artista de las historietas es hijo de Patoruzek II y de “Patora, la tuerta”, terrateniente tehuelche dueño de extensos campos en la Patagonia, ingenuo y noble, sin dobleces, extremadamente patriota, “Ñancul” es el encargado de ocuparse de sus posesiones cuando está en Buenos Aires en compañía de su “padrino” Isidoro Cañones, citadino haragán, vividor, miedoso, desconfiado, gandul, petimetre, mequetrefe, falso, estafador, egoísta que representa a la perfección a aquel que vive de las apariencias, mostrando una fachada que no tiene y para lo cual se aprovecha del “ahijado” que tiene además otro adversario, “Chupamiel” que quiere todo lo que Patoruzú posee, pero “de arriba” quitándole lo heredado. Patoruzú tiene dos hermanos “Upa” y “Patora”, su fiel amigo el corcel “Pampero” y es totalmente mimado por su ama de crianza “Chacha”. Sus propiedades se extienden desde Neuquén hasta Santa Cruz, desde la Cordillera hasta el océano atlántico y sus principales recursos son la  crianza de ovejas y pozos petroleros.

Ambos personajes inolvidables son oriundos de territorios hoy reclamados por gente que no sabe cabalgar, o cazar con boleadoras, no hablan el idioma ancestral, ni siquiera sus rasgos concuerdan con lo que furiosamente reclaman. Tendrían derecho a reclamar aquellas tierras que le prometieran a Manuel Namuncurá puesto que allí habitaban, entonces solo reclamar la documentación necesaria dada por el Congreso y según lo pactado con Roca, pero en realidad los “mapuches” que tanto vociferan, provocan desastres, atacan, roban, incendian, son originarios de Chile, solo una pequeña parte de su gente vivía pacíficamente en territorios argentinos. Tendrían que reclamar a Chile en realidad.

Por otro lado, un verdadero araucano como  Ceferino y un  tehuelche como Patoruzú, no mostraron jamás en sus comportamientos ningún tipo de agresividad puesto que ambos eran extremadamente patriotas y respetuosos de las leyes de su Patria. Además la importancia de la sangre es primordial, para ser considerado “verdadero indígena” hay que tener un 50% de genes correspondientes a la etnia de la que se dicen representantes con una cantidad significativa de alelos que así lo atestigüen.

Otro punto fundamental radica en el hecho de que estos revoltosos no comenzaron sus diatribas por sí solos sino que fueron hábilmente manipulados por los verdaderos interesados en quedarse con esos territorios que poseen enorme caudal de riquezas que los argentinos ni piensan que tienen: aguas continentales, recursos marinos, recursos agrícolas, donde la Patagonia es reconocida a nivel mundial por ser una zona óptima para la producción de frutas finas  y de pepitas, madera, pesca, minería, hidrocarburos, turismo, ubicación geopolítica, conjunción de dos océanos, recursos renovables, lana, ecosistemas de bosques, turberas, glaciares, fiordos y canales que la convierten en un tesoro mundial donde una parte es compartida con Chile y por eso surgen ciertos roces.

Entonces, entre Ceferino y Patoruzú, estos “semi mapuches” que tienen más de “Chupamiel” que de otra cosa, son  una pantalla que oculta verdaderas y siniestras intenciones. Los argentinos creen que el país termina en la Avenida General Paz y ni siquiera de vacaciones van hacia el sur. Nunca se interesaron en estudiar y comprender lo que significó la Campaña al Desierto. Repiten sobre repeticiones que escuchan al pasar y que no tienen ningún asidero legal. Por supuesto que todos debemos apoyar a los pueblos originarios de todo el país y no solo los del sur. Los del norte viven en condiciones deplorables Hasta hoy se practica en “chineo” donde los “hijos de papá” secuestra, violan, matan, embarazas a niñas indígenas y lo que es peor, las autoridades sanitarias y policiales ni siquiera se inmutan porque es algo “natural”.

Si vamos a reclamar por los derechos de los pueblos originarios, hagámoslo por todos de una buena vez. En el sur cuentan con el apoyo incondicional de Ceferino que es muy milagroso. Pues solo ir al santuario, arrodillarse y pedir y si las intenciones son buenas, esos anhelos serán cumplidos. Caso contrario…

 

Referencias

Archivo de la Cámara de Diputados de la Nación Argentina

Fernánde, V.M. “Ceferino Namuncurá, el canto de nuestras heridas”. Espasa Calpe. Bs.As.

Nicoletti, M.A. “Ceferino Namuncurá, un indígena virtuoso”.Conicet.

https//www.cultura.gob.ar

https//www.vatican.va

htpps//www.patagonia.com.ar

https//www.austral-edu.ar

MARÍA ELENA CISNEROS RUEDA, nacida el 16 de marzo de 1951, en la Provincia de Entre Ríos, Argentina, es: profesora superior de danzas clásicas, profesora superior de danzas españolas, maestra normal nacional, profesora superior de piano, profesora superior de teoría y solfeo, dactilógrafa, licenciada en Ciencias de la Educación, en la  Universidad de Ginebra, Suiza, profesora superior de idioma francés, habla además español inglés, italiano, portugués y hebreo bíblico. Ha compuesto más de 150 obras musicales y escrito: “Cuaderno de Iniciación Musical”, y 15 libros de partituras entre los que se encuentran: “La educación musical de los pequeñitos”, “El señor de la Isla” (obtuvo premio de la ciudad de Meyrin. Suiza), “Rulos y Bigotes”, “La evolución de la musicoterapia a través del tiempo”. En deportes ha practicado: natación, tenis, equitación, golf y cetrería. Entre otros, ha recibido premios como: “Ciudad de Meyrin” (Suiza) en Literatura. “Gian Batista Viotti” (Italia) en música, y “ Rosa Mística”, (Curitiba. Brasil) en piano. Se ha desempeñado como profesora de Parvularios y  Técnica especializada en Dirección y Supervisión de Escuelas de la Universidad Católica Argentina. Es creadora del “Atelier de Creation Musical”, en Ginebra. Suiza y   creadora del “Centro Pedagógico Musical”, en la Escuela de Música de Paraguay. Posee un Masteradocen de Musicoterapia y es doctorante en la Universidad de Cambridge (Reino Unido de Gran Bretaña).  Un Masterado en Educación Musical en el Instituto de Ribaupuerre Lausanne de  Suiza. Y un Masterado en “Educación y Didáctica Universitaria” en la Universidad Americana de Paraguay. En ese país, donde reside ha sido profesora en: El Ateneo Paraguayo, Colegio de San José, Colegio Teresiano, Colegio San Nicolás de Bari, Panamericana International School, Colegio Francés, Universidad Evangélica, y Universidad Nacional. Actualmente es Profesora investigadora en el Centro de Investigación de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte. Universidad Nacional de Asunción y da clases de piano en la casa que alquila en “Rincón San Lorenzo” un humilde barrio de Asunción. Siendo proteccionista convive con 12 perros y 20 gatos, rescatados. Así espera que el tiempo transcurra y finalmente la lleve a reunirse nuevamente con el amor de su vida, JOSÉ LÓPEZ REGA, quien, en junio de 1989, le dijera por última vez: “Hasta que la muerte nos vuelva a unir”.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Octubre 25, 2021


 

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