Colombia quedó escandalizada con la publicación de los videos criminales de la campaña de Gustavo Petro. Si alguna actividad política en el mundo puede señalarse de corrompida, de infame, de ser contraria a los más elementales principios morales, éticos y jurídicos, esa es la campaña que hace Petro para ser elegido presidente.
Durante horas de grabaciones, Petro y la plana mayor de su campaña aparecen diseñando las estrategias electorales para destruir a sus adversarios. En realidad, lo que se ve en los videos no son unos políticos organizando una campaña presidencial. Muestran un cartel de mafiosos y de criminales debatiendo cómo van a exterminar a sus adversarios.
La estrategia, según lo dicho por ellos mismos, consiste en destruir ética y moralmente a los otros candidatos a través de calumnias, mentiras y difamaciones sin límite alguno. Es inventar que sus opositores tienen vínculos con mafiosos, acusarlos de corrupción sin fundamento, atribuirles delitos, mostrarlos como maltratadores de la familia y de la mujer, hacer creer que son drogadictos, y todo un sartal de infamias que solo una organización criminal es capaz de concebir y de ejecutar.
Acusan a los otros de lo que ellos son
Esa artillería de infamias va dirigida contra Rodolfo Hernández, Federico Gutiérrez, Sergio Fajardo, Alejandro Gaviria y otros candidatos a la presidencia. Y paradójicamente, el único de ellos que realmente puede ser acusado con pruebas irrefutables de todas esas bajezas, es el propio Petro.
Ha sido filmado recibiendo dinero sucio en bolsas de plástico; ha salido borracho y drogado a hacer discursos políticos; fue guerrillero y terrorista, responsable por centenas de secuestros y asesinatos; todos sus antiguos aliados políticos lo acusan de traiciones y deshonestidades; su labor como alcalde de Bogotá está marcada por la corrupción rampante; tiene alianzas políticas con los criminales, los extraditables y los terroristas que están en las cárceles; y las FARC y el ELN son sus aliados políticos.
Gracias a un “petrista” arrepentido, esas grabaciones hechas por ellos mismos fueron entregadas a los medios de comunicación. ¡Y la bomba ha explotado! En esos videos, estos personajes se quitan la máscara, mostrándose tal como son. Lo cual en realidad no es nada nuevo, pues eso es lo que Petro y sus cómplices han hecho siempre.
Todos los protagonistas de los petro-videos encarnan lo más siniestro y corrupto de la política.
El senador Roy Barreras, un saltimbanqui que ha pertenecido a varios partidos políticos, los ha traicionado, y ahora acaba de aterrizar en la cloaca del Pacto Histórico. Piedad Córdoba, comandante encubierta de las FARC, quien acaba de ser detenida en Honduras con una exorbitante suma de dólares no declarados. El senador Gustavo Bolívar, envuelto en fraudes y corruptelas recientes. Alfonso Prada, jefe de campaña, investigado por peculados y rapiñas cuando fue director del SENA. Y el senador Armando Benedetti, contra el que cursan numerosos procesos por enriquecimiento ilícito en la Corte Suprema.
También aparecen los estrategas políticos de la campaña, cada uno con un prontuario criminal. Vinicio Alvarado, un ecuatoriano que fue ministro del expresidente Correa, está condenado por corrupción y está prófugo de la justicia ecuatoriana. El español Xavier Vendrell, condenado en Cataluña por terrorismo en 1990. Y, por último, un tal Guaneme, el hombre de confianza de Petro, experto en difamación y propaganda negra, quien maneja las redes sociales de la campaña, donde producen y divulgan el arsenal de podredumbre que crean estos delincuentes.
Es inadmisible que estos sujetos sean los dirigentes de la campaña de Petro. Pero más grave es que serán los gobernantes de Colombia si Petro gana las elecciones. Todos ellos son los candidatos perfectos para repetir la hazaña criminal de los chavistas en Venezuela, en donde cada uno de los alfiles del régimen se alzó con cientos o miles de millones de dólares, dejando el país en bancarrota y al pueblo en la miseria.
Colombia pareciera estar drogada y anestesiada
Es de esperar que este escándalo monumental haga reflexionar a Colombia, que parece un país drogado y anestesiado y no es consciente del riesgo que corre. Es irracional que Colombia opte por un régimen marxista, cuando ha sido el más grande fracaso en todas partes.
¡Pues bien, Venezuela, Chile y Perú escogieron el marxismo! Y ahora viven en la escasez, en el racionamiento, en el desempleo y en la miseria. Y van rumbo a la pérdida de las libertades legítimas.
Nadie niega que Colombia tiene grandes problemas por resolver. Y que muchos de ellos se agravaron por la pandemia, que llevó a la quiebra a muchas empresas y frenó la economía. Pero el programa de gobierno de Petro conducirá al agravamiento de los problemas y en ningún caso a su solución. Y mucho menos cuando su estado mayor de campaña está compuesto por lo peor y lo más corrupto de la política colombiana.
La verdadera solución va en la dirección opuesta. Primero, protegiendo los valores éticos, morales y religiosos en la familia, en la sociedad y en el estado. Segundo, promoviendo la propiedad privada y la libre iniciativa privadas, que son las únicas que producen progreso y bienestar. Y tercero, combatiendo implacablemente la corrupción, la delincuencia y el terrorismo, que son los grandes males que padecemos.
Rodolfo Hernández, el otro candidato en la contienda, tal vez no sea el presidente perfecto que anhelamos los colombianos. Pero con seguridad que no va a destruir el País, como sí lo hará Petro. Aunque para muchos no es el presidente ideal, hay que votar por él para salvar a Colombia. No es moralmente lícito votar por Petro, porque los colombianos sabemos que va a destruir el País. Ni tampoco por el voto en blanco, que es un voto camuflado a favor de Petro, que no debería estar en el tarjetón electoral, pues fue colocado allí por una decisión fraudulenta del Registrador, que es uno de sus aliados.
Votar en blanco es hacer lo mismo de Pilatos, para permitir que el pueblo escoja a Barrabás.
Eugenio Trujillo Villegas es Director Sociedad Colombiana Tradición y Acción
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Por Eugenio Trujillo Villegas.
Colombia quedó escandalizada con la publicación de los videos criminales de la campaña de Gustavo Petro. Si alguna actividad política en el mundo puede señalarse de corrompida, de infame, de ser contraria a los más elementales principios morales, éticos y jurídicos, esa es la campaña que hace Petro para ser elegido presidente.
Durante horas de grabaciones, Petro y la plana mayor de su campaña aparecen diseñando las estrategias electorales para destruir a sus adversarios. En realidad, lo que se ve en los videos no son unos políticos organizando una campaña presidencial. Muestran un cartel de mafiosos y de criminales debatiendo cómo van a exterminar a sus adversarios.
La estrategia, según lo dicho por ellos mismos, consiste en destruir ética y moralmente a los otros candidatos a través de calumnias, mentiras y difamaciones sin límite alguno. Es inventar que sus opositores tienen vínculos con mafiosos, acusarlos de corrupción sin fundamento, atribuirles delitos, mostrarlos como maltratadores de la familia y de la mujer, hacer creer que son drogadictos, y todo un sartal de infamias que solo una organización criminal es capaz de concebir y de ejecutar.
Esa artillería de infamias va dirigida contra Rodolfo Hernández, Federico Gutiérrez, Sergio Fajardo, Alejandro Gaviria y otros candidatos a la presidencia. Y paradójicamente, el único de ellos que realmente puede ser acusado con pruebas irrefutables de todas esas bajezas, es el propio Petro.
Ha sido filmado recibiendo dinero sucio en bolsas de plástico; ha salido borracho y drogado a hacer discursos políticos; fue guerrillero y terrorista, responsable por centenas de secuestros y asesinatos; todos sus antiguos aliados políticos lo acusan de traiciones y deshonestidades; su labor como alcalde de Bogotá está marcada por la corrupción rampante; tiene alianzas políticas con los criminales, los extraditables y los terroristas que están en las cárceles; y las FARC y el ELN son sus aliados políticos.
Gracias a un “petrista” arrepentido, esas grabaciones hechas por ellos mismos fueron entregadas a los medios de comunicación. ¡Y la bomba ha explotado! En esos videos, estos personajes se quitan la máscara, mostrándose tal como son. Lo cual en realidad no es nada nuevo, pues eso es lo que Petro y sus cómplices han hecho siempre.
El senador Roy Barreras, un saltimbanqui que ha pertenecido a varios partidos políticos, los ha traicionado, y ahora acaba de aterrizar en la cloaca del Pacto Histórico. Piedad Córdoba, comandante encubierta de las FARC, quien acaba de ser detenida en Honduras con una exorbitante suma de dólares no declarados. El senador Gustavo Bolívar, envuelto en fraudes y corruptelas recientes. Alfonso Prada, jefe de campaña, investigado por peculados y rapiñas cuando fue director del SENA. Y el senador Armando Benedetti, contra el que cursan numerosos procesos por enriquecimiento ilícito en la Corte Suprema.
También aparecen los estrategas políticos de la campaña, cada uno con un prontuario criminal. Vinicio Alvarado, un ecuatoriano que fue ministro del expresidente Correa, está condenado por corrupción y está prófugo de la justicia ecuatoriana. El español Xavier Vendrell, condenado en Cataluña por terrorismo en 1990. Y, por último, un tal Guaneme, el hombre de confianza de Petro, experto en difamación y propaganda negra, quien maneja las redes sociales de la campaña, donde producen y divulgan el arsenal de podredumbre que crean estos delincuentes.
Es inadmisible que estos sujetos sean los dirigentes de la campaña de Petro. Pero más grave es que serán los gobernantes de Colombia si Petro gana las elecciones. Todos ellos son los candidatos perfectos para repetir la hazaña criminal de los chavistas en Venezuela, en donde cada uno de los alfiles del régimen se alzó con cientos o miles de millones de dólares, dejando el país en bancarrota y al pueblo en la miseria.
Colombia pareciera estar drogada y anestesiada
Es de esperar que este escándalo monumental haga reflexionar a Colombia, que parece un país drogado y anestesiado y no es consciente del riesgo que corre. Es irracional que Colombia opte por un régimen marxista, cuando ha sido el más grande fracaso en todas partes.
¡Pues bien, Venezuela, Chile y Perú escogieron el marxismo! Y ahora viven en la escasez, en el racionamiento, en el desempleo y en la miseria. Y van rumbo a la pérdida de las libertades legítimas.
Nadie niega que Colombia tiene grandes problemas por resolver. Y que muchos de ellos se agravaron por la pandemia, que llevó a la quiebra a muchas empresas y frenó la economía. Pero el programa de gobierno de Petro conducirá al agravamiento de los problemas y en ningún caso a su solución. Y mucho menos cuando su estado mayor de campaña está compuesto por lo peor y lo más corrupto de la política colombiana.
La verdadera solución va en la dirección opuesta. Primero, protegiendo los valores éticos, morales y religiosos en la familia, en la sociedad y en el estado. Segundo, promoviendo la propiedad privada y la libre iniciativa privadas, que son las únicas que producen progreso y bienestar. Y tercero, combatiendo implacablemente la corrupción, la delincuencia y el terrorismo, que son los grandes males que padecemos.
Rodolfo Hernández, el otro candidato en la contienda, tal vez no sea el presidente perfecto que anhelamos los colombianos. Pero con seguridad que no va a destruir el País, como sí lo hará Petro. Aunque para muchos no es el presidente ideal, hay que votar por él para salvar a Colombia. No es moralmente lícito votar por Petro, porque los colombianos sabemos que va a destruir el País. Ni tampoco por el voto en blanco, que es un voto camuflado a favor de Petro, que no debería estar en el tarjetón electoral, pues fue colocado allí por una decisión fraudulenta del Registrador, que es uno de sus aliados.
Votar en blanco es hacer lo mismo de Pilatos, para permitir que el pueblo escoja a Barrabás.
Eugenio Trujillo Villegas es Director Sociedad Colombiana Tradición y Acción
trujillo.eugenio@gmail.com
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 16, 2022