No debemos pecar de ingenuos. Una cosa son los derechos humanos, un valor incorporado a la cultura de toda sociedad organizada, y otra la malversación de esos derechos como instrumentos de política facciosa. La política “gramsciana” del kirchnerismo ha hecho una interpretación sesgada de la historia, subordinando los derechos humanos con descaro a los designios facciosos de la política oficial, con una instrumentación de la venganza y exterminio de mlitares y policías ancianos y enfermos mediante juicios de lesa venganza.
Con la complicidad de magistrados federales prevaricadores, se ha deslegitimado el accionar de los integrantes de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, mientras que a los miembros de las organizaciones terroristas, se los elogia, se los considera protagonistas de una gesta histórica, se los premia con cargos políticos y administrativos y se les otorga millonarias prebendas estatales con dinero de nuestros impuestos.
Además, con enormes y descontroladas sumas de dinero para abogados de las querellas, fiscales temáticos, periodistas militantes, y medios de difusión adictos. Con el relato y la política de Derechos Humanos, se condenó por sospecha sin pruebas, se ha invertido la carga de la prueba. Basta que un militar o policía haya ocupado un cargo entre 1976 y 1982, para hacerlo responsable sin pruebas directas de los mal llamados delitos de lesa humanidad dejando de lado el principio de inocencia, el derecho de defensa en juicio y el debido proceso. Ello le permitió a los Kirchner cooptar a la izquierda vernácula y obtener un manto de impunidad para el latrocinio (Lázaro Báez, Muñoz Bonafini y sus Sueños Compartidos etc. ) La izquierda con su falsa “superioridad moral” da fueros.
En el relato kirchnerista, el 24 de marzo y los juicios por lesa, parten de la gran falacia de que en la Argentina se implementó un “plan sistemático de exterminio de la población civil” (genocidio). Una ridiculez de tamaño oceánico que pretende hacer valer el disparate que sostiene que a los guerrilleros del ERP y Montoneros los reprimieron por el hecho de ser civiles y por sus pensamientos. Es decir que atacaran el orden constitucional, asesinaran, secuestraran y/ o torturaran a políticos, sindicalistas, militares, policías mujeres y niños, no habría influido en la decisión del gobierno constitucional de Isabel Perón de ordenar reprimirlos. Semejante mamarracho jurídico no resiste el menor análisis y, por ende, convierte en farsas a los procesos penales de marras que tienen en prisión a cientos de militares, policías y civiles ancianos. Y no solo los jueces aceptan semejante patraña como “justicia”. Es que obrar en contrario es correr el riesgo de comerse un escrache por “defender genocidas” y quedar estigmatizado para siempre. El discurso fanático se apropió del discurso político y del argumento jurídico. Y los grupos insurreccionales de los ’70 -hoy muchos de ellos funcionarios kirchneristas- pasaron a llamarse a sí mismo el Pueblo, la Nación, también se autoproclaman como únicos poseedores de la verdad histórica y los militares son los “genocidas”. Así consiguieron el usufructo exclusivo de la causa de los derechos humanos con el uso de la memoria como arma “arrojadiza”.
EN MEMORIA DE LOS QUE MURIERON Y MORIRAN EN CAUTIVERIO
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Por Miguel Francisco Prestofelippo.
No debemos pecar de ingenuos. Una cosa son los derechos humanos, un valor incorporado a la cultura de toda sociedad organizada, y otra la malversación de esos derechos como instrumentos de política facciosa. La política “gramsciana” del kirchnerismo ha hecho una interpretación sesgada de la historia, subordinando los derechos humanos con descaro a los designios facciosos de la política oficial, con una instrumentación de la venganza y exterminio de mlitares y policías ancianos y enfermos mediante juicios de lesa venganza.
Con la complicidad de magistrados federales prevaricadores, se ha deslegitimado el accionar de los integrantes de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, mientras que a los miembros de las organizaciones terroristas, se los elogia, se los considera protagonistas de una gesta histórica, se los premia con cargos políticos y administrativos y se les otorga millonarias prebendas estatales con dinero de nuestros impuestos.
Además, con enormes y descontroladas sumas de dinero para abogados de las querellas, fiscales temáticos, periodistas militantes, y medios de difusión adictos. Con el relato y la política de Derechos Humanos, se condenó por sospecha sin pruebas, se ha invertido la carga de la prueba. Basta que un militar o policía haya ocupado un cargo entre 1976 y 1982, para hacerlo responsable sin pruebas directas de los mal llamados delitos de lesa humanidad dejando de lado el principio de inocencia, el derecho de defensa en juicio y el debido proceso. Ello le permitió a los Kirchner cooptar a la izquierda vernácula y obtener un manto de impunidad para el latrocinio (Lázaro Báez, Muñoz Bonafini y sus Sueños Compartidos etc. ) La izquierda con su falsa “superioridad moral” da fueros.
[ezcol_1third] [/ezcol_1third] [ezcol_1third] [/ezcol_1third] [ezcol_1third_end] [/ezcol_1third_end]En el relato kirchnerista, el 24 de marzo y los juicios por lesa, parten de la gran falacia de que en la Argentina se implementó un “plan sistemático de exterminio de la población civil” (genocidio). Una ridiculez de tamaño oceánico que pretende hacer valer el disparate que sostiene que a los guerrilleros del ERP y Montoneros los reprimieron por el hecho de ser civiles y por sus pensamientos. Es decir que atacaran el orden constitucional, asesinaran, secuestraran y/ o torturaran a políticos, sindicalistas, militares, policías mujeres y niños, no habría influido en la decisión del gobierno constitucional de Isabel Perón de ordenar reprimirlos. Semejante mamarracho jurídico no resiste el menor análisis y, por ende, convierte en farsas a los procesos penales de marras que tienen en prisión a cientos de militares, policías y civiles ancianos. Y no solo los jueces aceptan semejante patraña como “justicia”. Es que obrar en contrario es correr el riesgo de comerse un escrache por “defender genocidas” y quedar estigmatizado para siempre. El discurso fanático se apropió del discurso político y del argumento jurídico. Y los grupos insurreccionales de los ’70 -hoy muchos de ellos funcionarios kirchneristas- pasaron a llamarse a sí mismo el Pueblo, la Nación, también se autoproclaman como únicos poseedores de la verdad histórica y los militares son los “genocidas”. Así consiguieron el usufructo exclusivo de la causa de los derechos humanos con el uso de la memoria como arma “arrojadiza”.
EN MEMORIA DE LOS QUE MURIERON Y MORIRAN EN CAUTIVERIO
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 19, 2022