A la Altura de las Circunstancias

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  Por Vida Bolt.

Sé que es una tontería, pero siempre me río de un chiste que cuenta un primo mío. Tal vez es gracioso, tal vez es la manera que lo cuenta:

Walter llevaba a su esposa Ethel a la feria estatal todos los años y siempre le decía: “Ethel, sabes que me encantaría dar un paseo en ese helicóptero”. Pero Ethel siempre respondía: “Lo sé, Walter, pero ese viaje en helicóptero cuesta 50 dólares y… ¡50 dólares son 50 dólares!”.

Finalmente, fueron a la feria y Walter le dijo a Ethel: “Ethel, sabes que ahora tengo 87 años. Si no viajo en ese helicóptero este año, es posible que nunca tenga otra oportunidad”. Una vez más, Ethel respondió: “Walter, sabes que el helicóptero cuesta 50 dólares y… ¡50 dólares son 50 dólares!”.

Esta vez, el piloto del helicóptero escuchó la conversación de la pareja y dijo: “Escuchen amigos, haré un trato con ustedes. Los llevaré a ambos a dar un paseo; si pueden permanecer callados durante todo el viaje y no decir una palabra, ¡no les cobraré! Pero si dicen una sola palabra, son 50 dólares”.

Walter y Ethel asintieron y subieron en el helicóptero. El piloto realizó todo tipo de movimientos y trucos sofisticados, pero ni Walter ni Ethel dijeron una palabra.

El piloto hizo sus trucos que desafiaban a la muerte una y otra vez, pero aun así la pareja no dijo ni una sola palabra.

Cuando finalmente aterrizaron, el piloto se volvió hacia Walter y dijo: “¡Guau! Tengo que reconocerlo. Hice todo lo que pude para que gritaran o chillaran, pero no lo hicieron. ¡Estoy realmente impresionado!”

Walter respondió: “Bueno, para ser honesto, casi digo algo cuando Ethel se cayó del helicóptero, pero, ya sabes, ¡50 dólares son 50 dólares!”.

Esto también viene al caso por algo que sorprendentemente y luego de tantos años de matrimonio, descubrí acerca de mi marido.

Cada vez que subimos a un ascensor, Oscar baja la vista y se pone a chequear los mensajes en su teléfono. Contesta sus emails. Curiosea sus redes sociales. Usted mencione una actividad que se pueda hacer con un celular, él lo ha hecho.

Hemos viajado cientos de veces en avión, hemos estado en King’s Peak, Utah, a más de 4,000 metros sobre el nivel del mar, Montañas rusas en parques de diversiones, etc.

El pasado miércoles asistimos a una fiesta de cumpleaños en el piso 22 de un edificio en el centro. Ingresamos al elevador e inmediataente Oscar comenzó su ritual. Hasta que entre los pisos 15 y 16… la catástrofe sucedió. El ascensor se detuvo y Oscar comenzó a ponerse pálido. Luego desabrochó su corbata. Después comenzó a transpirar. Abrí la tapa de emergencias y apreté el botón rojo en su interior.

Allí note que sus ojos eran dos huevos fritos y que el traje comenzaba a traslucir las manchas de sudor. Le quité el saco y noté que la transpiración estaba en su cintura. Me pude de rodillas bajando sus pantalones y comencé a aventar aire sobre sus piernas con mis manos.

De pronto la puerta del ascensor se abrió. Nuestros anfitriones y el encargado del edificio me vieron de espaldas, con mi cabeza a la altura de sus partes privadas (¡Y un hombre con sus pantalones en las rodillas!)

“Perdón!” dijo el encargado apurándose en cerrar las puertas, mientras Oscar saltó desesperado por sobre mi cabeza, con los pantalones bajos, corriendo hacia el departamento donde treinta o cuarenta invitados disfrutaban de tragos y música.

Por supuesto que muchos no creyeron la historia (Oscar, claustrofóbico sin mi conocimiento, desesperado como siempre, una mujer de rodillas dentro de un elevador= Coctel para chismosos.) Lo peor fue esperar casi quince minutos hasta que Oscar bajara los  22 pisos por la escalera.

 

 


PrisionerEnArgentina.com

Julio 18, 2022


 

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