UN VIEJO DEBATE AUN NO SALDADO: EL VERDADERO ROL DEL ESTADO
HOY TENEMOS UN ESTADO GIGANTESCO PERO AUSENTE, QUE SE HA CONVERTIDO EN INEFICIENTE Y PERTURBADOR DE LA VIDA DEL CIUDADANO, EN OTRAS PALABRAS, TENEMOS UN ESTADO ENEMIGO.
El allanamiento a un Centro de Rehabilitación para todo tipo de adicciones, que incluyó la detención de un famoso ex conductor de la televisión, generó un gran revuelo en la sociedad. Todos los medios de comunicación debaten sobre cómo deben funcionar estos Centros, mientras la sociedad se escandaliza sobre los “horrores” que se producían puertas adentro del citado lugar.
Desde esta columna no vamos a entrar en este debate, pues no somos especialistas en el tema y no vamos a caer en la tentación de todo argentino de “opinar de cualquier cosa como si supiéramos”; tampoco vamos a entrar en controversia sobre si estuvo bien o no el accionar de la Justicia, pues desconocemos el expediente y no contamos con los elementos de juicios necesarios y dirimentes para una acertada y correcta opinión.
Pero si, ante este tipo de hechos aparece una vieja cuestión nunca zanjada, que vuelve a ser debatida en la sociedad, ¿cuál debe ser el rol del Estado?
Hoy tenemos un Estado elefantiásico y bobo, que se ocupa de lo que no debe y no se ocupa de lo que si debe. La gran mayoría de los políticos se llenan la boca hablando del “Estado benefactor” y del “Estado omnipresente”, de la necesidad de que el Estado esté presente en cada momento de la vida de los ciudadanos. Pero, donde está el Estado cuando se trata de proteger a los más vulnerables, en este caso las personas enfermas producto de una adicción?. Donde está el Estado, el que debe controlar y supervisar este tipo de Centros de Rehabilitación?.
Y decimos esto, porque vemos que el Estado hoy solo se preocupa de lo que cree le reditúa votos. Asi se ocupa de estigmatizar a quienes no hablan con la “e”, a quienes no adhieren al lenguaje inclusivo, a pregonar la educación sexual –que ellos consideran acertadas- en los colegios, a imponer la ideología de género, a ensalzar la violenta conducta de grupos que se auto titulan originarios y no lo son; a fomentar el accionar de grupos ultra feministas y hasta del faltante de figuritas del mundial; en vez de ocuparse en este caso de una verdadera lucha contra el narcotráfico, una real campaña de concientización y prevención sobre el dañino y pernicioso consumo de cualquier tipo de droga, como de controlar el adecuado funcionamiento de los Centros de Rehabilitación para personas que sufren todo tipo de adicciones.
Más aún, no solo se ocupa de estas triviales cuestiones, sino que es el propio Estado el que alienta el consumo responsable de drogas mientras hay una ausencia total de una política para combatir el narcotráfico.
Justamente esta anomia estatal, lleva a que el Senado de la Nación, en vez de estar tan ocupado en aumentar los miembros de la Suprema Corte e intentar suspender las Pasos, debería estar tratando -ya- la desafortunada Ley de Salud Mental, sancionada en el 2010.
Coherente con este accionar, se ajusta y se recorta el presupuesto de las fuerzas de seguridad y de los organismos estatales dedicados a combatir el narcotráfico, en vez de aumentarlo; sino que además ni siquiera se cumple con esa Ley de Salud Mental que fomentó y aprobó la coalición que hoy gobierna, la cual dispone que el Estado nacional debe destinar el 10% del gasto total de salud al área de salud mental -que incluye la actividad de Apoyo y Promoción de la Salud Mental del Ministerio de Salud de la Nación y la provisión de fondos para 2 hospitales nacionales y para la Sedronar-, siendo que en realidad solo se le asigna el 1,5%, tal como lo consigna el presupuesto del año pasado.
Y como viene la mano, con los ajustes que está realizando el Superministro es muy probable que la asignación de recursos haya sido menor aún este año, tal como ya hicieron con el salvaje recorte en el presupuesto para la atencion de las personas con discapacidad. Eso sí, se aumentaron las partidas presupuestarias para asistencia social y asistencia por servicios económicos, para financiar el festival de gastos de las empresas públicas y para “gastos de personal”. Increíblemente, para el 2023 se prevee un aumento en las partidas presupuestarias del Ministerio de las Mujeres
Como dice el peluca liberal, el ajuste es siempre sobre los más necesitados y vulnerables y no sobre los privilegios y prerrogativas de la casta política. En esto, hay que reconocerlo: tiene razón.
El Estado debe volver a sus funciones esenciales: educación, salud pública, justicia, seguridad, defensa y relaciones internacionales. Como es cualquier país desarrollado del mundo.
Con el avenimiento del denominado populismo, la política le asignó al Estado roles que no debe cumplir, por lo que, como consecuencia de ello tenemos un Estado presente para alterar la vida de los ciudadanos, en vez de prestar algún servicio. A pesar de su tamaño gigantesco, tenemos un Estado ausente, que se ha convertido en ineficiente y perturbador de la vida del ciudadano, en otras palabras tenemos un Estado enemigo.
A pesar de que se crearon más Ministerios, más Secretarias, más Subsecretarias y creció la planta permanente de empleados públicos, el ciudadano común sigue sin tener adecuada atencion en los hospitales públicos, la educación estatal es cada vez más paupérrima, la inseguridad asola cada rincón del pais, la justicia está cada vez más cuestionada y el pais se hunde en la miseria y la desocupación; en tanto la clase dirigente sigue inmersa en sus propio mundo, ateniendo solo sus propios intereses y satisfaciendo únicamente las excéntricas necesidades de sus votantes.
Nunca más actual que en este momento que aquella perfecta definición del padre de la Constitución Nacional Juan Bautista Alberdi: “En todas las funciones que no son de la esencia del gobierno obra como ignorante y como un concurrente dañino de los particulares, empeorando el servicio del país, lejos de servirlo mejor”.
⚖️
Por Dr. Gonzalo P. Miño.
El allanamiento a un Centro de Rehabilitación para todo tipo de adicciones, que incluyó la detención de un famoso ex conductor de la televisión, generó un gran revuelo en la sociedad. Todos los medios de comunicación debaten sobre cómo deben funcionar estos Centros, mientras la sociedad se escandaliza sobre los “horrores” que se producían puertas adentro del citado lugar.
Desde esta columna no vamos a entrar en este debate, pues no somos especialistas en el tema y no vamos a caer en la tentación de todo argentino de “opinar de cualquier cosa como si supiéramos”; tampoco vamos a entrar en controversia sobre si estuvo bien o no el accionar de la Justicia, pues desconocemos el expediente y no contamos con los elementos de juicios necesarios y dirimentes para una acertada y correcta opinión.
Pero si, ante este tipo de hechos aparece una vieja cuestión nunca zanjada, que vuelve a ser debatida en la sociedad, ¿cuál debe ser el rol del Estado?
Hoy tenemos un Estado elefantiásico y bobo, que se ocupa de lo que no debe y no se ocupa de lo que si debe. La gran mayoría de los políticos se llenan la boca hablando del “Estado benefactor” y del “Estado omnipresente”, de la necesidad de que el Estado esté presente en cada momento de la vida de los ciudadanos. Pero, donde está el Estado cuando se trata de proteger a los más vulnerables, en este caso las personas enfermas producto de una adicción?. Donde está el Estado, el que debe controlar y supervisar este tipo de Centros de Rehabilitación?.
Y decimos esto, porque vemos que el Estado hoy solo se preocupa de lo que cree le reditúa votos. Asi se ocupa de estigmatizar a quienes no hablan con la “e”, a quienes no adhieren al lenguaje inclusivo, a pregonar la educación sexual –que ellos consideran acertadas- en los colegios, a imponer la ideología de género, a ensalzar la violenta conducta de grupos que se auto titulan originarios y no lo son; a fomentar el accionar de grupos ultra feministas y hasta del faltante de figuritas del mundial; en vez de ocuparse en este caso de una verdadera lucha contra el narcotráfico, una real campaña de concientización y prevención sobre el dañino y pernicioso consumo de cualquier tipo de droga, como de controlar el adecuado funcionamiento de los Centros de Rehabilitación para personas que sufren todo tipo de adicciones.
Más aún, no solo se ocupa de estas triviales cuestiones, sino que es el propio Estado el que alienta el consumo responsable de drogas mientras hay una ausencia total de una política para combatir el narcotráfico.
Justamente esta anomia estatal, lleva a que el Senado de la Nación, en vez de estar tan ocupado en aumentar los miembros de la Suprema Corte e intentar suspender las Pasos, debería estar tratando -ya- la desafortunada Ley de Salud Mental, sancionada en el 2010.
Coherente con este accionar, se ajusta y se recorta el presupuesto de las fuerzas de seguridad y de los organismos estatales dedicados a combatir el narcotráfico, en vez de aumentarlo; sino que además ni siquiera se cumple con esa Ley de Salud Mental que fomentó y aprobó la coalición que hoy gobierna, la cual dispone que el Estado nacional debe destinar el 10% del gasto total de salud al área de salud mental -que incluye la actividad de Apoyo y Promoción de la Salud Mental del Ministerio de Salud de la Nación y la provisión de fondos para 2 hospitales nacionales y para la Sedronar-, siendo que en realidad solo se le asigna el 1,5%, tal como lo consigna el presupuesto del año pasado.
Y como viene la mano, con los ajustes que está realizando el Superministro es muy probable que la asignación de recursos haya sido menor aún este año, tal como ya hicieron con el salvaje recorte en el presupuesto para la atencion de las personas con discapacidad. Eso sí, se aumentaron las partidas presupuestarias para asistencia social y asistencia por servicios económicos, para financiar el festival de gastos de las empresas públicas y para “gastos de personal”. Increíblemente, para el 2023 se prevee un aumento en las partidas presupuestarias del Ministerio de las Mujeres
Como dice el peluca liberal, el ajuste es siempre sobre los más necesitados y vulnerables y no sobre los privilegios y prerrogativas de la casta política. En esto, hay que reconocerlo: tiene razón.
El Estado debe volver a sus funciones esenciales: educación, salud pública, justicia, seguridad, defensa y relaciones internacionales. Como es cualquier país desarrollado del mundo.
Con el avenimiento del denominado populismo, la política le asignó al Estado roles que no debe cumplir, por lo que, como consecuencia de ello tenemos un Estado presente para alterar la vida de los ciudadanos, en vez de prestar algún servicio. A pesar de su tamaño gigantesco, tenemos un Estado ausente, que se ha convertido en ineficiente y perturbador de la vida del ciudadano, en otras palabras tenemos un Estado enemigo.
A pesar de que se crearon más Ministerios, más Secretarias, más Subsecretarias y creció la planta permanente de empleados públicos, el ciudadano común sigue sin tener adecuada atencion en los hospitales públicos, la educación estatal es cada vez más paupérrima, la inseguridad asola cada rincón del pais, la justicia está cada vez más cuestionada y el pais se hunde en la miseria y la desocupación; en tanto la clase dirigente sigue inmersa en sus propio mundo, ateniendo solo sus propios intereses y satisfaciendo únicamente las excéntricas necesidades de sus votantes.
Nunca más actual que en este momento que aquella perfecta definición del padre de la Constitución Nacional Juan Bautista Alberdi: “En todas las funciones que no son de la esencia del gobierno obra como ignorante y como un concurrente dañino de los particulares, empeorando el servicio del país, lejos de servirlo mejor”.
PrisioneroEnArgentina.com
Setiembre 26, 2022