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 Por Kelly Sweeney.

Los detalles que se revelaron fueron fascinantes: todo, desde mafiosos que empeñaban pinturas robadas y valores falsos en la Gran Manzana hasta políticos que traficaban con influencias en la capital de la nación. Había funcionarios gubernamentales de alto rango captados en una cinta metiéndose fajos de dinero de sobornos en sus bolsillos y diciendo cosas como: “Tengo el hurto en la sangre”, y agentes del FBI haciéndose pasar por representantes de un jeque ficticio de Oriente Medio, reuniendo pruebas de estos crímenes de grandes perfiles.

Todo comenzó en julio de 1978, cuando el FBI se propuso atrapar a figuras del hampa de la ciudad de Nueva York que se dedicaban al arte robado. El FBI creó una empresa falsa en Long Island, Abdul Enterprises, de ahí el nombre “AB(dul)SCAM”, que supuestamente era propiedad de un rico jeque árabe que deseaba invertir el dinero del petróleo en valiosas obras de arte. Luego, el FBI reclutó a un informante que conectó a la agencia federal con delincuentes dispuestos a vender tesoros robados.

Funcionó. En cuestión de meses, los detectives recuperaron dos pinturas por un valor combinado de 1 millón de dólares.

A través de esa operación, el FBI conoció a delincuentes que comerciaban con acciones y bonos falsos.

De nuevo, éxito. El trabajo encubierto del FBI terminó deteniendo la venta de valores fraudulentos por valor de casi 600 millones de dólares.

Desde allí, la investigación condujo al sur de Nueva Jersey y luego a Washington, D.C. Los contactos criminales llevaron a los investigadores a políticos en Camden que estaban dispuestos a ofrecer sobornos para conseguirle a nuestro “negocio” una licencia de juego en Atlantic City.

Luego, cuando el FBI expresó interés en su sugerencia de conseguir asilo para el jeque en Estados Unidos, estos políticos corruptos hicieron arreglos para que los policías encubiertos se reunieran con algunos congresistas estadounidenses que podrían lograrlo con legislación privada. Por un precio, por supuesto: 50.000 dólares por adelantado y 50.000 dólares adicionales después.

Cuando todo se calmó, un senador, seis congresistas y más de una docena de criminales y funcionarios corruptos fueron arrestados y declarados culpables.

Como muchas investigaciones sensibles y de alto perfil, ABSCAM generó su parte de controversia. En particular, surgieron dudas sobre si los esfuerzos encubiertos del FBI condujeron a una trampa. Los tribunales dictaminaron lo contrario y confirmaron todas las condenas. Al final, el caso reafirmó la importancia de las operaciones encubiertas y condujo a reglas y salvaguardias más estrictas para este tipo de investigaciones dentro del FBI.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Febrero 6, 2024


 

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