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👱🏾‍♀️

  Por Vida Bolt.

Oscar.

Mi esposo, Oscar.

Oscar -hace dos semanas- llegó a casa a la hora de la cena y con una sonrisa culpable me dijo que durante el almuerzo se había encontrado con su novia de la adolescencia, Miranda.

Nunca vi una foto de Miranda, pero la familia de Oscar siempre había comentado que era alta, rubia, de grandes ojos verdes y, sobre todo, de bella sonrisa. Se de historias de cuan inseparables eran en la escuela y del mote que les habían asignado: Ébano y Marfil, si, como la canción de Paul McCartney.

“Se separó hace unos meses y tiene un hijo,” me dijo Oscar “Le gustaría conocerte, razón por la cual la invité a cenar…”

Casi lanzo un grito, pero no tenía tiempo. La casa era un desastre, mi pelo -luego de la crisis de las peluquerías en tiempo de pandemia- necesitaba cirugía, la alfombra necesitaba un técnico de materiales peligrosos, ¿Qué cocinar? ¿Qué postre comprar? ¿Vino, champagne? Mis uñas necesitaban a David Copperfield ¿De dónde extraer una blusa decente? ¿Pantalones o una pollera? ¿Tengo polleras? ¡Así no se puede competir!

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Esa noche, en vez de disfrutar una película en TV, o descansar plácidamente junto a mi marido, comencé a fregar baños, esparcir polvo perfumado en a alfombra, buscar una blusa (Roja no, esta no me entra, esta otra ni siquiera sé si es mía) limpiar la cocina, poner toallas nuevas en el lavabo, aspirar la alfombra, lavar el juego de platos de mi abuela, volver a aspirar la alfombra, hacer la lista del supermercado.

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A las seis de la mañana me estaba duchando, a las siete me sumergí en el supermercado, a las ocho me encontraba en la puerta de la manicura, a las diez, suplicándole a Trevor que me diera treinta minutos de su agitada agenda y me esquilara la cabeza. Como un Torbellino, pasé por una tienda y compré cuatro blusas y una falda prácticamente sin mirarlas. Al mediodía, estaba en casa presta a preparar la comida.

Tres perdices condimentadas ingresaron en el horno a las tres de la tarde para una cocción lenta. Con tres latas de verduras cree una ensalada con salsa de ajo, volqué café en la máquina de expresos, el champagne en el congelador y el postre en la nevera.

Acomodé por duodécima vez mi cabellera y me senté a descansar por unos segundos. De todas maneras, la computadora me llamaba. Lentamente me acerqué a ella y mis dedos me forzaron al escribir en Google el nombre de Miranda. La primera búsqueda arrojó fotos de Miranda con el extenista John McEnroe. Con la congresista Stephanie Murphy. Con el actor y luchador Jon Cena y la comediante Jeanine Garofalo.

Y yo solo tengo una foto con Mickey Mouse, por la cual tuve que pagar 125 dólares para acceder a Magic Kingdom. ¿Entonces, McEnroe, Murphy, Cena y Garofalo y esta mujer está detrás de mi escuálido Oscar?

Cuando Oscar abrió la puerta un halo de luz del cielo y música de gloria dando paso a la espectacular Miranda, una barbie de carne y hueso, la vuelta a la vida de Farrah Fawcett, un ángel con zapatos de Jimmy Choo. Si hubiera habido más hombres allí, se hubiesen desmayado. Oscar no lo hizo. Mi gélida mirada lo mantenía en el aire.

Me dio una botella de brandy, una canasta con cremas y lociones y besos en ambas mejillas.

Miranda se mostró encantadora. Relató historias divertidas, pero no intimas ni que pudieran dejarme fuera de las anécdotas.

“Estoy segura de que esto te ha ocurrido”, “¿Eres deportista? Tus piernas se ven tan firmes…”, “Oscar me enseño las fotos de tus hijas, son muy bellas. Gracias a Dios se parecen a ti y no a Oscar…”

Miranda se comportó sin fallas. Insistió en recoger los platos, mientras yo enjuagaba, ella los acomodaba en la lavadora.

Nos sentamos en los sillones de la sala de estar para disfrutar del café y sus preguntas solo fueron para mí, mi actividad, mis gustos y mis deseos.

De pronto sentí que en una hora y treinta minutos me enamoraba de esa mujer y sentí la necesidad de retribuirle su curiosidad y preguntar acerca de ella, de su trabajo, de su peluquero, y de su hijo.

“Mi hijo es un sol,” comentó Miranda mientras sus dietes blancos emitían estrellas de colores “Se llama Oscar”

Continuará (o tal vez no)

 

 

 


PrisioneroEnArgentina.com

Marzo 7, 2022


 

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