LA DESCOMPOSICION DEL TEJIDO SOCIAL: SOBRE “TINCHOS” y “MILIPILIS”.
DESCOMPOSICIÓN QUE ES SUBTERRÁNEA, QUE POCOS ADVIERTEN, PERO QUE NO CONJURADA A TIEMPO, PUEDE EXTENDERSE A TODA LA SOCIEDAD Y PUEDE LLEVARNOS A LA DISOLUCIÓN COMO TAL.
A raíz de la brutal agresión que sufriera el fin de semana próximo pasado el hijo de una ex modelo argentina, muchos son enteramos de dos nuevos conceptos que utilizan los jóvenes de hoy: “tincho” y “milipli”, que refieren en forma despectiva a varones y mujeres respectivamente, que antiguamente conocíamos como “caguetilla” o un poco más acá en el tiempo como “cheto” o “careta”.
Nada de malo tendrían estos términos, utilizados principalmente por los adolescentes, que intentan a través de la creación de un nuevo lenguaje, un sentimiento de pertenencia a un grupo generacional que los distinga de los adultos y de los niños. Siempre ha existido y seguramente existirá.
Lo que deberíamos llamarnos la atencion, que es estos nuevos términos, en realidad esconden un sentimiento de odio de una sector de la sociedad a hacia otro, como una especie de rivalidad social, que llega incluso hasta a la agresión física.
Si bien empre ha existido este tipo de rivalidades entre los jóvenes, los de un barrio contra otro, los de un club contra otro, un colegio contra otro, llegándose a “agarrase a piñas” como se suele decir, pero sin que pasara a mayores, más allá de una prenda rasgada o un ojo morado; nunca se había visto este tipo de agresividad entre sectores sociales y que llegara a tanta saña y locura.
Parece que en la Argentina de hoy, se ha puesto de moda los “no tan ricos” contra los “ricos”. Y decimos esto, porque este tipo de agresiones, no parecen provenir de sector denominados bajos o marginales, sino parece más bien proceder de sectores de clase media desclasados socialmente. La mayoría de este tipo de ataques, como por ejemplo los que se han dado contra adolescentes tildadas de lindas o flacas, que fueron golpeadas o tajeadas sus caras, se dan en lo podríamos llamar colegios de “clase media”. Más aún, la agresión al hijo de la ex modelo se dio en la salida de un boliche concurrido por la denominada “clase acomodada”.
Este fenómeno en el mundo adolescente y no tanto, creemos podría tener dos pilares fundamentales: a) la grave crisis económica que atraviesa el pais que está generando el desplazamiento de la que se conoce como “clase media” hacia sectores más postergados y b) la decadencia de la educación de nuestro pais, que lentamente va embruteciendo a nuestros jóvenes. Este coctel, peligroso por cierto, es alimentado a su vez, por una ideología populista demagógica, que insita a “odiar” al que más tiene, el cual además es culpable de los males de la sociedad, generando un claro rencor hacia ese sector.
Un evidente ejemplo de ello, es la utilización que se hizo del chiste de un empresario de supermercado, poco feliz por cierto en estos tiempos, al cual se lo hizo responsable de la suba de los precios y hasta de la inflación. Entonces, la culpa de las penurias económicas de los argentinos no es la ineptitud de los gobernantes sino la mezquindad y avaricia de los empresarios y la denominada “clase alta”.
Si a ello le sumamos, que esa misma ideología llamada ahora “progresista” ha logrado quebrar el concepto de autoridad en la sociedad (sea un docente o un policía) y naturalizar el consumo de drogas como algo “normal en una sociedad libre”; toda esta conjunción es altamente peligrosa.
No es intención de esta columna realizar un estudio sociológico de esta problemática que ya presenta la sociedad, sino tan solo generar un espacio de discusión para superar la misma e impedir que se extienda al resto de la comunidad. No caeremos en la generalización banal de que todos los jóvenes son así ni tampoco en la liviandad de que son hechos aislados o una simple circunstancia pasajera. Algo que hay hacer, para evitar que esta tribulación se propague aún más y así evitar males mayores en el futuro.
La clase dirigente tiene que dejar de mirarse el ombligo y ocuparse de los problemas, que para ello fueron electos. No pueden seguir dejando que la sociedad continue degradándose mientras ellos solo piensan en retener el poder unos y en llegar al gobierno otros.
Esta bronca que canalizan los jóvenes en brutales agresiones físicas contra un enemigo inventado, es en realidad la cabal demostración de la falta de esperanzas en un futuro mejor, la cual encausan a través de estos hechos. En otras palabras, es un claro mensaje a los mayores, sobre todos a los políticos (de todos los colores), de su frustración por la Argentina que supimos conseguir.
Sobre el particular, no debemos escaparle a nuestra propia responsabilidad. Nos hemos transformados en una sociedad narcotizada, no reaccionamos ante nada. Nos hemos vuelto egoístas y ruin. Solo pensamos en nosotros mismos. Entramos en un sálvense quien pueda. “Mientras a mí no me pase…” se volvió la frase de moda. No existe más el concepto de Patria, la Patria hoy es el individuo. Antes, los mayores eran el ejemplo a seguir, hoy no somos ejemplo de nada y ni de nadie.
No en vano prende tanto, sobre todo en la generación juvenil, el discurso desenfado del libertario. Cuando no, los descreídos de todo, buscan “la salida” en el Aeropuerto de Ezeiza.
Más allá de las indigencias y necesidades que trae consigo una crisis económica, como las que nos toca transitar a los argentinos, aunada a la falta de una verdadera educación, acarrea tambien esta consecuencia: el desmembramiento del tejido social, las peleas de unos contra otros, descomposición que es subterránea, que pocos advierten, pero que no conjurada a tiempo, puede extender a toda la sociedad y puede llevarnos a la disolución como tal.
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Por Dr. Gonzalo P. Miño.
A raíz de la brutal agresión que sufriera el fin de semana próximo pasado el hijo de una ex modelo argentina, muchos son enteramos de dos nuevos conceptos que utilizan los jóvenes de hoy: “tincho” y “milipli”, que refieren en forma despectiva a varones y mujeres respectivamente, que antiguamente conocíamos como “caguetilla” o un poco más acá en el tiempo como “cheto” o “careta”.
Nada de malo tendrían estos términos, utilizados principalmente por los adolescentes, que intentan a través de la creación de un nuevo lenguaje, un sentimiento de pertenencia a un grupo generacional que los distinga de los adultos y de los niños. Siempre ha existido y seguramente existirá.
Lo que deberíamos llamarnos la atencion, que es estos nuevos términos, en realidad esconden un sentimiento de odio de una sector de la sociedad a hacia otro, como una especie de rivalidad social, que llega incluso hasta a la agresión física.
Si bien empre ha existido este tipo de rivalidades entre los jóvenes, los de un barrio contra otro, los de un club contra otro, un colegio contra otro, llegándose a “agarrase a piñas” como se suele decir, pero sin que pasara a mayores, más allá de una prenda rasgada o un ojo morado; nunca se había visto este tipo de agresividad entre sectores sociales y que llegara a tanta saña y locura.
Parece que en la Argentina de hoy, se ha puesto de moda los “no tan ricos” contra los “ricos”. Y decimos esto, porque este tipo de agresiones, no parecen provenir de sector denominados bajos o marginales, sino parece más bien proceder de sectores de clase media desclasados socialmente. La mayoría de este tipo de ataques, como por ejemplo los que se han dado contra adolescentes tildadas de lindas o flacas, que fueron golpeadas o tajeadas sus caras, se dan en lo podríamos llamar colegios de “clase media”. Más aún, la agresión al hijo de la ex modelo se dio en la salida de un boliche concurrido por la denominada “clase acomodada”.
Este fenómeno en el mundo adolescente y no tanto, creemos podría tener dos pilares fundamentales: a) la grave crisis económica que atraviesa el pais que está generando el desplazamiento de la que se conoce como “clase media” hacia sectores más postergados y b) la decadencia de la educación de nuestro pais, que lentamente va embruteciendo a nuestros jóvenes. Este coctel, peligroso por cierto, es alimentado a su vez, por una ideología populista demagógica, que insita a “odiar” al que más tiene, el cual además es culpable de los males de la sociedad, generando un claro rencor hacia ese sector.
Un evidente ejemplo de ello, es la utilización que se hizo del chiste de un empresario de supermercado, poco feliz por cierto en estos tiempos, al cual se lo hizo responsable de la suba de los precios y hasta de la inflación. Entonces, la culpa de las penurias económicas de los argentinos no es la ineptitud de los gobernantes sino la mezquindad y avaricia de los empresarios y la denominada “clase alta”.
Si a ello le sumamos, que esa misma ideología llamada ahora “progresista” ha logrado quebrar el concepto de autoridad en la sociedad (sea un docente o un policía) y naturalizar el consumo de drogas como algo “normal en una sociedad libre”; toda esta conjunción es altamente peligrosa.
No es intención de esta columna realizar un estudio sociológico de esta problemática que ya presenta la sociedad, sino tan solo generar un espacio de discusión para superar la misma e impedir que se extienda al resto de la comunidad. No caeremos en la generalización banal de que todos los jóvenes son así ni tampoco en la liviandad de que son hechos aislados o una simple circunstancia pasajera. Algo que hay hacer, para evitar que esta tribulación se propague aún más y así evitar males mayores en el futuro.
La clase dirigente tiene que dejar de mirarse el ombligo y ocuparse de los problemas, que para ello fueron electos. No pueden seguir dejando que la sociedad continue degradándose mientras ellos solo piensan en retener el poder unos y en llegar al gobierno otros.
Esta bronca que canalizan los jóvenes en brutales agresiones físicas contra un enemigo inventado, es en realidad la cabal demostración de la falta de esperanzas en un futuro mejor, la cual encausan a través de estos hechos. En otras palabras, es un claro mensaje a los mayores, sobre todos a los políticos (de todos los colores), de su frustración por la Argentina que supimos conseguir.
Sobre el particular, no debemos escaparle a nuestra propia responsabilidad. Nos hemos transformados en una sociedad narcotizada, no reaccionamos ante nada. Nos hemos vuelto egoístas y ruin. Solo pensamos en nosotros mismos. Entramos en un sálvense quien pueda. “Mientras a mí no me pase…” se volvió la frase de moda. No existe más el concepto de Patria, la Patria hoy es el individuo. Antes, los mayores eran el ejemplo a seguir, hoy no somos ejemplo de nada y ni de nadie.
No en vano prende tanto, sobre todo en la generación juvenil, el discurso desenfado del libertario. Cuando no, los descreídos de todo, buscan “la salida” en el Aeropuerto de Ezeiza.
Más allá de las indigencias y necesidades que trae consigo una crisis económica, como las que nos toca transitar a los argentinos, aunada a la falta de una verdadera educación, acarrea tambien esta consecuencia: el desmembramiento del tejido social, las peleas de unos contra otros, descomposición que es subterránea, que pocos advierten, pero que no conjurada a tiempo, puede extender a toda la sociedad y puede llevarnos a la disolución como tal.
PrisionerEnArgentina.com
Junio 13, 2022