Mi esposo y yo acordamos tomar una drástica decisión. La meditamos, llegando a un entendimiento y él, revelando que quería hacerlo durante años. A pesar de querer que esto suceda, estoy consternada con su velocidad y entereza para preparar sus cosas. Es bastante común que cuando tomamos una decisión importante, se dé paso a todo lo que ha estado reprimido durante años. Esto puede resultar abrumador.
Lo que parece marcar la diferencia en su caso es descubrir que, de todos modos, ha querido esto durante años. Me dijo que se ha sentido triste, pero que, a pesar de sus dudas, siempre ha trabajado duro para hacer las cosas lo más bien posible para ambos. Por lo general, hacemos sacrificios porque creemos que nuestra pareja quiere lo mismo que nosotros, por lo que ambos estamos haciendo una inversión igual en la relación. Escuchar que no compartió esa inversión y que había querido que las cosas terminaran todo el tiempo debe ser devastador.
Oscar -mi esposo de tantos años, de tantas vivencias, y de tantas aventuras- utilizó un par de bolsos deportivos viejos y algunas grandes bolsas negras de jardineria y comenzó minuciosamente a acomodar sus cosas. Cada vez que completaba una, la cargaba en la carga de su camioneta. Sin prisa y sin pausa realizó el primer viaje con sus pertenencias. Fui a la cocina y me serví una taza de café para disfrutar en el jardín. Los primeros fríos de invierno bajaban a Jacksonville para quedarse.
[ezcol_3fifth]
“Finalmente…”, dijo una voz a mis espaldas. Dotty G., mi vecina.
“Hola, Dotty…”
“Tú sabes, en el barrio deciamos que Oscar era muy inmaduro… tu parecías más la madre que su esposa” continuó la mujer “Creo que tomaste una muy buena decisión”
“Perdón…?” atiné a balbucear.
“Tú sabes, los hombres piensan que pueden hacer de todo y no son más que adolescentes. Tu eres una buena mujer, Vida. De aquí en más vas a tener más espacios, más lugar en tu vida… ya verás”
“¿Eh…?” dije, confundida.
“Esto es bueno. Tu tienes tus hijos, un futuro por delante… una vida por delante!”
Su teléfono interrumpió nuestro diálogo. De todas maneras, ¿Cómo sabía? ¿Qué le interesaba? ¿Por qué tanto juzgamiento?
Dos horas más tarde, Oscar volvió, un poco triste, bastane cansado.
“Aceptaron todas las donaciones?
El asintió con la cabeza.
“Todos los jueguitos viejos? ¿El trencito eléctrico?”
“Todo. La ropa, mi colección completa de GI Joe, las revistas… todo” dijo metiendo la mano en su bolsillo y exhibiendo una vieja camisa de estampado floreado de un bar donde trabajaba cuando joven “Esto se queda”
“Dios mio, Oscar, eres imposible! Esa camisa huele tan mal…”
“Esta se queda” dijo, atesorándola.
Todas las pertenecias de soltero y no tanto habían ido a parar al Ejército de Salvación para mejorar la vida de los necesitados y para disponer de más lugar en nuestro armario y nuestro garage. Contemplamos con una mueca de satisfacción los vestidores casi vacios y las estanterias listas para que un montón de nuevas e inútiles porquerías se instalen sobre ellas, cuando la puerta delantera bramó.
Mi madre, sin aliento y tomándose de la barandilla del porche de entrada tratando de no perder su verticalidad, nos señalaba con el dedo indice.
“Tu vecina me llamó… diciendome que ustedes se están por separar… ¿Por qué se van a separar ustedes dos?”
😁
Por Vida Bolt.
Mi esposo y yo acordamos tomar una drástica decisión. La meditamos, llegando a un entendimiento y él, revelando que quería hacerlo durante años. A pesar de querer que esto suceda, estoy consternada con su velocidad y entereza para preparar sus cosas. Es bastante común que cuando tomamos una decisión importante, se dé paso a todo lo que ha estado reprimido durante años. Esto puede resultar abrumador.
Lo que parece marcar la diferencia en su caso es descubrir que, de todos modos, ha querido esto durante años. Me dijo que se ha sentido triste, pero que, a pesar de sus dudas, siempre ha trabajado duro para hacer las cosas lo más bien posible para ambos. Por lo general, hacemos sacrificios porque creemos que nuestra pareja quiere lo mismo que nosotros, por lo que ambos estamos haciendo una inversión igual en la relación. Escuchar que no compartió esa inversión y que había querido que las cosas terminaran todo el tiempo debe ser devastador.
Oscar -mi esposo de tantos años, de tantas vivencias, y de tantas aventuras- utilizó un par de bolsos deportivos viejos y algunas grandes bolsas negras de jardineria y comenzó minuciosamente a acomodar sus cosas. Cada vez que completaba una, la cargaba en la carga de su camioneta. Sin prisa y sin pausa realizó el primer viaje con sus pertenencias. Fui a la cocina y me serví una taza de café para disfrutar en el jardín. Los primeros fríos de invierno bajaban a Jacksonville para quedarse.
[ezcol_3fifth]“Finalmente…”, dijo una voz a mis espaldas. Dotty G., mi vecina.
“Hola, Dotty…”
“Tú sabes, en el barrio deciamos que Oscar era muy inmaduro… tu parecías más la madre que su esposa” continuó la mujer “Creo que tomaste una muy buena decisión”
“Perdón…?” atiné a balbucear.
“Tú sabes, los hombres piensan que pueden hacer de todo y no son más que adolescentes. Tu eres una buena mujer, Vida. De aquí en más vas a tener más espacios, más lugar en tu vida… ya verás”
“¿Eh…?” dije, confundida.
“Esto es bueno. Tu tienes tus hijos, un futuro por delante… una vida por delante!”
[/ezcol_3fifth] [ezcol_2fifth_end] [/ezcol_2fifth_end]Su teléfono interrumpió nuestro diálogo. De todas maneras, ¿Cómo sabía? ¿Qué le interesaba? ¿Por qué tanto juzgamiento?
Dos horas más tarde, Oscar volvió, un poco triste, bastane cansado.
“Aceptaron todas las donaciones?
El asintió con la cabeza.
“Todos los jueguitos viejos? ¿El trencito eléctrico?”
“Todo. La ropa, mi colección completa de GI Joe, las revistas… todo” dijo metiendo la mano en su bolsillo y exhibiendo una vieja camisa de estampado floreado de un bar donde trabajaba cuando joven “Esto se queda”
“Dios mio, Oscar, eres imposible! Esa camisa huele tan mal…”
“Esta se queda” dijo, atesorándola.
Todas las pertenecias de soltero y no tanto habían ido a parar al Ejército de Salvación para mejorar la vida de los necesitados y para disponer de más lugar en nuestro armario y nuestro garage. Contemplamos con una mueca de satisfacción los vestidores casi vacios y las estanterias listas para que un montón de nuevas e inútiles porquerías se instalen sobre ellas, cuando la puerta delantera bramó.
Mi madre, sin aliento y tomándose de la barandilla del porche de entrada tratando de no perder su verticalidad, nos señalaba con el dedo indice.
“Tu vecina me llamó… diciendome que ustedes se están por separar… ¿Por qué se van a separar ustedes dos?”
PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 7, 2021