CONTRARIAMENTE A LO QUE SE ESPERABA, TODO LO SUCEDIDO SEMANAS ATRÁS FUE UNA ANÉCDOTA
Y SEGUIMOS VEGETANDO EN ESTAS TIERRAS, MIENTRAS NOS PREPARAMOS PARA LAS VACACIONES.
En menos de una semana, la sociedad pasó de escandalizarse por el asesinato del kiosquero de Ramos Mejía a horrorizarse del asesinato del joven futbolista de Florencio Varela.
La misma gente que exigía más seguridad y más presencia policial, es la misma que ahora exige castigo a la policía y cuestiona la idoneidad de la misma, azuzados por algunos medios de comunicación y obviamente por los grupos de los derechos humanos, que denominan al hecho, otro caso de gatillo fácil.
Convengamos en primer lugar, que por más esfuerzos dialecticos que se haga, este suceso no se trata de un caso de gatillo fácil ni de violencia institucional, sino que se trata de tres energúmenos, que se dieron una maratón de la serie División Miami, que asesinaron a un joven. Dicho de otro modo, que estos tres individuos que revestían el carácter de policías, actúen por fuera de la ley, no significa que automáticamente deba responsabilizarse del hecho a toda la policía ni cuestionarla como institución.
Acordemos en segundo lugar que esto último le sirve a los gobernantes, a todos por igual y de cualquier color, pues al colocar a la Policía en el ojo de la tormenta, al cuestionarse su idoneidad y su capacidad, se evita la verdad discusión: la falta de coherentes políticas de seguridad como la falta de verdadera conducción política de las fuerzas de seguridad. Se centra la discusión en el accionar policial pero nada se dice de la ausencia de adecuada y moderna capacitación del personal, de la carencia de avanzada tecnología ni de los incoherentes protocolos que les imponen las administraciones de turno.
Todo ello sumado a que, en los últimos tiempos, los jóvenes que ingresan a las fuerzas de seguridad no lo hacen por “vocación” (como era antes) sino simplemente como una “salida laboral”. Tienen un sueldo (magro, por cierto) y una obra social. En un pais desbastado por la pobreza y la desocupación desde hace décadas, eso todo un privilegio.
En el artículo de la semana pasada decíamos que: “si como sociedad no asumimos un pensamiento adulto, esta implosión será una anécdota más en estas tierras y seguiremos siendo unos miserables hipócritas vegetando en algo se llamó República Argentina”. Contrariamente a lo que esperábamos, esta semana por lo menos, seguimos con las actitudes adolescentes como sociedades, convirtiendo en anécdota todo lo sucedido en semanas anteriores y vegetando como consecuencia, en estas tierras.
En el medio, las elecciones legislativas del ultimo domingo. En las cuales quedó demostrado que, a pesar de la derrota que sufrió el gobierno, este conserva aún margen de maniobra y así quedó evidenciado cuando en Provincia de Buenos Aires –la madre de todas las batallas- del exiguo 33,25% de votos que había cosechado en las PASO lo elevó al 38,5% en las generales, quedando tan solo a 1,3 puntos de la principal fuerza de oposición. Por ello las declaraciones de que “perdimos ganando”.
Esta inesperada situación, pues preveían una derrota más abultada, sirvió para envalentonar al Presidente en una “imaginaria victoria”, utilizando el acto del 17 de noviembre para mostrar que la CGT y muchos movimientos sociales se alinearon con él. Desde el Instituto Patria solo hay silencio por ahora y nadie se atreve a presagiar que hará su titular. Una pista. Fue muy significativa la actitud de los muchachos de “La Campora” que, en el acto de la militancia, si bien concentró, nunca llegó a la Plaza de Mayo. Se puede pensar que la Señora va a “torpedear” las iniciativas presidenciales, pero sin romper la coalición gobernante. Sea como sea, los gruesos nubarrones que se ciernen en el horizonte interno oficial no se han disipado.
Del otro lado, la principal oposición en vez de abroquelarse y sumar otras fuerzas, de cara a la presidenciales del 2023, comenzó una insólita interna, con radicales que exigen más participación y cuota de poder públicamente, peleas por las jefaturas de los bloques en el Congreso y sectores que se resisten a la incorporación de los llamados libertarios, todo en un amague de ruptura interna que sería funesto para ellos.
Ahora, como siempre sucede en estos australes lares, la proximidad de fin de año y sus tradicionales fiestas como las veraniegas vacaciones de Enero, hace que todo entre en un “impasse” hasta Febrero/Marzo, incluso de los problemas más acuciantes, nadie habla ya del precio del dólar, de ni la inflación, ni del crecimiento de pobreza, ni de la suba de impuestos. Todo puede esperar hasta que volvamos de nuestros “merecidos descansos de verano”.
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Por Dr. Gonzalo P. Miño.
CONTRARIAMENTE A LO QUE SE ESPERABA, TODO LO SUCEDIDO SEMANAS ATRÁS FUE UNA ANÉCDOTA
Y SEGUIMOS VEGETANDO EN ESTAS TIERRAS, MIENTRAS NOS PREPARAMOS PARA LAS VACACIONES.
En menos de una semana, la sociedad pasó de escandalizarse por el asesinato del kiosquero de Ramos Mejía a horrorizarse del asesinato del joven futbolista de Florencio Varela.
La misma gente que exigía más seguridad y más presencia policial, es la misma que ahora exige castigo a la policía y cuestiona la idoneidad de la misma, azuzados por algunos medios de comunicación y obviamente por los grupos de los derechos humanos, que denominan al hecho, otro caso de gatillo fácil.
Convengamos en primer lugar, que por más esfuerzos dialecticos que se haga, este suceso no se trata de un caso de gatillo fácil ni de violencia institucional, sino que se trata de tres energúmenos, que se dieron una maratón de la serie División Miami, que asesinaron a un joven. Dicho de otro modo, que estos tres individuos que revestían el carácter de policías, actúen por fuera de la ley, no significa que automáticamente deba responsabilizarse del hecho a toda la policía ni cuestionarla como institución.
Acordemos en segundo lugar que esto último le sirve a los gobernantes, a todos por igual y de cualquier color, pues al colocar a la Policía en el ojo de la tormenta, al cuestionarse su idoneidad y su capacidad, se evita la verdad discusión: la falta de coherentes políticas de seguridad como la falta de verdadera conducción política de las fuerzas de seguridad. Se centra la discusión en el accionar policial pero nada se dice de la ausencia de adecuada y moderna capacitación del personal, de la carencia de avanzada tecnología ni de los incoherentes protocolos que les imponen las administraciones de turno.
Todo ello sumado a que, en los últimos tiempos, los jóvenes que ingresan a las fuerzas de seguridad no lo hacen por “vocación” (como era antes) sino simplemente como una “salida laboral”. Tienen un sueldo (magro, por cierto) y una obra social. En un pais desbastado por la pobreza y la desocupación desde hace décadas, eso todo un privilegio.
En el artículo de la semana pasada decíamos que: “si como sociedad no asumimos un pensamiento adulto, esta implosión será una anécdota más en estas tierras y seguiremos siendo unos miserables hipócritas vegetando en algo se llamó República Argentina”. Contrariamente a lo que esperábamos, esta semana por lo menos, seguimos con las actitudes adolescentes como sociedades, convirtiendo en anécdota todo lo sucedido en semanas anteriores y vegetando como consecuencia, en estas tierras.
En el medio, las elecciones legislativas del ultimo domingo. En las cuales quedó demostrado que, a pesar de la derrota que sufrió el gobierno, este conserva aún margen de maniobra y así quedó evidenciado cuando en Provincia de Buenos Aires –la madre de todas las batallas- del exiguo 33,25% de votos que había cosechado en las PASO lo elevó al 38,5% en las generales, quedando tan solo a 1,3 puntos de la principal fuerza de oposición. Por ello las declaraciones de que “perdimos ganando”.
Esta inesperada situación, pues preveían una derrota más abultada, sirvió para envalentonar al Presidente en una “imaginaria victoria”, utilizando el acto del 17 de noviembre para mostrar que la CGT y muchos movimientos sociales se alinearon con él. Desde el Instituto Patria solo hay silencio por ahora y nadie se atreve a presagiar que hará su titular. Una pista. Fue muy significativa la actitud de los muchachos de “La Campora” que, en el acto de la militancia, si bien concentró, nunca llegó a la Plaza de Mayo. Se puede pensar que la Señora va a “torpedear” las iniciativas presidenciales, pero sin romper la coalición gobernante. Sea como sea, los gruesos nubarrones que se ciernen en el horizonte interno oficial no se han disipado.
Del otro lado, la principal oposición en vez de abroquelarse y sumar otras fuerzas, de cara a la presidenciales del 2023, comenzó una insólita interna, con radicales que exigen más participación y cuota de poder públicamente, peleas por las jefaturas de los bloques en el Congreso y sectores que se resisten a la incorporación de los llamados libertarios, todo en un amague de ruptura interna que sería funesto para ellos.
Ahora, como siempre sucede en estos australes lares, la proximidad de fin de año y sus tradicionales fiestas como las veraniegas vacaciones de Enero, hace que todo entre en un “impasse” hasta Febrero/Marzo, incluso de los problemas más acuciantes, nadie habla ya del precio del dólar, de ni la inflación, ni del crecimiento de pobreza, ni de la suba de impuestos. Todo puede esperar hasta que volvamos de nuestros “merecidos descansos de verano”.
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 22, 2021