Sin embargo, los verdaderos grandes jugadores, los grandes maestros y los gigantes de su generación, hacen otra cosa. Sin renunciar a la mente experta, nunca olvidan la actitud mental que tenÃan cuando aprendieron el juego por primera vez. Pueden ver las lÃneas de fuerza, los movimientos que han descubierto son poderosos y las estrategias que han encontrado son productivas. Pero al mismo tiempo recuerdan el enfoque ingenuo bajo el cual todas las posibilidades permanecen abiertas. Es la mente de este principiante la que puede encontrar posibilidades mágicas nuevas y salvajes donde la sabidurÃa convencional solo ve derrota.
Todos hacen esto cuando aprenden una nueva habilidad o investigan un nuevo campo. No existen lÃmites porque aún no se imaginan lÃmites. La mente es flexible, tranquila pero interesada, lista para sorprenderse. Ve el todo en lugar del significado de las partes. Pero como un niño o un tonto, esta mente está llena de posibilidades pero carece de poder. A medida que crece la experiencia se encuentran lÃmites, se forma un modelo mental del problema y crece la mente experta. Ahora la mente es poderosa pero limitada y rÃgida.
El rumor dice que los matemáticos hacen todo su gran trabajo antes de los 30 años. Esa disciplina requiere la mente de un principiante más que cualquier otra, pero la ciencia en general es asÃ. Las nuevas ideas no provienen de encajar los datos en la comprensión actual, sino de dejar que la mente subconsciente, abierta y quieta, produzca una concepción completamente nueva que se pueda probar contra la evidencia. La mente experta es buena para verificar de manera eficiente el ajuste de la teorÃa y los datos, y para ver las implicaciones profundas de los datos dentro de la teorÃa. Es bueno para desarrollar teorÃa, masajear y reelaborar y conceptualizar las inconsistencias.
Debemos asombrarnos por la maravilla engendrada por el universo. Dejemos que el cuadro completo del efecto nos golpee sin intentar interpretarlo. Asà es como se vuelve nueva cualquier disciplina. Es mente zen, mente cientÃfica.
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El proceso mental que hay que poner en marcha para cualquier actividad pone a prueba nuestro cerebro, lo entrena, lo oxigena y ayuda a ponerlo en forma. Los jugadores de ajedrez entienden el juego y sus movimientos y posibilidades tan bien que pueden evaluar rápidamente una situación. Es posible que hayamos visto a los maestros jugar una partida llamándose movimientos unos a otros, sin la presencia de un tablero o piezas. No se trata solo de memoria y concentración, sino también del hecho de que cada movimiento se entiende muy bien en su contexto dentro del juego. Los ojos de los jugadores pasan de una pieza a otra moviéndose rápidamente por las lÃneas de fuerza e influencia que los jugadores conocen por experiencia y un profundo conocimiento del juego. Esto permite a los jugadores expertos planificar muchos movimientos por adelantado: su modelo mental del tablero y las posibilidades se han vuelto eficientes. Al hacerlo, los movimientos e información poco probables, desventajosos y extraños se han descartado del sistema. Esto podrÃa llamarse mente experta.
Tal mente es terriblemente poderosa dentro de los lÃmites de lo conocido. Los maestros de ajedrez, al comienzo de su carrera, desarrollaron su juego, su conjunto de estrategias y enfoques que constituyen su fuerza y ​​también su debilidad. Los grandes jugadores continúan expandiendo y desarrollando este conjunto de habilidades, siguiendo más y más las complejidades y consecuencias de su estilo especial de juego y también probando y comprendiendo sus puntos débiles y aprendiendo cómo contrarrestarlos lo mejor posible.
Sin embargo, los verdaderos grandes jugadores, los grandes maestros y los gigantes de su generación, hacen otra cosa. Sin renunciar a la mente experta, nunca olvidan la actitud mental que tenÃan cuando aprendieron el juego por primera vez. Pueden ver las lÃneas de fuerza, los movimientos que han descubierto son poderosos y las estrategias que han encontrado son productivas. Pero al mismo tiempo recuerdan el enfoque ingenuo bajo el cual todas las posibilidades permanecen abiertas. Es la mente de este principiante la que puede encontrar posibilidades mágicas nuevas y salvajes donde la sabidurÃa convencional solo ve derrota.
Todos hacen esto cuando aprenden una nueva habilidad o investigan un nuevo campo. No existen lÃmites porque aún no se imaginan lÃmites. La mente es flexible, tranquila pero interesada, lista para sorprenderse. Ve el todo en lugar del significado de las partes. Pero como un niño o un tonto, esta mente está llena de posibilidades pero carece de poder. A medida que crece la experiencia se encuentran lÃmites, se forma un modelo mental del problema y crece la mente experta. Ahora la mente es poderosa pero limitada y rÃgida.
El rumor dice que los matemáticos hacen todo su gran trabajo antes de los 30 años. Esa disciplina requiere la mente de un principiante más que cualquier otra, pero la ciencia en general es asÃ. Las nuevas ideas no provienen de encajar los datos en la comprensión actual, sino de dejar que la mente subconsciente, abierta y quieta, produzca una concepción completamente nueva que se pueda probar contra la evidencia. La mente experta es buena para verificar de manera eficiente el ajuste de la teorÃa y los datos, y para ver las implicaciones profundas de los datos dentro de la teorÃa. Es bueno para desarrollar teorÃa, masajear y reelaborar y conceptualizar las inconsistencias.
Debemos asombrarnos por la maravilla engendrada por el universo. Dejemos que el cuadro completo del efecto nos golpee sin intentar interpretarlo. Asà es como se vuelve nueva cualquier disciplina. Es mente zen, mente cientÃfica.
Audrey Lynn Kirmichian ha sido una apasionada de las matemáticas desde la infancia. Después de recibir una Licenciatura en Ciencias en Educación de la Universidad de Temple, enseñó dos años en escuelas de verano y sirvió como suplente durante medio año antes de adquirir un puesto permanente en varias escuelas de Internet online.
PrisioneroEnArgentina.com
Febrero 8, 2022