Oscar, mi adorado esposo, tengo que admitirlo, es un hombre muy interesante, pero muchas veces pone su mente en blanco y su boca larga palabras automáticamente o realiza acciones mientras se ocupa de pensar en otras cosas al mismo tiempo.
Por ejemplo, una barbería nueva abrió sus servicios en un mall cercano a mi casa y Oscar decidió probar las habilidades de esos profesionales.
“Mucho gusto. ¿Qué puedo hacer por usted?” dijo el peluquero, al conocer a Oscar por primera vez.
“Lo mismo de siempre” dijo mi brillante marido.
Mas tarde en la charla, el peluquero, amablemente, trata de llevar adelante una conversación.
“¿De que trabaja usted, señor Bolt?”
“Trabajo en la administración de una empresa. ¿Y usted?”
“Bueno… soy peluquero” respondió el barbero.
Cuando el dialogo es relativo a algo que realmente le interesa (léase deportes o las paginas centrales de la revista Playboy) Oscar se involucra. Pregunta, responde, forma opiniones y analiza bastante conscientemente ambas posiciones.
Prueba de esto es la visita de su prima Kennedy. Kennedy estuvo casada desde los 18 años y durante casi dos décadas y un lustro con un hombre con el que Oscar tenía ese tipo de conversaciones. No más de tres meses después de su separación, Kennedy comenzó a salir con otro hombre y una de sus primeras presentaciones en sociedad fue el sábado pasado cuando vinieron a cenar a casa. Oscar, un hombre moderno, trató de ser un buen anfitrión, siempre atendiendo al nuevo novio, dando por seguro de que tuviera vino en su copa en todo momento, si le gustaba su comida, si quería agua, si la música estaba muy alta.
“¿Te gusta el pastel de carne, Dave?” preguntaba Oscar llenando su plato de comida.
“¿Más merlot, Dave? Llenando su vaso sin esperar respuesta.
“¿Prefieres cerveza, Dave? Corriendo a la heladera y volviendo con varias latas en su mano.
“Luego de la cena ¿Qué tal una copa de coñac, Dave?”
Mientras tanto, Kennedy y yo desmenuzábamos otras realidades más aceptables para mujeres, casi apartadas en otro sector de la mesa.
“¿Cuál es el veredicto sobre las virtudes de tu ex y este, Kennedy?” o “¿Crees que hay futuro?” o “¿Qué dicen tus niños?”
Luego de una ronda de café y una última charla en el balcón, ambos no sin antes haciéndoles prometer que nos reuniríamos prontamente, para otra buena cena,
En soledad, nos preguntamos que nos había parecido el nuevo hombre en la vida de su prima.
En ese intercambio de percepciones, le dejé saber ciertas cosas que Kennedy me había comentado acerca de su enamorado.
“Es vegano desde hace más de veinte años. Hace seis años que se mantiene sobrio, pero aún esta presente en las reuniones de Alcohólicos Anónimos. ¿Eso muestra que Wendell se ha reinventado y muestra una gran personalidad, no crees?
Oscar me miró extrañado.
“¿Vegano? ¿Sobrio? ¿Wendell?” dijo él empalideciendo”
👨🏾
Por Vida Bolt.
Oscar, mi adorado esposo, tengo que admitirlo, es un hombre muy interesante, pero muchas veces pone su mente en blanco y su boca larga palabras automáticamente o realiza acciones mientras se ocupa de pensar en otras cosas al mismo tiempo.
Por ejemplo, una barbería nueva abrió sus servicios en un mall cercano a mi casa y Oscar decidió probar las habilidades de esos profesionales.
“Mucho gusto. ¿Qué puedo hacer por usted?” dijo el peluquero, al conocer a Oscar por primera vez.
“Lo mismo de siempre” dijo mi brillante marido.
Mas tarde en la charla, el peluquero, amablemente, trata de llevar adelante una conversación.
“¿De que trabaja usted, señor Bolt?”
“Trabajo en la administración de una empresa. ¿Y usted?”
“Bueno… soy peluquero” respondió el barbero.
Cuando el dialogo es relativo a algo que realmente le interesa (léase deportes o las paginas centrales de la revista Playboy) Oscar se involucra. Pregunta, responde, forma opiniones y analiza bastante conscientemente ambas posiciones.
Prueba de esto es la visita de su prima Kennedy. Kennedy estuvo casada desde los 18 años y durante casi dos décadas y un lustro con un hombre con el que Oscar tenía ese tipo de conversaciones. No más de tres meses después de su separación, Kennedy comenzó a salir con otro hombre y una de sus primeras presentaciones en sociedad fue el sábado pasado cuando vinieron a cenar a casa. Oscar, un hombre moderno, trató de ser un buen anfitrión, siempre atendiendo al nuevo novio, dando por seguro de que tuviera vino en su copa en todo momento, si le gustaba su comida, si quería agua, si la música estaba muy alta.
“¿Te gusta el pastel de carne, Dave?” preguntaba Oscar llenando su plato de comida.
“¿Más merlot, Dave? Llenando su vaso sin esperar respuesta.
“¿Prefieres cerveza, Dave? Corriendo a la heladera y volviendo con varias latas en su mano.
“Luego de la cena ¿Qué tal una copa de coñac, Dave?”
Mientras tanto, Kennedy y yo desmenuzábamos otras realidades más aceptables para mujeres, casi apartadas en otro sector de la mesa.
“¿Cuál es el veredicto sobre las virtudes de tu ex y este, Kennedy?” o “¿Crees que hay futuro?” o “¿Qué dicen tus niños?”
Luego de una ronda de café y una última charla en el balcón, ambos no sin antes haciéndoles prometer que nos reuniríamos prontamente, para otra buena cena,
En soledad, nos preguntamos que nos había parecido el nuevo hombre en la vida de su prima.
En ese intercambio de percepciones, le dejé saber ciertas cosas que Kennedy me había comentado acerca de su enamorado.
“Es vegano desde hace más de veinte años. Hace seis años que se mantiene sobrio, pero aún esta presente en las reuniones de Alcohólicos Anónimos. ¿Eso muestra que Wendell se ha reinventado y muestra una gran personalidad, no crees?
Oscar me miró extrañado.
“¿Vegano? ¿Sobrio? ¿Wendell?” dijo él empalideciendo”
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Junio 21, 2022