Este 8 de enero ha explotado una poderosa bomba en la ciudad de Cali. Las víctimas son los miembros del ESMAD de la Policía (Escuadrón Móvil Anti Disturbios), que es el cuerpo de élite que viene enfrentando con heroísmo los desmanes del terrorismo urbano. Un camión que los transportaba por las calles de la ciudad fue el blanco de la explosión asesina. En total, 13 policías quedaron gravemente heridos, pero afortunadamente ninguno de ellos ha muerto.
El responsable del atentado es el grupo terrorista ELN (Ejército de Liberación Nacional), que poco después proclamó la autoría del crimen. Desde hace años, el Gobierno viene implorando la iniciación de un diálogo con el ELN, lo cual en el lenguaje político quiere decir que está dispuesto a nuevas claudicaciones, además de las ya hechas a las FARC. Pero ante ese ofrecimiento, los terroristas responden sistemáticamente con más atentados.
El País ya sabe que quienes tienen línea directa con este grupo terrorista, y que han sido sus voceros desde hace años, son precisamente el arzobispo de Cali, Mons. Darío de Jesús Monsalve, y el que fuera superior de los jesuitas en Colombia hasta hace poco, y actual director de la Comisión de la Verdad, el padre Francisco De Roux.
Tan solo unos cuatro días antes de estos hechos, en el otro extremo de Colombia, en el departamento de Arauca, cerca a la frontera con Venezuela, fueron masacrados 27 hombres, que fueron sacados de sus casas a la fuerza y después fueron ajusticiados con tiros de fusil.
Como no podía faltar, el arzobispo de Cali trinó enfurecido, acusando al presidente Duque y al Gobierno de haber cometido esos crímenes. Pero no había pasado ni un día cuando se supo la verdad. Este crimen, en realidad, es producto de una guerra entre grupos terroristas y narcotraficantes por el control del territorio próximo a la frontera venezolana, por donde salen toneladas de coca y llegan abundantes armas.
La verdad es que las FARC asesinaron a 27 miembros del ELN. O sea, “amiguitos” del arzobispo y del cura de Roux, como lo son los terroristas de las FARC, asesinando a otros “amiguitos” de los mismos personajes, como lo son los terroristas del ELN.
Los verdaderos católicos están perplejos
Y cuando se supo lo acontecido, entonces el arzobispo huyó de la polémica guardando absoluto y prudente silencio. ¡Es una situación que deja perplejo a cualquiera, especialmente a los católicos, y más aún a sus fieles de la arquidiócesis de Cali!
Son públicas y conocidas las reuniones del arzobispo y del cura con los jefes máximos de esos grupos terroristas. Ambos han declarado a los medios su admiración por los jefes de estas dos organizaciones y la profunda amistad que los une. Ambos se deshacen en elogios públicos a favor de los jefes subversivos, a quienes califican como grandes hombres, consumados patriotas y adalides de la paz.
¡Basta ya de tanta hipocresía! Es hora de que el país conozca los vínculos de estos dos personajes con la subversión marxista. Y como el cura de Roux es quien preside la Comisión de la Verdad, no hay nadie más indicado que él para decirle la verdad al País. Hasta ahora no ha dicho sino mentiras, imponiendo la más atroz impunidad a todos los crímenes del terrorismo. Solo para eso es que ha funcionado la Comisión de la Verdad. Y también para gastar dinero público a manos llenas, pues el año pasado el funcionamiento de ese adefesio burocrático costó 162 mil millones de pesos (US 42 millones de dólares), que fueron gastados en producir corrupción y mentiras.
Los católicos en Colombia y en el mundo nos peguntamos cómo es posible que puedan estar aconteciendo estas cosas en el seno de la Iglesia Católica. Y la respuesta, aunque dolorosa, es muy simple. El arzobispo Monsalve y el cura de Roux son los protegidos del Papa Francisco, quien ha dado un paso adelante de la ya obsoleta Teología de la Liberación, para poner en práctica la revolución socialista en las naciones hispanoamericanas, disfrazada con ropajes cristianos.
Esa es la razón por la cual, pese a las indignadas protestas de los fieles católicos, ambos conservan sus cargos eclesiásticos. Lo cual no impide que los verdaderos católicos resistamos y proclamemos nuestra inconformidad y nuestra indignación ante estas falsas autoridades religiosas, que no representan la verdadera Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo, ni quieren la paz, ni proclaman la verdad, ni son pastores, ni defienden los derechos de las ovejas.
¡Ellos solo proclaman su amistad incondicional con los lobos!
Eugenio Trujillo Villegas es Director de la Sociedad Colombiana Tradición y Acción
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Por Eugenio Trujillo Villegas.
Este 8 de enero ha explotado una poderosa bomba en la ciudad de Cali. Las víctimas son los miembros del ESMAD de la Policía (Escuadrón Móvil Anti Disturbios), que es el cuerpo de élite que viene enfrentando con heroísmo los desmanes del terrorismo urbano. Un camión que los transportaba por las calles de la ciudad fue el blanco de la explosión asesina. En total, 13 policías quedaron gravemente heridos, pero afortunadamente ninguno de ellos ha muerto.
El responsable del atentado es el grupo terrorista ELN (Ejército de Liberación Nacional), que poco después proclamó la autoría del crimen. Desde hace años, el Gobierno viene implorando la iniciación de un diálogo con el ELN, lo cual en el lenguaje político quiere decir que está dispuesto a nuevas claudicaciones, además de las ya hechas a las FARC. Pero ante ese ofrecimiento, los terroristas responden sistemáticamente con más atentados.
El País ya sabe que quienes tienen línea directa con este grupo terrorista, y que han sido sus voceros desde hace años, son precisamente el arzobispo de Cali, Mons. Darío de Jesús Monsalve, y el que fuera superior de los jesuitas en Colombia hasta hace poco, y actual director de la Comisión de la Verdad, el padre Francisco De Roux.
Tan solo unos cuatro días antes de estos hechos, en el otro extremo de Colombia, en el departamento de Arauca, cerca a la frontera con Venezuela, fueron masacrados 27 hombres, que fueron sacados de sus casas a la fuerza y después fueron ajusticiados con tiros de fusil.
Como no podía faltar, el arzobispo de Cali trinó enfurecido, acusando al presidente Duque y al Gobierno de haber cometido esos crímenes. Pero no había pasado ni un día cuando se supo la verdad. Este crimen, en realidad, es producto de una guerra entre grupos terroristas y narcotraficantes por el control del territorio próximo a la frontera venezolana, por donde salen toneladas de coca y llegan abundantes armas.
La verdad es que las FARC asesinaron a 27 miembros del ELN. O sea, “amiguitos” del arzobispo y del cura de Roux, como lo son los terroristas de las FARC, asesinando a otros “amiguitos” de los mismos personajes, como lo son los terroristas del ELN.
Los verdaderos católicos están perplejos
Y cuando se supo lo acontecido, entonces el arzobispo huyó de la polémica guardando absoluto y prudente silencio. ¡Es una situación que deja perplejo a cualquiera, especialmente a los católicos, y más aún a sus fieles de la arquidiócesis de Cali!
Son públicas y conocidas las reuniones del arzobispo y del cura con los jefes máximos de esos grupos terroristas. Ambos han declarado a los medios su admiración por los jefes de estas dos organizaciones y la profunda amistad que los une. Ambos se deshacen en elogios públicos a favor de los jefes subversivos, a quienes califican como grandes hombres, consumados patriotas y adalides de la paz.
¡Basta ya de tanta hipocresía! Es hora de que el país conozca los vínculos de estos dos personajes con la subversión marxista. Y como el cura de Roux es quien preside la Comisión de la Verdad, no hay nadie más indicado que él para decirle la verdad al País. Hasta ahora no ha dicho sino mentiras, imponiendo la más atroz impunidad a todos los crímenes del terrorismo. Solo para eso es que ha funcionado la Comisión de la Verdad. Y también para gastar dinero público a manos llenas, pues el año pasado el funcionamiento de ese adefesio burocrático costó 162 mil millones de pesos (US 42 millones de dólares), que fueron gastados en producir corrupción y mentiras.
Los católicos en Colombia y en el mundo nos peguntamos cómo es posible que puedan estar aconteciendo estas cosas en el seno de la Iglesia Católica. Y la respuesta, aunque dolorosa, es muy simple. El arzobispo Monsalve y el cura de Roux son los protegidos del Papa Francisco, quien ha dado un paso adelante de la ya obsoleta Teología de la Liberación, para poner en práctica la revolución socialista en las naciones hispanoamericanas, disfrazada con ropajes cristianos.
Esa es la razón por la cual, pese a las indignadas protestas de los fieles católicos, ambos conservan sus cargos eclesiásticos. Lo cual no impide que los verdaderos católicos resistamos y proclamemos nuestra inconformidad y nuestra indignación ante estas falsas autoridades religiosas, que no representan la verdadera Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo, ni quieren la paz, ni proclaman la verdad, ni son pastores, ni defienden los derechos de las ovejas.
¡Ellos solo proclaman su amistad incondicional con los lobos!
Eugenio Trujillo Villegas es Director de la Sociedad Colombiana Tradición y Acción
trujillo.eugenio@gmail.com
PrisioneroEnArgentina.com
Enero 12, 2022