Hasta hace poco pensábamos que la grieta que había era entre los K y los anti K en la Argentina, pero luego de las explosivas declaraciones del peluca anarco liberal sobre que “los militares deben cumplir la pena y que no los indultaría”, la nueva grieta es ahora entre “los pelucas” y “los patos” en el submundo de los retirados de las fuerzas armadas, policiales y de seguridad.
Con virulencia se atacan de uno y otro lado, con cuanta munición tienen a mano, importarles poco si dicho ataque es público, reduciendo la cuestión a un simple Boca-River.
No vamos a entrar en esa discusión, pues como decían las abuelas “los trastes sucios se lavan en casa”, además que la misma sirve solo de comidilla y de hazme reír de los grupos progres y de los organismos de derechos humanos.
Nuevamente, como desde ya no sé cuántos años, seguiremos sin aprender nada, cabalgando sobre los mismos, antiguos y reiterados errores.
Justamente, si miramos a los grupos progres y las “orgas” de derechos humanos veremos que entre ellos “se destrozan” por tener diferentes puntos de vista y estrategias sobre determinados temas, pero a la hora de “enfrentar” a los “milicos y los canas”, cuando peligran los mismos ideales que abrigan, se acaban las diferencias y van todos juntos, “abrazados”, contra ellos sin diferencia alguna.
Nosotros en cambio anteponemos las estrategias a los ideales. Nos bastardeamos entre nosotros. Que esa es “montonera”, que esa “jamás se ocupó de los presos políticos”, entreteniéndonos en nuestra “propia grieta” por WhatsApp o por las redes sociales; mientras las causas “de lesa” siguen avanzado a velocidad crucero, encarcelando más militares, más policías y más civiles.
Quizás estaría bueno que ese tiempo que se dedica a estos estériles debates, se dedicara a visitar a los camaradas y compañeros presos, sea en un penal o en sus domicilios, sea para compartir un mate o un café.
Mejor aún seria que toda esa “bravura” que utilizan para denostar al amigo que no piensa como nosotros, la utilizaran para acompañar a los camaradas y compañeros presos en las audiencias de debate, para que los jueces, fiscales y querellantes vean que estamos presentes y no somos solamente una “tecla send”.
Lamentablemente seguimos escondiendo nuestra inacción con “los presos de lesa” tras la defensa de tal o cual político, al que elevamos a la categoría de Mesías, atribuyéndole la suprema potestad de “terminar con la abominación de los juicios de lesa”, calmando así nuestra conciencia desde la comodidad del sofá de nuestro confortable living.
Nada mejor que un gran comentario en internet o larguísimo mensaje de WhatsApp, que ensuciarse los zapatos con el barro de un penal o arrugarse el traje en una silla de una sala de audiencia de un Tribunal Federal.
Mientas tanto los compañeros y camaradas siguen penado en una mazmorra llamada cárcel, languideciendo en sus casas en domiciliaria o con el Jesús en la boca, los que tiene la suerte de estar libres, ante la cierta posibilidad de que en cualquier momento sean encarcelados en una nueva causa.
Cuan diferente hubiera sido la historia sino nos hubiéramos abocado realmente a defender al compañero y camarada preso con acciones concretas, sin titubeos y sin medias tintas. Los políticos nos habrían venido a buscar y no como ahora que los perseguimos rogándoles que se acuerden de nosotros y se apiaden para solucionar lo que no supimos o no quisimos hacer.
La persecución no comenzó ayer, sino hace veinte años. Y todavía después todo el océano que pasó bajo el puente seguimos sin ponerle el cuerpo al compañero y camarada preso pero clamamos al cielo por una solución, que en veinte minutos barra con veinte años de atropellos y vejaciones.
Ya no se puede remediar el pasado ni la inacción durante tantos años, que nos ha llevado a ser el problema número 9.845 a solucionar en la lista de los políticos.
Ese es el problema, ya hace tiempo que salimos de la agenda de la política. Nos hemos convertido en una especie en extinción a la que nadie le importa. Como ya hemos dicho desde esta columna, los políticos no van a pelear una guerra que nosotros mismos no peleamos. No podemos seguir esperando a que Superman, surcando valerosamente los cielos venga a vencer “a los malos”. Superman no va a llegar, entendámoslo de una buena vez: NO existe.
Cada uno votará como mejor crea. A quién votar es una discusión que debe darse puertas adentro, no somos un cabaret. Por ello, independientemente de a quien se vote, sino jugamos el partido “en la cancha” y continuamos viéndolo y opinando desde la Tribuna como “expertos directores técnicos”, las soluciones que las hay, serán solo buenas intenciones consumidas por la grieta verde y azul.
Un viejo dirigente del peronismo, ya retirado de la política, pero que recorrió todos sus caminos, en una charla de café fue claro: “los políticos no van a darles ninguna solución… no entienden nada… ustedes les tienen que “arrancar” la solución….”. ¡Más claro imposible!
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Por Dr. Gonzalo Miño.
Hasta hace poco pensábamos que la grieta que había era entre los K y los anti K en la Argentina, pero luego de las explosivas declaraciones del peluca anarco liberal sobre que “los militares deben cumplir la pena y que no los indultaría”, la nueva grieta es ahora entre “los pelucas” y “los patos” en el submundo de los retirados de las fuerzas armadas, policiales y de seguridad.
Con virulencia se atacan de uno y otro lado, con cuanta munición tienen a mano, importarles poco si dicho ataque es público, reduciendo la cuestión a un simple Boca-River.
No vamos a entrar en esa discusión, pues como decían las abuelas “los trastes sucios se lavan en casa”, además que la misma sirve solo de comidilla y de hazme reír de los grupos progres y de los organismos de derechos humanos.
Nuevamente, como desde ya no sé cuántos años, seguiremos sin aprender nada, cabalgando sobre los mismos, antiguos y reiterados errores.
Justamente, si miramos a los grupos progres y las “orgas” de derechos humanos veremos que entre ellos “se destrozan” por tener diferentes puntos de vista y estrategias sobre determinados temas, pero a la hora de “enfrentar” a los “milicos y los canas”, cuando peligran los mismos ideales que abrigan, se acaban las diferencias y van todos juntos, “abrazados”, contra ellos sin diferencia alguna.
Nosotros en cambio anteponemos las estrategias a los ideales. Nos bastardeamos entre nosotros. Que esa es “montonera”, que esa “jamás se ocupó de los presos políticos”, entreteniéndonos en nuestra “propia grieta” por WhatsApp o por las redes sociales; mientras las causas “de lesa” siguen avanzado a velocidad crucero, encarcelando más militares, más policías y más civiles.
Quizás estaría bueno que ese tiempo que se dedica a estos estériles debates, se dedicara a visitar a los camaradas y compañeros presos, sea en un penal o en sus domicilios, sea para compartir un mate o un café.
Mejor aún seria que toda esa “bravura” que utilizan para denostar al amigo que no piensa como nosotros, la utilizaran para acompañar a los camaradas y compañeros presos en las audiencias de debate, para que los jueces, fiscales y querellantes vean que estamos presentes y no somos solamente una “tecla send”.
Lamentablemente seguimos escondiendo nuestra inacción con “los presos de lesa” tras la defensa de tal o cual político, al que elevamos a la categoría de Mesías, atribuyéndole la suprema potestad de “terminar con la abominación de los juicios de lesa”, calmando así nuestra conciencia desde la comodidad del sofá de nuestro confortable living.
Nada mejor que un gran comentario en internet o larguísimo mensaje de WhatsApp, que ensuciarse los zapatos con el barro de un penal o arrugarse el traje en una silla de una sala de audiencia de un Tribunal Federal.
Mientas tanto los compañeros y camaradas siguen penado en una mazmorra llamada cárcel, languideciendo en sus casas en domiciliaria o con el Jesús en la boca, los que tiene la suerte de estar libres, ante la cierta posibilidad de que en cualquier momento sean encarcelados en una nueva causa.
Cuan diferente hubiera sido la historia sino nos hubiéramos abocado realmente a defender al compañero y camarada preso con acciones concretas, sin titubeos y sin medias tintas. Los políticos nos habrían venido a buscar y no como ahora que los perseguimos rogándoles que se acuerden de nosotros y se apiaden para solucionar lo que no supimos o no quisimos hacer.
La persecución no comenzó ayer, sino hace veinte años. Y todavía después todo el océano que pasó bajo el puente seguimos sin ponerle el cuerpo al compañero y camarada preso pero clamamos al cielo por una solución, que en veinte minutos barra con veinte años de atropellos y vejaciones.
Ya no se puede remediar el pasado ni la inacción durante tantos años, que nos ha llevado a ser el problema número 9.845 a solucionar en la lista de los políticos.
Ese es el problema, ya hace tiempo que salimos de la agenda de la política. Nos hemos convertido en una especie en extinción a la que nadie le importa. Como ya hemos dicho desde esta columna, los políticos no van a pelear una guerra que nosotros mismos no peleamos. No podemos seguir esperando a que Superman, surcando valerosamente los cielos venga a vencer “a los malos”. Superman no va a llegar, entendámoslo de una buena vez: NO existe.
Cada uno votará como mejor crea. A quién votar es una discusión que debe darse puertas adentro, no somos un cabaret. Por ello, independientemente de a quien se vote, sino jugamos el partido “en la cancha” y continuamos viéndolo y opinando desde la Tribuna como “expertos directores técnicos”, las soluciones que las hay, serán solo buenas intenciones consumidas por la grieta verde y azul.
Un viejo dirigente del peronismo, ya retirado de la política, pero que recorrió todos sus caminos, en una charla de café fue claro: “los políticos no van a darles ninguna solución… no entienden nada… ustedes les tienen que “arrancar” la solución….”. ¡Más claro imposible!
PrisioneroEnA rgentina.com
Julio 31, 2023