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  Por Eugenio Trujillo Villegas.

 

         ¡El mundo quedó perplejo con el triunfo del comunismo en Chile! Y no es para menos, pues esta nación ya padeció la miseria marxista con Salvador Allende entre 1970 y 1973, y por ello parecía impensable que por segunda vez, el electorado chileno optara por el suicidio, al elegir como presidente a otro marxista radical.    

Allende

         Gabriel Boric se inició en la política como el más agresivo de los vándalos que vienen destruyendo el tejido empresarial chileno, liderando las violentas protestas y los actos de terrorismo realizados en los últimos años. Además de no saber nada sobre el funcionamiento del Estado, de la economía y de la política, y de no tener la más mínima experiencia laboral,  ha reconocido que es un enfermo psiquiátrico con graves trastornos de personalidad desde que tenía 12 años.    

         En la recta final de su campaña por la presidencia, su movimiento político se alió con el partido comunista y los otros partidos de extrema izquierda. Su meta es desmantelar lo que los comunistas llaman el “modelo neo-liberal” imperante en Chile, cuya aplicación en los últimos 30 años catapultó por completo a esta nación. Pasó de ser la más pobre de Suramérica, a ser la más rica, la más próspera y la que ha alcanzado el más alto nivel de vida.   

         Sin duda, el éxito alcanzado por Chile va en contravía del marxismo. Entonces, por la razón o por la fuerza, Boric lo conducirá hacia la miseria socialista, hoy simbolizada por la debacle del régimen de Venezuela.    

         Nadie sabe lo que pasará durante su gobierno, pero con seguridad será una catástrofe. Algún día la historia explicará lo sucedido, pero por ahora, lo único claro es que la razón y el sentido común, que son pilares de nuestra civilización, parecen haber sucumbido en Chile.

Un proceso descrito por Plinio Correa de Oliveira

Boric

        Donde quiera que el socialismo se impuso, llegó la miseria. Y donde se implementó la política de libre mercado y de estímulo a la propiedad privada, floreció la prosperidad. Esta es una verdad evidente, que fue rechazada en Chile gracias a un misterioso proceso de Guerra Psicológica Revolucionaria, descrito por el profesor Plinio Correa de Oliveira en su profético libro: Transbordo ideológico inadvertido y Diálogo.

         Así, mientras la derecha se desacreditó por su incompetencia, su torpeza y su profunda equivocación para enfrentar la crisis de Chile, la izquierda consiguió embrutecer y confundir al electorado, llevándolo a la debacle. Y en esa catástrofe tienen una gran responsabilidad el presidente Sebastián Piñera y la inexplicable abstención electoral que fue del 55%.   

         En realidad, es inútil defender los postulados de la derecha solo con argumentos económicos. Nos enfrentamos a la autodemolición de la Civilización Cristiana, y la verdadera derecha, si quiere ganar unas elecciones, debe asumir una defensa integral de la familia, de los principios, de los valores morales y religiosos que se han perdido.

         Haciendo un paralelo legítimo con uno de los más impactantes pasajes del Evangelio, y considerando los programas de gobierno y no los candidatos, Chile fue puesto ante la disyuntiva de escoger entre el Salvador y Barrabás. Y Chile optó por Barrabás.

         Tarde o temprano el tiempo pasará su factura de desolación, como lo ha hecho en Venezuela, en Argentina, en México, en Perú y en Cuba. En el futuro los chilenos emigrarán a pie por las carreteras de Suramérica pidiendo limosna y buscando un mendrugo de pan, como lo vemos a diario en Colombia con millones de venezolanos.

         Boric espantará los capitales que generaron la prosperidad que ahora la mayoría de los chilenos desprecian. Las empresas desaparecerán porque serán expropiadas y sus dueños se irán del país. El Estado funcionará hasta que se acabe el dinero, que solo existe porque lo generan los empresarios y se lo trasladan al Gobierno por la vía de los impuestos. Chile se derrumbará como un castillo de naipes, dependiendo de la velocidad con que se ejecute el suicidio.

Una alerta para Colombia

Correa de Oliveira

         Lo de Chile es una voz de alerta para Colombia. Nos quedan seis meses para escoger entre la misma disyuntiva, con la ventaja de que presenciar esta nueva tragedia nos puede abrir los ojos. Pero, al igual que en Chile, también es posible que los cerremos, votando en las próximas elecciones presidenciales por la demagogia demoníaca del marxismo. Contra todas las evidencias, nos prometen prosperidad sembrando aguacates en las tierras que van a ser expropiadas a los que sí las saben trabajar, y lo han hecho con éxito durante décadas. Y desmantelando la empresa privada y la explotación petrolera, que han sido las fuentes del progreso de Colombia durante el último siglo.

         Colombia debe implorar la protección de la Santísima Virgen de Chiquinquirá, nuestra Patrona, para que nos salve del desastre en que ha caído Chile. Pero, también debemos hacer desde ya una intensa labor ideológica que alerte a todos sobre el peligro de una elección equivocada, que nos conducirá a la miseria.

         ¡Nada está perdido! Pero es hora de comenzar a aprender de los errores ajenos, para no repetirlos. ¡Y para ello estamos a tiempo, pero hay que comenzar cuanto antes!

Eugenio Trujillo Villegas es Director de la Sociedad Colombiana Tradición y Acción

trujillo.eugenio@gmail.com

 


PrisioneroEnArgentina.com

Diciembre 29, 2021


 

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