Las sociedades, incluso las que están bajo dictaduras tienen esencias que es necesario mantener para su vida, para su permanencia, para que siga siendo satisfactorio pertenecer a ellas. Para su dignidad. Características relacionadas con sus costumbres, con sus tradiciones y, sobre todo, con la moral. A la pérdida y al falseamiento de estas conductas y libertades que se han visto como sanas, deseables, estimables, ejemplos a exponer para ser imitados, es a lo que en general llamamos corrupción. El echarse a perder, el podrirse, el morir, son inevitables en todos los seres vivos, que algún día hemos de terminar corrompidos en un sepulcro. Pero lo que vivimos en sociedad esperamos que no se muera, que siga viviendo para bien de nuestros hijos, y que siga sana, robusta, vigorosa; es decir, con cambios que no sean muerte sino crecimiento, adelanto, cultivo, ascenso. Lo que aflige son las corrupciones de las costumbres, de la moral y la falta de libertad por omisión del Poder que debe protegerlos. Hay otras también afligentes, como las del idioma, de la literatura, de los usos y prácticas, de la urbanidad y de la cortesía, pero que están más alejadas del quehacer político y de las responsabilidades del estado. En la Venezuela del chavismo y de su caricatura el dictador Maduro se pretende con afectaciones indeseables constituirse en un quimérico y falso maestro de moral. Se soslaya a sus miembros más esclarecidos con persecuciones y represiones inusuales. Se patrocina y fomentar la corrupción y la muerte bajo un paroxismo de miedo a través de cuerpos de seguridad y grupos paramilitares. Inmoralidades, censura y represión verificadas y denunciadas. Un gobierno represor que da vuelta la cara como diciendo “nada tengo que ver con esto”. Violencia que queda expuesta ante la ciudadanía sin que nada ni nadie la evite ni la corrija. Solamente da la cara un pueblo heroico que busca su tradición libertaria de democracia e igualdad. Un pueblo que se revela ante un régimen de despotismo absoluto y que busca su país posible. Un pueblo que aspira a derecho irrenunciable de seguridad. A un orden, a reglas establecidas sobre la base de la lógica y en vistas al bien general, y que ese orden se respete.
El venezolano chavista y su títere en agonía, es un gobierno en crisis que parece no advertir que se adentra en un campo minado y que está obligado por la aparición de soberano a revisar sus normas y adecuarlas a una nueva realidad. A dejar el feudalismo, bajo la infame forma de la petulancia y la soberbia o lamentablemente terminará como regímenes similares. Linchado de la manera más degradante y horrorosa en la vía pública. Es que es ignominioso e infame hacer gala de imponer la violencia, como si no existieran los medios de que toda sociedad civilizada dispone para mantener el orden, la razón, el buen juicio. En ese mismo lineamiento el periodismo que tiene como norma fundamental enseñar tres principios básicos: decir la verdad, ser claros, ser instructivos ha sido también un baluarte fundamental para la futura recomposición del país hermano. Es que el periodismo está para eso, para decir la verdad, para decirla de tal manera que se la entienda y, de paso, para aportar datos que puedan ser útiles. Esta ausencia de libertad de la Venezuela anárquica fue demostrado por la deportación del periodista Argentino Jorge Lanata, quien con motivo de próximas elecciones constituyente no pudo entrar y salió vilmente expulsado por el autoritarismo que gobierna el país hermano. No se le dejó entrar, fue retenido y deportado junto a integrantes de su equipo. Únicamente por cubrir las elecciones bajo el pretexto de no tener autorización del Ministerio del Poder Popular para la comunicación y la información. Fue – Aprehendido – como se dice en el código procesal de nuestra provincia – Tucumán -, para evitar la palabra arresto o detención. Nosotros sabemos que el periodista se limitaba únicamente a decir y observar la realidad. Esta desfachatez de un gobierno intolerante y despótico debe ser repudiado por todos los estados y organismos que dicen defender los derechos humanos. Ese que fue expulsado por contar la verdad es el periodismo libre, el periodismo independiente, al periodismo que expresa sus propias opiniones y que lo debe seguir haciendo. Es el periodismo que queremos. En ese sentido es deber de todo ciudadano – de la sociedad – defender esa libertad que es imprescindible y fundamental en un sistema democrático y republicano de gobierno. Don Francisco Silvela, académico español del siglo XIX magistralmente afirmó: “Dondequiera que un pueblo ha tenido conciencia de su fuerza, medios para realizarla y desenvolverla, conciencia, por lo tanto, de su personalidad, dominio de sí mismo, cuando esto acontece, un pueblo tiene siempre su periódico, y su periodismo libre. Notable interpretación que, a pesar del tiempo transcurrido, sigue teniendo vigencia. Y es de recalcar el concepto que identifica al periodismo libre con la parte de la inteligencia de un pueblo consagrada al examen de los hechos, al juicio de sus hombres y crítica de sus actos, a todo lo vinculado con la dirección de sus destinos y de su espíritu. Salve pueblo Venezolano.
Escribe Jorge B. Lobo Aragón.
Opinión
Las sociedades, incluso las que están bajo dictaduras tienen esencias que es necesario mantener para su vida, para su permanencia, para que siga siendo satisfactorio pertenecer a ellas. Para su dignidad. Características relacionadas con sus costumbres, con sus tradiciones y, sobre todo, con la moral. A la pérdida y al falseamiento de estas conductas y libertades que se han visto como sanas, deseables, estimables, ejemplos a exponer para ser imitados, es a lo que en general llamamos corrupción. El echarse a perder, el podrirse, el morir, son inevitables en todos los seres vivos, que algún día hemos de terminar corrompidos en un sepulcro. Pero lo que vivimos en sociedad esperamos que no se muera, que siga viviendo para bien de nuestros hijos, y que siga sana, robusta, vigorosa; es decir, con cambios que no sean muerte sino crecimiento, adelanto, cultivo, ascenso. Lo que aflige son las corrupciones de las costumbres, de la moral y la falta de libertad por omisión del Poder que debe protegerlos. Hay otras también afligentes, como las del idioma, de la literatura, de los usos y prácticas, de la urbanidad y de la cortesía, pero que están más alejadas del quehacer político y de las responsabilidades del estado. En la Venezuela del chavismo y de su caricatura el dictador Maduro se pretende con afectaciones indeseables constituirse en un quimérico y falso maestro de moral. Se soslaya a sus miembros más esclarecidos con persecuciones y represiones inusuales. Se patrocina y fomentar la corrupción y la muerte bajo un paroxismo de miedo a través de cuerpos de seguridad y grupos paramilitares. Inmoralidades, censura y represión verificadas y denunciadas. Un gobierno represor que da vuelta la cara como diciendo “nada tengo que ver con esto”. Violencia que queda expuesta ante la ciudadanía sin que nada ni nadie la evite ni la corrija. Solamente da la cara un pueblo heroico que busca su tradición libertaria de democracia e igualdad. Un pueblo que se revela ante un régimen de despotismo absoluto y que busca su país posible. Un pueblo que aspira a derecho irrenunciable de seguridad. A un orden, a reglas establecidas sobre la base de la lógica y en vistas al bien general, y que ese orden se respete.
El venezolano chavista y su títere en agonía, es un gobierno en crisis que parece no advertir que se adentra en un campo minado y que está obligado por la aparición de soberano a revisar sus normas y adecuarlas a una nueva realidad. A dejar el feudalismo, bajo la infame forma de la petulancia y la soberbia o lamentablemente terminará como regímenes similares. Linchado de la manera más degradante y horrorosa en la vía pública. Es que es ignominioso e infame hacer gala de imponer la violencia, como si no existieran los medios de que toda sociedad civilizada dispone para mantener el orden, la razón, el buen juicio. En ese mismo lineamiento el periodismo que tiene como norma fundamental enseñar tres principios básicos: decir la verdad, ser claros, ser instructivos ha sido también un baluarte fundamental para la futura recomposición del país hermano. Es que el periodismo está para eso, para decir la verdad, para decirla de tal manera que se la entienda y, de paso, para aportar datos que puedan ser útiles. Esta ausencia de libertad de la Venezuela anárquica fue demostrado por la deportación del periodista Argentino Jorge Lanata, quien con motivo de próximas elecciones constituyente no pudo entrar y salió vilmente expulsado por el autoritarismo que gobierna el país hermano. No se le dejó entrar, fue retenido y deportado junto a integrantes de su equipo. Únicamente por cubrir las elecciones bajo el pretexto de no tener autorización del Ministerio del Poder Popular para la comunicación y la información. Fue – Aprehendido – como se dice en el código procesal de nuestra provincia – Tucumán -, para evitar la palabra arresto o detención. Nosotros sabemos que el periodista se limitaba únicamente a decir y observar la realidad. Esta desfachatez de un gobierno intolerante y despótico debe ser repudiado por todos los estados y organismos que dicen defender los derechos humanos. Ese que fue expulsado por contar la verdad es el periodismo libre, el periodismo independiente, al periodismo que expresa sus propias opiniones y que lo debe seguir haciendo. Es el periodismo que queremos. En ese sentido es deber de todo ciudadano – de la sociedad – defender esa libertad que es imprescindible y fundamental en un sistema democrático y republicano de gobierno. Don Francisco Silvela, académico español del siglo XIX magistralmente afirmó: “Dondequiera que un pueblo ha tenido conciencia de su fuerza, medios para realizarla y desenvolverla, conciencia, por lo tanto, de su personalidad, dominio de sí mismo, cuando esto acontece, un pueblo tiene siempre su periódico, y su periodismo libre. Notable interpretación que, a pesar del tiempo transcurrido, sigue teniendo vigencia. Y es de recalcar el concepto que identifica al periodismo libre con la parte de la inteligencia de un pueblo consagrada al examen de los hechos, al juicio de sus hombres y crítica de sus actos, a todo lo vinculado con la dirección de sus destinos y de su espíritu. Salve pueblo Venezolano.
Dr. Jorge B. Lobo Aragón
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 27, 2017
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